EL Rincón de Yanka: LIBRO "SANGRE, SUDOR Y PAZ": LA GUARDIA CIVIL CONTRA ETA por LORENZO SILVA, MANUEL SÁNCHEZ Y GONZALO ARALUCE 💣💥💀

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No te preocupes, tu lugar no es el nido donde naces, es el cielo donde vuelas.








sábado, 12 de abril de 2025

LIBRO "SANGRE, SUDOR Y PAZ": LA GUARDIA CIVIL CONTRA ETA por LORENZO SILVA, MANUEL SÁNCHEZ Y GONZALO ARALUCE 💣💥💀


SANGRE, 
SUDOR 
Y PAZ
LA GUARDIA CIVIL CONTRA ETA


Este no es un libro neutral y tampoco lo es el relato que contiene.

Su asunto, el nacimiento, auge, caída y extinción forzada de uno de los grupos terroristas más letales y persistentes del último siglo en Europa Occidental, está narrado desde un lado de la grieta que su actuación provocó en el seno de las sociedades vasca y española: en particular, desde el lado de quienes lo combatieron y finalmente lo redujeron a la más absoluta inoperancia. Esta es, por tanto, la historia de la lucha contra ETA tal y como la vivieron los guardias civiles y sus familias: el colectivo más golpeado por la acción de la banda —con más de doscientos muertos y muchos centenares de heridos—, y también aquel que acabó demostrando un compromiso mayor en su neutralización y liquidación.

A partir de la memoria acumulada por aquellos que asumieron, a lo largo de medio siglo largo, el desafío de acallar las armas de quienes empezaron luchando contra una dictadura y acabaron desestabilizando la democracia, este libro tiene como ambición contribuir a la inexcusable derrota literaria del terror y construir la memoria debida de una historia crucial para entender la España contemporánea. Una historia, además, de éxito, el de un Estado, sus ciudadanos, sus leyes y sus instituciones frente a un reto endiablado y por momentos tan angustioso como desesperante. La historia, en fin, de un logro policial sin parangón en nuestro entorno, conseguido a partir del sudor y la sangre que en las coyunturas adversas forman parte del precio de la paz.
***
Me voy a permitir discrepar del título, sin embargo. Y en concreto del resumen de que la historia ha terminado con la llegada de la paz. Resulta verdad, si nos atenemos al hecho de que las pistolas y la dinamita han desaparecido. Y es cierto que los etarras han dejado de matar. Pero en Euskadi (y en Navarra) todavía no ha llegado la paz.
Basta recordar los sucesos de Alsasua, para asumir que para la real pacificación queda largo trecho.
Una confirmación más de que la paz sigue pendiente se concreta en los Ongi Etorri, las bienvenidas y homenajes a etarras que se están registrando este verano, que no dejan de sucederse en localidades del País Vasco y de Navarra.

La semana pasada, decenas de personas, entre pancartas y consignas a favor de los presos de ETA, recibieron en Bilbao a Joseba Enbeita Ortuondo 'Gorri', que ha cumplido 23 años de cárcel como colaborador del comando que asesinó al sargento mayor de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea.
En lo que llevamos de año, los recibimientos a presos de ETA igualan ya a los registrados a lo largo de todo 2017.
El Observatorio de la Radicalización, impulsado por el Colectivo de Víctimas del Terrorismo, detalla que en el año pasado se produjeron 48 homenajes a presos de la banda que habían cumplido condena, mientras que en lo que llevábamos de 2018 se han contabilizado ya 45: 26 en Guipúzcoa, 12 en Vizcaya, 4 en Álava, 3 en Navarra.

Los Ongi Etorri constituyen, sin duda, una humillación a las víctimas del terrorismo. Y un insulto al sentido de la justicia.
"El culto al terrorista en el País Vasco y en Navarra es constante", ha dicho la presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, que ha denunciado la pasividad de la Justicia. Porque que la Audiencia Nacional ha ido archivando sistemáticamente las denuncias de asociaciones de víctimas, o del Gobierno, contra los recibimientos a miembros de ETA.
Han callado las pistolas, pero quienes las utilizaron, quienes mataron, siguen siendo aclamados como héroes.
No hay paz. No la hay todavía. Es una paz mentirosa la que exalta a los asesinos.

PRÓLOGO

Este no es un libro neutral, tampoco lo es el relato que contiene. Su asunto, el nacimiento, auge, caída y extinción forzada de uno de los grupos terroristas más letales y persistentes del último siglo en Europa occidental, está narrado desde un lado de la grieta que su actuación provocó en el seno de las sociedades vasca y española: en particular, desde el lado de quienes lo combatieron y finalmente lo redujeron, no sin esfuerzo ni quebranto, a la más absoluta inoperancia. Es un relato, pues, de parte, y sus autores, en el afán de proponer desde la lealtad al lector el pacto narrativo, así hemos de hacerlo constar.

La parcialidad del relato viene marcada, de entrada, por el perfil de los auto­res. Para disipar dudas, los tres desistimos de cualquier equidistancia, entre otras razones porque nuestra condición nos la veda: un guardia civil con larga trayectoria en la lucha contra ETA, un periodista que conoció en su propia fami­lia los estragos de la organización armada y un escritor que vivió su infancia y adolescencia en una colonia militar convertida en objetivo de alguno de sus comandos, y que a la vuelta de los años, accidentes de la vida, fue distinguido con el nombramiento de guardia civil honorario, que aceptó y lleva con orgullo.

Esta es la historia de la lucha contra ETA tal y como la vivieron los guardias civiles y sus familias: el colectivo de la sociedad española más golpeado por la ac­ción de la banda -con más de doscientos muertos y muchos centenares de heri­dos y afectados por secuelas físicas o psicológicas-, y también, y en absoluto puede considerarse una coincidencia, aquel que acabó demostrando un compro­miso mayor en su neutralización y liquidación. Hemos partido de la memoria viva y documental acumulada por aquellos que asumieron, a lo largo de medio siglo largo, el desafío de acallar las armas de quienes empezaron luchando con­tra una dictadura y acabaron desestabilizando la democracia; y también por aquellos que por ser guardias, o serlo sus familiares, hubieron de afrontar el duro destino de convertirse en víctimas de la intimidación y la barbarie asesina. 

Nuestra fuente primordial son los hombres y mujeres del cuerpo que se enfrentaron a la amenaza etarra y que dieron su testimonio, ya fuera personal o refle­jado en los informes y diligencias elaborados en estos años, tras incontables ho­ ras de investigación, seguimiento y análisis de los movimientos de los terroristas. En este sentido, este libro puede considerarse una suerte de epítome de otro más amplio, Historia de un desafío, publicado simultáneamente en esta misma editorial, con la firma de Manuel Sánchez y Manuela Simón, y que constituye la recopilación exhaustiva de todos esos testimonios y experiencias.

La razón de ser de este epítome, en cuya elaboración hemos intervenido, ade­más de Manuel Sánchez, Gonzalo Araluce y Lorenzo Silva, es poner a disposición del lector general, no especializado, un resumen de la historia que permita apre­ciarla en su conjunto pero sin escatimar los matices indispensables. Por ello, y por la complejidad de la materia, no es un resumen breve. Se trata de condensar y reducir a lo esencial el atestado completo y prolijo de una labor policial in­gente, que se contiene en el libro antes citado y que resultará de mayor interés -un interés excepcional, por otra parte- para quienes comparten la preocupa­ción, profesional o no, por la cultura de seguridad y defensa; en especial en lo que atañe a los mecanismos de respuesta policial frente a las estrategias y las tácticas terroristas, materia esta en la que los guardias civiles, empujados por las crudas circunstancias, acabaron completando un auténtico doctorado.

Desde ese afán informativo y divulgativo, que trata de aunar la síntesis con la comprensión más profunda posible del fenómeno etarra y su dinámica, cree­mos que el hecho de que este relato esté sostenido desde un lado de la historia no menoscaba su valor. Es en la certeza de estar aportando una pieza significativa y valiosa para la construcción de la crónica histórica de esta página de la España contemporánea -que habrán de cuajar otros, integrando todos los materiales disponibles-como nos planteamos la tarea de dar forma a este libro.

Y es que una narración, sobre todo si lo declara y no trata de ocultarlo, puede ser de parte y ser pertinente, incluso necesaria, para levantar acta cabal, justa y superadora de los hechos. La parcialidad de quienes escribimos este libro no nos impone faltar a la verdad y menos aún maquillarla: hemos procurado en todo momento acercarnos a la realidad de lo acontecido, tal y como lo registró y atestigua la memoria colectiva de los guardias civiles, sin dejar de señalar las zonas de sombra o impericia, que las hubo en abundancia, ni sobrevaluar los aciertos y los méritos, que fueron tantos y tan extraordinarios que sería vano y prescindi­ble empeño tratar de enfatizarlos. Antes bien, esa parcialidad nos ha exigido un plus de objetividad y rigor, ya que un error en los hechos importantes podría desprestigiar todo el empeño. 

La materia prima de este relato es el monumental bagaje de información e inteligencia del fenómeno etarra acumulado por quie­ nes quizá mejor llegaron a conocer los entresijos de la banda; en muchos aspec­tos, incluso mejor y con una perspectiva más amplia y completa que los propios terroristas. Un material cuya trascendencia, pese a corresponder a una de las partes y estar impregnado de su ineludible toma de posición, no se le escapa a cualquier observador despierto. Como es lógico, lo que no hallará aquí el lector es el encarnizamiento con los yerros de los guardias civiles y con el Estado de derecho al que servían o la sistemática reticencia frente a sus logros que caracterizan la narrativa de quienes estaban en el otro lado de la confrontación. Ese mate­ rial forma parte de su discurso y su relato; ahí es donde puede hallarse con pro­ fusión y cada cual pesará lo uno y lo otro en su balanza y será al final el tiempo el que dirima quién se mantuvo más cerca de la verdad.

Hemos escrito este libro con una certeza adicional: la de estar contribuyendo a la construcción de la memoria debida de una historia tan apasionante como crucial para entender la España contemporánea; una historia además de éxito, de un Estado, sus ciudadanos, sus leyes y sus instituciones frente a un reto en­diablado y por momentos tan angustioso como desesperante. La historia, en fin, de un logro policial sin parangón en nuestro entorno, que queda como referente mundial en la lucha antiterrorista y que fue obra de todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (todos ellos, desde la Policía Nacional hasta los Mossos d'Esquadra o la Ertzaintza, pasando por numerosas policías locales, y sin olvidar al Centro Nacional de Inteligencia, asestaron golpes de mayor o menor enverga­dura a los intereses de la banda armada); pero en el que tuvo una importancia medular, y a la postre decisiva, la entrega de los hombres y mujeres de la Guardia Civil.

La honestidad, la ecuanimidad y la lealtad al lector imponen sin embargo un relato que, como podrá apreciarse, dista de ser triunfalista y glorioso sin inte­ rrupción. En la lucha antiterrorista se cometieron errores, en ocasiones graves y profundamente contraproducentes para los intereses del Estado y de la ciudada­nía sometida al chantaje del terror; y providenciales para los etarras, que recibie­ron no pocos balones de oxígeno en momentos en los que perdían pie o las fuer­zas les fallaban. A esos errores no fue ajena la Guardia Civil, y la historia que aquí se cuenta es, también, la de cómo, desde la desorientación y torpeza con que reaccionó la dictadura franquista ante los primeros embates de ETA, pasando por las zozobras y los tropiezos severos de los primeros gobiernos democráticos -con los que ETA alcanzó la cúspide de su pujanza, de su poder de intimidación de la sociedad vasca y de su capacidad de poner contra las cuerdas al Estado-, se acabó llegando, tras muchas horas de trabajo paciente, un copioso sacrificio personal y no pocas bajas, a una situación en la que las fuerzas de seguridad, y singularmente la Guardia Civil, iban muy por delante de los terroristas. Al final se alcanzó un nivel de operatividad y de conocimiento de la organización que le hizo inviable seguir actuando y la forzó a admitir la realidad irreversible de su aniquilación por el Estado de derecho. Este triunfo fue posible gracias al desarrollo de una inteligencia profunda de la amenaza que se trataba de conjurar y de unos procedimientos de trabajo a largo plazo que permitían incrementarla y ren­tabilizarla en lugar de malgastarla en operaciones de corto aliento. Sin olvidar nunca las horas de trabajo y el riesgo; el sudor y la sangre que en las coyunturas adversas forman parte del precio de la paz.

El deseo de mostrar con la mayor claridad posible ese proceso, desde la indigencia policial hasta la sofisticación y la eficacia capaces de anular la voluntad terrorista, marca la división temporal de los cincuenta y muchos años de lucha contra ETA en cinco periodos diferenciados, que se corresponden con las cinco partes de este libro. A lo largo de ellas tratamos de dar cuenta de cómo los guardias civiles, fieles a su deber de servicio a la ciudadanía y de sacrificio por su seguridad, pasaron de ser el blanco en movimiento al que los terroristas disparaban a placer a ser la sombra que los acechaba hasta desmoronar su siniestra in­dustria de extorsión y manipulación de las sociedades vasca y española.

No se oculta en este relato, ni se deja de reconocer, la aportación que la socie­ dad civil, en todos sus estamentos, desde los ciudadanos de a pie hasta sus representantes institucionales, realizó para liberarse del yugo y del lastre que había anidado en su seno. En estas páginas se da cuenta puntual de todas las iniciativas, tanto políticas como legislativas o ciudadanas, que fueron útiles, y en mu­ chas ocasiones determinantes, en el proceso de erosión del entramado de la or­ ganización terrorista. Es de justicia recordarlas, y lo último que se necesita en este momento de superación del mal son los excesos de protagonismo propio o la mezquindad en el reconocimiento de la contribución ajena. Sin embargo, y guiados por el afán de verdad, corresponde constatar también que no todos pusieron el mismo empeño en librar a sus conciudadanos de la losa sórdida y opre­ siva que representaba ETA, no todos fueron igualmente efectivos y, en fin, no to­ dos se dejaron las mismas plumas en la consecución de una paz que ahora tiene muchos progenitores sobrevenidos, oportunistas o simplemente falaces. Y algo hay que no admite discusión y que los hechos acreditan de sobra: nadie pagó un precio más alto, a nadie odiaron y temieron más los que querían imponer con las balas y las bombas su agenda que a los guardias civiles. Por algo sería.

Por otra parte, para la gran familia que forman los guardias civiles era im­ portante dejar constancia del valor de su esfuerzo y su dedicación, tantas veces incomprendidos incluso entre los más allegados. Muchos familiares e hijos de guardias civiles asesinados podrán saber ahora cómo y por qué murieron los suyos. Seguirán llorando igual, pero con la reparación moral y la satisfacción personal de saber que las de sus seres queridos no fueron muertes inútiles: tuvieron un sentido y un renglón en la historia de España, cuya reivindicación contribuye a la inexcusable derrota literaria del terror. 

Ya no serán números: serán nombres, vidas rescatadas del olvido y colocadas en su justo lugar.

Salamanca-Breslavia-Illescas, 2 de julio de 2017

El libro que faltaba sobre ETA: el testimonio de los guardias civiles