EL LIBERAL ES PACIENTE
Preámbulo 🗽
Esta nueva colección de mis artículos comienza en diciembre de 2012 donde terminó la publicación de mi anterior selección editada por la Fundación Libertad en conjunto con la Editorial Temas de Argentina con el título de Vivir y dejar vivir y va hasta octubre del corriente año 2013. Agradezco a CEDICE de Venezuela esta iniciativa comandada por la infatigable Rocío Guijarro con el apoyo de empresarios de Caracas consubstanciados con el ideario liberal y, por tanto, prestos al apoyo de proyectos que hagan de soporte logístico a la difusión de esa noble tradición de pensamiento.
Me admira y celebro entusiastamente la perseverancia de CEDICE para continuar con las faenas educativas en medio de un trágico desvío de la democracia para mutar en cleptocracia, es decir, en un régimen que roba propiedades, libertades y los sueños más excelsos de la población. Teóricamente los gobiernos se constituyen en el mundo civilizado para proteger esos valores: la libertad, la propiedad y la vida de los gobernados quienes deben ser los empleadores de agentes con la idea de que logren esos cometidos, mientras se debaten otras avenidas en base a las externalidades, los bienes públicos, el dilema del prisionero y la asimetría de la información. Paradójicamente, en lugar de aquel ideal, resulta que el así denominado “primer mandatario” se constituye en mandante a través de una descarada usurpación del poder. Solamente a través del trabajo sobre la mente de la gente, es decir, a través de la educación de valores y principios compatibles con la sociedad libre es que puede revertirse semejante situación. Bien ha dicho el marxista Antonio Gramsci “tomen la cultura y la educación y el resto se dará por añadidura”.
Es de suma importancia percatarse que el eje central de la democracia consiste en el debido respeto a los derechos de la minoría, de lo contrario caeríamos en la fantochada de sostener que Hitler era un demócrata porque asumió el poder con los sufragios suficientes. Juan González Calderón ha escrito con razón que los “demócratas de los números” ni de números entienden puesto que se basan en las siguientes ecuaciones falsas: 50% más 1% = 100% y 50% menos 1% = 0%. Sólo a través de la trasmisión de los fundamentos de la libertad es que se permitirá que en el futuro los políticos articulen un discurso civilizado y no pretendan arrasar con los derechos en nombre de los más necesitados a quienes se los explota y se los usa del modo más cruel en una carrera por la destrucción de instituciones clave como la propiedad privada de la que dependen especialmente los más débiles para prosperar.
Por ello es que Ludwig von Mises ha escrito que “el programa del liberalismo puede resumirse en una sola expre- sión: la propiedad” y, por el contario, Marx y Engels afirman que “todo el programa del comunismo se resume en la abolición de la propiedad privada”. Resulta crucial comprender que en competencia en el contexto de los mercados abiertos, quienes dan en la tecla con las preferencias de su prójimo obtienen ganancias y quienes yerran incurren en quebrantos. Este proceso permite optimizar las tasas de capitalización que es lo único que permite elevar salarios e ingresos en términos reales, lo cual se da de bruces con los privilegiados amigos del poder que se llenan los bolsillos a expensas de la gente. Hoy en día tal vez la política que más éxito tiene en el llamado mundo libre es el fascismo que es mucho más hipócrita que el socialismo ya que permite que se registre la propiedad en manos privadas pero usa y dispone el aparato estatal, en lugar de expropiar directamente los bienes particulares. Por eso, como señala J. F. Revel, en última instancia no hay diferencia entre derechas e izquierdas, posturas éstas que tienen un enemigo común: el liberalismo y, con diversas estrategias, ambas posturas atacan la propiedad.
El Liberal es Paciente Aunque en tres casos me aparto de la secuencia cronológica, las columnas incluidas en este libro están encabezadas por tres de las publicadas en “La Nación” de Buenos Aires debido a la naturaleza de los temas allí abordados, que sirve uno como introducción a las flaquezas de la politización y los otros dos señalan el calibre de las raíces del populismo (el peronismo y el bache principal del marxismo en el contexto de las ideas de Belgrano) al que luego imitaron otros gobernantes de la región seguidas, por orden de aparición, de mis entregas semanales al “Diario de América” en Estados Unidos que tocan los más diversos aspectos de una sociedad abierta y la condición humana (incluyendo artículos escritos durante un corto paréntesis debido a algunas reformas en el periódico y la modificación de la plataforma para la versión digital de ese diario).
Como en otras de mis colecciones, no incluyo artículos publicados también en ese mismo período en revistas y periódicos de mi país y del exterior puesto que aluden a temas puramente coyunturales por lo que no guardan la permanencia que requiere un libro de las características como el que está en mi ánimo publicar. Finalmente, a modo de post sriptum, tres ensayos, uno sobre Adam Smith publicado en Libertas, otro sobre Frédéric Bastiat publicado en Apertura y, finalmente, otro publicado en Estudios Públicos que fue originalmente preparado para la II Jornadas Liberales Iberoamericanas en España (Benidorm) sobre el nacionalismo, posición ésta que impregna todas las manifestaciones autoritarias aunque algunas se ufanen de “internacionalistas” pero siempre en base a la idea de invadir y aplastar zonas no tomadas por la xenofobia generalizada donde siempre hay ciudadanos de segunda a los que se debe combatir dentro y fuera de las fronteras, sin comprender ni remotamente los beneficios del cosmopolitismo y que toda cultura se nutre de una fértil trama de continuas donaciones y recepciones cruzadas. Tal como he consignado antes, el reunir trabajos en un volumen me trasmite una sensación de mayor provecho de los escritos en el sentido que, como es sabido, “nada hay más viejo que el periódico del día anterior” y, por tanto, el artículo correspondiente se esfuma para siempre y solo quedan rastros en la memoria de los lectores.
Sin embargo, el reunir aquellas columnas en una publi- cación hace posible la permanencia de las ideas allí expresadas y permite al lector el volver sobre ellas cuando lo estime conve- niente, ya sea de su biblioteca o de su archivo en el ordenador. Respecto al título del presente libro -El liberal es paciente- se debe a que esa virtud es consubstancial al liberalismo por múltiples motivos.
Primero, porque esta corriente de pensamiento no propone tajos abruptos en la historia sino debates abiertos, por los que confía en que habrá un número suficiente de personas que comprendan y compartan la filosofía de la libertad para adaptarse.
Segundo, porque la misma evolución -siempre presente puesto que, como enseña Popper, las corroboraciones tienen el carácter de la provisionalidad sujetas a refutaciones- tiene lugar constantemente entre sus propias flas como una aventura del pensamiento, la que debe también ser objeto de un cuidadoso y lento escrutinio antes de que la idea esté lista para ser considerada por un público más numeroso.
Tercero, aún en momentos extremos en los que se debe recurrir al derecho de resistencia frente a atropellos inaguantables del Leviatán, se apresura a entregar y compartir las decisiones relativas al poder para que sean consideradas por la gente puesto que estima impropio e inconducente el retener la conducción sin la expresa aprobación de sus semejantes como única manera de mantener la convivencia civilizada.
Cuarto, sostiene sin sobresaltos razonamientos de largo alcance y escucha argumentos y cuestiona- mientos de quienes se oponen a la libertad porque consideran el pluralismo como mecanismo enriquecedor y la tolerancia como esencial para la vida en sociedad.
Quinto, es paciente en su reducto familiar y de amistades para conversar, fundamentar e ilustrar sus puntos de vista. Sexto, es comprensivo y receptivo con sus subordinados porque tiene presente que el conocimiento está fraccionado y está disperso, lo cual se fomenta con la horizon- talidad y no con la verticalidad, y está siempre en las antípodas de quienes imponen alegando autoridad del mando porque creen en la autoridad moral. Séptimo, debe ubicarse siempre en la punta de la silla con mente abierta y despejada esperando con calma la posibilidad de incorporar algo nuevo y distinto.
El Liberal es Paciente de lo que venía sosteniendo en el fértil camino de la libertad porque nullius in verba (no hay palabras finales). Octavo, aún formulando las debidas y justificadas críticas debe tragarse sapos provenientes del plano político porque sabe que debe esperarse todo lo que sea necesario a que la opinión pública haga su labor hasta alcanzar a su debido tiempo las propuestas políticas. Y noveno, debe ser paciente consigo mismo al efecto de cultivar la autocrítica y en lugar de quejarse porque otros no adhieren a sus ideas se autoinculpa por no ser más efcaz para trasmitir el mensaje con lo que se incen- tiva para hacer mejor los deberes y así pulir el discurso. Los apresuramientos no dan resultado ni tampoco sus frutos pueden mantenerse en el tiempo.
El liberal espera pacientemente los efectos bienhechores de la educación como su arma más contundente. Cree firmemente en el poder de las ideas por lo que está obligado a ser paciente, lo cual en modo alguno significa que se recueste y descanse esperando que las cosas sucedan automáticamente. Muy por el contrario, se afana en estudiar y difundir los conocimientos en todas las direcciones que le resulten posibles. Sabe que no hay tal cosa como las leyes inexorables de la historia, sino que todo depende de lo que cada uno sea capaz de hacer cotidianamente.
Esta espera paciente en los resultados de la buena educación no es óbice para que por momentos el liberal se sienta escéptico y hasta alarmado cuando hay desidia en destinar tiempo y recursos para contribuir en aquél campo porque hay quienes irresponsablemente esperan que los problemas los resuelvan otros. Hago votos para que los escritos que siguen contribuyan en algo a clarificar ideas y sirvan para refutar ideologías que como tantas veces he repetido, no aluden al sentido inocente del diccionario ni siquiera en la dirección marxista de “falsa conciencia de clase” sino como algo terminado, cerrado e inex- pugnable, lo cual es la antítesis del liberalismo.
ABL (h) Buenos Aires, octubre de 2013.
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CEDICE - Alberto Benegas Ly... by Roger Crespo
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