EL Rincón de Yanka: SAMUEL LANGHORNE CLEMENS MÁS CONOCIDO COMO MARK TWAIN: EL HOMBRE QUE SIEMPRE FUE UN NIÑO: LAS AVENTURAS DE MARK TWAIN

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miércoles, 26 de febrero de 2025

SAMUEL LANGHORNE CLEMENS MÁS CONOCIDO COMO MARK TWAIN: EL HOMBRE QUE SIEMPRE FUE UN NIÑO: LAS AVENTURAS DE MARK TWAIN

Samuel Langhorne Clemens, más conocido como Mark Twain*, ha pasado a la historia de la literatura gracias al ingenio, humor y picardía que destila su obra. A menudo considerado el Dickens estadounidense, Twain fue periodista, tipógrafo, escritor y, sobre todo, un aventurero incansable. Su sed de aventuras lo llevó en un largo periplo lleno de experiencias: fue aprendiz de piloto, buscó fortuna en las minas de plata, recorrió el mundo dando conferencias y fue nombrado doctor honoris causa por la universidad de Oxford. Todo ello lo inspiró para empezar a escribir pequeños cuadernos de viaje que publicaba en la prensa. Se calcula que llegó a escribir más de 500 obras, entre las que destacan _Las aventuras de Huckelberry Finn_ y _Las aventuras de Tom Sawyer_: dos novelas en las que Twain evoca una infancia inocente y feliz, en la que brillan la ilusión y la rebeldía que preceden a la edad adulta. Mark Twain nació durante una de las apariciones del cometa Halley, y predijo que “se marcharía con él”. Efectivamente, el autor nos dejó el 21 de abril de 1910, a la estela de una nueva visita del cometa. ‍
* Fue en 1863 cuando empezó a firmar sus obras bajo el pseudónimo de Mark Twain, nombre que hace referencia a una expresión típica en los cantos de trabajo del río Mississippi, y que significa «dos brazas de profundidad», es decir, el calado mínimo necesario para la buena navegación.


Twain dejó una huella imborrable en la literatura estadounidense gracias a su destreza para capturar la esencia de la vida cotidiana y destilar verdades universales. En sus palabras, encontramos no solo humor y entretenimiento, sino también una profunda sabiduría que perdura a través del tiempo.
Uno de los aspectos más destacados de la obra de Twain es su capacidad para explorar la dualidad humana. En Las aventuras de Tom Sawyer, su famosa novela semiautobiográfica publicada por primera vez en 1876, nos presenta a Tom, un niño aventurero con un corazón inquieto y una curiosidad insaciable. A través de las travesuras y desafíos de Tom, Twain nos invita a hacer un viaje dedicado a ese verano eterno que es la infancia: la mezcla de inocencia y astucia, la búsqueda constante de nuevos desafíos y la inevitable confrontación con las realidades de la vida. La obra ha sido apreciada por generaciones por su representación vívida de la infancia, su humor atemporal y su capacidad para captar la esencia de la época.

Twain también dejó una marca indeleble en el género de la novela con su obra maestra Las aventuras de Huckleberry Finn, publicada en 1884. A través de las andanzas de Huck y Jim, un niño blanco y un esclavo en fuga, Twain aborda entre sus páginas temas cruciales como la esclavitud, la moralidad o la libertad. La narrativa, impregnada de la voz auténtica de Huck, nos sumerge en un viaje que va más allá de las aguas del Mississippi; es un viaje hacia la comprensión de la humanidad y la lucha por la verdad y la justicia. Hoy es reconocida como una de las grandes obras maestras de la literatura estadounidense, junto a Moby Dick, y una continuación indirecta de la novela anterior de Twain, Las aventuras de Tom Sawyer.

Además de sus novelas, las citas de Mark Twain son famosas por su agudeza, humor e ingenio, así como por su capacidad para reflexionar sobre la condición humana y la sociedad. Reflexiones que, a pesar de estar arraigadas en el contexto histórico de su tiempo, tienen un carácter universal, ya que siguen siendo relevantes y aplicables en diversas épocas y culturas. Una de sus observaciones más citadas es: «La vida sería infinitamente más feliz si pudiéramos nacer a la edad de ochenta y gradualmente llegar a los dieciocho». En estas palabras, Twain destila la ironía de la juventud y la sabiduría acumulada con el tiempo.

Otra de sus célebres citas nos invita a reflexionar sobre la verdad: 

«Nunca dejes que la verdad se interponga en el camino de una buena historia». 
Aquí, Twain nos recuerda la poderosa influencia de la narrativa y cómo a veces la verdad puede ceder terreno ante la magia de una historia bien contada.

Durante su vejez, la desgracia golpeó recurrentemente a Mark Twain, que vivió sus últimos años de vida en una profunda depresión provocada primero por la muerte de sus hijas y posteriormente por la de su esposa. El escritor participó en diversos proyectos, hasta que el 21 de abril de 1910 un ataque de corazón se llevó para siempre al genio que, con sus obras, se convirtió en un veraz cronista de la hipocresía y la crueldad humanas, aunque en muchas de ellas también dejó un resquicio para la bondad y la esperanza.


El amigo personal de Grant, Samuel Clemens (más conocido por su seudónimo Mark Twain), pronto se enteró de este acuerdo editorial y no pudo ocultar su desaprobación por el poco dinero que pensaba que Grant ganaría si aceptaba los términos de Century. Twain dejó todo y se apresuró a viajar a la ciudad de Nueva York desde su casa en Hartford, Connecticut. Cuando Twain entró en la casa de Grant en la calle 66, vio que el hijo mayor de Grant, Frederick, estaba revisando el contrato de Century una última vez antes de que su padre lo firmara. Twain recordó que Grant estaba a punto de coger su pluma cuando llegó el novelista. 

Twain intervino en la firma y pidió leer él mismo el contrato. Después de terminar su revisión, Twain declaró que la cláusula que otorgaba a Grant el 10% de todas las ventas era insultantemente baja y equivalía a explotar la terrible situación del ex presidente. Twain insistió en que podía conseguir un contrato de publicación mucho más favorable para Grant y lo presionó para que lo representara en nuevas negociaciones. Grant sentía una lealtad personal hacia los ejecutivos de Century y consideró deshonroso rescindir su contrato después de que se hubieran acordado todos los detalles y se hubieran redactado los documentos. Twain se exasperó y confesó que él mismo había obtenido condiciones mucho mejores de su propia editorial, la American Publishing Company.

Grant falleció la mañana del 23 de julio de 1885, pocos días después de terminar sus memorias. El libro se vendió en dos volúmenes en ese momento a través del sistema de suscripción propuesto por Twain. A pesar de los rumores creados por Adam Badeau, el libro se convirtió en un éxito de ventas instantáneo. Twain dijo que el libro era uno de los mejores escritos que había visto jamás. Charles Webster Publishing emitió un cheque por 200.000 dólares para Julia Dent Grant a principios de 1886. Fue el cheque de regalías más grande emitido hasta ese momento. Las memorias personales de Grant todavía se imprimen hoy en día y a menudo se consideran una de las mejores escritas jamás producidas por un expresidente.


GENIO

El genio, como el oro y las piedras preciosas,
se valora principalmente por su rareza.

Los genios son personas que escriben
poemas extraños, descabellados 
e incomprensibles con una facilidad asombrosa,
se emborrachan y duermen en la cuneta.

El genio eleva a su poseedor a esferas inefables
muy por encima del mundo vulgar y llena su alma
de un desprecio regio por las cosas 
groseras y sórdidas de la tierra.

Probablemente, por eso
la gente que tiene genio
no paga su pensión, por lo general.

Los genios son muy singulares.

Si ves a un joven que tiene el pelo desaliñado
y una mirada angustiada 
y que se viste de forma excéntrica,
puedes considerarlo un genio.

Si canta sobre la degeneración de un mundo
que corteja la opulencia vulgar
y descuida el cerebro,
sin duda es un genio.

Si es demasiado orgulloso para aceptar ayuda
y la rechaza con aire señorial
al mismo tiempo
que sabe que no puede ganarse 
la vida para salvar su vida,
es sin duda un genio.

Si se aferra a la poesía,
a pesar de que serrar madera le resulte más fácil,
es un verdadero genio.

Si desperdicia todas las oportunidades de la vida
y aplasta el afecto y la paciencia de sus amigos
y luego protesta con rimas enfermizas 
de su dura suerte y finalmente persiste,
a pesar de los buenos consejos de personas 
que tienen sentido pero no genio,
persiste en meterse en algún infame callejón sin salida
y morir entre harapos y suciedad,
es sin duda un genio.

Pero, por encima de todas las cosas,
plasmar hábilmente en verso 
los delirios incoherentes de la locura
y luego salir corriendo 
y emborracharse estrepitosamente
es la más segura de todas las señales de genio.

¡OH, SEÑOR, PADRE NUESTRO!

Oh Señor, nuestro padre,
Nuestros jóvenes patriotas, 
héroes de nuestros corazones,
Salgan a la batalla - ¡esté cerca de ellos!
Con ellos, en espíritu, también salimos
Desde la dulce paz de nuestros amados hogares 
Para herir al enemigo.

Oh Señor, nuestro Dios,
Ayúdanos a despedazar a sus soldados
En pedazos sangrientos con nuestros proyectiles;
Ayúdanos a cubrir sus campos sonrientes
Con las pálidas formas de sus patriotas muertos; 
Ayúdanos a ahogar el trueno de
los cañones Con los gritos de sus heridos,
Retorciéndose de dolor.

Ayúdanos a devastar sus humildes hogares
Con un huracán de fuego;
Ayúdanos a retorcer los corazones de sus
viudas Inofensivas con un dolor inútil; 
Ayúdanos a dejarlos sin techo,
con sus niños pequeños, para que vaguen 
sin amigos por los páramos de su tierra desolada,
en harapos, con hambre y sed,
jugando con las llamas del sol del verano
y los vientos helados del invierno,
agobiados en espíritu, desgastados por el trabajo,
implorándote el refugio de la tumba y negándotelo -

Por amor a nosotros que te adoramos, Señor,
arruina sus esperanzas,
arruina sus vidas,
prolonga su amarga peregrinación,
haz pesados ​​sus pasos,
riega su camino con sus lágrimas,
mancha la nieve blanca con la sangre
de sus pies heridos!

Lo pedimos con espíritu de amor -
A Él que es la fuente del amor,
Y que es el siempre fiel
Refugio y Amigo de todos los que están 
asediados y buscan Su ayuda con
corazones humildes y contritos.

Amén.


FRASES DE MARK TWIN

"La verdad es algo muy valioso. 
No se debería malgastar".
  • Nunca discutas con gente estúpida, te arrastrarán a su nivel y entonces te ganarán con la experiencia.
  • Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados.
  • El valor es resistencia al miedo, el dominio del miedo, no ausencia del miedo.
  • El banquero es un señor que nos presta el paraguas cuando hace sol y nos lo exige cuando empieza a llover.
  • Un hombre no puede estar cómodo sin su propia aprobación.
  • Siempre haz lo que es correcto. Gratificarás a la mitad de la humanidad y sorprenderás a la otra.
  • La peor soledad es no estar a gusto con uno mismo.
  • La mejor manera de animarte a ti mismo es tratar de animar a alguien más (Te animo para que me animes).
  • Mil excusas y ni una buena razón.
  • Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día que averiguas por qué.
  • Dejar de fumar es lo más fácil del mundo. Lo sé porque lo he hecho miles de veces.
  • Mis libros son el agua; las de los grandes genios son el vino. Todo el mundo bebe agua.

Había una vez un niño malo cuyo nombre era Jim. Si uno se para a observar se dará cuenta de que en los libros de cuentos ejemplares que se leen en clase de religión los niños malos casi siempre se llaman James. Era extraño que éste se llamara Jim, pero ¡qué le vamos a hacer si era de esta manera!

Otra característica peculiar de nuestro protagonista era que su madre no estuviese enferma, que no tuviese una progenitora devota y tísica que habría preferido yacer en su tumba y descansar por fin, de no ser por el gran amor que profesaba a su hijo, y por el temor de que, una vez se hubiese marchado, el mundo fuera cruel e insensible con él.

La mayoría de los niños malos de los libros de religión se llaman James, y tienen una madre enferma, que les enseña a rezar antes de acostarse, y los arrulla para que se duerman con su voz dulce y lastimera, y que al despedirse les da el beso de las buenas noches y se arrodilla al pie de la cabecera a sollozar. Pero en el caso de este muchacho las cosas eran diferentes: se llamaba Jim, y su mamá no estaba enferma, ni tenía tuberculosis ni nada por el estilo.

Por el contrario, la mujer era fuerte y muy poco religiosa; es más, no se preocupaba por Jim. Decía que si se partiera la nuca no se perdería gran cosa. Sólo conseguía acostarlo a base de coscorrones, y nunca le daba el beso de buenas noches, sino que, por el contrario, al salir de su habitación, le solía propinar un fuerte tirón de orejas.

Este niño malo robó una vez las llaves de la despensa, se metió a hurtadillas en ella, se comió toda la mermelada y rellenó el frasco con betún para que su madre no se diera cuenta de lo que había hecho; pero acto seguido… No, no se sintió mal, ni oyó una voz que le susurraba al oído: «¿Te parece bien hacerle eso a tu madre? ¿No crees que es pecado? ¿Adónde van los niños malos que devoran la mermelada de su querida madre?», ni tampoco se puso de rodillas y prometió no volver a hacer fechorías, ni siquiera se levantó, con el corazón aliviado, pletórico de dicha, ni fue a contarle a su madre su fechoría y a pedirle perdón, ni recibió su bendición acompañada de lágrimas de orgullo y de gratitud en los ojos. No; ese tipo de cosas les suceden a los niños malos de los libros; pero a Jim le pasó algo muy diferente: engulló la mermelada, y dijo, con su modo de expresarse, tan pérfido y vulgar, que estaba «de rechupete»; metió el betún, y se dijo que éste también estaría de rechupete, y muerto de risa pensó que cuando su madre se levantara y descubriera su travesura, iba a llorar de rabia. Y cuando, en efecto, la descubrió, aunque él hizo como que no sabía nada, ella le dio unos cuantos azotes con el cinturón, y fue él quien lloró. Todo lo que le pasaba a este niño era curioso… era diferente a lo que les ocurre a los niños malos de los libros.

Una vez se subió a un árbol, en la finca de Acorn, el granjero, a robar manzanas, y la rama no se partió, ni él se cayó, ni se rompió el brazo, ni el enorme chucho del granjero le destrozó la ropa, ni languideció en su lecho de enfermo durante varias semanas, ni se arrepintió, ni se volvió bueno. Oh, no; robó todas las manzanas que quiso y bajó sano y salvo; se quedó esperando al perro, y cuando éste lo atacó, le pegó un ladrillazo, ¡Qué extraño…! No sucede así en esos libros sentimentales, de lomos jaspeados e ilustraciones de hombres vestidos de chaqué, sombrero de copa y pantalones hasta las rodillas, y de mujeres con trajes modelo imperio, y que no se ponen aros en el miriñaque. Nada parecido a lo que sucede en la clase de religión.

Una vez le robó la navaja al profesor, y temiendo ser descubierto y castigado, se la metió en la capucha a George Wilson… el pobre hijo de la viuda Wilson, el niño sanote, el niñito bueno del pueblo, el que siempre obedecía a su madre, el que jamás decía una mentira, al que le encantaba estudiar y le fascinaban las clases dominicales de catecismo, Y cuando se le cayó la navaja de la gorra, y el pobre George agachó la cabeza y se sonrojó, como sintiéndose culpable, y el maestro ofendido lo acusó del robo, y cuando ya iba a dejar caer la vara de castigo sobre sus hombros temblorosos, no apareció de pronto, para pasmo de todos, un juez de paz con peluca blanca que dijera indignado: «No castigue usted a este noble muchacho… ¡Aquél es el taimado culpable!: pasaba yo junto a la puerta del colegio en el recreo, y aunque nadie me ha visto, he sido testigo del robo». Y, así, a Jim no lo reprendieron, ni el venerable juez les leyó un sermón a los compungidos colegiales, ni se llevó a George de la mano y dijo que tal muchacho merecía un premio, ni le pidió después que se fuera a vivir con él para que le barriera el despacho, le encendiera el fuego, hiciera sus recados, partiera leña, estudiara leyes, ayudara a su esposa en las tareas domésticas, empleara el resto del tiempo jugando, se ganara cuarenta centavos mensuales y fuera feliz. No; en los libros habría sucedido así, pero eso no le pasó a Jim. Ningún juez entrometido y vejestorio entró e intervino, de manera que George, el niño modelo, recibió su buena zurra, y Jim se alegró porque, como bien saben ustedes, detestaba a los niños buenos, y decía que éste era un imbécil. Tal era el grosero lenguaje de este niño malo y negligente.

Pero lo más extraño que le sucediera jamás a Jim fue que un domingo salió en un bote y no se ahogó; y que en otra ocasión en que se vio atrapado en una tormenta mientras pescaba, también en domingo, no le cayó un rayo. Vaya, vaya; podría uno ponerse a buscar en todos los libros de moral, desde ahora hasta las próximas Navidades, y jamás hallaría algo así. Oh, no; descubriría que indefectiblemente todo niño malo que sale a pasear en barca un domingo se ahoga, y que a todos cuantos les sorprende una tempestad, mientras se hallan pescando los domingos, indefectiblemente les cae un rayo. Los botes que son conducidos por niños malos siempre se vuelcan en domingo, y siempre hay tormentas cuando los chicos malos salen a pescar en sábado. No logro comprender cómo diablos se zafó este Jim. ¿Será que estaba hechizado? Sí…, ésa debe ser la razón.

Nada malo le pasaba. Llegó incluso al extremo de darle tabaco a un elefante del zoológico, y éste no le pegó en la cabeza con la trompa. Registró la despensa buscando licor de hierbabuena, y no se equivocó ni se tomó el ácido clorhídrico. Robó el arma de su padre y salió a cazar el sábado, y no se voló tres o cuatro dedos. Se enfadó y le pegó un puñetazo a su hermana pequeña en la sien, y ella no quedó herida, ni sufriendo durante muchos y muy largos días de verano, ni murió con tiernas palabras de perdón en los labios, que redoblaran la angustia del corazón roto del muchacho. Al contrario; la niña recuperó rápidamente su salud.

Al cabo del tiempo, Jim escapó y se hizo a la mar, y al volver no se encontró solo y triste en este mundo porque todos sus seres amados reposaran ya en el cementerio, y el hogar de su juventud estuviera en decadencia, cubierto de hiedra y completamente desvencijado. Oh, no; volvió a casa borracho como una cuba y lo primero que tuvo que hacer fue presentarse en comisaría.

Con el paso del tiempo se hizo mayor, se casó y tuvo una familia numerosa. Una noche los mató a todos con un hacha, y se volvió rico a base de estafas y fraudes. Hoy en día es el canalla más pérfido de su localidad natal, es universalmente respetado y pertenece al Consejo Municipal. Es fácil de ver que en los libros de religión jamás hubo un James malo con tan buena estrella como la de este pecador de Jim con su encantadora existencia.

La letra se le atribuye sin excesiva certeza a un hombre negro emancipado 
que la compuso en 1862 en Oklahoma.

Letra Original:

Swing low, sweet chariot comin’ for to carry me home.
Swing low, sweet chariot comin’ for to carry me, home.
I look over Jordan and what did I see comi’n for to carry me home.
A band of angels comi’n after me, comi’n for to carry me home.
If you get there before I do comi’n for to carry me home.
Tell all my friends I’m comi’n after too, comi’n for to carry me home.
Swing low, sweet chariot comin’ for to carry me home.
Swing low, sweet chariot comin’ for to carry me, home.

Traducción:

Mécete suavemente, dulce carruaje, que viene para llevarme a casa.
Mécete suavemente, dulce carruaje, que viene para llevarme a casa.
Miro hacia al río Jordán y ¿qué es lo que veo? que viene para llevarme a casa
Una banda de ángeles me siguen, que vienen para llevarme a casa.
Si llegas allí antes que yo, que viene para llevarme a casa,
Cuéntale a mis amigos que yo también estoy yendo, que viene para llevarme a casa.
Mécete suavemente, dulce carruaje, que viene para llevarme a casa.
Mécete suavemente, dulce carruaje, que viene para llevarme a casa.

Las Aventuras De Mark Twain (Subtitulos en Español) Película Completa
Esta película es una joya de la animación 
con la técnica de Clay-mation (Plastilina animada).

VER+:

The Adventures of Mark Twain (VOSE) 1944