Necesito palabras porque sí,
palabras explosiones
de lo hondo dormido,
reventones de las raíces de mi ser
bajo una mirada amiga,
necesito palabras,
pedazos de alma
porque no soy roca, no soy arena,
tengo fibras heridas
debajo del barro, debajo de la cara,
debajo de los ojos, debajo de las manos.
La soledad me ha cubierto,
pero nunca me ha besado,
me ha dicho sus secretos
y yo le he contado los míos.
Nunca me ha llamado por mi nombre.
He caminado mirando a mis hermanos,
he esperado todos los siglos
que guarda una corta vida.
He soñado.
Pero nunca llegó la palabra hermana,
ajena de la cortesía,
más honda que el cariño.
La que puede taladrar con su luz
el sentido de la vida,
el sentido de una vida,
el sentido de todas las vidas.
Cada corazón es una isla solitaria
y el mar es un tejido de caminos.
Pero basta el barco
de una sola palabra
para cruzar todos los abismos.
¿Dónde estás palabra amiga,
palabra engendradora,
palabra perdida?
José María Velaz
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