EL Rincón de Yanka: 🌲 LAS RAÍCES CRISTIANAS DEL LIBERALISMO (DE LIBRE MERCADO)

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sábado, 27 de octubre de 2018

🌲 LAS RAÍCES CRISTIANAS DEL LIBERALISMO (DE LIBRE MERCADO)

Las raíces cristianas del liberalismo

El liberalismo no goza de buen crédito en determinados círculos católicos. Sobre todo en aquellos que se tienen por progresistas o socialmente avanzados, es decir, como si quisieran competir o convivir con las corrientes políticas más o menos socialistas o socialdemócratas, estas últimas arreligiosas o abiertamente antirreligiosas, especialmente anticatólicas. Al menos así parece deducirse de las controversias de nuestro tiempo que pueden observarse en España. Es decir, que tienen un santo pavor a que los califiquen de carcas o de derechas. Sin embargo, no les importa que los consideren de izquierdas o, como digo, progres, muy progres. Efecto de la contaminación marxista que padecen, aunque tal vez no se den cuenta de ello.

Ahora con frecuencia suelen referirse a esta corriente de pensamiento llamándola neoliberal, si bien no sé a qué clase de liberalismo se refieren. Al político, actualmente en franca decadencia en todas partes, o al económico, que, a diferencia del anterior, cada vez goza de más aceptación a lo largo y ancho del mundo.
Sea como fuere, lo cierto es que el liberalismo, sobre todo el económico, nació en cunas católicas, españolas por más señas. El precursor de esta corriente de pensamiento fue el jesuita talaverano Juan de Mariana (1536-1624), erudito, teólogo, docente y escritor profuso. Entre sus grandes aportaciones está la defensa de la propiedad privada frente a los impuestos depredadores del poder político y la condena de la adulteración (depreciación) de la moneda, de los monopolios y de la guerra injusta. Al mismo tiempo defendió el equilibrio presupuestario y una moneda saneada. Exactamente lo contrario de lo que ahora quieren hacer Pedro Sánchez y su socio preferente, empeñados en llevar España a la ruina. Advierta el lector la enorme actualidad de este clérigo benemérito.

A Juan de Mariana le siguieron muy de cerca los teólogos humanistas –dominicos y jesuitas– de la llamada Escuela de Salamanca en pleno Siglo de Oro (Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Martín de Azpilicueta, Tomás de Mercado, Luis de Molina, Francisco Suárez, etc.), época de grandes glorias españolas, no sólo en el saber, sino en las letras, en la pintura y en todo aquello que engrandece al hombre.
Al sobrevenir la decadencia española con los últimos Austrias, surge un siglo después una nueva propuesta de humanizar y racionalizar la política, formulada por el puritano inglés, pacífico y modesto, John Locke (1632-1704), al que puede considerarse el padre intelectual de la democracia moderna. Cristiano ferviente –aunque latitudinario, esto es, expansivo– si bien, como buen británico, antipapista, dijo aquello de vive y deja vivir, esencia de la tolerancia. El gobierno absoluto no podía ser legítimo, porque no había obtenido el consentimiento del pueblo, otorgante del contrato civil, o sea, en los tiempos actuales, la Constitución, aprobada por amplia mayoría en referéndum general de 1978.

Casi un siglo más tarde de Locke, otro clérigo significativo, Adam Smith, teólogo moralista de la Iglesia escocesa, publicó su famosísimo tratado Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones(1776), preocupado por el bienestar de las personas. Dicho de otro modo, buscando fórmulas racionales que sirvieran al progreso general de las gentes. Única forma, añado por mi cuenta, avalada por los hechos históricos, de erradicar la pobreza general de los países.
A estas filosofías “civiles” se les llamó inicialmente principios de tolerancia, pero a partir de la Guerra de la Independencia española una serie de escritores ingleses que anduvieron por estos pagos generalizaron el término liberal, así en español, para referirse a los hasta entonces llamados tolerantes. El español creaba escuela, igual que en otros tantos términos, como el de guerrilla y guerrillero, aunque ahora traten de destruir nuestro idioma los necios de TVE, mezclando, por ejemplo, topónimos de las lenguas regionales con los términos castellanos. ¡Si me suena a mí ese patois, que soy bilingüe de nacimiento!

Cierto que, durante el siglo XIX, la masonería colonizó y deformó los orígenes humanistas y humanizadores de aquel incipiente liberalismo, tanto político como después económico; pero aquella sumisión al relativismo ético de la fraternidad es ya pura historia. Hoy los mandiles intentan pescar en otros caladeros que les sean más provechosos. Por lo tanto, no nos confundamos de enemigo, combatiendo fantasmas del pasado. Hoy los enemigos de la fe y de la Iglesia están perfectamente definidos: son la masonería y el marxismo, que expanden el indeferentismo religioso (mundialismo, laicismo, esos minutos de silencio para honrar a las víctimas de cualquier tragedia), el hedonismo, la lucha de clases ahora entre sexos (feminismo radical) y la descomposición moral que propaga la dictadura LGTBI. Ahí están nuestros enemigos.

Centro Diego de Covarrubias, 
por el liberalismo cristiano en un mundo 
cada vez menos libre
El Centro Diego de Covarrubias es un centro de pensamiento sobre economía, religión y libertad conformado por decenas de personas cuyo objetivo es la promoción del liberalismo cristiano que hunde sus raíces en la Escuela de Salamanca del siglo XVI. Hablamos con tres de los principales miembros sobre su misión, pasado, presente y futuro de la institución.
El Centro Diego de Covarrubias toma su nombre del mismo Diego de Covarrubias (1512-1577), uno de los principales representantes de la Escuela de Salamanca en pleno Siglo de Oro junto a otras personalidades como Francisco de Vitoria, Martín de Azpilcueta y Juan de Mariana.
Covarrubias fue un jurista, político y eclesiástico español, arzobispo de Santo Domingo, arzobispo-obispo de Segovia y Ciudad Rodrigo y obispo de Cuenca. “La Escuela de Salamanca como tal es la primera que funda la economía de mercado (libertad de precios, libertad de comercio internacional), desarrolla la teoría subjetiva del valor -que es fundamental-, son profundamente antiesclavistas y creen que la empresa y el beneficio son buenos para la sociedad”, apunta Vicente Boceta, presidente de la institución.
“Se adelantó tanto a los tiempos que era casi una herejía, teniendo en cuenta lo que se consideraba en aquella época sobre la libertad económica. Todo aquello va diluyéndose y las ideas, a través de Francia, acaban en Inglaterra”, continúa.
Tiempo después será el ya mitificado Adam Smith el que se apropie de esta teoría y la haga suya. “Los ingleses son mejores publicistas… y de ahí, esta corriente pasa a los Padres Fundadores de Estados Unidos que se inspiran precisamente en las enseñanzas de la Escuela de Salamanca para fundamentar las bases del estado norteamericano. Es muy interesante esa hipótesis de trabajo”, añade José Ramón Ferrandis, ex director del centro y uno de los principales responsables de su crecimiento exponencial en los últimos años. “Es triste que la recuperación del legado de la Escuela de Salamanca no se haya hecho desde España, sino desde América con Marjorie Grice-Hutchinson o Alejandro Chafuen”, se lamenta.

El liberalismo en un mundo cada vez menos libre

Muchos se preguntan si de verdad vivimos en un mundo liberal cuando se observa que los estados son más y más intervencionistas, tanto a nivel económico como a nivel político-social. Venden la idea de una economía de mercado en las altas esferas cuando, en la práctica, brilla por su ausencia. “Cuando tienes el poder puedes modificar las condiciones del mismo en beneficio propio (oligopolio) pero eso pasa tanto en un régimen de economía de mercado y en el socialista. Lo hemos podido vivir en la URSS”, comenta Ferrandis.
Las fuerzas políticas con base socialista y marxista atacan la visión liberal y a la economía de mercado calificándola de ‘neoliberal’ o ‘capitalismo salvaje’ lo que suele entenderse como “el contubernio entre el gran capital, el poder político y los sindicatos, que no tienen nada que ver con la economía de mercado. Es más un ‘capitalismo de amiguetes'”, detalla.

En cierta forma, el sistema liberal está arrinconado contra las cuerdas con el auge de populismos y progresismos antisistema. “Los cortoplacismos de los políticos en general son muy contradictorios con lo que nosotros propugnamos. El Estado, y los políticos a la cabeza del mismo, como consecuencia de la necesidad que tienen para auto-justificarse, están interviniendo constantemente y tomando decisiones ajenas a las leyes y al funcionamiento de esta [la economía]”, explica el ex director.
Ferrandis: “La petulancia de los políticos y de los altos técnicos es tal que se consideran en las condiciones de modificar las cosas que tienen sus propias leyes”
“Se pueden poner mil ejemplos. El primero y principal es la actividad de los Bancos Centrales modificando el tipo de interés básico, es decir, el precio del dinero, que no se debería fijar mediante decisiones administrativas sino mediante el pool de ahorro que se convierte en inversión. Con la intervención se modifican esas variables y lo que se generan son grandísimos problemas como la última crisis o la de 1929″.
“La petulancia de los políticos y de los altos técnicos es tal que se consideran en las condiciones de modificar las cosas que tienen sus propias leyes y sufrimos las consecuencias nosotros –y cuando digo nosotros, digo los que pagamos impuestos-“, apunta Ferrandis.


En el estudio del sistema liberal dentro del cristianismo surgen ciertas preguntas: ¿no es el mercado materialista? ¿No es el sistema actual antidemocrático y corrupto? ¿No vivimos en un relativismo causado por pluralismo moral? Vicente Boceta reafirma que esa es su “lucha porque el mercado no es materialista, el mercado somos todos en libertad tomando decisiones”. “Se rige por la oferta y la demanda, personas independientes tomando decisiones en función de su propio criterio”, añade José Ramón Ferrandis. “El sistema moral que queremos defender es el judeocristiano y la base pluralista debe entenderse como oposición a autocrático. Cualquier opinión es bienvenida siempre que respete los principios fundamentales de funcionamiento del sistema”.

Mercado, globalización y ‘calentamiento global’

El entendimiento del mercado como tal depende mucho del prisma con el que se mire. “Últimamente se entiende bajo un concepto claramente de izquierdas. El mercado es una institución tan antigua casi como el hombre, y que me vengan tipos como el de la coleta, el ‘señor Iglesias bis’, a decirnos lo que él haría cuando su ignorancia es palmaria en prácticamente todos los ámbitos del conocimiento, resulta, cuanto menos, chocante y, sin embargo, le vota el 20 por ciento del electorado español. Aquí falla algo”, opina el ex director.
El libre mercado da lugar a la globalización que “no tiene puntos negativos si no la confundimos con la globalismo” porque “el comercio internacional y la inversión extranjera directa han hecho que la riqueza se expanda por todo el mundo“. Dos claros ejemplos son China e India con poblaciones de más de 1.300 millones de personas y con cientos de millones salidos de la pobreza como consecuencia de su incorporación a un mercado global.
Otro aspecto polémico actualmente, el mal llamado ‘calentamiento global’, ha sido manipulado por las élites políticas y económicas. “Es una mentira que les sirve para intervenir y llevarse el dinero… y la gente lo traga. El clima cambia siempre por definición: le afectan la radiación solar, el eje de la Tierra… son tantos factores que es imposible decir que es todo por efecto del ser humano”, comenta Ferrandis.

Religión, libertad y la pérdida de un modelo superior

En un mundo donde el laicismo y la secularización están cada vez más extendidos, el Centro Diego de Covarrubias llama por la vuelta a un orden superior que muestre al ser humano el camino de la excelencia. De Dios parte la libertad, no de la ruptura con él y la posterior instauración de un sistema antropocéntrico.
Boceta explica que la “visión liberal cristiana está plenamente de actualidad” y que es “la que mejor soluciona los problemas económicos porque se basa en las tres patas del capitalismo democrático que son: un sistema económico de libre mercado, un sistema político plural y los principios judeocristianos y grecorromanos como sistema moral, que es el que tiene que recubrir el sistema económico y político”.

La Iglesia, sin duda, ha tenido una gran influencia en la concepción de la economía, en ocasiones para bien y en ocasiones para mal. “La Doctrina Social es un constructo que muchas veces adopta posturas muy alejadas del liberalismo como consecuencia del rechazo natural que experimentaron los bien pensantes de todo el mundo en la Revolución Industrial por los relatos de Dickens“, apunta Ferrandis. “Hoy día, el capitalismo preserva los derechos de los trabajadores como nunca antes en la Historia, además de crear riqueza. Este es un éxito inenarrable que las gentes de la izquierda intentan machacar hablando de capitalismo salvaje, de los derechos de las minorías… En cada uno de los ámbitos tenemos tajo para pelear, y lo hacemos”.
Boceta: “Los mandamientos son unas regulaciones para la actividad humana y son la base intrínseca de la libertad”
Para Boceta, la encíclica Rerum novarum de León XIII “es la mejor de todas ellas y de las más progresistas junto con Juan Pablo II”. En ella defiende el derecho de propiedad. “Hay una evolución curiosísima que va paralela a cómo el socialismo va ganando predicamento por aquel entonces en Europa (muy ligado al comunismo)”, recuerda el presidente. “La jerarquía eclesiástica estaba obsesionada (y sigue) con los llamados ‘signos de los tiempos'”. Según Boceta, “no tardaron en venir encíclicas cada vez más nefastas, desde la Quadragesimo Anno hasta la Octogesima adveniens... La Quadragesimo Anno llegó a defender la economía de una sociedad corporativa”. Algo que usaría Perón más adelante.
Ferrandis reconoce que “la Iglesia no es ajena a los tiempos que vive, es difícil para ellos, no se pueden aislar“. La institución religiosa tiene que captar adeptos “pero para ello tienen que seguir un poco la linea general”. Que de alguna se vuelvan a promover “los movimientos populares (en su mayoría dominados por el marxismo) y a los "teólogos de la liberación" (ahora llamada teología del pueblo), es un error”, opina Boceta.

La pérdida del rumbo del ser humano es evidente, los avances tecnológicos pocas veces han ido acompañados de avances morales con una base firme en valores. Para Ferrandis, el declive “es filosófico, procede de la Ilustración, cuando se sustituye la idea de Dios por la capacidad del ser humano para establecer los órdenes sin tener que referirse a nada superior”. Parafrasea al gran Chesterton cuando dijo que “han dejado de creer en Dios, y lejos de creer en nada, ahora creen en cualquier cosa” o la de Nietzsche de “Dios ha muerto”.
Y es que “la religión y la libertad van íntimamente unidas”. Los mandamientos “son unas regulaciones para la actividad humana y son la base intrínseca de la libertad. Dios nos hace libres, incluso para equivocarnos”.
No hemos de olvidar que “es evidente la indisoluble relación entre libertad y responsabilidad, y lo que no quiere el personal es lo segundo. Derechos, pero no deberes”, concluye Ferrandis.

Alejandro Chafuen desentierra 
las raíces cristianas del libre mercado

En "RAÍCES CRISTIANAS DE LA ECONOMIA DE LIBRE MERCADO", el autor hace un estudio del papel de los gobernantes y la economía, mientras retoma y analiza los escritos de diversos pensadores como Tomás de Aquino (c. 1224-1274), el Cardenal Cayetano (1469-1534), Francisco de Vitoria (1483/86 – 1546), entre tantos otros exponentes católicos que ya desarrollaron en ese entonces teorías económicas antes de Adam Smith.

Los escolásticos, investigadores por excelencia 
de la naturaleza humana

El libro inicia su exposición con una introducción a la escolástica tardía o Escuela de Salamanca (siglos XVI-XVII), un movimiento teológico-filosófico en España cuyos orígenes se remontan a Santo Tomás de Aquino y a San Bernandino de Siena (1380-1444). Los autores escolásticos tardíos expusieron mucho sobre la moral, lo bueno y lo malo, y su mayoría concluyó que el ser humano es el objeto de estudio de la ética. Sostuvieron que el respeto a la libertad y racionalidad es básico para la vida humana, incluidas sus actividades económicas.
Los escolásticos analizaron diversas aristas de la economía y la relación con el bien desde el actuar humano; desmitificaron a la propiedad privada como dañina y condenatoria. Con argumentos bíblicos y otros puramente lógicos, los filósofos demostraron la conveniencia de la propiedad privada para el desarrollo humano.

Las finanzas públicas también fueron estudiadas por la Escuela de Salamanca; los escolásticos tardíos comprendieron cuáles deben ser el correcto rol del Gobierno en la economía. El teólogo Juan de Mariana (1536-1624) afirmaba que aunque los Gobiernos son un límite a la libertad, para que estos sean legítimos deben ser una manifestación de la voluntad popular.
De Mariana concluyó que el Estado, debido a que es necesario para la convivencia humana, debe cumplir ciertas funciones, y para ellas necesita fondos; pero indicó “que estén nivelados los gastos con los ingresos y vayan entrando las rentas a medida que vaya habiendo necesidad de verificar los pagos…” Es decir, los impuestos no deben crecer tanto que creen un excesivo gasto público.
La escolástica tardía también estableció teorías monetarias, a partir de los trabajos del gigante de la Grecia clásica Aristóteles. Entre sus conclusiones determinaron los peligros que una nación corre cuando su moneda puede ser adulterada por sus gobernantes.

Raíces cristianas de la economía de libre mercado es un excelente estudio sobre la profundidad con la que estos filósofos cristianos llegaron a conclusiones de libre mercado. Muchos de estos pensadores hoy casi desconocidos ya reconocían la importancia de la otorgar libertad a los individuos para lograr la prosperidad, incluso antes que la Ilustración escocesa. Este excelente libro es de lectura obligada para poder entender de mejor manera cómo un pensamiento cristiano puede dar respuesta a los fenómenos económicos presentes.
Santo Tomás de Aquino fue una pensador aristotélico 
clave para la posterior evolución de la escolástica tardía.

LA ESCUELA DE SALAMANCA

Entre las innumerables aportaciones de España a la historia universal, algunas son ciertamente novedosas y, huelga repetirlo, casi desconocidas. Una de ellas, y no la menos importante, es la Escuela de Salamanca, que sentó las bases morales de las relaciones internacionales, de las relaciones del pueblo y el poder y de la ciencia económica. Nada menos. Y todo eso ocurrió en la España del siglo XVI.

 
Federico Jiménez Losantos recibe el premio Juan de Mariana 2021

El pensamiento económico de la Escuela de Salamanca se mantuvo con fuerza en las universidades españolas hasta el siglo XVIII, cuando comenzó a declinar. Sin embargo, las doctrinas escolásticas pudieron seguir explicándose con mayor o menor continuidad a lo largo del XIX y no es de extrañar -por tanto- que Jaime Balmes conociera el pensamiento tomista en la Universidad de Cervera, donde sabemos que estudió. Por otra parte, como él mismo relata, tuvo experiencia directa de crisis económica y alteraciones en los precios durante algunos episodios de las Guerras Carlistas en Cataluña.
Leemos en su artículo que “el valor de una cosa es su utilidad. Entiendo aquí por utilidad la aptitud de la cosa para satisfacer nuestras necesidades”. Y avisa de que “en este punto, el error fundamental está en confundir el coste con el valor… ideas que a veces andan en proporción, a veces en suma discrepancia”. Pero se sorprende de que tales errores se mantengan en el ámbito intelectual, cuando el sentido común demuestra claramente la experiencia que todos tenemos de “cosas que cuestan mucho trabajo, y no valen nada”. Lo cual no se opone a que, en algunos casos, “el coste del trabajo contribuya al aumento del valor de la cosa; pero es accidental y nunca depende de aquí el verdadero valor de ella”. Porque la conclusión de Balmes será que “la medida única del valor de una cosa es la utilidad que proporciona”.
No está de más, por todo ello, destacar la perspicacia de nuestro filósofo catalán, en una lógica coherencia con el pensamiento de los doctores de Salamanca. Como señalaba, por ejemplo, Luis de Molina: “Debe observarse, en primer lugar, que el precio se considera justo o injusto no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas, sino en cuanto sirven a la utilidad humana”.
VER+:

LIBRO "LIBERTAD ECONÓMICA, CAPITALISMO Y ÉTICA CRISTIANA": ENSAYOS PARA UN ENCUENTRO ENTRE ECONOMÍA DE MERCADO Y PENSAMIENTO CRISTIANO por MARTIN RHONHEIMER