Moisés ben Maimon, más conocido por Maimónides, nace en Córdoba, en 1135 y muere en El Cairo en 1204. Es la figura más notable del judaísmo medieval.
En la Córdoba musulmana estudió medicina y filosofía griega y, posteriormente, se estableció en El Cairo alrededor de 1165, fecha en que se convirtió en médico personal del sultán de Egipto Saladino y en cabeza de la comunidad judía residente en ese país
El prestigio de Maimónides
La fama de Maimónides se cimentó en tres pilares: la medicina, la filosofía y la religión hebrea.
En este último punto es considerado incluso en el judaísmo actual como una autoridad, que todavía es consultada y citada. Especialmente por sus comentarios a la“Misná” -una de las partes del “Talmud”- que casi puede considerarse una acotación o interpretación de la misma.
Esta obra es la “Mishneh Torá”, y es ante todo una serie de reflexiones sobre el código de leyes religiosas judías.
Obras de Maimónides
La “Mishneh Torá” está escrita integramente en hebreo. El autor lo se dedica a recopilar, glosar y mostrar una tradición que ha de ser atemporal. La atemporalidad significa la capacidad de la “Mihsneh Torá” de adecuarse a cada momento. Dado que la literalidad llevaría al anacronismo no es la literalidad el lenguaje empleado.
Este punto, el de la diversidad de análisis en la interpretación, sobre todo referida al análisis de los textos sagrados hebreos, será una constante en la obra de Maimónides, en la que insistirá repetidamente en su “Guía de los Perplejos”, en la introducción de la cual indica lo siguiente sobre las intenciones de su obra:
"Procura aclarar ciertas metáforas oscuras que se rallan en los Profetas, y que algunos lectores ignorantes y superficiales, toman al pie de la letra. Aun las personas enteradas se descarriarían y confundirían si entendieran estos pasajes en su sentido literal; empero, se sentirán por completo aliviados de su confusión y descarriamiento cuando les expliquemos las figuras o simplemente les indiquemos que las palabras se emplean en sentido alegórico. Tal es la razón de que haya llamado a este libro "Guía de los perplejos".
Antes de eso habla de la conciliación entre la filosofía y la ley, de hecho sitúa el dar luz sobre ese punto como primer objetivo de su obra. Tenemos, según Maimónides, que no es prudente tomar los sentidos literales de determinados textos, pues ello, en realidad, los descontextualiza.
La Guía de los Perplejos de Maimónides es el primer intento con bases en interpretar el Judaísmo en términos filosóficos, y ha sido ciertamente el más influyente, como lo han entendido varios filósofos y religiosos que han analizado esta obra.
Debido a que Maimónides sostenía que la filosofía no era incompatible con la religión, sino concordante con ella, la Guía de los Perplejos la escribió dirigida a aquellos cuyo espíritu está perturbado, pues no logran conciliar las conclusiones de las ciencias y de la filosofía con el sentido literal de las Sagradas Escrituras, por lo que, por no saber elegir, se encuentran vacilantes ante la ruta que deben emprender y en lo que deben creer. Saben que la razón discursiva no agota los misterios del hombre y, al mismo tiempo, se niegan a renunciar a los recursos inagotables de la razón. La Guía intenta conducir al creyente al reconocimiento de la santidad y la verdad de la Ley judía por medio de la filosofía. Según Maimónides, mientras para el hombre vulgar la Ley es suficiente, el sabio necesita decidirse por la razón. Algunos teólogos reprochan tanto a Maimónides como a Averroes haber sobrestimado indebidamente el poder de la razón; sin embargo, ninguno de ellos pretendió que la fe en la razón agotase las razones de la fe.
La “Guía de los Perplejos”, es , posiblemente, el texto que más fama le dio a nivel general y no sólo dentro de la comunidad judía. En ella procura hacer compatibles la religión judía con la obra de Aristóteles y de la filosofía de los neoplatónicos griegos y musulmanes.
Su obra médica se caracteriza por el pensamiento crítico independiente y por una inclinación al empirismo. En eso nos recuerda al filósofo escéptico Sexto Empírico, que también fue médico.
De este aspecto médico lo más importante y conocido de su producción son los“Aforismos” y el “Tratado de dietética e higiene”, que será modelo de otros escritos de ese estilo redactados en la Europa medieval. Estas obras de carácter médico fueron escritas en árabe y rapidamente traducidas al hebreo y al latín, siendo estas últimas versiones las que se difundirán por el mundo cristiano de la época.
Pensamiento de Maimónides
El pensamiento filosófico de Maimónides es, como se ha indicado, una conciliación entre el enfoque hebreo, el aristotelismo y el neoplatonismo.
Considera demostrable la existencia de Dios como Ser Necesario en cuanto primer motor y causa del mundo. Entiende que la idea de una creación libre en el tiempo es, como mínimo, razonable. Por cuanto la creación corresponde a una manifestación de la esencia divina y, como ésta, puede ser ilimitada y no tiene ningún otro fin que no sea la creación misma.
Comparte con el filósofo musulmán Avicena la cosmovisión de esferas celestes regidas por Inteligencias separadas. La última de las cuales es el agente que ilumina a los hombres de corazón bien dispuestos.
Entre los pensadores latinos medievales se considera que la perspectiva de Maimónides es agnóstica en relación al conocimiento de las características o atributos de Dios, lo que implica una teología negativa. Esta teología afirma la imposibilidad del conocimiento de lo que Dios es realmente por superar su naturaleza la capacidad humana de comprensión.
En cierto modo este planteamiento se acerca a la idea de Kant de resultar imposible el conocer lo que él define como “la cosa en sí” –podemos saber lo que es algo pero no saber realmente cómo es propiamente ese algo, lo único que tenemos es lo que pensamos de ello-.
La oración de Maimónides
Se supone que fue escrita por un médico alemán, Marcus Herz, que la publicó en 1793 como "Oración diaria de un médico antes de salir a visitar a sus enfermos. Según un manuscrito en hebreo, de un famoso médico judío del siglo XII, que trabajó en Egipto".
Oración diaria del médico
(Oración de Moses Maimónides)
(Oración de Moses Maimónides)
Dios Todopoderoso, Tú has creado el cuerpo humano con infinita sabiduría. Tú has combinado en él diez mil veces, diez mil órganos, que actúan sin cesar y armoniosamente para preservar el todo en su belleza: el cuerpo que es envoltura del alma inmortal. Trabajan continuamente en perfecto orden, acuerdo y dependencia.
Sin embargo, cuando la fragilidad de la materia o las pasiones desbocadas del alma trastornan ese orden o quiebran esa armonía, entonces unas fuerzas chocan con otras y el cuerpo se desintegra en el polvo original del cual proviene. Tú envías al hombre la enfermedad como benéfico mensajero que anuncia el peligro que se acerca y le urges a que lo evite.
Tú has bendecido la tierra, las montañas y las aguas con sustancias curativas, que permiten a tus criaturas aliviar sus sufrimientos y curar sus enfermedades. Tú has dotado al hombre de sabiduría para aliviar el dolor de su hermano, para diagnosticar sus enfermedades, para extraer las sustancias curativas, para descubrir sus efectos y para prepararlas y aplicarlas como mejor convenga en cada enfermedad.
En Tu eterna Providencia, Tú me has elegido para velar sobre la vida y la salud de Tus criaturas. Estoy ahora preparado para dedicarme a los deberes de mi profesión. Apóyame, Dios Todopoderoso, en este gran trabajo para que haga bien a los hombres, pues sin Tu ayuda nada de lo que haga tendrá éxito.
Inspírame un gran amor a mi arte y a Tus criaturas. No permitas que la sed de ganancias o que la ambición de renombre y admiración echen a perder mi trabajo, pues son enemigas de la verdad y del amor a la humanidad y pueden desviarme del noble deber de atender al bienestar de Tus criaturas.
Da vigor a mi cuerpo y a mi espíritu, a fin de que estén siempre dispuestos a ayudar con buen ánimo al pobre y al rico, al malo y al bueno, al enemigo igual que al amigo. Haz que en el que sufre yo vea siempre a un ser humano.
Ilumina mi mente para que reconozca lo que se presenta a mis ojos y para que sepa discernir lo que está ausente y escondido. Que no deje de ver lo que es visible, pero no permitas que me arrogue el poder de inventar lo que no existe; pues los límites del arte de preservar la vida y la salud de Tus criaturas son tenues e indefinidos.
No permitas que me distraiga: que ningún pensamiento extraño desvíe mi atención cuando esté a la cabecera del enfermo o perturbe mi mente en su silenciosa deliberación, pues son grandes y complicadas las reflexiones que se necesitan para no dañar a Tus criaturas.
Concédeme que mis pacientes tengan confianza en mí y en mi arte y sigan mis prescripciones y mi consejo. Aleja de su lado a los charlatanes y a la multitud de los parientes oficiosos y sabelotodos, gente cruel que con arrogancia echa a perder los mejores propósitos de nuestro arte y a menudo lleva a la muerte a Tus criaturas.
Que los que son más sabios quieran ayudarme y me instruyan. Haz que de corazón les agradezca su guía, porque es muy extenso nuestro arte.
Que sean los insensatos y locos quienes me censuren. Que el amor de la profesión me fortalezca frente a ellos. Que yo permanezca firme y que no me importe ni su edad, su reputación, o su honor, porque si me rindiera a sus críticas podría dañar a tus criaturas.
Llena mi alma de delicadeza y serenidad si algún colega de más años, orgulloso de su mayor experiencia, quiere desplazarme, me desprecia o se niega a enseñarme. Que eso no me haga un resentido, porque saben cosas que yo ignoro. Que no me apene su arrogancia. Porque aunque son ancianos, la edad avanzada no es dueña de las pasiones. Yo espero alcanzar la vejez en esta tierra y vivir en Tu presencia, Señor Todopoderoso.
Haz que sea modesto en todo excepto en el deseo de conocer el arte de mi profesión. No permitas que me engañe el pensamiento de que ya sé bastante. Por el contrario, concédeme la fuerza, la alegría y la ambición de saber más cada día. Pues el arte es inacabable, y la mente del hombre siempre puede crecer.
En Tu eterna Providencia, Tú me has elegido para velar sobre la vida y la salud de Tus criaturas. Estoy ahora preparado para dedicarme a los deberes de mi profesión.
Ayúdame, Dios Todopoderoso, en este gran trabajo para que haga bien a los hombres, pues sin Tu auxilio nada de lo que haga tendrá éxito.
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