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MARANATHÁ, VEN SEÑOR JESÚS, MARAN ATHA, EL SEÑOR VIENE

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miércoles, 3 de diciembre de 2025

HISTORIA DE UNA TRAICIÓN SILENCIOSA Y FELONA DE LOS BORBONES (BRIBONES) DESDE FELIPE V AL VI 💥





El fracaso de los borbones en España

Un día como ayer, el 16 de noviembre de 1700, llegó a España el primer rey de la familia Borbón, sin saber una palabra del idioma español, lleno de torpeza y creando problemas que todavía persisten. Aquel Felipe de Anjou, que reinó con el nombre de Felipe V, fue el primer rey de la dinastía Borbón y puede que el actual Felipe VI sea el último de esa familia reinante, cuyo balance general está más cerca de la decepción y del fracaso que del éxito. Han sido tres largos siglos de monarquía lamentable, que quizás se ha salvado de ser expulsada del poder porque los políticos de  España, durante ese tiempo, han sido todavía más nefastos y decepcionantes.

Desde Fernando VII, todos los reyes de España han fracasado. Los errores de los dos últimos, Juan Carlos I y Felipe VI están siendo aprovechados por los republicanos para arremeter contra la monarquía, poniendo en peligro la Corona, una institución que hace medio siglo, cuando la democracia despuntaba en España, gozaba de una salud espléndida.
Fernando VII fue un felón, traidor y cobarde, que frenó el progreso de España por más de un siglo; su hija, la reina Isabel, una ninfómana caprichosa y frívola que ni siquiera sabía quien era el padre de sus hijos; Alfonso XII nunca estuvo a la altura de su misión; Alfonso XIII fue un cobarde que huyó del país dejándolo cuando le caía encima una guerra civil; juan Carlos I, recibido con entusiasmo como rey de la nueva democracia española, fue un corrupto mujeriego que se hizo multimillonario; su hijo, el rey Felipe VI, está fracasando al no hacer nada por salvar España ante los embates totalitarios, destructivos y traiciones del dúo gobernante integrado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

La Corona española está hoy en peligro, no tanto porque Pedro Sánchez y Pablo Iglesias la quieran sustituir por una república manejada por politicastros como ellos, sino porque los reyes de España no están dando la talla y el último de ellos, el actual rey Felipe, está cambiando, con velocidad de vértigo, su gran popularidad como rey preparado y moderno por un creciente rechazo de la ciudadanía que antes le apoyaba, la cual le reprocha ahora su silencio, su inactividad y su sumisión ante las atrocidades contra la nación que protagoniza el gobierno de Pedro Sánchez y la chusma separatista y llena de odio a España con la que se ha aliado.

Las encuestas reflejan un preocupante descenso de popularidad de la Corona española, que hace cuatro décadas era la más popular de Europa, porque millones de ciudadanos no entienden que el rey no haga nada para detener las agresiones a España de Pedro Sánchez y su gobierno, integrado por totalitarios y apoyado por los peores enemigos de España.
El rey Felipe se encontraba en un momento propicio para restablecer el crédito de la Corona y de su familia, después de los escándalos de su padre, pero su cobardía y pasividad ante las agresiones de Pedro Sánchez  España le están enterrando en reproches y desilusión popular.
Al rey no lo quieren las izquierdas porque desean sustituirlo por una República, pero ya también le abandonan las derechas y los demócratas, poco a poco, por su pasividad ante las agresiones que está sufriendo España desde la izquierda y el nacionalismo gobernantes. El rey, si quiere conservar la Corona, no sólo necesita tener de su parte a la Constitución, sino que el pueblo, que es su gran defensa, le ame y le valore.

La familia Borbón no ha dado la talla, ni ha sabido cumplir con su importante misión de liderazgo. En realidad, ni siquiera ha sabido defender el enorme privilegio que representa ostentar una corona hereditaria en Europa y en un país como España.
Es cierto que el rey tiene los poderes muy limitados por la Constitución, pero no es menos cierto que, como jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas tiene un enorme poder de persuasión e influencia que en modo alguno parece estar empleado para defender España.

Francisco Rubiales

Los Borbones españoles, 
un cambio a peor

Si tuviera que explicarle a un extraterrestre qué fueron los Borbones en España en poco tiempo, le enseñaría el mapa de España en el año 1700 y el mapa de hoy. Es tan palpable lo que ocurrió que hasta en los mapas está claro. Multitud de problemas se iban a dar cuando se trae una dinastía protestantizada a un país forjado en la reconquista, unas instituciones polisinodiales, la subsidiariedad y la contrarreforma (realmente la reforma) donde no existe una institución con poder para reemplazar a un monarca tirano. Casi todos los borbones españoles fueron una pérdida neta debido a su forma de gobierno ajena al funcionamiento de España. En ese sentido, su proyecto de país de meternos en el eje absolutista para hacer una mejor España ha fracasado. El resultado fue que, efectivamente, perdimos tanto el imperio como el norte y así fue como ocurrió.

Felipe V, el peor Rey de España

El cambio de paradigma que se produjo con su llegada fue total. Además de todo el problema fundamental ya mencionado, vino con la leyenda negra, un cambio en nuestras alianzas de los últimos dos siglos y medio, gran pérdida de territorio, varias guerras, un desprestigio de la monarquía y un estado de dependencia permanente respecto a Francia.

Cuando llegó al trono, había desconcierto en las élites previas al centralismo que iba a traer (proceso que explica bien Elvira Roca Barea en Fracasología). Cuando pareció que Luis XIV se iba a aprovechar de su nieto de 17 años para avanzar la política francesa (véase el tratado de Versalles de 1701 o los primeros intentos de reformar la burocracia para hacerla pro-Francia, y por tanto absolutista) el Reino de Aragón y los partidarios del candidato Habsburgo (el Archiduque Carlos) se alzaron contra Felipe V para unirse a la guerra que habían declarado Inglaterra, Holanda y Austria al ver que Luis XIV se reforzaba en lo que hoy en día es Bélgica. Como consecuencia se produjo una guerra de sucesión desde los años 1701 al 1713-4 en casi toda Europa.

Los tratados de paz que terminaron la guerra fueron los Tratados de Utrecht y Rastatt, ambos una humillación para España. En el primero se perdieron Gibraltar, Menorca y el monopolio comercial español en los territorios de ultramar (los ingleses obtienen el navío de permiso y el derecho a comerciar con esclavos). También hay que mencionar que fue negociado entre Francia y Gran Bretaña ya que nuestros diplomáticos fueron excluidos hasta el final. El segundo tratado nos hacer perder: los países bajos españoles (Bélgica y Luxemburgo), Milán, Nápoles y Sicilia. En todos estos tratados Francia -nuestro nuevo supuesto aliado- negocia a su favor y siempre a expensas de España mientras que nuestros viejos y nuevos enemigos se llevan lo que quieren.

En política extranjera nos volvimos unos subordinados a Francia gracias a “los pactos de familia” en los que Luis XIV, XV y XVI usaron nuestras tropas para avanzar los intereses geopolíticos de Francia, aunque España no se beneficiase. La guerra de sucesión polaca, la guerra de sucesión austríaca, la guerra de los 7 años, la guerra de independencia de EEUU y las guerras napoleónicas desde 1796 a 1808. Cuando España trató de defender sus intereses con otras guerras, Francia se puso en nuestra contra (véase la guerra de la cuádruple alianza 1717-1720), en las guerras que ganamos -sucesión polaca y de independencia de EEUU- lo que gana España es marginal ya que no somos capaces de recuperar Nápoles como parte de España o sólo fue posible recuperar Menorca; Gibraltar está todavía pendiente en 2025. Por último, la unión dinástica únicamente se daba de Francia a España ya que los borbones españoles simplemente tuvieron que renunciar a sus derechos sucesorios franceses en el ya mencionado tratado de Utrecht (1713). Francia siempre nos vio como un alfil en su tablero de ajedrez y desde Felipe V no tenemos una política extranjera propia (al menos cuando los borbones estaban en el trono).

Otro gran problema de política extranjera fue que, alrededor de esta época, Gran Bretaña se recuperó de su inestabilidad interna y comenzó a ganar fuerza para convertirse en una posible gran potencia. Lo único que faltaba era una oportunidad y los borbones españoles resultaron ser la oportunidad perfecta. Durante la guerra de sucesión, se publicó en Gran Bretaña un panfleto anónimo -se cree que su autor fue Henry Pulleyn- llamadouna propuesta para humillar a España. En él se reconoce que la América española era una gran potencia económica gracias a sus grandes minas en el virreinato del Perú que acuñan el real de a ocho se combinan muy bien con la producción agrícola de del futuro virreinato del Río de la Plata. Si se combina con el galeón de Manila, la rentabilidad es aún mayor. El plan consistía en hacerse con esa producción agrícola del sur de América y los puertos del Caribe para hacer colapsar la América española y hacerse con los recursos económicos del territorio para Gran Bretaña.

Ya en el tratado de Utrecht se ve parte del plan al exigir derechos del comercio en el Caribe con el navío de permiso y con los derechos sobre la esclavitud para ganar dinero desestabilizando las poblaciones españolas en el caribe al pasar de una pequeña población esclava a una población notoria (seguro que eso no dará problemas en Cuba en el futuro). Posteriormente, se produjeron dos guerras más en el caribe (la guerra anglo-española de 1727-29 y la guerra de la oreja de Jenkins 1739-1748), cuando España se resistió a reconocer estos derechos. Los objetivos de guerra ingleses siempre fueron hacerse con los puertos comerciales en América. Tras un parón para imponerse a Francia en otras partes del mundo, los ingleses volvieron a invadirnos en el virreinato del Río de la Plata (1804-1807) o la invasión de las Canarias por parte de Nelson (1797) para cumplir el plan Maitland. Una vez que fracasaron se dieron cuenta de que era más fácil cumplir el plan con el apoyo local, lo que ocurrió. A lo sumo, las secesiones de Hispanoamérica se pudieron llevar a cabo gracias a que nuestras élites pasaron a defender intereses franceses.

En política interior, deshace el sistema polisinodial que había en España todo lo que pudo. Cambió el sistema de consejos al sistema de ministerios para echar a los nobles que le llevaban la contraria y reforzar más la burocracia profesional del Rey. Además, los nobles que apoyaron a la dinastía Habsburgo a la sucesión se vieron discriminados por el sistema para que no molestasen en el futuro, lo que significó un afrancesamiento y cambio de mentalidad en las élites hacia las posturas absolutistas a futuro. También introdujo en España una ley incongruente con nuestra historia por su influencia francesa, la ley sálica. Prohibió a las mujeres a hacerse con el trono de España como si no fuesen aptas para gobernar (seguro que esto no derivará en ninguna guerra civil).

Al menos, fue en esta área donde se encuentran partes positivas a su Reinado. Primero, aprovechó la ocasión para sacar adelante los decretos de la Nueva Planta para deshacerse de la división entre los Reinos de Aragón y Castilla y León para formar el Reino de España ya de manera formal. Este plan lo intentó llevar a cabo el conde-duque de Olivares sin éxito. Por otro lado, mantuvo las mismas relaciones con la Iglesia (aunque al cambiar la mentalidad católica del Rey no será así con los siguientes Reyes). También reformó el ejército, que ya se estaba quedando obsoleto tras la batalla de Rocroi, reformó la moneda y reformó financiación del Estado mediante bonos.

También, queda tratar el aspecto negrolegendario de Felipe V. Los borbones habían sido la monarquía que heredó la lucha contra los católicos Habsburgo de los Valois y la continuaron en el siglo XVII y XVIII con la guerra de los 30 años. Durante este tiempo se habían dedicado a hacer también la campaña de desprestigio para justificar su postura de porqué iban a la guerra. Respecto a España, nos trataban como un país oscurantista (curioso que llegáramos a América 100 años antes que ellos entre otros muchos logros), inquisidor (como si la inquisición francesa hubiera sido mejor), pobre (como si no tuviésemos la próspera América) e irrelevante (como si no hubiesen podido derrotar a los tercios hasta 1642).

Al llegar con la propaganda como justificación de su Reinado, no era posible simplemente cambiar el discurso y hablar bien sobre la España previa -porque tendría que ser Habsburgo entonces-; era necesario justificar a los Borbones como la solución al problema que es España. Ellos y sus afrancesados serían los que arreglasen el atraso fundamental español (el cómo estaba por ver). En la práctica, esto fue la semilla de que no tengamos hoy un buen concepto de España unificado (los pueblos de la península ibérica, hechos romanos por la conquista y convertidos en Reino por los Visigodos que heredaron esa Roma) y que no se sepan ni nuestros logros mayores ni nuestras personas más importantes. Si pregunta por la calle o por el mundo, ¿Cuánta gente conoce a San Isidoro, la Universidad de Salamanca, la de Alcalá, el calendario gregoriano, Francisco de Vitoria, Francisco Suárez, Juan de Mariana, Domingo de Soto, Jerónimo de Ayanz, Lope de Vega, Calderón de la barca, etc.?

Incluso para la gente que mejor sirvió a la causa borbónica en la guerra de sucesión no es recordada por sus méritos. ¿Cuántos saben quién fue Blas de Lezo y Olavarrieta? Hoy en día son más porque su figura se está recuperando, sin embargo nunca fue el caso en su día. Blas de Lezo probablemente ha sido el mejor militar y navegante que ha tenido España. En su juventud perdió varios miembros de su cuerpo con valor y honor, creció para ser el medio-hombre que no perdía batalla en la que se presentaba y cuando la monarquía hispánica le necesitaba más en Cartagena de Indias en el año 1741 produjo la mayor victoria militar española junto con el virrey Eslaba. Sus acciones alargaron la vida del Imperio unos 70-80 años a la vez que se aseguró de mantenerlo hispánico posteriormente y no anglosajón. Por este servicio, nadie sabe dónde está enterrado y no hubo estatuas suyas en Madrid hasta el siglo XXI (por iniciativa ciudadana, añado).

Por último, Felipe V también nos dio un aspecto curioso a la corte y éste es que perderíamos nuestro prestigio. Primero desapareció, progresivamente, el aspecto internacional que se había forjado al unir el prestigio interno de los Trastámara con el internacional de los Habsburgo, dejando a España con la condición de títere francés. Segundo, la parte interna se debilita (aunque nunca llega a desaparecer) con el afrancesamiento de las élites. Hoy en día el Toisón de Oro sigue siendo un título de gran importancia, pero no tanto como en antaño. Tercero, a partir de ahora la corte pasaría a tener más escándalos internos empezando por la locura de Felipe V y su segunda mujer Isabel de Farnesio. Esta señora estaba dispuesta a controlar la política de la corte todo lo posible, en especial que uno de sus hijos fuese Rey de España hasta tal punto de alterar nuestra política extranjera.

Luis I de España, olvidado

¿Cuántos de ustedes sabían que hubo un Luis I de España? Seguro que pocos porque su Reinado duró menos de un año. Lo único notable sobre fue que nos trajo más desprestigio a la Corte.
Llegó al poder por una inexplicable abdicación de Felipe V en su hijo de 17 años en 1724 (llegó al trono en el 1700). La mejor parte fue que nunca gobernó realmente ya que Felipe V mantuvo otra corte paralela en el Real Sitio de La Granja. Por otro lado, su mujer estaba aún más loca que Felipe V hasta el punto de limpiar las paredes con su vestido. Al morir poco después de tuberculosis, su padre Felipe V volvió al trono para seguir gobernando ya que esta etapa sencillamente era un chiste.

Carlos III, un Rey sobrevalorado.

La historiografía general coloca a Carlos III como un monarca tremendamente positivo para España al ser quien nos empieza a sacar de la decadencia inherente a España. Él es el monarca ilustrado (¡por fin!). Sin embargo, su política positiva no es más que una continuación de la obra de su hermanastro y esta continuación vino con un gran coste para el Reino del cuál no nos hemos recuperado realmente hoy en día -en algunos aspectos-.

Nada más llegar a España desde Nápoles, no tuvo mejor idea que volver a los pactos de familia cuando el país no estaba preparado para enfrentarse a los ingleses u otros vecinos. Sin embargo, la dirección de la guerra de los 7 años por parte de Luis XV estuvo mal planteada y, como buen Borbón, usó tropas españolas para sacarle las castañas del fuego a los franceses. Además, trató de invadir Portugal de manera preventiva (antes de que atacasen los ingleses) en una campaña sin resultado estratégico o táctico alguno, siendo el único ganador las enfermedades en nuestras filas.

Mientras que España se unió para ayudar a una Francia contra las cuerdas, los ingleses no se olvidaron de su plan para humillar a España. En 1762 nos declaran la guerra por el tercer pacto de familia (1761)e ipso factoinvadieron sin apenas resistencia Cuba y Filipinas durante casi un año. Durante su estancia en Cuba se calcula que la población esclava pasó de alrededor de 15.000 personas -una población pequeña, pero notoria- a cerca de las 80.000 -una población muy considerable-. El plan era causar un cambio social sustancial en Cuba (mientras se forraban en el proceso con la venta, claro está) para que los terratenientes tuviesen mucho más control y España no pudiese abolir la esclavitud en 1812 durante las Cortes de Cádiz. No sólo eso, sino que cuando se intentase hacer se podría intervenir “para garantizar la paz social” y apropiarse con la isla (¿a alguien le suena EE. UU. en 1898?).

En conclusión, se metió en una guerra innecesaria sin estar preparado, no consiguió ninguno de sus objetivos, Menorca y Gibraltar se mantuvieron inglesas, murieron varios soldados españoles, nos endeudamos, nos invadieron Cuba y Filipinas con daños irreversibles, y pasamos a tener que ceder Florida a los ingleses (la empezamos a poblar a principios del siglo XVI) con tal de recuperar Cuba y Filipinas en el tratado de París de 1763. Quien lleve la cuenta sabrá que estos eventos transcurrieron en únicamente cuatro años.

Acabada la guerra, tocaba pagar la deuda contraída. Para ello el valido de Carlos III por excelencia, el Marqués de Esquilache, no tuvo más opción que acelerar la reforma fiscal de Fernando VI y subir los impuestos. Uno de ellos fue la lotería nacional. Además, aceleró las reformas del comercio para mejorar la productividad, pero en lo que desembocó la reforma fue en una hambruna ya que el grano dejó de ser suministrado en el corto plazo por la urgencia de estas reformas para paliar los efectos de la guerra. Es archiconocida su reforma de la vestimenta como causa del motín de Esquilache (1766) sin embargo, esto no fue más que el detonante. Hubo revueltas en toda la península contra Esquilache porque le culpaban de los desastres de Carlos III en los últimos 7 años. El marqués de Esquilache fue cabeza de turco para calmar los ánimos y sus ministros ilustrados que apoyaron esas reformas (Conde de Floridablanca, Campomanes y el Conde de Aranda) se hicieron con el poder, marcando así la segunda parte de su Reinado.

Para acabar su política extranjera, mencionaré que los borbones españoles pasaron a ganar su segunda guerra importante (la primera fue la guerra de sucesión polaca donde recuperamos el control de la monarquía en Nápoles) que fue la guerra de independencia de EEUU. Conseguimos recuperar Menorca y Florida además de hacer que las trece colonias dejasen de ser controladas por Gran Bretaña. En cambio, todo se obtuvo a un alto coste. Gibraltar no se recuperó, la guerra duró otros cuatro años (más deuda y bajas), Francisco de Miranda se puso a trabajar para los franceses al conocer al Marqués de La Fayette, la élite criolla pasó a ver viable un gobierno independiente, y el papel de España durante las negociaciones fue anecdótico. Cuando John Jay se presentó en Madrid para buscar apoyo, le ignoraron como a un vagabundo -incluso cuando Benjamin Franklin vino a apoyarle-. Es decir, entramos en la guerra por servilismo a Francia principalmente y el no haber negociado con EEUU la paz significó que no íbamos a controlar su expansionismo a largo plazo. Los derechos pesqueros del Caribe estaban en el aire y la frontera con Florida, Alabama, Luisiana y luego Texas y Oregón estaban por definir (seguro que esto luego no lo aprovecharán).

Respecto a la economía, continuó con las reformas económicas y de comercio de Fernando VI hasta el punto de permitir el libre comercio entre los virreinatos. El cambio ayudó a fomentar una proto industrialización en la América española y condiciones de vida similares o mejores a las europeas como deja claro el estudio de Alexander von Humboldt. En cambio, en las áreas portuarias la élite criolla se vería empoderada lo que cambió en parte la estructura social (véase los mantuanos) y abría la puerta a una posible revuelta. Además, creó el Virreinato de Granada y Río de la Plata a partir del territorio del Virreinato del Perú para ajustarse a la situación de esa época. Por otro lado, resolvió la situación del grano y mejoró las infraestructuras de la península con su política de que todos los caminos llevasen a Madrid.

En el área cultural avanzó los progresos realizados por Fernando VI. Promovió las academias de Artes, invitó a artistas extranjeros a la corte como Boccherini (escuchen su minueto), creó monumentos como la puerta de Alcalá y mejoró la ciudad de Madrid para ponerla a la par con Ciudad de México o Lima. Además, se fabrica la Corona Tumular y además aparece la roja y gualda. Una cuestión que trató a diferencia de su predecesor fue que creó el Archivo de Indias para combatir la leyenda negra. Aunque alojó y aloja mucha información para desmentir mitos, se creó como un archivo mudo donde no había nadie encargado de transmitir el conocimiento almacenado (por eso apenas se conoce hoy).

Por último, y de extrema relevancia, hay una política de Carlos III de un daño irreparable (incluso él trató de reparar el daño causado mucho tiempo después). La otra cabeza de turco del motín de Esquilache fue la compañía de Jesús fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola para combatir el protestantismo y otras herejías a la vez que la fe católica se consolidaba en los valores de la contrarreforma. Alguien educado por los jesuitas estaba 14 años estudiando intensamente varios temas cuando entraba a los 18 años. Además, educaron a muchas personas en todo el mundo, especialmente en las misiones de Hispanoamérica a los indígenas. Las personas que salían de la educación jesuítica eran maestros en todas las materias que se podían plantar en cualquier lugar del mundo para llevar a cabo cualquier misión, pero en especial élites que se podría oponer al poder real.

El haberles echado significó tres cosas: un profundo desprestigio, la analfabetización de España yel pistoletazo de salida a la descristianización de España. Respecto a la primera, es humillante hasta hoy pensar que las autoridades españolas se llevaron a los jesuitas de las misiones como criminales de poca monta cuando fueron, en gran parte, los que construyeron la sociedad después de la conquista. Además, tuvieron que mendigar a lo largo y ancho del mundo en busca de refugio (llegaron hasta la Rusia zarista). En lo segundo, los indios se volvieron a los bosques sin misión en la que alojarse, se cerraron colegios y hasta universidades y se perdió la élite ultra educada jesuítica. Por último, comienza a hacer acto de presencia un grupo de pensamiento político que todavía no he mencionado.

Por un lado, estaban los tomistas polisinodiales que supieron reconciliar el Aristotelismo con el catolicismo tras Averroes (origen divino del poder) y por otro están aquellos que le dieron un rol distinto al poder temporal menos restringido al no haber reconciliado bien las posturas Averroístas (derecho divino). Por un lado, hay un sistema donde el poder temporal necesita estar equilibrado, y el poder atemporal está siempre por encima moderando, mientras que el otro es un poder temporal desconectado del atemporal y el Rey hace lo que quiere porque se ha apoderado de la moralidad en el mundo. Ahora aparece un tercer grupo, el ateísmo. Este grupo considera que no existe diferencia entre los poderes atemporal y temporal, simplemente existe el poder temporal y éste tiene las características de ambos -es decir, el eventual positivismo-. Vienen de un contexto donde el poder temporal está concentrado en la cúpula y ahora ya ni hay nada por encima que busque aminorarlo. En otro artículo mío llamadola república de consejos y las protestas en Ferraztrato con más detalle los aspectos más básicos del positivismo así que no los voy a tratar aquí. En cambio, son con los Borbones absolutistas que se les acaba abriendo la puerta a estos grupos con una agenda profundamente contraria con la creación de España (“Yo no puedo decir España” Pablo Iglesias, 2013 en la Universidad de La Coruña). Eventualmente se harían con más y más poder ya que son la conclusión lógica de un gobierno relativista.

Carlos IV, el ingenuo

Acabado el Reinado largo de Carlos III, llegó al trono alguien cuya ingenuidad sorprendió hasta a su padre. Si por algo fue recordado el periodo de Carlos IV fue por su fallida política contra la revolución francesa y Godoy.

Las piezas clave para entender este Reinado son Godoy y su ingenuidad. Carlos IV le dejó el gobierno desde 1792 en adelante y éste aplicó política afrancesada. Después de terminar la guerra de la convención -que nos declaran-, lo primero que intenta es un reacercamiento a una Francia que perdió la cabeza (toda Europa estaba en su contra). Esto es una vez más otra forma de servilismo porque España se endeudó con la guerra para luego unirse al bando francés -que se oponía a nuestra forma de gobierno- con la esperanza de parar a los ingleses y que estos nos respeten. Más aun, no hay que olvidar como se devuelve a la Francia napoleónica el territorio de la Luisiana y el ducado de Parma a cambio de Toscana (al final no le sirvió de mucho la Luisiana sin Haití y se lo vendió a EEUU). Sin embargo, la flota inglesa era grande (si además no contamos la flota de otros países de la coalición) y no se pudo parar con la hispanofrancesa en Trafalgar (1805). Por otro lado, los franceses nos tenían tanto respeto que se pensaron que con secuestrar a nuestra monarquía iba a ser suficiente para conquistarnos. Además, esto le permitió a los ingleses atacar nuestras costas de manera legítima como pasó con Canarias o las ya mencionadas invasiones inglesas a hispanoamérica porque nuestra flota no podía pararles.

Teníamos una oportunidad de mantenernos neutrales en las guerras napoleónicas tras la paz del tratado de Basilea (1795) y recuperarnos mientras los ingleses se endeudaban (hasta un 200% de su PIB) mientras que los franceses masacraron a su juventud en los años venideros. Sin embargo, adoptamos una política extrajera poco realista y práctica para pagarlo con toda la hispanidad.

Para financiar la guerra de la convención, decidió adoptar una política nunca planteada en España; la desamortización de la Iglesia. Desde la edad media, la Iglesia se dedicó a adquirir propiedad durante el caos social de la época para reestructurar la sociedad acorde a su misión social de caridad. Se crearon monasterios para educar y generar cultura, algunos campesinos se volvieron pequeños propietarios con ayuda de la Iglesia para cultivar, se crearon hospitales, etc. En resumen, eran la asistencia social de la época y sus propiedades estaban protegidas para sostener la cohesión social. El movimiento para desamortizar comenzó con el pre-absolutismo y el protestantismo porque permitía engrosar las arcas reales y reducir el poder de la Iglesia a la vez que las élites leales al Rey se podrían enriquecer además de empoderarse. Ahora, nos llegaba ese movimiento a España. Sin embargo, su desamortización fue moderada considerando las que vendrían después.

Godoy pasó a tener tanto poder en la Corte que en el tratado de Fontainebleau en el que invadimos Portugal, el territorio se repartió en 3 áreas: una para España, una para Francia y otra para él. Todo este afrancesamiento, desamortización, guerras, derrotas e invasión práctica de España por parte de Francia -habían ocupado todas las plazas importantes del país- hizo que el pueblo se amotinase al ver que querían evacuar a Carlos IV a América para abandonar a la península a su suerte. El resultado fue el motín de Aranjuez (1808) en el que Godoy fue despuesto, Carlos IV abdicó y Fernando VII (el deseado) llegó al trono. Sin embargo, había cierto francés que quería la Corona de España y no iba a dejar que se le escapase.

Fernando VII, el primer felón

Si Carlos IV cometió varios errores durante su Reinado (principalmente fiarse de Godoy), Fernando VII iba a tener un Reinado con muchos más errores en esa línea. Sus acciones son pieza clave para entender el desarrollo político y social de España durante el siglo XIX, XX y XXI.

Nada más comenzar a gobernar, se dio cuenta rápido de que no tenía el control sobre el trono. Napoleón tenía aLa Grande arméecontrolando todas nuestras capitales de provincia y quería negociar las condiciones de su llegada inesperada al trono. El fracaso aquí era de Carlos IV, pero Fernando VII no tenía más remedio que negociar con Napoleón para evitar una masacre. Lo que él no sabía es que Carlos IV había acordado abdicar en quien Napoleón quisiera (Carlos IV y su hijo Fernando no se podían ver por un intento fallido de remplazarle en el trono) y por tanto las negociaciones ya estaban pactadas antes de empezar lo que resultó en las abdicaciones de Bayona (5 de mayo de 1808). El hermano de Napoleón se hizo con el trono y el resto de la familia Real española quedó secuestrada (en palacios, como apunte).

Debido al último fracaso de Carlos IV, se produjo en España una masacre desde el 2 de mayo de 1808 hasta diciembre de 1813. Se tuvo que declarar la guerra desde las alcaldías y se tuvo que reformar el gobierno desde las juntas provinciales para sacar al invasor francés de la península. Desde los virreinatos, se organizaron grupos diplomáticos para negociar el apoyo de la coalición al gobierno de la Junta Suprema Central (JSC) contra el falso gobierno de José Napoleón (Simón Bolívar fue parte de una de estas). Por ello, hay que examinar lo que ocurrió en ambas retaguardias para ver qué estaba pasando en España.

Por el lado napoleónico, formalmente gobernaba José Napoleón pero las cuestiones importantes las dictaba su hermano en Francia como por ejemplo anexionarse Cataluña o qué política se debía aplicar para mantener el orden público. Más aún, José ninguno se dedicó a organizar un apoyo afrancesado a su gobierno ya que todo el mundo le consideraba ilegítimo. Todo el apoyo que obtuvo no era ni absolutista ni tradicionalista, era de la categoría atea/positivista (es decir, buscó y formó afrancesados, deístas y masones). Lo último en la retaguardia francesa fue que Fernando VII intentó hacer todo lo posible para gobernar en España y no paró de mandarle cartas a Napoleón congratulándole con esa esperanza en mente.

En la retaguardia española, los ilustrados de Carlos III tenían la mayor influencia en el gobierno de la Junta Suprema Central y su agenda fue la que eventualmente sacó adelante la Constitución de 1812 en el Consejo de Regencia de Cádiz. Por otro lado, nuestros nuevos “amigos” los ingleses se dieron cuenta de que tenían vía libre en nuestra tierra y se dedicaron a influir en ambos lados del Atlántico con una masonería fiel a Londres. En esa misma línea, se dedicaron a destruir toda la proto-industria en la península y retrasar a España en su industrialización varias décadas.

Una vez expulsados los franceses de la península en 1813, Fernando VII gobierna por primera vez de manera efectiva, pero se encontró con un problema. Tras la guerra, se produjeron dos coaliciones distintas con los liberales por un lado (compuesto de los afrancesados (ilustrados radicales de tradición francesa), masones e ilustrados) y los monárquicos por otro (absolutistas y tradicionalistas). Es decir, en un bando estaban los que creían en un gobierno sin diferencia entre poder temporal y poder atemporal -y tampoco creen en una presencia real de Dios en el mundo- y por otro una coalición de los que creen en la diferencia de ambos poderes (los del antiguo régimen). Tras pasar Fernando VII por Valencia, ve que existen estas dos coaliciones y la del antiguo régimen le pide que no acate la Constitución de 1812 como había prometido. Esa carta magna se redactó con una mayoría liberal en la ciudad de Cádiz, mientras que no fue así con el resto del país y el otro grupo quiso reestablecer el orden que tenían -tanto en la península como en la América española-. En vez de tratar de reconciliar ambas partes con una convención Constitucional con el país ya liberado (y así hacer una Constitución más favorable a la facción del antiguo régimen), decide darle un espaldarazo total al antiguo régimen tras haber jurado firmar la Constitución, lo que justificó incontables pronunciamientos contra el gobierno.

Paralelamente, también se produjo desorden en el nuevo mundo con la usurpación del trono de España -razón por la que Napoleón invadió; él quería controlar la América española- y en 1814 las revueltas activas estaban en el Virreinato de la Nueva Granada con Bolívar y el Virreinato del Río de la Plata con los revolucionarios de mayo. En esa fecha, parecía que los realistas iban a ganar ya que los revolucionarios ya no podían decir que luchaban por Fernando VII en contra de José Bonaparte y dos fuerzas expedicionarias en total a cada lugar podrían haber pacificado la situación sin problema para volver a la normalidad previa a la invasión. Sin embargo, la vida palaciega de Fernando VII (especialmente durante el cautiverio) le hizo pasar de ser el deseado a ser el felón. Sus ministros en el gobierno fueron en su mayoría amigos suyos y todo tipo de gentes que le caían bien. Aunque el único competente fuese el ministro de marina Luis María Salazar y Salazar y tuviese un plan para comprarle 6 navíos a la Francia de Luis XVIII para las fuerzas expedicionarias, un ruso en la corte convenció al Rey para comprarle tres navíos inservibles al Zar los cuales se desguazaron al llegar a España.

Al final únicamente se envió la expedición de Pablo Morillo en la Nueva Granada y se preparó en la península otra para el Río de la Plata la cual se estaba retrasando constantemente. La primera expedición fue exitosa gracias al apoyo local y casi acaba con la rebelión de Bolívar, pero la segunda nunca salió de la península porque el teniente coronel Riego tenía que apoyar a sus aliados en la América española con un golpe de Estado (lo llaman pronunciamiento, pero fue un golpe de Estado porque su objetivo era inutilizar al Rey) y así dar paso al trienio liberal en 1820.

En España esta etapa de tres años se postula como lo mejor que le pudo pasar al país, aunque fue lo contrario. Por el lado americano, no sólo no íbamos a pararle los pies a los revolucionarios de mayo si no que se fueron hacia el norte y comenzaron a amenazar con separar el Perú de España, se le dieron órdenes a Morillo de pactar una paz con Bolívar -cuando estaba contra las cuerdas-, para que luego Bolívar no cumpliese con ella, y la aristocracia de la Nueva España se tomó esto como la gota que colmó el vaso. Agustín de Iturbide (conservador que paró los pies al cura Hidalgo) se cansó de la locura atea/positivista de la península y consideró que el Virreinato no era gobernable si se podía inhabilitar a su Rey con tanta facilidad. Es por ello que decidió convertir el Virreinato de la Nueva España en la Nueva España con la misión de ser el único país hispano estable después de la invasión napoleónica (hasta quiso poner a la familia Real gobernando en México). Por no haber reconocido la influencia de los liberales en España -traída por sus predecesores- y no haberse decantado por una convención Constitucional con verdaderos representantes de todo el país además de no comprarle los barcos a Francia, se nos fue de las manos toda la América española (lo último que nos quedó fue Cuba y Puerto Rico en América y Filipinas y Guinea Ecuatorial en el resto del mundo).

Respecto al plano peninsular, se produjo un caos en la política. En el gobierno se comenzó a romper la coalición liberal con los ilustrados por un lado (pasaron a ser los doceañistas o moderados) que apoyaban el sistema de la Constitución de 1812 y los afrancesados y masones por otro (los exaltados que posteriormente se llamarían progresistas) los cuales apoyaban un sistema más radical. La ruptura se debió a que como ahora les tocaba gobernar, las disputas internas hicieron acto de presencia. Sin embargo, algo en lo que estaban todos de acuerdo era en hacer la desamortización a la Iglesia y controlar al clero. Se hicieron intentos de acabar con “las manos muertas” además de cerrar órdenes monásticas porque se consideraban innecesarias. Muchos conventos se cerraron y los clérigos pasaban a ser controlados más y más por el gobierno de maneras indirectas (una manera más sutil de hacer la constitución civil del clero).

Como es evidente, esto vino como un golpe para el resto del país ya que se hizo por las armas -y no un proceso social- y segundo, estos ataques nuevos a la religión (porque al gobierno le apetecía) no comulgaban con la mayoría del país. Además, no existía una estructura de partidos u organizaciones que pudiesen actuar en el sistema y por tanto los revolucionarios se vieron sobrerrepresentados (sólo ellos estaban preparados). La diferencia fue tal que las potencias extranjeras de la Santa Alianza (Rusia, Austria, Prusia y Francia) decidieron que iban a acabar con el caos de España con los 100.000 hijos de San Luis. Por la falta de apoyo al sistema, se hicieron un paso fácil por el país en 1823 poniéndole fin de manera súbita para evitar su expansión por Europa.

Gran parte se podría haber arreglado con una posible convención constitucional (haciendo uso de suauctoritaspara reformarla potestaspresente) pero no haberlo hecho nos costó gran parte de Hispanoamérica junto con la estabilidad en el gobierno, entrando así en la década ominosa. En esta década pasaron a gobernar primordialmente los tradicionalistas y absolutistas en contra de la coalición liberal).

El último error de Fernando VII fue sucesorio. Bajo la nueva ley sálica de Felipe V, quien tenía que gobernar era su hermano Carlos María de Isidro -alguien que no iba a ser muy amigable a la coalición liberal-. Sin embargo, sus detractores vieron en la hija de Fernando VII, la futura Isabel II, una oportunidad para establecerse permanentemente en el poder debido a su edad de 4 años. Si convencían al Rey de revocar la ley entonces éstos la apoyarían en la sucesión de manera indiscutible. Al final éste se decanta por aquella opción en contra de su hermano y comienza a poner a liberales en el cargo -como Cea Bermúdez- con tal de crear una transición hacia un sistema dominado por ellos en los denominados sucesos de la granja.

Los efectos de esta decisión son primordialmente 2. El primero fue que el Rey ahora dejaba de ser la figura más importante del Reino. Al depender de personas cuya mentalidad de gobierno parte de premisas positivistas/ateas -es decir, toda legitimidad tiene que ser pactada por la sociedad constantemente sin alguna premisa eterna o trascendental- significa que el Rey es una figuraper seilegítima (nadie ha elegido al Rey en las urnas, su posición es vitalicia y no hay cabida para un renegocio). Como resultado, esto lleva a restringirle suauctoritascasi por completo porque se considera que el origen de laauctoritasviene únicamente de las urnas -y por lo tanto de los políticos- de ahora en adelante (si el Rey hace algo contra la voluntad del pueblo, es decir las Cortes, entonces es tiranía). El Rey pasa a ser un instrumento más del sistema, y por tanto sometido a éste, en vez de una fuerza política y cultural capaz y autorizada para armonizar el país respecto a las cuestiones atemporales y temporales además de la organización de las cuestiones temporales.

El segundo efecto que se produjo fue que, al haber aceptado premisas positivistas/ateas como punto de partida del gobierno -de manera voluntaria, ya no por las armas-, los bandos se reorganizaron en 3. La facción progresista (afrancesados y masones) se puso a favor del cambio -aunque siempre con miras a minar la autoridad del Rey porque lo veían como un obstáculo-, la facción predominante pasó a ser la liberal moderada (ilustrados y ahora se les añaden parte de los absolutistas por el respaldo de Fernando VII a la iniciativa) y por último la facción carlista (compuesta por los tradicionalistas y parte de los absolutistas no contentos con la facción liberal).

19 años después de ganar la guerra de independencia, para no vivir con un gobierno afrancesado, Fernando VII le da el poder a aquellos que heredaron las ideas detrás de la revolución dando paso a una guerra civil a su muerte, la primera guerra carlista.

LOS AFRANCESADOS


No hay un rey en España que tenga peor prensa que Fernando VII. El apelativo con que ha pasado a la historia, el Rey Felón, es indicativo del desprecio que su persona suscitó en vida y después de muerto. Sin duda merecido, pero hay aquí un punto de exageración porque Fernando VII es el resultado del afrancesamiento. Y si adoramos el afrancesamiento, tendremos también que adorar sus consecuencias. A partir de las perplejidades que se manifiestan en Cádiz, el reparto de buenos y malos en la historia de España va variando hasta convertirse en un galimatías inextricable y absolutamente contradictorio en sus propios términos. Vamos a intentar explicar esto de una manera simplificada y esquemática, porque la aplicación de la lógica, de cuando en cuando, no es mala: 

1. Llega Felipe V en 1700. Los Habsburgo pasan a ser los malos y se decreta condena y silencio sobre este periodo. Aquí tenemos ya la primera dicotomía moral: Habsburgos atrasados, inquisitoriales y arruinados frente a Borbones reformadores, ilustrados y modernizadores. 
2. Los Borbones «reformadores» e «ilustrados» afrancesan a las élites y la dependencia de Francia llega a tal punto que España ve seriamente comprometida su existencia como nación independiente. 
3. Frente a este grupo que apoya a los franceses se levantan los liberales con su idea de soberanía como patrimonio de la nación. 

Pregunta: ¿ahora quiénes son los malos? Los clichés ideológicos estallan porque la España atávica, inquisitorial y oscura de los Austrias no existe ya en 1800. No queda en pie ni un solo circuito de poder vinculado a la vieja dinastía. La ocupación de los mecanismos políticos y culturales por los Borbones es plena y perfecta. Lo fue desde el primer momento casi, como hemos intentado explicar en la primera parte. Los afrancesados son los partidarios del absolutismo y el Ancien Régime. O sea, ¿son los malos? Horror, esto no puede ser. La idea de que los afrancesados son los malos hace rechinar la caja de cambios de la mecánica habitual de buenos-malos, progresistas-conservadores, etc., que cualquier español medio tiene en el cerebro. No se puede soportar. Pero... por más que el afrancesado haya representado en el imaginario nacional al héroe de la modernidad frente a lo atávico-español, lo cierto es que sus ideas están vinculadas a la monarquía absoluta. 

La «tragedia de los afrancesados» mil veces mentada en nuestros libros no existe hasta que el liberalismo se pone en pie en las Cortes de Cádiz. Porque lo atávico-español inquisitorial y austracista no gobierna ni en tiempos de Carlos IV ni de Fernando VII. Si se quiere considerar la posibilidad de vida ectoplasmática para Felipe II... pudiera ser, pero la parapsicología escapa a los límites de este ensayo. No queda un austracista vivo desde hace generaciones, así que irse a aquella España de los Habsburgo, cuya hegemonía incontestada provocó el nacimiento de la leyenda negra, para explicar la «tragedia» de los ilustrados es querer resucitar a los muertos. Pero no importa. El «demonio del Mediodía» admite resurrección cada vez que alguien tiene necesidad de él para justificar sus fracasos. Como vamos a ir viendo en este trabajo, ese demonio español es gloriosamente inmortal. 

El aborrecimiento que la figura de Fernando VII concentra sobre sí es el resultado de querer culpar a un solo hombre de un fenómeno colectivo muy complejo e inseparable del afrancesamiento. Significa que nos negamos a aceptar el papel que las élites afrancesadas jugaron en la ocupación napoleónica y nos negamos a aceptar también que una parte prestigiosa de la cultura española consideró como lo mejor para España su desaparición como nación independiente, con todo lo que esto significa. Parece como si Fernando VII estuviera a un lado y los afrancesados a otro, pero no es así. Hay incluso un empeño bastante ilógico en igualar el exilio de afrancesados y liberales *. Es imposible conectar a Fernando VII con lo atávico-inquisitorial previo al cambio dinástico sin resucitar a los muertos. Quizás haya dioses ideológicos que reclamen tales extremos, pero francamente no es aconsejable. (Del libro de María Elvira Roca Barea "FRACASOLOGÍA").

* «Hablar del retorno de los josefinos durante la Década Ominosa no es una idea reciente [...]. En 1950 Federico Suárez insistía en el papel de los antiguos josefinos y citaba a Boislecomte que escribía en 1836: “Esta escuela fue consejera del poder [...] y los afrancesados fueron más potentes que nunca al lado de Fernando” [...]. Josep Fontana ha sido el primero en subrayar el papel de los josefinos tras el Trienio Liberal [...]. Detrás de las figuras conocidas de Javier de Burgos o Sáinz de Andino, se produjo la reposición de antiguos josefinos menos destacados»: Jean-Philippe Luis, «La Década Ominosa y la cuestión del retorno de los josefinos», Ayer 95 (2014), pág. 135 (133-153). Se refiere a Federico Suárez, La crisis política del Antiguo Régimen en España, Rialp, Madrid, 1988, págs. 137-146 (3.ª edic.) y Josep Fontana, La crisis del Antiguo Régimen (1808-1833), Crítica, Barcelona, 1983, págs. 105-107 (2.ª ed.). Pero es realmente el libro de Juan López Tabar el que llamó la atención sobre el papel de los afrancesados después de 1814. El capítulo IV lleva por título «La hora de los afrancesados, 1824-1833»: Los famosos traidores. Los afrancesados durante la crisis del Antiguo Régimen (1808-1833), Biblioteca Nueva, Madrid, 2001. Recuérdese que los liberales no pudieron regresar hasta la muerte de Fernando VII en septiembre de 1833.

⚖️ Los Borbones y la crisis de España: historia de una traición silenciosa. 

Desde hace más de tres siglos, la dinastía borbónica ha marcado la historia de España. De Felipe V a Felipe VI, cada monarca ha dejado tras de sí una estela de cesiones, errores y decisiones que transformaron el corazón de la antigua Monarquía Hispánica. 👑 En este análisis abordo sin miedo —pero con rigor histórico— el papel de los Borbones en la pérdida de la soberanía española: cómo la llegada de Felipe V rompió el modelo político plural de los Austrias, cómo el centralismo francés desmanteló los fueros, cómo la ideología ilustrada vació la espiritualidad hispana, y cómo hoy Felipe VI parece continuar esa línea de sumisión ante poderes extranjeros y agendas globales. 📜 Este episodio no es un alegato contra la monarquía, sino una reflexión sobre la forma en que una casa reinante extranjera moldeó el destino de nuestra civilización. De la pérdida de América a la sumisión ante Bruselas, de la neutralización del Rey actual al olvido de nuestra identidad, España se encuentra hoy ante una pregunta fundamental: ¿puede seguir siendo nación bajo un modelo que ya no defiende su soberanía?


La Verdad sobre los BORBONES. [Prólogo: Así llegaron los Borbones al poder en ESPAÑA]


martes, 2 de diciembre de 2025

EL POETA E INOCENTE MANUEL SATURIO VALENCIA, ÚLTIMO FUSILADO EN COLOMBIA (1907) por EL RACISMO CLASISTA CRIOLLO y OTROS...


A finales del siglo XIX Manuel Saturio Valencia Mena era en Popayán, Colombia, el primer hombre negro que estudiaba leyes en la Universidad del Cauca. Había nacido el 24 de diciembre de 1867 en una gloriosa Quibdó reconocida por el comercio del oro y por la pobreza de su gente negra. A pesar de las difíciles circunstancias que vivió, Saturio fue un niño que aprendió con los capuchinos el latín y el francés, y fue tan aventajado aprendiz, que recibió apoyo de los religiosos para realizar sus estudios superiores a muchas horas de su natal Chocó.

Valencia regresa a su tierra para ejercer como personero, juez de rentas y ejecuciones fiscales, y juez penal. Según sus biógrafos, fue el primer hombre negro en América en ser nombrado para estas funciones públicas. Estuvo como muchos jóvenes de su tiempo en la guerra de los Mil Días, donde obtuvo el grado de capitán en las tropas gobiernistas conservadoras y aprendió sobre política y partidismo.

Poeta del Atrato, Manuel Saturio fue un gran autodidacta, cultivador de la música y los cantos en las escuelas. Es considerado como el primer literato negro del Chocó, pero debido al racismo de la época, muchos de sus escritos quedaron inéditos en el silencio de una sociedad que hasta hacía pocos años había vivido y rentado del comercio de esclavizados.

La historia de Manuel Saturio está llena de eventos dramáticos y dolorosos, y el final de sus días tiene como telón de fondo pasiones de amor y odio racial que terminaron con su fusilamiento hace 118 años.

Valencia enamoró y embarazó a Deyanira Castro, una joven blanca hija de un importante líder liberal. Esta aventura terminó en una tremenda venganza por parte de la familia asaltada en su digniddad de raza y noble apellido. En la madrugada del primero de mayo de 1907 Manuel Saturio embriagado y sin conciencia de lo que sucedía, fue inculpado del incendio ocurrido en el centro de la ciudad. Su cinturón y una bola de trapo con restos de petróleo fueron la evidencia para incriminarlo por atentar contra la notable sociedad quibdoseña. La Constitución de 1886 condenaba con pena de muerte a los incendiarios. En seis días y cinco noches lo enjuiciaron y lo condenaron. Su delito era “imperdonable”, había atentado contra las familias de élite que habitaban la famosa carrera primera, cuyos andenes estaban destinados a la exclusividad genética de la blanquitud.

En este largo siglo que corre desde su fusilamiento, se han escrito novelas, poemas, ensayos, artículos y un guion para teatro que en el año 2011 hizo su solitario debut en la ciudad de Popayán, en el extinto Teatro Bolívar, bajo la dirección de Eugenio Gómez, una treintena de actores y actrices del Chocó y con el nombre de “Amangualados”.

Verdad y mito, Manuel Saturio Valencia Mena constituye el ícono de una tradición literaria y oral que merece un lugar de reconocimiento, pues sólo hombres de su talla producen tanto interés literario e histórico sobre los sucesos de su existencia.

Cuatro notables novelas de la mano de tres escritores y una escritora afrocolombiana: “La Palizada” de Miguel A. Caicedo (1952), “Memorias del Odio” de Rogerio Velásquez Murillo (1953), “Mi Cristo Negro” de María Teresa Martínez (1983) y “El fusilamiento del diablo” de Manuel Zapata Olivella (1986). Cientos de ensayos entre los cuales sobresalen: “Manuel Saturio Valencia: El hombre”, Miguel A. Caicedo (1992), “Héroes y políticos: Quibdó desde 1900”, Peter Wade (1997) y “Violencia y Resistencia: una perspectiva de la literatura afrocolombiana” de Marvín A. Lewis (1987), y “A cien años del fusilamiento de Manuel Saturio” de César E. Rivas Lara (2007), hacen parte de una notable antología que incluye muchas más obras.

Según la tradición oral chocoana, el poeta fusilado nos dejó en sus versos, razones poderosas para luchar contra el racismo:

“A yo que soy inorante
me precisa preguntá
si el coló blanco es virtú
pa yo mandame blanquiá…

Pregunto al hombre leal
porque saber me precisa
¿si el negro no se bautiza
en la pila bautismal?
Si hay otro má principal
má patras o má palante
má bonita o má brillante
donde bautizan al blanco,
me darán un punto franco
a yo que soy inorante”.

***
A yo que soy ignorante
Me precisa preguntar
Si el color blanco es virtud
Pa' yo mandarme a blanquear

Pregunta el hombre leal
Porque saber me precisa
Si el negro no se bautiza
En la pila bautismal

Si hay otra más principal

Má pa' tras o má pa'lante
Más bonita o más brillante
Onde bautizan al blanco
Me darán un punto franco
A yo, que soy ignorante

Dos hombres y una mujer
Todos somos descendientes
Porque al negro solamente
Con desprecio lo han de ver

La misma sangre ha de ser
Aunque el negro singular
Siempre han de colocar
En un lugar separado

Si el negro no se bautiza
Me preciso preguntar
Negro fue san Benedicto
Negras fueron sus pinturas
Y en la sagrada escritura
letras blancas yo no he visto

Negros los clavos de Cristo
Que murió en la santa cruz
Será que bajo Jesús
Por el blanco a padecer
Solo así podré saber
Si el color blanco es virtud

Cuando tengamos que darle
A mi Dios estrechas cuentas
Como el negro va pagar
Por el blanco las ofensas

Si al negro no se le encuentra
Un delito que culpar
Me dirán que no es verdad
Que el blanco no tiene pena
O si es que no se condena
Pa' yo mándame a blanquear


Manuel Saturio Valencia, 
último fusilado en Colombia (1907)

Muchos personajes han pasado a la historia por sus condiciones excepcionales, escritores, poetas militares entre otros, hoy son recordados como eminencias e incluso sus nombres hacen parte de museos, monumentos, cátedras y programas de formación que deben ser estudiados de manera obligatoria, sin embargo hay personajes hoy invisibilizados en la historia que además de haber sido profesionales universitarios incluso graduados con honores ni los mismos maestros los recuerdan; mejor dicho los forzaron a no mencionarlos..

Uno de esos personajes que seguramente su maestro nunca le habló, fue Manuel Saturio Valencia. Este negro que nació el 24 de diciembre de 1867, en Quibdó, departamento del choco, Colombia,  hijo único de Manuel Saturio Valencia y Tránsito Mena quienes se ocupaban de oficios doméstico, lo criaron sujeto a los principios éticos y morales basado en el respeto, la honestidad y la disciplina.

El joven Saturio desde niño comenzó a mostrar sus capacidades intelectuales y fue así como inició su participación de cantó en el coro parroquial de la ciudad y aprendió latín y francés de unos monjes Capuchinos.

Fue un estudiante destacado, tanto que los mismos monjes se encargaron luego de sus estudios superiores en la facultad de derecho de la universidad del cauca donde terminó sus estudios pasando a la historia como el primer abogado negro de ese claustro de educación superior ubicado en la ilustre ciudad blanca de Popayán.

Más tarde regresó a Quibdó, se alineó con el Partido Conservador, un partido minoritario en la región. En 1899, inició la Guerra de los Mil Días.

Manuel alcanzó el rango de Capitán en las fuerzas del gobierno.

Manuel también fue profesor autodidacta de música y canto en varias escuelas; fue juez y personero municipal siendo considerado como el primer literato negro de la región.

Por la misma opresión racial de la época, sus obras quedaron como inéditas, así como Ingermina o la hija de calamar de Juan José Nieto Gil.

Un día como hoy el intelectual abogado sedujo a una joven de raza blanca llamada Deyanira Castro, hija de un importante líder liberal.

La señora salió embarazada de aquel “encuentro”. Cuando la familia de la distinguida dama se da cuenta que está esperando hijo de un negro, de inmediato diseñan un macabro plan para evitar “dañar la raza” con el advenimiento de un mulato.

Es así que en la madrugada del primer día de mayo de 1907, buscaron a Saturio, lo embriagaron con vino, le quitaron sus documentos y algunas de sus prendas, y fueron hasta la Carrera Primera de Quibdó y provocaron un incendio sobre dos viviendas con techos de Paja, y después salieron del lugar.

Entre las cenizas fueron recuperados una bola de trapo casi quemada, el cinturón de Manuel Saturio, y unos documentos con su nombre. El Artículo 29 de la Constitución de Colombia de 1886 expresaba explícitamente lo siguiente:

Artículo 29. Sólo impondrá el Legislador la Pena Capital para castigar, en los casos que se definan como más graves, los siguientes delitos como:

Traición a la patria, cuando se estuviera en estado de guerra regular, o de carácter internacional, parricidio, asesinato, incendio, asalto en cuadrilla de malhechores, piratería y ciertos delitos militares definidos por las leyes del ejército.

Según la ley que se desprendía de la constitución de 1886 sancionada por Rafael Núñez, no importaba la magnitud del incendio, por eso de inmediato Saturio Valencia fue condenado a muerte por el delito de pirómano.

El juicio fue muy breve, transcurriendo apenas seis días entre los hechos y la condena, todo un registro de celeridad en la aplicación de la justicia en Colombia.

El gravísimo hecho de haber incendiado la carrera primera de Quibdó, que representaba los intereses de la sociedad blanca chocoana, motivó la condena a muerte del destacado abogado titulado.

Dice la historia, que luego de haber recibido la descarga de los fusiles, Saturio quedó vivo; sin embargo violando la ley de indulto, volvieron a cargar las armas y con una segunda ráfaga el 7 de mayo de 1907 asesinaron al abogado e intelectual Manuel Saturio Valencia.

Bueno: Ustedes se preguntan ¿y qué pasó con el embarazo de Deyanira? Pues tan pronto nació el mulato producto del amor de un negro y una blanca, los familiares de Deyanira lo empacaron en una caja de cartón y sin ninguna compasión los arrojaron vivo al río Atrato cosa que no cuentan los maestros de historia.


⚖️ En el corazón del Chocó, Colombia, nació un poeta al que la justicia le dio la espalda.
Manuel Saturio Valencia, abogado y soñador afrocolombiano, fue el último fusilado de Colombia, condenado por un crimen que nunca existió.
Lo silenciaron con balas, pero su nombre aún grita memoria.
En una tierra donde el oro brillaba más que la justicia, nació un hombre que se atrevió a pensar.
Manuel Saturio Valencia (1867–1907), hijo del Chocó, poeta, abogado y soñador afrocolombiano, creyó que el conocimiento podía liberarlo de las cadenas invisibles del racismo.
Desde las aulas de la Universidad de Antioquia, su talento deslumbró a quienes no soportaban verlo ascender. En una república que hablaba de igualdad… pero temía la piel negra, su inteligencia se volvió un desafío.
🔥 En 1907, una disputa personal con una mujer blanca de clase alta bastó para encender la furia de una sociedad enferma de prejuicio. Lo acusaron de incendio y traición, con pruebas débiles, fabricadas, y un juicio decidido antes de empezar.
El Archivo General de la Nación lo confirma: su condena fue un espejo del racismo institucional que gobernaba los tribunales de la época.
El 3 de mayo de 1907, al amanecer, lo llevaron al paredón en Quibdó.
Dicen que antes del disparo pidió recitar un verso. Nadie lo permitió.
Las balas callaron su voz… pero también sellaron el fin de la pena de muerte en Colombia.
Desde entonces, Manuel Saturio Valencia no es solo “el último ejecutado legalmente”:
es el símbolo del talento traicionado, del color condenado, del país que prefirió el silencio antes que reconocer su propio racismo.
Hoy, su nombre vuelve a pronunciarse con respeto, como el de un hombre que murió de pie, defendiendo la dignidad de su raza y el derecho a ser libre.


En el corazón del Caribe nació un hombre al que la historia quiso borrar.
Juan José Nieto Gil fue el único presidente afrodescendiente de Colombia, un líder que desafió el racismo y el olvido.
Su rostro fue cambiado, pero su verdad nunca se apagó.


Nació en Mompox, Colombia,  hijo de una mujer negra y de un padre blanco que nunca lo reconoció. A pesar del racismo y la pobreza, Candelario Obeso llegó a la Universidad Nacional y escribió el primer libro de literatura negra en América Latina. Murió joven, cansado del olvido… pero su voz sigue viva en cada palabra que resiste. 🔥


En los Estados Unidos de Colombia de 1876, un joven mulato nacido en Camarones, La Guajira, desafió al poder con la palabra como su única arma. Luis Antonio Robles fue el primer afrodescendiente en alcanzar un alto cargo nacional, enfrentando el racismo con inteligencia y valentía. Su voz fue más fuerte que el silencio, su historia más duradera que el olvido. 


En 1920, en Guapi, Cauca, nació un niño que escuchaba cómo el mar hablaba en versos. Su nombre era Helcías Martán Góngora, y con el tiempo se convirtió en el poeta que transformó el dolor, la fe y la herencia afro del Pacífico en palabra.
Mientras Colombia miraba hacia los Andes, él escribía desde la orilla del océano, entre marimbas, manglares y silencios. Dirigió revistas, bibliotecas y proyectos culturales, pero su mayor obra fue la dignidad de su pueblo. En cada poema, el mar se hizo voz y la negritud se volvió eternidad.
Murió en 1984 sin el reconocimiento que merecía… pero su palabra no se hundió: sigue resonando en el viento del litoral, donde la poesía se confunde con las olas. 
¿Sabías que un poeta del Pacífico convirtió el oleaje en palabra y la memoria afro en patria? 
Nació en 1920, en Guapi, Cauca, un pequeño puerto del litoral sur del Pacífico colombiano, cuando las lanchas de vela aún unían los pueblos del manglar y la marimba marcaba el ritmo de la vida. 
Creció entre los cantos del río Guapi y los rezos de los pescadores, en una época en que el país apenas reconocía la existencia de su costa negra. 
Desde allí partió a Bogotá, donde estudió Derecho en el Externado de Colombia, pero nunca se apartó del mar que lo formó. 
En los años 40 y 50, mientras el país se desangraba en guerras políticas, Helcías Martán Góngora escribía versos para quienes no tenían voz. 
Regresó a Popayán como gestor cultural, dirigió Extensión Cultural en la Universidad del Cauca, fundó la revista Esparavel y convirtió su poesía en resistencia. 
En plena segunda mitad del siglo XX, cuando el centralismo bogotano dominaba la literatura, Helcías hablaba desde el margen: del mar, del tambor, del Cristo negro. 
Murió en Cali en 1984, sin el reconocimiento que su obra merecía.
Pero su voz sigue viva: en cada verso, el Pacífico respira, y la palabra se convierte otra vez en mar.


ROGERIO VELÁSQUEZ MURILLO: Nació en Sipí, Chocó, en 1908, y dedicó su vida a rescatar la memoria que Colombia ignoró. Etnógrafo, historiador y maestro del Instituto Etnológico del Cauca, recorrió selvas y ríos para escuchar los cantos, los rezos y las raíces de su pueblo.
Entre lluvias escribió Ritos de la muerte en el Alto y Bajo Baudó, Instrumentos musicales del Chocó y Gentilicios africanos del occidente de Colombia. Llamó a su gente “la negredumbre”, una identidad silenciada que él transformó en historia.
Murió en 1965 sin homenajes, pero sus Ensayos escogidos devolvieron su voz a la nación. Fue la tinta que salvó del olvido al pueblo negro del Pacífico.


¿Sabías que en una casa de Getsemaní, Cartagena, Colombia, un hombre negro escribió versos que hicieron temblar al silencio?  
Jorge Artel, nacido en 1909, convirtió el dolor y el orgullo de su raza en poesía. En 1940 publicó Tambores en la noche, donde el sonido del Caribe se volvió palabra y la palabra resistencia.
Mientras otros callaban, él escribió con ritmo de mar y fuego. Sus versos no pedían aplausos, pedían justicia. 
Hoy su voz aún retumba en las calles de Cartagena, recordando que la negritud también es raíz, pensamiento y poesía. 🖤

TAMBORES EN LA NOCHE

Negro soy

Negro soy desde hace muchos siglos. 
Poeta de mi raza, heredé su dolor. 
Y la emoción que digo ha de ser pura 
en el bronco son del grito 
y el monorrítmico tambor. 

El hondo, estremecido acento 
en que trisca la voz de los ancestros, 
es mi voz. 

La angustia humana que exalto 
no es decorativa joya 
para turistas. 

¡Yo no canto un dolor de exportación!

La voz de los ancestros

Oigo galopar los vientos 
bajo la sombra musical del puerto. 
Los vientos, mil caminos ebrios y sedientos, 
repujados de gritos ancestrales, 
se lanzan al mar. 
Voces en ellos hablan 
de una antigua tortura, 
voces claras para el alma 
turbia de sed y de ebriedad. 

¿De qué angustia remota será el signo fatal 
que sella en mí este anhelo de claves imprecisas? 
Oigo galopar los vientos, 
sus voces desprendidas 
de lo más hondo del tiempo 
me devuelven un eco 
de tamboriles muertos, 
de quejumbres perdidas
en no sé cuál tierra ignota, 
donde cesó la luz de las hogueras 
con las notas de la última lúbrica canción. 

Mi pensamiento vuela 
sobre el ala más fuerte 
de esos vientos ruidosos del puerto, 
y miro las naves dolorosas 
donde acaso vinieron 
los que pudieron ser nuestros abuelos.
 —¡Padres de la raza morena!—. 
Contemplo en sus pupilas caminos de nostalgias, 
rutas de dulzura, 
temblores de cadena y rebelión. 

¡Almas anchurosas y libres 
vigorizaban los pechos y las manos cautivas! 
Una doliente humanidad se refugiaba 
en su música oscura de vibrátiles fibras… 
—Anclados a su dolor anciano 
iban cantando por la herida…—. 

¡Oigo galopar los vientos, 
temblores de cadena y rebelión, 
mientras yo —Jorge Artel— 
galeote de un ansia suprema, 
hundo remos de angustias en la noche!

Tambores en la noche

Los tambores en la noche, 
parece que siguieran nuestros pasos… 
Tambores que suenan como fatigados 
en los sombríos rincones portuarios, 
en los bares oscuros, aquelárricos, 
donde ceñudos lobos se fuman las horas, 
plasmando en sus pupilas 
un confuso motivo de rutas perdidas, 
de banderas y mástiles y proas. 

Los tambores en la noche 
son como un grito humano. 
Trémulos de música les he oído gemir, 
cuando esos hombres que llevan 
la emoción en las manos 
les arrancan la angustia de una oscura saudade, 
de una íntima añoranza, 
donde vigila el alma dulcemente salvaje
de mi vibrante raza, 
con sus siglos mojados en quejumbres de gaitas. 

Los tambores en la noche 
parece que siguieran nuestros pasos. 
Tambores misteriosos que resuenan 
en las enramadas de los rudos boteros, 
acompasando el golpe con los cantos 
de los decimeros, con el grito blasfemo 
y la algazara, con los juramentos 
de los marineros… en tanto que se anuncia 
tras los gibosos montes 
un caprichoso recorte de mañana. 

Los tambores en la noche, hablan. 
¡Y es su voz una llamada tan honda, 
tan fuerte y clara, 
que parece como si fueran sonándonos en el alma!


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Capítulo 1 de 4 Saturio

Los republicanos fueron más racistas y 
despiadados que los realistas.

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Indígenas y negros ¿Contra la independencia de América?