EL Rincón de Yanka

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lunes, 27 de noviembre de 2017

📧 CARTA ABIERTA DE UNA VENEZOLANA EMIGRANTE A SU MAMÁ POR NAVIDADES

Carta abierta de una venezolana 
en el exterior a su mamá 
por el Fin de Año
 @EllaLaQueEscribe
Mamá:

Si las ganas de verte fuesen la moneda con la que pudiese pagar un viaje a mi país, hoy estuviese a tu lado, créeme. Pero estos son tiempos duros. Salí de Venezuela en busca de un mejor futuro para mí, para ti, para todos los que amo pero, aunque aquí vislumbro la esperanza que perdí en mi tierra, el camino es áspero, especialmente en estas fechas.

Te extraño. En una nación en la que me señalan de robarles el trabajo a sus ciudadanos, en la cual a veces temo hablar y que se note mi acento, en la cual mi vida depende de los “permisos para…” y no tengo ningún “derecho a…”, me siento flotando, como si yo fuese un avión planeando en el cielo en espera por un permiso para aterrizar que no llega, aún cuando estoy cargada de toneladas de ganas de trabajar. Todos los espacios en este país están ocupados y extraño pertenecer; extraño mi hogar, y mi hogar eres tú. Cuando te vas a otro país no sólo dejas lo que te ha pertenecido durante toda la vida, también dejas atrás todos los hábitos, los olores, las texturas, las voces que te han hecho la persona que eres.

Por eso, por mucho que intenté, no me cupo en la maleta el olor que deja tu cabello ceniza en la almohada, y tres veces al día me doy cuenta de que la medida perfecta de sal y pimienta está entre las yemas de tus dedos, onduladas por las arrugas, como los médanos de Coro. El olor a mango maduro me evapora y me transporta de golpe a nuestro patio. Cuando llego a una casa en la que no me espera nadie, extraño el sonido lejano del televisor aireando tus novelas, y en la calle a veces cierro los ojos y me imagino cruzando bajo el sol inclemente el centro de Maracaibo para ver la punta de la Basílica pinchando el cielo, como si la Chinita estuviese señalándole a Dios a toda hora que no se olvide de nosotros: mi país lo necesita. 

Esos pequeños detalles me arrugan el alma… Mamá, cuando algo ha ido mal, me pregunto si todo no hubiese estado mejor si tú me hubieses lanzado esa mañana la dulce señal de la cruz que derramabas sobre mí todos los días desde el marco de la puerta. “Vaya con Dios, hija…”, decías. Y yo voy con Dios, mamá, pero también me hace falta ir contigo…

Todos los días duelen, pero navidad duele aún más. Cuando te llamo, trato de que no se note demasiado lo mucho que los extraño. Anhelo escuchar a través del teléfono el tintineo de las bambalinas, y qué no diera por vivir la premura de todos en la casa por estar listos antes de las doce. Intento incansablemente experimentar a través de las fotos el contrastante sabor de la aceituna y la pasita en el pan de jamón, e imaginar que abro la nevera y la encuentro repleta de los tupperwares de los vecinos, llenos de arroz con leche y majarete. Mirando la pantalla del celular como un portal hacia mi país, hacia mi gente, rezo por que tu voz traspase la pantalla y me haga sentir que estoy allí, contigo, meneando el guiso de las hallacas, cambiando las bombillas de las luces de navidad que prenden hasta la mitad, y viendo el cielo cruzarse de estrellas fugaces que explotan y se revientan en colores cuando llega la medianoche en Venezuela.

Trato de ser fuerte porque más fuerte eres tú cuando te das cuenta de que por pura costumbre serviste un plato más y yo no estoy. Yo no llego. Más fuerte eres tú, mamá, cuando me prefieres lejos, aunque te duela. Me dices que tenga fuerzas, que esto es por mi futuro… pero, ¿y mi presente?, ¿y el abrazo que me perdí?, ¿no lo puedes envolver en papel periódico y enviarlo hasta aquí?, ¿no pueden aparecer aquí, todos, aunque sea sólo por un momento?.

¿Cómo hago para que la llamada del 31 me haga sentir en casa, me acorte la distancia, me haga escuchar las gaitas de fondo, los cohetes del vecino, el bullicio de la gente?, ¿cuánta distancia debo recorrer arrastrando una maleta a las doce de la noche, para que se me cumpla el deseo de poder trasladar a mi gente, a mi hogar, hasta aquí?. Créeme, mamá, le daría la vuelta entera a este país arrastrando esa maleta si eso fuese posible…

Pero éste es el destino que me tocó vivir. La época que nos tocó atestiguar. La circunstancia que a millones de venezolanos nos tocó superar. Si todos los venezolanos que estamos hoy fuera de nuestro país pudiésemos volver para comenzar el 2017 en nuestros hogares, estoy segura que el Cruz-Diez de Maiquetía se abarrotaría de más gente feliz que el Times Square de NY cuando desciende la bola de cristal y toca darse el beso de medianoche. Y, aunque claramente hay culpables, ya no hay alivio en señalarlos. No sirve de nada: sus rostros se hunden y se pierden en el dolor mayor que le han causado a millones de venezolanos. Y sé que, para los que no estamos allá, extrañar es un precio bajo… Perder, enterrar, ver morir en la cama de un hospital a alguien que amas, sí que es un precio alto…hasta lo indecible. Y con eso en mente intento decirme a mí misma que he perdido poco, que soy una de las afortunadas… pero, aún así, duele.

Las madres siempre hablan de lo valioso que es presenciar los primeros años de vida de sus hijos, porque ellos hacen por primera vez todo. Como hija, tiemblo de miedo pidiéndole a Dios que, por ir en busca de un futuro mejor, yo no me esté perdiendo de disfrutar tus últimos años, tus últimas navidades, mamá. Es un pensamiento horrible, lo sé, pero en mi soledad toma fuerza. Sólo le pido a Dios y a la Chinita que me acompañen. 

Que Dios te haga fuerte, que me haga fuerte…que éste sea un mejor año para todos y que, aunque esté muy lejos, a las doce de la noche cuando suenen las campanas y mires al cielo, pienses en mí. Yo haré lo mismo, mamá. Cerraré los ojos y de golpe estaré frente a ti, correré a tus brazos para llenarte de besos y gritarte “Feliz Año, Mami. ¿Ya te he dicho que te amo?”.


TE EXTRAÑO VENEZUELA - RAPERBIG



TE EXTRAÑO VENEZUELA - CARLA LA COROCORA


domingo, 26 de noviembre de 2017

EL AGRADECER ES EL AGRADO DE SER

EL AGRADECER 
ES EL AGRADO DE SER

¿De dónde viene la palabra «gracias»?
«Sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud». 

Ya avisaba en el siglo XVII el escritor y moralista francés, Jean de La Bruyère, sobre la existencia de algo mágico, común a cualquier ser humano con independencia de su raza, clase social o condición, que establece la barrera del agradecimiento. Dar las gracias no cuesta dinero, tampoco hacen falta unos conocimientos previos, ni mucho menos es necesario pedir permiso para ello. Olvidando que la vida se construye mediante una cadena universal de favores, no hay persona, por desaprensiva que sea, que no haya correspondido una acción de la forma más inocente que hay. Sin embargo, para comprender la complejidad de una cosa tan elemental, nos hemos propuesto bucear en el origen de su significado, en la procedencia de la palabra más mágica que posee el diccionario.

La vigésimo tercera edición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, presentada el pasado mes de octubre, otorga hasta dieciséis acepciones para el vocablo «gracia», dos más que su antecesora de 2001. Aunque al frente de este listado se sitúa su significado más universal y el que nos atañe en este caso, («cualidad o conjunto de cualidades que hacen agradable a la persona o cosa que las tiene»), también recoge otras definiciones tan dispares como el conocido 'derecho de gracia' («perdón o indulto de pena que concede el poder competente»), la acción de resultar simpático a alguien («capacidad de alguien o de algo para hacer reír») o el valor que atañe llevar a cabo una difícil empresa («proeza, hazaña, mérito»).
«Este término ya era un poco comodín en el léxico latino»
Ahondando en su origen, el término procede del latín («gratia») y la frase «dar las gracias» tiene su nacimiento en la expresión también latina «agere gratias», presente en varias ocasiones en una traducción oficial latina de la Biblia, universal para toda la Iglesia Católica: la llamada Vulgata. 

Antonio Dueñas, profesor titular de Lengua Española por la Universidad Complutense de Madrid, explica que entre las muchas acepciones de gracias está la de gratitud, «solía usarse en plural. Cicerón, por ejemplo, utiliza el mencionado 'agere gratias', o sea, 'reconocer el agradecimiento'». Además resalta la versatilidad del vocablo, «desde el comienzo es un poco 'comodín' ya en el mundo latino. Está relacionada con 'gratus' y significa además 'gracia', 'belleza', 'bondad', 'favor', etc».

María Romero, licenciada en Filología hispánica y especialidada en la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera (ELE), desvela que su gran variedad de significado está relacionado con «su derivación latina y a su vez su proveniencia indoeuropea. En el DRAE se nos muestran dieciséis acepciones, pero todas hacen referencia más o menos a lo mismo, una alabanza a alguien en voz alta, un agradecimiento, un favor…Siempre algo relacionado con un don o una concesión o una habilidad en la ejecución de algo». Dueñas señala la importancia de este tipo de palabras polisémicas para el correcto funcionamento de un idioma, «en todas las lenguas son necesarias; de lo contrario, sería imposible la comunicación, ya que es mucho más difícil que un hablante medio-estándar pudiera llegar a conocer tantas palabras».

«Un acto fundamental»
Aunque dado su carácter universal pudiera parecer a simple vista que el término ha adquirido una gran extensión, Dueñas incide en que no es del todo cierto, «no está tan generalizado el uso del término; más bien, se ha perdido en parte, porque se pierde la compostura social y lingüística. Creo que debe mantenerse, pues los rituales comunicativos, para acercar posturas y establecer contactos, son fundamentales en todas las lenguas». Mientras, Romero expone que «a pesar de la evolución de las lenguas no se extingue, ya que el ser humano siente la necesidad de agradecer y alabar a otras personas y divinidades. Cada país tiene su propia cultura, su pragmática... pero todos tienen en común el gesto de dar las gracias, es un acto fundamental en todas las culturas, que en mayor o menor medida, se sigue utilizando».

Ya lo ven, con un simple «gracias» se puede abrir cualquier puerta. Es justo reconocer la importancia de este noble ademán, bien sea para sacar una sonrisa, mostrar un gesto afable o simplemente considerar lo que otros hacen por ti. Y no hace falta que Jean de La Bruyère diera la voz de alarma, basta con que usted, querido lector, haya entrado aquí para que quien suscribe estas líneas pueda seguir haciendo caso a su madre:

- «¿Qué se dice?»
- «Gracias».



ROBERTO PÉREZ - Agradecer es el agrado de ser



🌲 ANTÍFONA DE NAVIDAD Y CUATRO AGUINALDOS VENEZOLANOS


ANTÍFONA DE NAVIDAD 
Y OTROS POEMAS
JOSÉ MARÍA FORTEZA
🌲
VENID, amigos. Decidme
si hubo un NIÑO más risueño
que naciera en un establo
de tan delicado incendio.

VENID, por favor. Dejadle
que os purifique el aliento
como la espuma adherida
a un corazón marinero.

VENID, venid. Contempladle
con deshojado silencio
y os lave con la inocencia
de su llanto todo el pecho.

VENID deprisa. Arrulladle
dulcemente como a un ciervo,
sorprendido sobre el árbol
de vuestro atolondramiento.

VENID, amigos. Contadle
la tristeza de mi tiempo,
que desazona la estepa
sobria del caballo ciego.

¡VENID, venid, que sus ojos
ya todo lo están queriendo!

ABRID las puertas, amigos,
abridlas de par en par,
que el arroyo riega el valle
con desvelo maternal.
Abrid las puertas, amigos,
abridlas para danzar
al son jovial de las flautas
que esbozan la Navidad.
Abrid las puertas, amigos,
abridlas para alumbrar
de luz blanca las paredes
y la corteza de pan.
Abrid las puertas, amigos,
abridlas para sembrar
los caminos de Esperanza
de cara a la Libertad.
Abrid las puertas, amigos,
para abrazarnos en paz.