EL Rincón de Yanka: LENTITUD

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jueves, 29 de agosto de 2019

CHRONOS: LOS LADRONES DEL TIEMPO ⏰

LOS LADRONES DEL TIEMPO
    "Encuentra el tiempo para reflexionar, 
    es la fuente de la fuerza.
    Encuentra el tiempo de jugar, 
    es el secreto de la juventud.
    Encuentra el tiempo de leer, 
    es la base del saber."
    Antigua balada irlandesa
Sólo habremos vivido el tiempo 
en que hemos amado. 
Wilhelm Busch

"Pueden amar los pobres, los locos y hasta los falsos, 
pero no los hombres ocupados". 
 Donne, John

El tiempo es, probablemente, nuestro valor más preciado. Perderlo en exceso significa no ser competitivo en el trabajo o los estudios o, simplemente, dejar de hacer determinadas actividades que nos enriquecen personalmente y nos ayudan a ser más felices.
Ligado a la pérdida de tiempo se encuentra la temible procrastinación, una tendencia psicológica muy común que consiste en dilatar el trabajo efectivo y las tareas más complejas con distracciones de todo tipo (ver la televisión, jugar a los vídeo juegos, visitar páginas de ocio en Internet..), o bien con trabajos superfluos y ligeros.



Nacemos sin preocupaciones relacionadas con el tiempo. Y disfrutamos de lo que realmente nos importa. La familia, las aficiones, viajar... Tenemos toda una vida por delante. Unos 27 000 días de media. O, si lo preferís, 650 000 horas.

Nos da la impresión de que tenemos todo el tiempo del mundo. Pero, en realidad, esto no es verdad. Pronto, el tiempo se nos empieza a escapar de las manos. Todo lo que hacemos es corriendo y está cronometrado con precisión.


¿Por qué sucede esto?
Con este loco sistema de vida, el tiempo se ha convertido en un recurso de un gran valor económico. Y aquellos que se aprovechan de él quieren el máximo de nuestro tiempo. Incluso nos lo roban.

¿Quiénes y qué son esos ladrones de tiempo?
¿Y cómo podemos combatirlos?
En el supermercado puedes pasar por caja solo y en la gasolinera puedes pagar en el surtidor.
En primer lugar, debemos aprender a reconocer a los ladrones de tiempo.
El tiempo es uno de los elementos principales del sistema. De ahí que se mida, se controle y se cronometre. Pero, si el tiempo es dinero, necesita ser desglosado y cuantificado en unidades precisas con la ayuda del reloj.
La sociedad de hoy en día está bajo la dominación de Chronos, el dios del tiempo. De los relojes, precisamente. Chronos, el dios griego, nos recuerda que la vida es corta, que la vida es una cuenta atrás que acaba en la muerte. Ahora, la ley de Chronos es objeto de escrutinio.

¿Cómo nos convertimos en una cultura que mide la vida con el reloj?
Esto se convierte en toda una interesante historia. Nuestra percepción del tiempo sufrió un cambio radical hace unos 150 años, a principios de la industrialización y los viajes de larga distancia. Si viajabas en tren, podías pasar por diferentes usos horarios.
El nuevo horario ferroviario se convirtió en una norma; y la venta de relojes, en un nuevo y lucrativo negocio. Una nueva palabra apareció en el diccionario: puntualidad.
El tipo de persona que respetamos es la que hace un seguimiento en quiebra, la que vive siguiendo los horarios.
Hoy estamos todos sincronizados gracias a una red mundial de 450 relojes atómicos, los relojes más precisos del mundo. Tradicionalmente, un reloj de péndulo ha perdido cuatro o cinco segundos al día. Con un reloj de cesio, estamos hablando de perder un segundo cada 150 000 años.
Los gobiernos y las empresas pagan una buena cantidad de dinero por la señal horaria oficial.

El tiempo preciso se ha convertido en un producto. El tiempo es oro. Y es oro pues porque... resulta fundamental controlar el tiempo cuando vamos a dejar el vehículo en una zona azul o cuando tenemos que hacer una llamada telefónica con tarifa plana o con tarifa reducida. Los radares de tráfico, los taxímetros de los taxis, los contadores de agua, de luz...
Estamos completamente obsesionados con la hora. Todos vivimos momentos extremos en los que perder algunos minutos nos parece un sacrificio insoportable.

La tiranía del reloj ha creado un nuevo negocio: talleres de gestión de tiempo, donde aprender a identificar y combatir a los ladrones de tiempo. Mirar series puede ser muy adictivo. No osar decir no o incluso proponer.
¿Quieres que haga esto?
¿Por qué lo propongo? ¿Qué me pasa?
¿Por qué me he ofrecido?
Como siempre estoy pensando en terminar cosas, no vivo el presente. Mi sueño es descansar, y descansar me supone un problema porque no sé lo que es.
No valoramos la contemplación, el silencio, el retiro, el descanso...
En la publicidad, vemos gente que actúa rápido, que es productiva, poderosa, que controla y no duda.
Esto tiene un impacto en la gestión del tiempo que nos obliga a ser alguien dinámico y eficaz.
Como resultado, nos sometemos a mucha presión para ser productivos en todo momento.
La sociedad de hoy en día está bajo la dominación de Chronos, pero no era el único. Solo lo vemos a él, pero también estaba Kairós, el dios de la oportunidad; y Aión, el dios de los ritmos, de los ciclos. Hay que volver a poner a Kairós y Aión en nuestras vidas, en nuestra cultura y en nuestra economía.
Aprende a hacer frente a estos particulares ladrones
  1. Desorganización personal. Si no te organizas, perderás infinidad de tiempo decidiendo qué es lo siguiente que vas a hacer y cómo. Organízate con eficacia (siempre recomiendo GTD como método de organización personal, pero cualquier sistema que te permita gestionarte es perfectamente válido). Dedica todos los días un pequeño rato a organizar tus cosas y ganarás mucho tiempo después. Planifica, agrupa tareas parecidas dentro de un mismo contexto y prepara un plan diario de acción.
  2. Objetivos confusos. Si no tienes claros tus objetivos, no podrás definir el trabajo a realizar ni planificarlo adecuadamente. Además, las prioridades cambiarán constantemente y generarán conflictos. Define claramente tus objetivos a corto, medio y largo plazo, y hazlo periódicamente. Separa lo importante de lo urgente.
  3. No tomar decisiones. Esperar a tener toda la información necesaria para tomar una decisión puede provocar una crisis o que desperdicies una oportunidad. Toma las decisiones cuanto antes; en ocasiones será más eficiente decidir sin suficiente información. Las indefiniciones sólo generan más confusión.
  4. No saber decir NO. Aceptar peticiones que no te aportan nada te hará perder muchísimo tiempo. Aquí tienes ayuda al respecto: Razones y Consejos para Decir NO.
  5. Incapacidad de delegar. Si no delegas adecuadamente, terminarás haciendo cosas que otros pueden hacer mejor, más rápidamente y con menor coste. Y ese es un grave error.
  6. Falta de concentración. Evidentemente, el trabajo excesivo, la fatiga, el estrés y otros factores pueden pasar factura. Aquí tienes 15 Consejos para Mantener la Motivación y la concentración.
  7. Mala comunicación. Cuando aceptes un trabajo o delegues una tarea, debe haber una comunicación clara. Transmite las necesidades con claridad y asegúrate de que el mensaje ha llegado correctamente. Escucha con atención. Si se hace mal el trabajo, habrá que modificarlo o rehacerlo, y eso supondrá romper tu actual planificación y entrar en estado de emergencia.
  8. Aplazar tareas. Si, de forma habitual, dejas para otro momento las tareas que menos te gustan, éstas terminarán volviendo con un efecto destructivo sobre tu organización personal (provocando el ya mencionado estado de emergencia). Hazlas cuanto antes y evitarás el estrés y la culpabilidad que se genera al aplazarlas.
  9. Interrupciones. Además del tiempo que te quita una interrupción en sí misma, se necesitan una media de 15 minutos para recuperar la concentración perdida. Si tienes visitas inesperadas, pide disculpas e intenta posponerlas a un momento más adecuado. Corta de forma educada y firme a los pesados habituales de tu empresa (siempre los hay). Igualmente, con cortesía, corta las conversaciones teléfonicas innecesarias. Desconecta el móvil en los momentos que necesites máxima concentración.
  10. Correo, redes sociales y mensajería instantánea. Pueden ser otra clase de interrupciones. Si los tienes abiertos, recibirás notificaciones, irás a verlas y querrás contestar. Ciérralo todo y planifica de 2 a 4 momentos al día en los que entrar, vaciar la bandeja de entrada y dejar todo en orden. Elimina los correos que no necesites.
  11. Reuniones. Suelen hacer perder mucho tiempo, con el agravante de que afectan a mucha gente. Si 8 personas pierden 30 minutos en una reunión, son 4 horas de trabajo perdidas. En primer lugar, siempre hay que evaluar la necesidad de la reunión y convocar sólo a las personas implicadas. Se deben preparar correctamente de antemano, definiendo los temas a tratar y estableciendo un tiempo máximo. Aquí tienes una serie de buenas prácticas para realizar reuniones efectivas.
  12. Crisis o estados de emergencia. Son la locura. Todo se va al garete. La mayoría de ellas son consecuencia de algo que se hizo mal o no se hizo. Hay que prevenirlas en la medida de los posible. ¿Cómo? Definiendo claramente objetivos y tareas, organizando, planificando, tomando decisiones, comunicando con claridad, diciendo NO a lo innecesario, delegando correctamente, eliminando interrupciones… no permitiendo que te roben tu tiempo.
“Cuando el tiempo sólo sea rapidez, instantaneidad y simultaneidad, mientras que lo temporal, entendido como acontecer histórico, haya desaparecido de la existencia de todos los pueblos, entonces, justamente entonces, volverán a atravesar todo este aquelarre como fantasmas las preguntas: ¿para qué?, ¿hacia dónde?, ¿y después qué?” Martín Heidegger 

sábado, 7 de enero de 2012

UNA HISTORIA VERDADERA (The straight story)



BSO - The Straight Story - Una historia verdadera

La velocidad inunda nuestra vida. Coches rápidos, imágenes aceleradas y plazos apremiantes que lo único que hacen es impedirnos posar la mirada sobre lo aparentemente sencillo y concedernos la oportunidad de analizarlo con un mínimo detenimiento. La visión fugaz de un paisaje impide sentirlo y vivirlo. Cada época tiene su orden y su ley y cada época tiene sus transgresores, sus rebeldes. Alvin Straight abandona el código de la velocidad y, avanzando a contracorriente, se rebela contra esa visión del mundo que parece estar basada en correr hacia adelante sin pararse a pensar. Alvin Straight prefiere tomarse su tiempo, no porque no tenga prisa sino porque no tiene ese tipo de prisa que parece dictada por la tecla de avance rápido de un mando a distancia vital. David Lynch ha hecho lo mismo durante toda su carrera: marcarse un paso, no más lento ni más rápido que el que dictaba el cine de su tiempo, simplemente diferente. Alvin Straight y David Lynch tienen una medida distinta de las cosas y, afortunadamente, la comparten con nosotros.

Tras el hábil juego de palabras del titulo original (el apellido del protagonista juega con la rectitud moral y física de su trayectoria) nos encontramos con una gran película apuntalada sobre la entereza, la testarudez y la misma naturaleza del ser humano en un escenario simple que no simplista. Puede que "Una historia verdadera" remita a una América regida por la naturaleza, por el trabajo, por la honestidad cotidiana o por las costumbres sencillas pero no por ello se trata de un retrato falso ni bucólico. La mentira, la muerte y el dolor son tratados en la película pero desde un enfoque naturalista, sin aspavientos, como algo irremediable y ya pasado. En este aspecto, Alvin Straight, en su lento deambular por el Medio Oeste se plantea como una figura casi angelical dispuesto tanto a escuchar como a ser oído y preparado igualmente a purgar sus propias faltas y ayudar a enmendar las de los demás. Lynch nos presenta un hombre que no tiene prisa porque teme, quizás, que precipitando su andadura precipitará también su final. Su historia es su camino, no importa tanto el origen y el destino como el trayecto en si, un camino de reflexión (acerca de Dios, de su familia, de la guerra) y, a la vez, de expiación sobre lo que le ha tocado vivir.

Un personaje tan desgarbado, ausente de lo inmediato y hasta temerario, recuerda mucho a los personajes de las películas que hablan del final del Western. Cuando vemos al viejo Alvin avanzar por la larga y esteparia carretera con su cortacésped, es inevitable rememorar a los desaliñados y resentidos perdedores que nos dibuja, por ejemplo, Sam Peckinpah en alguna de sus películas. Por lo demás, resulta difícil abstraerse de los numerosos guiños de esta película al cine clásico del Oeste, como si David Lynch estuviera haciendo un homenaje a este género (se declara admirador de todo el cine clásico). Entre otros detalles: la acción transcurre por los alrededores del mítico río Misisipi, tan presente en las películas de vaqueros.

Un detalle no menor es que el protagonista de esta película es un viejo conocido por las numerosísimas películas de vaqueros en las que participó, incluso por alguna de ellas fue nominado al Oscar. Muchas de sus heridas interiores se las produjo lo que tuvo que ver, siendo muy joven, en la II Guerra Mundial, a pesar de ello dispone y maneja un rifle. No se desprende en ningún momento de los tejanos ni del sombrero característico, que le sirve para taparse la cara las muchas noches que duerme al raso, junto a una hoguera, renunciando a hacerlo bajo techo. Cuando su viejo cortacésped deja de funcionar, en el jardín de casa le dispara y la máquina se envuelve en llamas (el fuego tan presente en su filmografía). ¿En cuántas películas hemos visto al forajido o al amable vaquero rematar al caballo con su revolver cuando el animal caía malherido?





Una historia verdadera (The Straight Story-David Lynch 1999)- parte 1

 Una historia verdadera (The Straight Story-David Lynch 1999)- parte 2
"Cuando mis hijos eran pequeños, solía jugar a un juego con ellos. Les daba una ramita a cada uno y les decía…romperla. Podían hacerlo, era muy fácil. Luego les decía... atarlas todas las ramitas juntas, y tratad de romperlas. No podían.
Entonces les decía… esas ramitas juntas... Son la familia".
VER+:

jueves, 18 de agosto de 2011

El Elogio de la Lentitud (DECÁLOGO DE CARL HONORÉ)


"Pueden amar los pobres, los locos y hasta los falsos, 
pero no los hombres ocupados". 
Donne, John



Todos estamos encadenados sutilmente
bajo la argolla de un reloj


“Creo que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir".

Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida.”

“Hoy todo el mundo sufre la ENFERMEDAD DEL TIEMPO: la creencia obsesiva de que el tiempo se aleja y debes pedalear cada vez más rápido”

“La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes… Viajamos constantemente por el carril rápido, cargados de emociones, de adrenalina, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante.”

“La lentitud nos permite ser más creativos en el trabajo, tener más salud y poder conectarnos con el placer y los otros” “A menudo, TRABAJAR MENOS significa trabajar mejor. Pero más allá del gran debate sobre la productividad se encuentra la pregunta probablemente más importante de todas:

¿PARA QUÉ ES LA VIDA?

“Hay que plantearse muy seriamente A QUÉ DEDICAMOS NUESTRO TIEMPO. Nadie en su lecho de muerte piensa:

“Ojalá que hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele”, y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente.”



 


Nos prometieron que la tecnología trabajaría por nosotros y que seríamos más felices, pero hay estadísticas que demuestran que trabajamos 200 horas más al año que en 1970 y la insatisfacción vital y la velocidad definen nuestro tiempo. Carl Honore, el guru anti-prisa y autor del éxito mundial “Elogio de la lentitud” de RBA, nos ofrece en su libro y en esta entrevista una excelente radiografía de los males de nuestra sociedad y el remedio para sanarla: la FILOSOFÍA SLOW, simplemente reducir la marcha y buscar el tiempo justo para cada cosa.

“Lo que denuncio no es la rapidez en si misma, sino que vivimos siempre en el carril rápido y hemos creado una cultura de la prisa donde buscamos hacer cada vez más cosas con cada vez menos tiempo, que hemos generado una especie de DICTADURA SOCIAL que no deja espacio para la pausa, para el silencio, para todas esas cosas que parecen poco productivas. Un mundo tan impaciente y tan frenético que hasta la lentitud la queremos en el acto.”

“La velocidad en si misma no es mala. Lo que es terrible es poner la velocidad, la prisa en un pedestal…Al principio era sólo el terreno laboral pero ahora ha contaminado todas las esferas de nuestras vidas, como si fuera un virus: nuestra forma de comer, de educar a los hijos, las relaciones, el sexo… hasta aceleramos el ocio. Vivimos en una sociedad en que nos enorgullecemos de llenar nuestras agendas hasta límites explosivos”

“Lo que denuncio no es la rapidez en si misma, sino que vivimos siempre en el carril rápido y hemos creado una cultura de la prisa donde buscamos hacer cada vez más cosas con cada vez menos tiempo, que hemos generado una especie de DICTADURA SOCIAL que no deja espacio para la pausa, para el silencio, para todas esas cosas que parecen poco productivas. Un mundo tan impaciente y tan frenético que hasta la lentitud la queremos en el acto.”“La velocidad en si misma no es mala. Lo que es terrible es poner la velocidad, la prisa en un pedestal…Al principio era sólo el terreno laboral pero ahora ha contaminado todas las esferas de nuestras vidas, como si fuera un virus: nuestra forma de comer, de educar a los hijos, las relaciones, el sexo… hasta aceleramos el ocio. Vivimos en una sociedad en que nos enorgullecemos de llenar nuestras agendas hasta límites explosivos”



La velocidad inunda nuestra vida. Coches rápidos, imágenes aceleradas y plazos apremiantes que lo único que hacen es impedirnos posar la mirada sobre lo aparentemente sencillo y concedernos la oportunidad de analizarlo con un mínimo detenimiento. La visión fugaz de un paisaje impide sentirlo y vivirlo. Cada época tiene su orden y su ley y cada época tiene sus transgresores, sus rebeldes. Alvin Straight abandona el código de la velocidad y, avanzando a contracorriente, se rebela contra esa visión del mundo que parece estar basada en correr hacia adelante sin pararse a pensar. Alvin Straight prefiere tomarse su tiempo, no porque no tenga prisa sino porque no tiene ese tipo de prisa que parece dictada por la tecla de avance rápido de un mando a distancia vital. David Lynch ha hecho lo mismo durante toda su carrera: marcarse un paso, no más lento ni más rápido que el que dictaba el cine de su tiempo, simplemente diferente. Alvin Straight y David Lynch tienen una medida distinta de las cosas y, afortunadamente, la comparten con nosotros.

Una historia verdadera (The Straight Story-David Lynch 1999)


VER +:




Un personaje tan desgarbado, ausente de lo inmediato y hasta temerario, recuerda mucho a los personajes de las películas que hablan del final del Western. Cuando vemos al viejo Alvin avanzar por la larga y esteparia carretera con su cortacésped, es inevitable rememorar a los desaliñados y resentidos perdedores que nos dibuja, por ejemplo, Sam Peckinpah en alguna de sus películas. Por lo demás, resulta difícil abstraerse de los numerosos guiños de esta película al cine clásico del Oeste, como si David Lynch estuviera haciendo un homenaje a este género (se declara admirador de todo el cine clásico). Entre otros detalles: la acción transcurre por los alrededores del mítico río Misisipi, tan presente en las películas de vaqueros.

Un detalle no menor es que el protagonista de esta película es un viejo conocido por las numerosísimas películas de vaqueros en las que participó, incluso por alguna de ellas fue nominado al Oscar. Muchas de sus heridas interiores se las produjo lo que tuvo que ver, siendo muy joven, en la II Guerra Mundial, a pesar de ello dispone y maneja un rifle. No se desprende en ningún momento de los tejanos ni del sombrero característico, que le sirve para taparse la cara las muchas noches que duerme al raso, junto a una hoguera, renunciando a hacerlo bajo techo. Cuando su viejo cortacésped deja de funcionar, en el jardín de casa le dispara y la máquina se envuelve en llamas (el fuego tan presente en su filmografía). ¿En cuántas películas hemos visto al forajido o al amable vaquero rematar al caballo con su revolver cuando el animal caía malherido?