EL Rincón de Yanka: CATEDRALES

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miércoles, 5 de julio de 2023

LIBRO "LOS RATONES DE DIOS" y CRONOLOGÍA DEL "ROBO DEL SIGLO" DE UNA CORROMPIDA CATEDRAL GALLEGA: EL CÓDICE CALIXTINO, PATRIMONIO CULTURAL Y ESPIRITUAL DE GALICIA, DE ESPAÑA Y DE EUROPA



CORRUPCIÓN ECLESIÁSTICA
Opacidad económica y ocultación de datos.  El responsable, su arzobispo Julián Barrio Barrio (Don Algodoncito).
Ya se constató y se contrastó la delicadeza del sr. agente don Antonio Tenorio en comparación con la superficialidad e insensibilidad del sr. obispo y del ex deán. Apaga y vámonos....
El Códice Calixtino, joya de la biblioteca de la catedral de Santiago de Compostela, desapareció el verano de 2011. Un insólito robo que planteaba múltiples interrogantes. ¿Cuándo y cómo saltaron las alarmas?
Un archivero de la catedral de Santiago de Compostela fue quien dio la voz de alarma. La mayor joya del templo había desaparecido. El Códice Calixtino solía "descansar" en un cojín, a una temperatura de entre 13 y 20 grados. "Lo tenían casi como un bebé", destaca Luis Rendueles, reportero de sucesos.

El deán, José María Díaz, canónico jefe de la catedral, fue informado inmediatamente de la situación. Rendueles recuerda que el manuscrito del siglo XII estaba "casi a la vista" de todo el mundo pese a que debería haber permanecido en una caja fuerte, "bajo llave". "El deán utilizaba el códice, su joya más querida, para presumir, enseñárselo a gente que venía de todo el mundo: amigos, jóvenes monaguillos, turistas, peregrinos... Todo el mundo veía el Códice", asegura.
Sin embargo, tras el descubrimiento del archivero "comienza el desastre porque el deán no recordaba la última vez que lo vio (...) Hablaba de una visita de un profesor universitario...", rememora el reportero. Además, el canónico jefe dudaba si debía acudir a la Policía, un paso que terminó dando.

"Una joya literaria"

Un robo comparable a la sustracción de Las Meninas: los expertos analizan la desaparición del Códice Calixtino
Un robo hizo temblar los pilares de la catedral de Santiago de Compostela en 2011. El Códice Calixtino, una de las mayores joyas del patrimonio español, había desaparecido.
La desaparición del Códice Calixtino, que se encontraba guardado a buen recaudo, en una caja fuerte del Archivo de la Catedral, fue todo un misterio que puso en vilo a la sociedad de 2011, cuando el mundo entero miró a Santiago de Compostela. El robo puso en entredicho la seguridad de los tesoros catedralicios y conmocionó al Deán, que dimitió de su cargo. Se calcula que la primera guía del Camino de Santiago vale, como mínimo 7 millones de euros.

Y no solo es relevante su valor económico. El Códice Calixtino es un manuscrito único, del siglo XII, la mayor joya de la Catedral. Es la primera guía del Camino de Santiago y una pieza clave para que la ciudad sea una de las cuatro consideradas 'santas' del mundo cristiano. Sin el Códice, Santiago perdía una de sus mayores señas de identidad, de valor incalculable.
"Nadie sabe el dinero que se ingresa en una Catedral como la de Santiago y los donativos no tienen ningún control fiscal". Un pequeño grupo de investigadores tuvo que soportar las presiones políticas y esquivar las luchas de poder en la Iglesia mientras intentaba descubrir quién lo robó y recuperarlo sin que sufriera daños.

"El ladrón tenía que ser alguien que estaba dentro de la Catedral". Son las conclusiones en las que inciden los expertos en el primer capítulo de 'Anatomía de... el robo del códice' que se emite esta noche en la Sexta. "Como si hubiera desaparecido la Mona Lisa del Louvre", explica otro de ellos para hacer ver la importancia de este hecho delictivo que la periodista desentraña en una doble entrega, del que podremos ver la segunda parte la próxima semana.

Una investigación que destapa una colección de pecados escondido entre los muros

Cuando los responsables de la Catedral descubren la desaparición, aunque dudan, acaban avisando a la policía: saben que cuando la policía investigue, no preguntará solo por el Códice y hay muchas cosas que se van a encontrar.
Rebeca Lorenzo, de la brigada de patrimonio de la Policía Nacional, cuenta que lo que no esperaban es que la investigación destapara toda una colección de pecados capitales que se escondían entre los muros del templo. Para Lorenzo, todos los trabajadores de la Catedral eran sospechosos, incluido el Deán. Lorenzo explica que en el curso de la investigación descubrieron que no solo había desaparecido el Códice: en la Catedral alguien estaba robando dinero de las donaciones al cepillo.

Sin embargo, los investigadores observaron desde su primera visita "deficiencias en los sistemas de seguridad y en cómo estaba guardado el Códice", recuerda Rebeca Lorenzo, miembro de la Brigada de Patrimonio. "Nos dimos cuenta de que por las noches la luz del claustro quemaba las imágenes, con lo que las grabaciones de las horas nocturnas no se podían visionar", apunta Lorenzo.

El autor del robo del Códice Calixtino denuncia prácticas sexuales en la Catedral de Santiago

Manuel Fernández Castiñeiras, autor del robo del Códice Calixtino (¿?) (el chivo expiatorio, el más inocente de todo esta trama, ha presentado ante el juez 15 folios escritos a mano donde denuncia prácticas sexuales dentro de la Catedral de Santiago, y entre los miembros de la Iglesia. En concreto, las acusaciones van dirigidas al exdeán de la catedral José María Díaz. “Sus actitudes van más allá de lo humanamente paternal, eran frecuentes las palmaditas en el culo”, dice literalmente el informe.
El juez instructor del caso José Antonio Vázquez Taín, ha valorado que los documentos “no tienen ninguna relación con el asunto que se está tratando” y que no tienen “la más mínima relevancia jurídica”. (¿?)
Fernández Castiñeiras asegura además que “robar era habitual” dentro de la catedral, desde el dinero de los cepillos a jamones o vinos que llegaban al templo, y que esta información es sólo “un pequeño grano de arena de todo lo que podría desvelar”.

El 4 de julio del 2012 Galicia estaba de celebración. 
Después de un año de pesquisas, 
el Códice Calixtino aparecía en el interior de un garaje. 
Así fue la investigación que llevó hasta el manuscrito


El robo del Códice | CAPÍTULO 1 | RTVE Play

VER+:

Capítulo 2: MANOLIÑO
Capítulo 3: LA MALDICIÓN


LOS RATONES DE DIOS
LUIS RENDUELES

En julio del 2011, los canónigos de la catedral de Santiago de Compostela se dieron cuenta de que faltaba el Códice Calixtino, el manuscrito iluminado del siglo XII considerado como la primera guía de viajes del mundo y referente para millones de peregrinos cuando realizan el Camino de Santiago. El robo del Códice Calixtino, una obra rodeada de misterio, leyendas y controversia desde sus orígenes hasta nuestros días —y de valor incalculable—, conmocionó a toda la sociedad española e internacional. Para recuperar la famosa reliquia, se puso en marcha un operativo liderado por la Brigada de Patrimonio Histórico. Para su investigación, los policías tuvieron que viajar a Santiago —y también en el tiempo—, al entrar en un mundo gobernado por las leyes de Dios, ejecutadas por el deán, jefe del templo, y sus colaboradores, los canónigos.

Inevitablemente, las pesquisas que el inspector jefe Tenorio y el juez Vázquez Taín hicieron abarcaron todos los rincones más oscuros de la catedral y desvelaron chantajes sentimentales, guerras entre canónigos, acusaciones de homosexualidad y drogas, y permitieron averiguar, además, que había ratones que robaban dinero de los peregrinos desde hacía muchos años ante la «clamorosa desidia» de los sacerdotes, según dictaminó el tribunal que juzgó el caso. El caso también desveló que la razón para robar el Códice Calixtino no era ni mucho menos la que los investigadores se esperaban.

Los ratones de Dios es un análisis pormenorizado de los pasos dados en el caso y, al igual que sucedió con la investigación, transcurre de manera reposada. Los tiempos en la Catedral de Santiago son lentos, allí parece haberse detenido el tiempo. Nadie tiene prisa, y para conseguir una simple lista de empleados se necesitan días. Los investigadores, aunque no rechazaron ninguna de las posibles opciones o pistas, no tardaron en darse cuenta que lo más probable era que el Códice ni siquiera hubiese salido de las paredes del templo. O que en caso de haberlo hecho no habría ido muy lejos. Todo apuntaba a que no había un móvil económico sino más bien una venganza personal. Las rencillas entre los habitantes de la Seo eran importantes, pero el voto de silencio que se mantenía ante todo lo que se saliese de la rutina hizo que la investigación fuese un camino tortuoso y sobre todo lento.

Quizás lo más llamativo de toda la historia sea la impunidad que parecen creer tener los miembros de la Iglesia como institución. Se les presupone por oficio, una cierta integridad y bondad que luego no se ajusta a la realidad. Creen que todas las propiedades y estancias de los templos cristianos les pertenecen por derecho. Y eso provoca que todo el personal externo que entra dentro de ese círculo acabe contaminándose y creyendo lo mismo.

Los ratones de Dios es un True Crime (crimen verdadero) que debe abordarse con paciencia y ganas de disfrutar el viaje. Rendueles introduce fragmentos del texto del Códice Calixtino para hacernos ver que algunas cosas no han cambiado tanto en los últimos mil años. También, pone en situación al lector acerca de la relevancia de los investigadores revisando algunos de los casos en los que han trabajado en el pasado. La exposición refleja el tempo de la investigación real, que se alargó durante un año; un año en el que debieron interrogar decenas de veces a las mismas personas y conseguir información de ellas casi por desgaste.

No esperéis encontrar criminales despiadados ni acción desenfrenada. Esta es la historia de un círculo muy cerrado de personas en un lugar que resulta casi asfixiante. Una historia de envidias, de rencores y de muchos secretos. De ratones que roban queso de las arcas de la catedral, de organistas que tocan de madrugada, de guardeses que deben dar cuerda a los relojes a diario, de policías con hernias discales, y de electricistas ambiciosos que quieren ocupar un lugar en la plantilla del templo a toda costa. Aunque sea cogiendo prestado uno de los volúmenes más valorados de todo el arte medieval.
Algo grave ocurrió aquí y
 ni ellos mismos pueden justificarse. 
El principio de autoridad ha desaparecido 
y los granujas obran a sus anchas. 
 Conspiración de silencio, de John Sturges, 
con Spencer Tracy.

- Prólogo -

Los ratones d e Dios es una obra extraordinaria que rezuma tintes de novela gótica trasladada al siglo xxr, aunque se trate de una historia real por completo. La prosa de Luis Rendueles, sólida y brillante, recrea con absoluta maestría uno de los casos más fascinantes de la crónica negra re­ciente: el robo del Códice Calixtino. 
El recorrido por la catedral de Santiago de Compostela, de la mano de personajes insólitos, con trastiendas más que sospechosas, supone una aventura inesperada para el lec­tor, que se ve atrapado en ella, sin remedio, como una mosca en una tela de araña. Poder conocer los en­tresijos de una historia de estas características, acudiendo a las fuentes principales y revisando los deta­lles más inimaginables, supone un privilegio, pero más aún si se hace a través de una narración de tantí­sima calidad como la que nos ofrece este periodista y escritor. Rendueles, sin ninguna duda, contaba con un interesante argumento del que tantos deseábamos saber más de lo que se había publicado en los medios de comunicación; pero la manera de desarrollarlo, la estructura, el ritmo, el lenguaje y esa mi­rada tan personal convierten el propio texto en una joya. 
Toda mi admiración para este compañero amigo, que tanto suma a la colección de sinficción.
MARTA ROBLES

- PARA SER HONESTO -

Este libro es un retrato de la investigación policial que permitió recuperar el Códice Calíxtino para la catedral de Santiago, Galicia y el mundo entero. La narración se basa siempre en documentos policiales y judiciales. También, en las entrevistas personales que mantuve con los protagonistas de esta historia. Algunos otros han preferido no hablar. Todo lo que aquí se cuenta ocurrió en aquel año de lucha por encontrar el Calixtino. Solo me he permitido la licencia de reconstruir algunos diálogos, que en los textos originales que he consultado estaban en estilo indirecto, para dar mayor viveza a la narración. 
En otros casos se traslada la conversación de fuentes directas de algunos de sus protagonistas. Algunos detalles sobre ratones y hombres que pululaban por la catedral y fueron descubiertos por los investigadores se han omitido para no dañar a inocentes. 

Mi agradecimiento al juez Vázquez Taín (¿?) y a la inspectora Ana, que me ayudaron a entender sus acier­tos y sus dudas durante aquellos doce meses de búsqueda. También a otras personas que han colabo­rado conmigo y cuyos nombres han pedido que no figuren en este libro.También a Isabel, hija de Cristóbal y Concha, que me dejó su tiempo para ayudarme con los miles de folios de la documentación del caso. Gracias a Carlota Lafuente, mi compañera, que sufrió el proceso de creación de este libro y fue corresponsal artística, colaboradora y primera editora del texto. 

Gracias a Luis el Parrochu, un viejo abuelo de Gijón que siempre saca una sonrisa a la vida, y a veces la contagia, no importa lo dura que sea o cómo te golpee. Siempre he contado con su cariño, su fuerza y su apoyo. Los últimos diez años he aprendido también a comprender sus debilidades, como él aguanta las mías, y apreciar su ternura. 
Los ratones de Dios no podría haber nacido sin la ayuda decidida y sincera de Antonio Tenorio, viejo policía asturiano que fue generoso en el tiempo y la palabra con el autor hasta un punto de que este tiene una deuda con él que no podrá pagar. Conociéndolo, sé que no le gustará verlo por escrito, pero es así. Y así debe quedar constancia. En tinta y, sifuera posible, en piedra.,.

HABLARAN LAS PIEDRAS

Las campanas iban a tañer imperiales aquel mediodía. Como siempre. La catedral de Santiago de Compostela es el corazón de Galicia. Tiene vida propia desde que Alfonso VI aprobó su cons­trucción, en el año 1075 de nuestra era. Los reyes y los gobernantes pasan. Los siglos pasan, se deshacen bajo su piedra, bajo el granito colocado allí desde hace casi mil años. Tempus fugit (el tiempo vuela). Ni siquiera las tropas de Napoleón Bonaparte que invadieron España en 1808 pudieron acabar con la morada del apóstol, aunque, eso sí, se llevaron el botafumeiro original. La catedral de Santiago tiene vida propia y también tiene moradores, los señores del templo: son los canónigos, de diez a quince hombres que viven y mueren allí, que gobiernan entre pasillos, dependencias privadas y escaleras de ca­racol la vida del gigantesco y sagrado edificio. 
Los canónigos del cabildo son hombres casi todos mayo­res de ochenta años. Ellos guardan los secretos de uno de los lugares más importantes del cristianismo, al que cada año miles de personas acuden en peregrinación para dejar allí pecados, promesas y dejar también mucho dinero, papel moneda de todo el mundo en forma de ofrenda. 

La mañana del 4 de julio del 2011, san Laureano y santa Isabel, mientras las campanas del templo anunciaban el mediodía en Santiago de Compostela, un hombre de pasos tranquilos cruzó el claustro, dejó atrás la formidable biblioteca y entró en el archivo de la catedral en dirección a la cámara acorazada. Las llaves de la caja fuerte estaban puestas. Miró hacia el piso superior. Nadie podía verlo. A su merced estaba el manuscrito encuadernado. Apenas treinta centímetros de largo y veintidós de ancho. Lo cogió, lo metió bajo sus ropas y salió de allí con los mismos andares tranquilos. Cruzó el claustro, llegó a la sacristía y se confundió con el resto de las almas que aquel lunes de verano poblaban la catedral. Muy pronto, la vida de Santiago de Compostela y la de los canónigos, la de los sacerdotes, los sacrista­nes, los archiveros y la de todos los habitantes del templo iba a ser sometida a la mayor investigación de su historia. Muy pronto llamarían a la puerta de la catedral los forasteros, los bárbaros, esta vez encarna­ dos en policías, los mejores especialistas de la Policía Nacional, llegados desde Madrid. Aquellos hom­bres y mujeres iban a descubrir sus pecados, veniales algunos y capitales otros. Y cuando lo hicieran, hasta las piedras tendrían que hablar. Aunque algunos trataron de resistirse.

EPÍLOGO

Manolo Castiñeiras cumple condena en la cárcel de A Lama (Pontevedra). Tiene fecha de salida para el año 2026. En el 2018 cumplió la primera cuarta parte de su vida en prisión, por lo que ya puede pedir permisos para disfrutar de libertad durante unos días. En la prisión, Castiñeiras vive casi como lo hacía cuando era un hombre libre. No se relaciona con mucha gente, no participa en cursos. No da problemas disciplinarios, tampoco aporta gran cosa a los demás. Aislado y huraño, sigue pasando mucho tiempo meditando y rezando, acudiendo a misa en la cárcel. Su mujer, Remedios Nieto, vive en el piso familiar de Rosalía de Castro. Es un ama de casa «sencilla, pero no simple», como la define uno de los investigadores. 
«Parece que no te dice nada, que está ahí por estar, pero como pueda, hace», añade otro. Remedios es una persona cariñosa, no es fría como su marido. Eso sí, nunca respondía a las preguntas sobre el Códice Calixtino ni sobre la fortuna que fue robando Manolo. De ella dicen en un informe que usó durante años «la ignorancia como escudo». Le funcionó.

El juez Vázquez Taín sigue impartiendo justicia en Santiago de Compostela y sigue siendo amigo del inspector jefe Tenorio. Ha escrito varias novelas policíacas y otra más basada en casos judiciales reales. Una de ellas, La leyenda del santo oculto, trataba sobre el Códice Calixtino mezclando una trama histórica con un robo del manuscrito cometido en el siglo XXI. En otra, titulada "Al infierno se llega deprisa", narra la historia de un magnate acusado del asesinato de un delincuente de poca monta y de la desaparición de la hija adolescente de su pareja. El juez escribe allí cómo se inicia el viaje que puede llevar a alguien a perderlo todo, a arruinar su vida. 

«Al infierno se llega con errores nimios que se van sumando. Primero se juega el dinero o la libertad. Si pierdes, arriesgas algo de lo que te queda; y así vas equivocándote hasta que, cuando no tienes nada, te juegas la vida». La investigación sobre el robo real del Códice Calixtino le marcó en muchos sentidos y también le hizo aficionarse a todo lo relacionado con los peregrinos. Después de recuperar el manuscrito, él mismo hizo buena parte del Camino de Santiago. 

La inspectora Ana continúa en la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional, es jefa de grupo. El subinspector Javier es su segundo de a bordo. La policía Rebeca se fue de la brigada cuando encontró un destino en su tierra, Zamora. Ana sigue sintiendo cierta lástima cuando alguien que comete robos sin violencia acaba pasando la noche en comisaría, pero no deja de detenerlos por ello. En el 2013, poco después de resolver el caso del Códice Calixtino, tuvo noticias de su viejo amigo, aquel coleccionista salvaje, Leonardo Patterson, que la hizo trabajar en Santiago de Compostela por primera vez, el tipo que había montado una exposición formidable con mil quinientas piezas precolombinas y al que varios países habían acusado de expolio. 

Finalmente, Patterson había huido a Alemania con las piezas y fue detenido en el aeropuerto de Barajas en el 2013, después de que se resolviera el robo del Calixtino. Guatemala, Nicaragua y Perú reclamaban su extradición. Su abogado en el juicio celebrado contra él en Santiago de Compostela fue el que luego sería alcalde con el PP, Gerardo Conde Roa. Ante el tribunal, Patterson aseguró que, pese a la prohibición expresa de la inspectora Ana y sus compañeros, desconocía que no podía sacar de España el tesoro que reclamaban aquellos países. Fue absuelto. Sí fue condenado a un año y tres meses de cárcel por la falsificación de una fabulosa cabeza olmeca, supuestamente de unos tres mil años de antigüedad. En realidad, había sido esculpida en el patio de una casa de Veracruz (México). Dos amigos de Patterson habían firmado su autenticidad como pieza precolombina del golfo de México. Su valor era, supuestamente, de sesenta millones de euros, y así fue presentada en España. 

Patterson no llegó a entrar en prisión y su colección pirata de arte duerme todavía en un almacén de París, o ese fue su último destino conocido. La búsqueda de los cuadros de Francis Bacon robados en un piso de su antigua pareja en Madrid fue el último gran servicio del inspector jefe Antonio Tenorio. Él y su compañera Ana descubrieron tras dos años de complicadísimo trabajo —eso sería otro libro— a los diez implicados y recuperaron tres de los cinco cuadros robados, valorados en unos treinta millones de euros. Tras esa operación, Tenorio se jubiló y regresó a su pueblo, Avilés, en Asturias, donde pasa los días entre sus eternos dolores de espalda, su rehabilitación y su familia. No pierde el carácter socarrón ni su afición por juntarse con amigos de la infancia y tomarse unas sidras. Sigue disfrutando de la pintura y no lo hace mal, aún conserva un viejo caballete que compró en su etapa de investigador destinado en el Banco de España. 

Cuando los dolores le dejan dar un paseín, como le ha prescrito su cardiólogo, Tenorio piensa en épocas pasadas. Y cuando ejerce de abuelo, además de sentir orgullo de sus nietos, el viejo policía siente un pellizco de remordimiento: «Por mi trabajo yo sacrifiqué a mis hijos, literalmente. Pasaba la semana trabajando en la policía y los fines de semana estudiando Derecho». También ve algunas series de Netflix, casi siempre de misterio. La penúltima que le gustó mucho fue Peaky Blinders, la historia de una familia de gánsteres en los años veinte del siglo pasado. 

Lee mucho, también le gusta escribir, no lo hace mal. Aunque, como dice con retranca asturiana, «mi principal afición desde hace años es pasar mi tiempo en la unidad del dolor del hospital». La espalda. Hay quien piensa que el viejo inspector jefe Tenorio es un héroe. Así lo define el juez Vázquez Taín, su amigo desde que aquel robo del Códice Calixtino unió sus vidas: «No sabemos valorar a algunos policías que tenemos en España. En arte, Tenorio era una autoridad, en cualquier país de Europa al que viajes te hablan de él como una persona que tenía un conocimiento... En aquella historia, él fue el poli malo y yo el poli bueno. Se suele decir que la suerte sonríe a los audaces. Tenorio lo fue. Ha dado todo a la sociedad». Como en Santiago. 

En aquellos doce meses desde que los bárbaros policías mandados por Tenorio llegaron a Santiago y tomaron el templo, ellos fueron los justos, los que buscaban la verdad, mientras otros que presumían de conocer la palabra sagrada se la ocultaban. La inmensa mayoría de los vecinos del inspector jefe Tenorio no saben quién es. Nadie diría, al verlo caminar con dificultad bajo las nubes de Avilés, que ese hombre de bigote y pelo blancos es un héroe. Un héroe tranquilo, que no se da importancia, como aquellos personajes de John Ford o Howard Hawks. Un tipo que llegó a la catedral de Santiago como Spencer Tracy en aquella magnífica película: Conspiración de silencio. 

Alguien que se limitó, durante muchos años, casi toda su vida, a hacer bien su trabajo. Siempre mejor en la calle que en los despachos. Pisando suelo y tierra antes que moqueta. Y que a veces disfrutó mucho con ello. Cuando tras recuperar y devolver el Calixtino le presentaron al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, uno de sus jefes lo retrató con precisión descarnada: «Presidente, este es Antonio Tenorio, inspector jefe de la Policía. No es comisario porque no le sale de los cojones». 

El camino de peregrinación es para los buenos; carencia de vicios, mortificación del cuerpo, aumento de las virtudes, perdón de los pecados, penitencia de los penitentes, camino de los justos, amor de los santos, fe en la resurrección y premio de los bienaventurados, alejamiento del infierno, protección de los cielos. Aleja de los suculentos manjares, hace desaparecer la voraz obesidad, refrena la voluptuosidad, contiene los apetitos de la carne que luchan contra la fortaleza del alma, purifica el espíritu, invita al hombre a la vida contemplativa, humilla a los altos, enaltece a los humildes, ama la pobreza; odia el censo de aquel a quien domina la avaricia; en cambio, del que lo distribuye entre los pobres, lo ama; premia a los austeros y que obran bien; en cambio, a los avaros y pecadores no los arranca de las garras del pecado. (Códice Calixtino) 

En agosto del 2018, un joven envió una carta al Obispado de Santiago. En ella explicaba que, tres años atrás, cuando iba a visitar la catedral, un anciano sacerdote le había pedido ayuda para bajar las escaleras que llevan del templo hacia la plaza. —He guardado silencio hasta ahora sobre este hecho que le voy a exponer y que me sucedió cuando tenía diecisiete años. Una tarde, un amigo y yo estábamos en la plaza y este sacerdote nos interpeló para que lo ayudásemos a bajar las escaleras; al tratarse de un anciano, no lo dudamos, ocasión que aprovechó para tocarme el trasero, rechazándolo yo de inmediato. El incidente fue descubierto y publicado por el diario "La Voz de Galicia" y, entonces, el obispado emitió un comunicado en el que confirmaba la denuncia: «Tras las necesarias deliberaciones y de forma inmediata, con fecha 3 de septiembre», se ordenó abrir las investigaciones «siguiendo los actuales protocolos de la Iglesia y ajustados a la legislación civil vigente».

Son tiempos del papa Francisco: el obispo designó a un delegado instructor para investigar el caso y se informó al denunciante. Se tomó declaración al joven y a su padre. El chaval había estado estudiando en Santiago y no se había atrevido a contarlo hasta que había dejado la ciudad. Su carta al obispado concluía afirmando que había estado «hablando con otros chicos; me dijeron de actuaciones parecidas. Le ruego tome medidas para que no se repita. Hasta ahora nadie se ha atrevido a denunciar». 

La iglesia de Santiago decidió entonces apartar al sacerdote de sus funciones públicas «dentro del respeto a la presunción de inocencia que también lo ampara». El obispo de Mondoñedo atribuyó esa conducta a «cosas de la edad y la merma de facultades». 
El que fuera deán de la catedral, don José María Díaz, vive desde entonces recluido en una casa de Mondoñedo.

Presentación: Los ratones de dios de Luis Rendueles. Con Antonio Tenorio


Parte del manuscrito de Castiñeiras

Fuentes cercanas a la investigación aseguran que en el registro del domicilio de Manuel Fernández Castiñeiras se encontraron además 31 libretas de tapa azul. Según las mismas fuentes, en esas libretas el electricista de la Catedral de Santiago relataba los encuentros sexuales entre sacerdotes, miembros del Cabildo catedralicio, además de relaciones sexuales con monaguillos de la Catedral. Según las mismas fuentes, el contenido de esas 31 libretas comprometería gravemente a medio centenar de personas, incluidos sacerdotes de la diócesis.

¿Cómo tuvo conocimiento Castiñeira de esas prácticas sexuales?

El electricista, que mantenía una estrecha relación de amistad con el déan de la Catedral de Santiago, José María Díaz Fernández, tenía acceso a todas las dependencias de la catedral e incluso tenía en su poder cuando fue detenido las llaves de todas las habitaciones del Seminario Menor, que se encuentra a menos de diez minutos andando de la Catedral.
El 14 de febrero de 2013 Fernández Castiñeiras presentó en el juzgado que instruye su causa un acta de manifestaciones manuscrita de 15 folios en la que el ex electricista denunciaba esas prácticas sexuales además de supuestos robos cometidos por miembros del entorno catedralicio.

Manuel Fernández Castiñeiras identificaba a los protagonistas, canónigos y trabajadores de la basílica, con nombres, apellidos y domicilios. Hablaba de preservativos usados en un convento compostelano; de pisos para curas, perfectamente localizados, reconvertidos en picaderos; de canónigos que se habían jurado odio eterno, rivales en su intento de llevarse a la cama a un joven que fue expulsado del seminario por su “declarada” homosexualidad. También de chantaje a cambio de sexo dentro del cabildo; y de amor entre un relevante religioso y un hombre al que acogió en su casa siendo menor. De tocamientos y acoso a algún trabajador heterosexual por parte de dos canónigos, y de caricias en el pene a los seminaristas, mientras dormían, en las noches de verano. Para concluir su relato, el exelectricista de la catedral daba cuenta de los jamones, buenos vinos y objetos de plata que ofrecían en el templo personas de fe y que acababan en manos de empleados de toda la vida. Y enumeraba todo un catálogo de bienes inmuebles en manos de trabajadores mileuristas que habían llegado sin fortuna conocida a la casa del Señor.

Los obispos gallegos temen que la defensa de Castiñeiras «trate de enmerdar el proceso con asuntos que nada tienen que ver con el Códice».
Y su preocupación está más que justificada: de salir a la luz pública el contenido detallado de las libretas el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, se encontraría en una situación insostenible, y se podría ver obligado a presentar su renuncia al Papa, máxime cuando según afirman algunas fuentes cercanas al juicio, el propio arzobispo podía haber tenido conocimiento de la existencia de estas libretas y de su contenido hace más de dos años.

VER+:

📕 "CORRUPCIÓN" (CORROSIÓN) DE DON PETER TURKSON









viernes, 17 de junio de 2016

LA EDAD MEDIA: ¿POR QUÉ LA LLAMAN "OSCURA"? Y SAN GREGORIO VII, EL VIGILANTE

La Edad Media: 
¿por qué la llaman "oscura"?


Contra un " prejuicio de siglos"

Cuántas veces para descalificar una situación o para estigmatizar algo negativo hemos escuchado: “Hemos vuelto a la Edad Media" o bien "¡Ésta es una mentalidad medieval!"
Desafortunadamente esta manera de expresarse, que ya se ha vuelto patrimonio común de nuestros tiempos, sella acríticamente un período histórico de hasta diez siglos, que incluso debe haber tenido algo bueno!
Luego veremos en qué sentido este espléndido período está entumecido por la ignorancia o bien por el prejuicio de los históricos y no; pero en primer lugar es oportuno recordar algunos aspectos de estos siglos que mucha gente aún se obstina en definir "oscuros."
Entretanto tratamos de delinear aunque sea en forma sintética este largo período histórico.

La Edad Media, tradicionalmente, indica el período que va desde la caída del Imperio Romano (476 d.C.) de Occidente al descubrimiento de América por Cristóbal Colón (1492). Se trata por tanto de un período bastante largo y complejo, pero "extrañamente" la cultura moderna no le gusta detenerse en modo objetivo sobre los distintos acontecimientos históricos o sobre los varios fenómenos culturales y religiosos que lo caracterizaron. En nuestros colegios también cada vez más acaba con convertirse en un breve y embarazoso paréntesis entre la época (de oro) del Clasicismo y el triunfal Renacimiento, de los descubrimientos y geniales intuiciones que introducen en aquél progreso sin fin al cual está destinada la historia del hombre, artífice de su mismo destino.

Naturalmente es imposible sintetizar en pocos renglones los complejos procesos de transformación que caracterizaron este período, que una acreditada estudiosa, Régine Pernoud, hubiera preferido definir "Civilización cristiana romano-germánica", aunque reconociera la imposibilidad de sustituir un término tan universalmente difuso (Edad Media) con otro difícilmente comprensible para la actual mentalidad predominante.
Antes que detenerse sobre los múltiples hechos históricos es útil e interesante destacar unos cuantos aspectos de este variegado o colorido período, que últimamente, por lo menos en el mundo académico más serio, conoce una decidida y mejor apreciación.
El aspecto más interesante para nosotros ciertamente es saber que lo que caracterizó la Edad Media es la concepción unitaria de la vida, reconocida como totalmente determinada por la pertenencia a la Iglesia (es decir por la dependencia de Dios), tanto que sería más adecuado definir la Edad Media como época de la Cristiandad.
Si lo que determinó la Edad Media fue una profunda religiosidad, vivida como pertenencia a la Iglesia, también todas las manifestaciones culturales, sociales y políticas fueron plasmadas por ella. Piensen por ejemplo en los "arquetipos de la cultura europea" que son el santo, el rey, el caballero y que nos han dejado una preciosa herencia, por quien tiene el ánimo de acogerla en su entereza.

Piensen en el resplandor de las catedrales que han punteado la entera Europa con faros luminosos por su belleza (¡Para R. Pernoud la Edad Media es la única época de subdesarrollo que nos haya dejado unas catedrales!). Piensen en el inestimable trabajo de los Benedictinos, que con su regla y con su laboriosidad no sólo han inspirado los otros órdenes religiosos, sino incluso han comenzado la obra simple y humilde de reconstrucción después de las devastaciones barbáricas, sin olvidar la custodia y la trascripción de los manuscritos de la antigüedad clásica. Piensen en los primeros colegios, nacidos a lado de los monasterios y frecuentados por todos, también por los más pobres. Piensen en el nacimiento de la Universidad, que, aunque fuera tenida por eclesiásticos, no tenía miedo al abordar cualquier tema, en nombre de la búsqueda de la verdad y utilizando lealmente la recta razón capaz de llegar a los umbrales de la fe. Piensen en las grandes obras filosóficas, natas también para contrastar el manifestarse de las herejías, pero no sólo. Piensen en el florecimiento prodigioso de poemas épicos cuyo contenido, gracias a las grandes peregrinaciones de la cristiandad, circulaban libremente en toda Europa; hasta hablar de la obra maestra de nuestros orígenes que es " La Divina Comedia". 

Pensemos en la relación de profunda lealtad y libertad que unía al señor y al vasallo. Pensemos en las grandes innovaciones técnicas demasiado a menudo ocultadas por la ignorancia de nuestro tiempo, consiguiente también al hecho de que hay muchos manuscritos que aún no se han examinados y publicados. Piensen en la importancia que tenía la mujer, puesto que también en los monasterios dobles, masculinos y femeninos, separados pero contiguos, los monjes hacían la "profesión" en las manos de la abadesa y no del abad; o bien en el hecho de que sólo en el otoño de la Edad Media, en el 1300, a la mujer no será más permitida, por ejemplo, la frecuentación de la Sorbona, mientras que antes la mujer podía también ejercer cargos públicos, o bien practicar la medicina, y ser coronada reina al igual que el rey (esto después ya ha ocurrido jamás).

Se trata sólo de algunos aspectos de la civilización de la Edad Media que nos hacen intuir cuál riqueza queda escondida y desconocida a la mayoría en este período. Ciertamente no faltaron errores e infamias, como en cada período histórico a causa de la fragilidad humana… pero también el hecho de que en toda la Edad Media sea documentado un sólo suicido dice bastante con respecto del tipo de mentalidad, que ya no conocemos jamás.
Todo eso para restablecer un mínimo de verdad sobre este período histórico tan desconocido.

¿Pero por qué se ha llegado a marcarla como época "oscura"?
¿Y cómo ha nacido esta leyenda que fácilmente es suministrada por historiadores e intelectuales que, por ignorancia o por prejuicio, prefieren liquidar con una simple fórmula casi mil años de historia?
Hay que tener presente una verdad muy a menudo olvidada: que "la historia" oficial - la que luego termina convirtiéndose en un patrimonio común de un determinado pueblo - no está constituida por los hechos históricos en su totalidad y en su significado (eso sería un signo de gran amor a la verdad), sino por lo que los vencedores deciden que merezca la pena recordar. Pues no son necesarias operaciones abiertamente falaces como las que se perpetraron, teorizando una ideología que justificaba todo, en la Unión Soviética del siglo pasado, por lo cual la historia se volvió a escribir en cada generación obedeciendo a las exigencias propagandísticas del jefe del momento histórico: es suficiente omitir algunos períodos históricos o ciertos hechos y poner de relieve otros [y el juego es hecho] (fíjense en qué forma hablan de los mártires de la Resistencia en Italia y como por tanto tiempo se haya culposamente silenciado las ya famosas "foibe").

Y aunque no sean los vencedores en sentido político o militar quienes efectúan la manipulación de los acontecimientos históricos, lo que determina la elección de los hechos dignos de ser recordados es ciertamente también la orientación ideológica, o, mejor dicho, la mentalidad propia del período en que el historiador escribe.
El segundo aspecto que no debemos minimizar es la acción sutil que se cumple también con el empleo de determinados términos: Edad Media sería en efecto sencillamente una "edad intermedia", un paréntesis insignificante (¡de casi mil años!!!), un… accidente de camino, entre el resplandor de la edad clásica y el Renacimiento.
Este tipo de operación, por lo que concierne la Edad Media, comenzó precisamente con el surgimiento de la nueva cultura del Renacimiento, que se plantea conscientemente en antítesis con respecto a los siglos anteriores y en particular a aquellos en los que la unidad de concepción de la vida, determinada por la civilización íntegramente cristiana, había prevalecido. La contraposición cultural basada en una concepción de la realidad que comenzaba a rechazar a Dios de modo cada vez más consciente, luego fue acentuada en el momento en el que se empezó a demonizar todo lo que podía relacionarse con el oscurantismo católico.

Tal operación luego es incrementada, en el tiempo de la así llamada "Reforma", por los teólogos y los históricos protestantes, que animados por el odio anticatólico (acordamos que el Papa fue definido por ellos como el Anticristo), no dudaron en dar un juicio negativo de todo ese período que se había caracterizado por el triunfo de la Iglesia y del papado romano.
Sucesivamente la obra de desvalorización total de la Edad Media fue completada con la Ilustración, que en nombre de la exaltación de la razón entendida como capacidad abstracta y orgullosa de medir la realidad, marca definitivamente los que define siglos oscuros, en odio a toda tradición, especialmente si es religiosa, cerrándose así la posibilidad de conocer realmente esos siglos en que precisamente la Iglesia había sido la única que defendió la recta razón.

Uno de los resultados más clamorosos de la Ilustración fue ciertamente la revolución francesa; uno de sus primeros actos fue la Asamblea Nacional que, en la célebre noche del 4 de agosto de 1789 decretó prácticamente la supresión del pasado para poder "hacer renacer" una nueva Francia.
Al final del 1700 la obra de mistificación respecto a mil años de historia, gracias a la sabia obra iniciada con el Renacimiento, prácticamente se concluye: ya la Edad Media, como expresión de la cristiandad, tiene definitivamente una imagen negativa e inmutable y vuelve automática cualquier condena superficial de ese período histórico.
Actualmente, nuestra cultura, descristianizada casi totalmente, recibe con gusto esta visión heredada por siglos de mistificación con respecto de la Edad Media, y acríticamente la hace suya.
Para profundizar este argumento se propone la lectura de los artículos:"La leggenda nera sul Medioevo" (La leyenda negra sobre la Edad Media) de Marco Tangheroni, artículo aparecido en el n. 34,35 (1978) de Cristianità."Il Medioevo: l'unica epoca di sottosviluppo che ci abbia lasciato delle cattedrali" (La Edad Media: la única época de subdesarrollo que nos haya dejado catedrales), Entrevista editada por Massimo Introvigne, artículo aparecido en Cristianità n. 117 (1985)."Luce del Medioevo cristiano" (Luz de la Edad Media cristiana) de Gianpaolo Barra ("El Timón" a Radio Maria).
San Gregorio VII, 
pontífice
(25 de mayo)
Año 1085

Más te ama el que te corrige tus defectos, 
que el que te alaba por lo que no vale la pena.

(Proverbios)

Se llamaba Hildebrando, nombre que en Alemán significa "Espada del batallador". Al ser elegido Papa, cambió su nombre por el de Gregorio, que significa: "el que vigila". Nació de padres muy pobres en la provincia de Toscana en Italia. Muy joven fue llevado a Roma por un tío suyo que era superior de un convento de esa ciudad. Y allí le costeó los estudios, que hizo muy brillantemente, hasta el punto que uno de sus profesores exclamó que nunca había conocido una inteligencia igual. Uno de sus profesores, el P. Juan Gracián estimaba tanto a su discípulo, que cuando lo eligieron Papa con el nombre de Gregorio VI, nombró a Hildebrando como secretario.

Después de la muerte del Papa Gregorio VI, Hildebrando se fue de monje al famoso monasterio de Cluny, donde tuvo por maestros a dos grandes santos: San Odilón y San Hugo. Ya pensaba pasar el resto de su vida como monje, cuando al ser elegido Papa San León XI, que lo estimaba muchísimo, lo hizo irse a Roma y lo nombró ecónomo del Vaticano, y Tesorero del Pontífice.

Y desde entonces fue el consejero de confianza de cinco Sumos Pontífices, y el más fuerte colaborador de ellos en la tarea de reformar la Iglesia y llevarla por el camino de la santidad y de la fidelidad al evangelio.

Durante 25 año se negó a ser Pontífice, pero a la muerte del Papa Alejandro II, mientras Hildebrando dirigía los funerales, todo el pueblo y muchísimos sacerdotes empezaron a gritar: "¡Hildebrando Papa, Hildebrando Papa!" - El quiso subir a la tarima para decirles que no aceptaba, pero se le anticipó un obispo, el cual con sus elocuentes elogios convenció a los presentes de que por el momento no había otro mejor preparado para ser elegido Sumo Pontífice. El pueblo se apoderó de él casi a la fuerza y lo entronizó en el sillón reservado al Papa. Y luego los cardenales confirmaron su nombramiento diciendo: "San Pedro ha escogido a Hildebrando para que sea Papa".
Un arzobispo le escribió diciéndole: "En ti están puestos los ojos de todo el pueblo. El pueblo cristiano sabe los grandes combates que has sostenido para hacer que la Iglesia vuelva a ser santa y ahora espera oír de ti grandes cosas". Y esa esperanza no se vio frustrada.
San Gregorio se encontró con que en la Iglesia Católica había desórdenes muy graves. Los reyes y gobernantes nombraban los obispos y párrocos y los superiores de conventos y para estos puestos no se escogía a los más santos sino a los que pagaban más y a los que les permitían obedecerles más ciegamente. Y sucedió entonces que a los altos puestos de la Iglesia Católica llegaron hombres muy indignos de tales cargos, y que tenían una conducta verdaderamente desastrosa. Muchos de estos ya no observaban el celibato (la obligación de mantenerse solteros y conservando la virtud de la pureza) y vivían en unión libre y varios hasta se casaban públicamente. Y los gobernantes seguían nombrando gente indigna para los cargos eclesiásticos.
Y fue aquí donde intervino Gregorio VII con mano fuerte. Empezó destituyendo al arzobispo de Milán pues lo habían nombrado para ese cargo porque había pagado mucho dinero (simonía se llama este pecado). Luego el Papa reunió un Sínodo de obispos y sacerdotes en Roma y decretó cosas muy graves. Lo primero que hizo este pontífice fue quitar a todos los gobernantes el derecho a las investiduras, que consistía en que por el sólo hecho de que un jefe de gobierno le diera a un hombre el anillo de obispo o el título de párroco ya el otro quedaba investido de ese poder y podía ejercer dicho cargo. El Papa Gregorio decretó que a los obispos los nombraba el Papa y a los párrocos, el obispo y nadie más. Y decretó que todo el que se atreviera a nombrar a un obispo sin haber tenido antes el permiso del Sumo Pontífice quedaba excomulgado (o sea, fuera de la Iglesia Católica) y la misma pena o castigo decretó para todo el que sin ser obispo se atreviera a nombrar a alguien de párroco.
Estos decretos produjeron una verdadera revolución de todas partes. Todos los que habían sido nombrados obispos o párrocos superiores de comunidades por los gobernantes civiles sintieron que iban a perder sus cargos que les proporcionaban buenas ganancias económicas y muchos honores ante las gentes, y protestaron fuertemente y declararon que no obedecerían al Pontífice. Y los gobernantes civiles sí que se sintieron más, porque perdían la ocasión de ganar mucho dinero haciendo nombramientos.

El primero en declarase en revolución contra el Papa fue el emperador Enrique IV de Alemania que ganaba mucho dinero nombrando obispos y párrocos. Enrique declaró que no obedecería a Gregorio VII y que se declaraba contra sus mandatos. Pero al Papa no le temblaba la mano y decretó enseguida que Enrique quedaba excomulgado, y envió un mensaje a los ciudadanos de Alemania declarando que ya no les obligaba obedecer a semejante emperador. Esto produjo un efecto fulminante. En toda la nación empezó a tramarse una revolución contra Enrique y éste se sintió que iba a perder el poder.
Cuando Enrique IV se sintió perdido se fue como humilde peregrino a visitar al Papa, que estaba en el castillo de Canossa, y allá, vestido de penitente, estuvo por tres días en las puertas, entre la nieve, suplicando que el Sumo Pontífice lo recibiera y lo perdonara. Gregorio VII sospechaba que eso era un engaño hipócrita del emperador, para no perder su puesto, pero fueron tantos los ruegos de sus amigos y vecinos que al fin lo recibió, le oyó su confesión, le perdonó y le quitó la excomunión.

Y apenas Enrique se sintió sin la excomunión se volvió a Alemania y reunió un gran ejército y se lanzó contra Roma y se tomó la ciudad. El Papa quedó encerrado en el Castillo de Santángelo, pero a los pocos días llegó un ejército católico al mando de Roberto Guiscardo, lo sacó de allí y lo hizo salir de la ciudad. El Papa tuvo que irse a refugiar al Castillo de Salerno.
Mientras los enemigos del Santo Pontífice parecían triunfar por todas partes, a Gregorio le llegó la muerte, el 25 de mayo del año 1085. Sus últimas palabras que se han hecho famosas fueron: 
"He amado la justicia y odiado la iniquidad. Por eso muero en el destierro". Cuando él murió parecía que sus enemigos habían quedado vencedores, pero luego las ideas de este gran Pontífice se impusieron en toda la Iglesia Católica y ahora es reconocido como uno de los Papas más santos que ha tenido nuestra santa religión. Un hombre providencial que libró a la Iglesia de Cristo de ser esclavizada por los gobernantes civiles y de ser gobernada por hombres indignos (Todo lo contrario de ahora, como el caso sangrante del Rey Juan Carlos de España y la conferencia episcopal).

VER



«Las Cruzadas fueron legítimas y la Inquisición 
no fue sangrienta», dice un historiador no católico

martes, 14 de agosto de 2012

Oración del Compañero Albañil Constructor de Catedrales



"Los intelectuales son cínicos y nunca han construido una catedral".  Henry Kissinger


"Un amigo me preguntaba por qué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: "Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión".  Heinrich Heine




«Sólo cuenta la construcción… la muerte no existe.
Nosotros sobreviremos a nuestra obra».
(Maestro Juan)


Cuentan de un peregrino medieval que se detuvo un dia en una cantera donde picaban piedra tres hombres.

El peregrino les preguntó qué estaban haciendo.

El primero replicó:
- “Estoy picando piedra”.
El segundo dijo:
- “Estoy ganando el pan para mí y para mi familia”.
El tercero respondió.
- “Estoy colaborando a la construcción de una catedral”.





La Oración del Compagnon Albañil Constructor de Catedrales es una plegaria que se encuentra en el Index de la Iglesia Cristiana como una herejía…
Está en los textos prohibidos de la Basílica de Saint Sulpice en París y otra parte en la Catedral de Saint Michel en el Mont Saint Michel entre Normandía y el país Celta.


Enséñame, Señor, a bien utilizar
el tiempo que me das
Para trabajar y emplearlo de tal manera
que no pierda un solo instante.
Enséñame a sacar partido de los errores pasados
sin caer en el escrúpulo que martiriza.
Enséñame a anticipar todo Plan
sin mortificarme, a imaginarme la Obra
sin lamentarme si esta surge de otra manera.
Enséñame a unir la prisa y lo lento,
la serenidad y el fervor, el coraje y la paz...
Ayúdame cuando comience mi Obra,
ahí donde soy débil,
Ayúdame en el corazón de la Obra,
a tener juntos los hilos de la concentración,
Y sobretodo rellena Tú mismo
el vacío de mi Obra.
Señor, en toda Obra de mis manos,
deposita una gracia de Ti para hablar
a los demás y un defecto de mi
para hablar conmigo mismo.
Protege en mí la Esperanza de la perfección
pues sin esto nada tendría sentido;
Protegedme de la impotencia de la perfección
o de otra manera no seré más
que un orgullo sin sentido.
Purifica mi mirar:
cuando yo hago el mal,
no es tan seguro de que sea mal,
y cuando yo hago el bien
no estoy muy seguro que yo haga bien.
Señor, permíteme, de nunca olvidar
que todo saber es vano salvo donde hay trabajo,
y que todo trabajo es vacío si no hay Amor,
y que todo Amor es hueco
si no me uno a mí mismo, a los demás y a Ti.
Señor, enséñame a rezar cada día
con mis manos, mis brazos y toda mi fuerza,
Recuérdame que la Obra de mis manos
te pertenece y que me pertenece de entregártela,
ofreciéndola a los demás.
Que si yo lo hago por el gusto de la ganancia,
como una fruta olvidada yo me podriré en el otoño,
Que si yo lo hago para que los demás me admiren,
como la flor me marchitaré todas las noches,
Pero, si yo lo hago por el Amor del Bien,
yo estaré siempre en el Bien
Y el tiempo de hacer el Bien
y en tu Gloria es aquí, en esta tierra
y ahora en este instante.
Amén.




Señor, que seamos humildes anónimos
de Tu Absoluta Gracia.
Que sólo se honre, se glorifique, se reconozca
Tu Autoría, como lo hacían
los constructores de catedrales





Las catedrales, una de las creaciones artísticas más elevadas de la humanidad, son fruto de la fe de la Edad Media cristiana. Las catedrales románicas se caracterizan por la solidez de sus muros, sus bóvedas y sus líneas simples y esenciales. Como novedad, introdujeron las esculturas, realizadas con una finalidad más pedagógica que de perfección técnica. En los Pórticos de estas iglesias, predomina la representación de Cristo como juez universal, significando que Él es la puerta que lleva al Cielo. Entrando en la Iglesia y participando en la celebración litúrgica, los fieles podían gustar un anticipo de la bienaventuranza eterna.



La Catedral gótica, verdadera síntesis armónica de fe y de arte, se diferenció de la románica por su impulso vertical y su luminosidad, intentando expresar en sus líneas arquitectónicas el anhelo del alma a Dios. La escultura gótica, representando escenas del Evangelio, de los misterios del año litúrgico, de la Virgen María o de los santos, hizo de las catedrales una "Biblia de piedra". Tanto el arte románico como el gótico no se pueden comprender sin tener en cuenta el alma religiosa que los ha inspirado. Además, nos recuerdan que la vía de la belleza es un camino privilegiado para acercarnos al Misterio de Dios.


 

Catedral Santiago de Compostela.
Por el fotografo Gallego Xoán Piñón

"La catedral perfecta del universo es la ciudad de Dios. Todo está ordenado en ella de acuerdo con unos ritmos que no varían nunca. Los planetas cumplen su revolución con una tranquila constancia , el sol se levanta cada mañana por el Este y las fases de la Luna se repiten cada mes. Es posible prever , por la observación y el cálculo, el desplazamiento de los astros y comprender las leyes celestes que aplica el arquitecto soberano de los mundos , sin fallar un solo instante.



Si el cielo es el lugar donde se expresan magníficas verdades, la organización de la Tierra ha de hacerse a su imagen. Así ,pues, los maestros de obras tienen el deber de volver a crear la morada Divina en el suelo de Occidente con el fin de que todos los hombres tengan ante sus ojos una imagen de la arquitectura secreta del paraíso, una imagen que les permitirá perfeccionarse y edificar el Templo en si mismos" C. Jacq & F. Brunier