Defender el capitalismo
Subraya la capacidad creativa de las personas y rechaza tanto las fábulas de Piketty y compañía contra la propiedad como las jeremiadas de Greenpeace y su «capitalismofobia mendaz»
Mientras asistimos al enésimo hostigamiento del Gobierno a las empresas españolas, me permito recomendar el libro de Carlos Martínez Gorriarán –«En defensa del capitalismo», Espasa–, que recorre la historia de la economía con acierto y desde una perspectiva pro-capitalista, que no es frecuente encontrar en el mundo cultural y académico.
No acepta los tópicos progresistas: «el capitalismo ha hecho más y en menos tiempo por la igualdad civil que todos los sistemas precedentes». Denuncia falacias hostiles al mercado, que se remontan a los griegos y sus ataques al comercio o la usura: «El préstamo a interés es un fenómeno antiguo y universal por una razón: que la economía real no es un juego de suma cero donde alguien abusa y otro es abusado, sino que ambas partes pueden obtener beneficios». Recela de la solidaridad monopolizada por el poder, porque, «aunque es corriente citarlos en oposición, el altruismo no está reñido con la propiedad ni con el interés o expectativa de obtener un beneficio». Progreso, en fin, es sinónimo de economía de mercado, «contradiciendo las profecías marxistas».
Subraya la capacidad creativa de las personas y rechaza tanto las fábulas de Piketty y compañía contra la propiedad como las jeremiadas de Greenpeace y su «capitalismofobia mendaz».
Al volumen solo le falta, precisamente, un análisis sobre el Estado. Eludiendo la clave política del liberalismo, que es la limitación del poder, el autor elogia la democracia, pide «un sistema fiscal razonable», y recuerda que el Presupuesto es «la ley democrática más importante del año». Como si no fuera interesante pensar en por qué los Estados democráticos han crecido hasta alcanzar unas dimensiones que habrían sido inconcebibles para los liberales desde Smith hasta Hayek, debilitando los dos fundamentos institucionales del capitalismo: la propiedad privada y los contratos voluntarios.
Ausente la reflexión sobre la política y sus demarcaciones, Martínez Gorriarán busca la virtud en un equilibrio entre dos males supuestamente equivalentes: «unos siguen defendiendo la planificación socialista y otros son partidarios del mercado sin regulaciones», olvidando que el capitalismo funciona con normas, y que es absurdo solapar a Marx con Mises.
En resumen, un volumen interesante, apenas empañado por la generalizada corrección política de quienes anhelan un Estado que nos cuide con servicios públicos pero que no viole nuestra libertad, sin explicar cómo obtener tan saludable desenlace.
EN DEFENSA
DEL
CAPITALISMO
Una filosofía económica del progreso de la humanidad
La economía está estrechamente relacionada con la historia de las ideas. Es el resultado de la acción humana (es decir, cultura) y las condiciones materiales en las que se desenvuelve, su naturaleza.A partir de un repaso ameno a la economía y el pensamiento económico desde la Prehistoria a la China actual, pasando por las utopías precursoras del anticapitalismo moderno y por las ideas de Adam Smith y Karl Marx, las conclusiones de Martínez Gorriarán resultan tan interesantes como el viaje emprendido.Frente al anticapitalismo imperante en la sociedad actual, anclado en la repetición de un conjunto de prejuicios, lugares comunes y simples falacias típicas de la corrección política más de moda, este ensayo nos invita a reflexionar sobre la sociedad actual y su futuro, sobre la verdadera naturaleza del ser humano como Homo oeconomicus y sobre el paralelismo entre procesos económicos, culturales y naturales.
Un buen día, al llegar a su aula para impartir clase –es profesor de Filosofía de la Universidad del País Vasco–, Carlos Martínez Gorriarán se encontró con que el profesor anterior, de la asignatura Introducción a la Economía, había dejado escrito en la pizarra, como si fuese una verdad revelada con fuerza de dogma: "La libertad económica acaba con las demás libertades". La capitalismofobia, término que emplea el autor, es generalizada en el ámbito académico, tanto en España como en el extranjero.
Aprovechando que la pandemia obligaba a un retiro casi monacal, Martínez Gorriarán aprovechó para escribir En defensa del capitalismo, un título necesario generación tras generación desde La riqueza de las naciones de Adam Smith (1776) para defender que la libertad económica no sólo no acaba con las libertades, sino que es el primer dique de contención contra los enemigos del comercio, del Estado de Derecho y de los derechos fundamentales en su asalto a la Libertad con mayúsculas.
La perspectiva de Martínez Gorriarán, como la del último Hayek, es evolucionista, atiende a la dialéctica entre las distintas formas de cultura y la economía y se sale del estrecho marco economicista habitual en la defensa del capitalismo cuando se realiza por economistas. Así, este profesor de Filosofía traza un panorama sugerente del capitalismo casi como un fenómeno estético, en el que la naturaleza y la cultura se entretejen poniendo de manifiesto distintos modos de concebirlo, del más bien manchesteriano de tipo anglosajón a ese peculiar híbrido –capitalismo de partido único comunista– que se ha desarrollado en China, pasando por el ordoliberal germánico.
Para ello, Martínez Gorriarán analiza la historia de los modos de producción de la Humanidad, del esclavista griego y el imperial romano, pasando por la primera globalización hispana, hasta el actual globalismo posmoderno, con especial atención, de nuevo, a China, lo que me parece especialmente relevante, porque no cabe duda de que el país regido por Xi Jinping está progresando para convertirse en el nuevo imperio donde no se ponga el sol.La libertad económica no sólo no acaba con las libertades, sino que es el primer dique de contención contra los enemigos del comercio, del Estado de Derecho y de los derechos fundamentales en su asalto a la Libertad con mayúsculas.
De acuerdo al planteamiento evolucionista del autor, el estado sociocultural que conocemos como capitalismo se ha manifestado en sus diversos modos como consecuencia de presiones circunstanciales, igual que sucede con las especies naturales en la teoría de la selección de Darwin. Ahora bien, Martínez Gorriarán concede que aunque, por usar una metáfora lingüística, el paso del latín al español fue resultado de presiones evolutivas históricas, hay margen para cierta intervención en las lenguas y su evolución. Es el tema de la selección artificial como una ingeniería reformista y moderada respecto al gran devenir de la selección sociocultural. Con su modelo, Martínez Gorriarán trata de desafiar lo que denomina "fantasmas del capitalismo": los espejismos sobre su funcionamiento y destino que suelen agitar los pronósticos tanto de sus enemigos como de sus admiradores, estos últimos tan pesimistas como aquellos (baste recordar al ya mencionado Hayek, cuando pronosticaba un camino de servidumbre totalitaria, o a Schumpeter, que veía de manera pesimista al socialismo como la evolución natural del capitalismo).
Desafiando lo que podría parecer cierto determinismo en la evolución del capitalismo, Martínez Gorriarán hace profesión de fe de un optimismo antropológico basado, como reza la última frase de su libro, «las capacidades creativas y la libertad de elegir de los animales económicos». Pero antes de llegar a dicha conclusión ha desarrollado una tesis ontológica sobre el capitalismo como desarrollo socio cultural muy sugerente, según la cual «El mercado es un sistema espontáneo surgio de la acción de fuerzas impersonales, la oferta y la demanda.» (página 420)
De la colusión entre la tesis antropológica, la libertad de la acción humana, y la ontológica, el mercado como un sistema que emerge como una propiedad de las relaciones de producción, se llega a una tesis que podríamos calificar de hegeliana: la dialéctica entre las formas de creación son las que dan impulso al capitalismo en su crecimiento, por una parte, y en su mutación, por otra, de una manera que críticas como la marxista nunca llegan a alcanzarle porque se fosilizan respecto a un objeto de análisis que está en permanente cambio.
¿Cuál es el principal enemigo del capitalismo? No serían para Martínez Gorriarán los comunistas ni los anarcocapitalistas, un exceso y un defecto respectivamente del capitalismo, sino «Los oligopolios, que medran erosionando la igualdad de oportunidades, la competencia creativa y la democracia, degenerada en oligarquía política-financiera o “capitalismo de amiguetes”». (página 455)
Una denuncia que tiene ecos en la tradición liberal desde Adam Smith y su crítica de la manipulación de precios entre empresarios del sector a la Escuela de Friburgo con su política de defensa de la competencia frente a los cárteles.
Profundo conocedor del pensamiento marxista y maoísta, los autores más citados como referentes de los enemigos del capitalismo, esta defensa del capitalismo por parte de Carlos Martínez Gorriarán se convertirá en uno de los libros de referencia para la batalla cultural que se avecina en los próximos decenios, cuando se decidirá la emergencia del sistema económico y político que será hegemónico en el siglo XXI.
Ojalá que sea el capitalismo pero para no volvernos a equivocar, como subraya el autor que hicieron de Polanyi a Schumpeter, mejor no predecir tanto el fin de la libertad y actuar más libremente.
GLORIA ÁLVAREZ Y LA DEFENSA DEL CAPITALISMO
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