Superando la adversidad:
El violinista que, pese a todo, siguió tocando
Hay una historia que recorre Internet desde hace unos años y tiene que ver con Itzhak Perlman, un excepcional violinista de nuestra época, que a lo largo de su vida ha tenido que enfrentarse cara a cara con la adversidad.
Ha sido solista en una serie de bandas sonoras de películas, como el tema de la película de 1993 La lista de Schindler de John Williams, que ganó un premio de la Academia a la mejor banda sonora original.
Cuando era niño, Itzhak contrajo la polio y su movilidad quedó muy reducida de por vida. Las muletas le han acompañado desde entonces. Eso no impidió, sin embargo, que su talento y sus enormes ganas de tocar el violín le hayan llevado a la cumbre, a ser uno de los mejores en lo que más le gusta hacer: tocar el violín.
Cada vez que Itzhak da un concierto junto con una gran orquesta, entra en el auditorio lentamente, con signos de fatiga y dolor, hasta finalmente lograr colocarse en su sitio. Lo que para los demás músicos es muy sencillo, llegar andando a su sitio en el escenario, para él es muy difícil. Por contra, lo que para la gran mayoría de nosotros es tremendamente difícil: tocar el violín, para Itzhak parece muy sencillo.
Cuenta la historia que en un concierto muy especial, con un público muy ilusionado, que llevaba mucho tiempo esperado ver y escuchar a Itzhak Perlman, ocurrió algo muy infortunado: a los pocos segundos de comenzar el concierto, con sólo unos pocos -pero mágicos- acordes interpretados por Itzhak en su maravilloso violín Stradivarius, repentinamente una de las cuatro cuerdas del violín se rompió con un tremendo chasquido.
Aclaración: un violín que pierde una de las cuerdas se convierte en algo prácticamente inútil para tocar música sinfónica, debido a los inarmónicos que genera. Cualquiera que toque el violín u otro instrumento de cuerda de la misma familia lo podrá corroborar. Es imposible tocar un violín de tres cuerdas y por eso los violinistas suelen llevar un violín de reserva, aunque cuando se toca un Stradivarius no es posible tener otro de las mismas características en reserva.
La orquesta dejó de tocar inmediatamente, el público enmudeció y el director de orquesta, tras ver lo que había ocurrido, se dio la vuelta y se dirigió al público:
Estimado público, lamentamos profundamente lo ocurrido. Por desgracia, una de las cuerdas del violín del maestro Perlman se ha roto. Es un hecho muy poco frecuente, pero es una adversidad que no podemos resolver a tiempo para continuar con este concierto, por falta de tiempo; el horario es muy ajustado y se necesita más de media hora para cambiar la cuerda y poner a punto el violín. Les pedimos sinceras disculpas…
En ese momento, Itzhak Perlman interrumpió al director y le dijo que por favor se preparase para continuar con la obra. Itzhak cerró los ojos, se quedó en silencio unos segundos, como recomponiendo su mente y visualizando interiormente las tres cuerdas de su Stradivarius. Y acto seguido le hizo una señal al director y la pieza musical arrancó donde se había quedado.
Itzhak puso tanta pasión en su interpretación con sólo tres cuerdas, imposible de hacer según muchos, que aquella noche se escuchó uno de los conciertos más bellos de la historia. Al finalizar, Itzhak se secó el sudor de la frente (fue un grandísimo esfuerzo el que tuvó que hacer aquella noche para tocar lo imposible) y se dirigó al público con estas palabras:
¿Saben ustedes? en ocasiones el artista tiene la obligación de descubrir cuánta música puede aún hacer con los recursos que le quedan.
Itzhak hizo esa noche lo imposible. En lugar de concentrarse en la cuerda que se había roto, se concentró con toda su energía, talento y ganas, en las otras tres cuerdas que le quedaban. Y con ellas siguió adelante y superó todas las expectativas.
Itzhak, nacido en 1945 de padres judíos originarios de Polonia, habiendo superado la polio en su infancia, habiendo, pese a la adversidad, llegado a lo más alto en la carrera musical, nos enseño a todos esa noche una gran lección, que es aplicable a muchos ámbitos de la vida:
No te concentres en lo que has perdido debido a la crisis o a cualquier adversidad acontecida; concéntrate en lo que te queda, en todo lo que puedes hacer con los recursos que tienes ahora.
Nada es más fuerte que la voluntad, y eso es algo que todos llevamos dentro y que no nos pueden quitar. Si tienes voluntad por hacer algo, nada te podrá detener.
A pesar de que la historia apareció publicada en el diario Houston Chronicle e incluso inspiró un libro, podría tratarse de una leyenda urbana. ¿Demasiado bonita para ser verdad? Y, sin embargo, tras investigar un poco he dado con otros casos –si bien no tan bellos– de violinistas que siguieron adelante con sus conciertos tocando con sólo tres cuerdas. Y todos sabemos de alpinistas cojos que coronan cimas porque, como Perlman en esta historia, no sabían que se trataba de algo imposible.
En el contexto en el que la escuché, sin embargo, la historia no pretendía ejemplificar hasta dónde se puede llegar con el esfuerzo en medio de la adversidad (este no era el principal objetivo). Se trataba de una charla sobre ecuanimidad, ese palabro que no hay que confundir con indiferencia, frialdad o titubeo. La ecuanimidad se interesa por lo que sucede, sea lo que sea, simplemente porque está ocurriendo, y tiene la capacidad de abrazar los extremos sin perder el equilibrio. Contiene la voluntad de observar los eventos placenteros y dolorosos con la misma intensidad.
La vida sucede, en fin, y a menudo no colabora con nosotros. Entonces, cuando parece que sólo tenemos tres cuerdas, todavía es posible hacer música.
Deseo que esta historia te haga reflexionar. Es sólo una historia; algunos dicen que nunca ocurrió, otros dicen que es una leyenda urbana que se ha ido exagerando con el paso de los años, otros cuentan que se publicó en el New York Times y que es totalmente verídica. Yo pienso que el mensaje es lo importante y que hoy, más que nunca, su vigencia es completa.
Deja de pensar en la cuerda rota y concéntrate en las otras tres.
Supera la adversidad y con tu voluntad, sigue tocando.
Itzhak Perlman - Theme From Schindler's List
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