EL Rincón de Yanka: LA VIRGEN DE LA REVELACIÓN O TRES FUENTES (TRE FONTANE)

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viernes, 6 de mayo de 2022

LA VIRGEN DE LA REVELACIÓN O TRES FUENTES (TRE FONTANE)

LA VIRGEN DE LA REVELACIÓN 
O TRES FUENTES (TRE FONTANE)

Se aparece a Bruno Cornacchiola y sus tres hijos el día 12 de abril de 1947 en un lugar de las afueras de Roma, llamado Tre Fontane. Bruno, después de su servicio militar en 1936, se había hecho comunista y anticlerical. No había querido casarse por la Iglesia, pero su esposa le había insistido tanto que aceptó casarse en la sacristía, pero sin misa y sin confesarse ni comulgar. Después se fue a combatir en la guerra civil española. Allí se hizo amigo de un protestante alemán que le inculcó un gran odio al Papa y a la Iglesia católica. Por eso, compró un puñal en Toledo y en él escribió: “A morte il Papa” (muerte al Papa). Cuando regresó de la guerra, convertido en feroz anticatólico, cogió todos los rosarios, libros e imágenes de su casa, especialmente un crucifijo, y los despedazó y los quemó. Ese crucifijo roto lo verá en la gruta, a los pies de la Virgen en el momento de la primera aparición. Junto a él había también una sotana, la de un sacerdote a quien él se la había roto, al cerrarle bruscamente la puerta del tranvía, cuando era tranviario en Roma. Ese sacerdote anciano se cayó y se rompió el fémur. Años más tarde, al ir a visitar enfermos como fervoroso católico, encontrará a este sacerdote y le pedirá humildemente perdón y le ayudará a misa. 

Al poco tiempo, después de quemar todas las imágenes de su casa, entra en la secta de los adventistas y es tan activo que él mismo convierte a otros 135. El día de la primera aparición estaba preparando con su Biblia un sermón contra la Inmaculada Concepción. María se le aparece con la Biblia en la mano para indicarle que de Ella habla la Biblia, el libro de la Revelación. Y le dice que rece el rosario todos los días, porque “las Avemarías dichas con fe son como flechas que llegan al corazón de Jesús”. 

Aquel día se sentía tan feliz que decía: “Quien ha tenido la alegría excepcional de ver la belleza tan celestial de María no puede hacer otra cosa que desear morir para poder gozar de tanta felicidad en el cielo”. María le habló de los tres puntos blancos del amor y de la unidad. Primero, la Eucaristía (hostia blanca y pura). Segundo, la Inmaculada Concepción (blanca pureza de María). Tercero, el Papa, vestido de blanco. Por eso, él dice: 

“He aquí la verdadera Iglesia de Cristo, la Iglesia que vive de Jesús Eucaristía, que reconoce a María Inmaculada y que obedece y defiende al Papa... El que no quiere vivir esta unidad de amor y de obediencia con Cristo Eucaristía, María Inmaculada y el Papa, se opone a la voluntad de Jesucristo”. Pero veamos lo que dice de aquel día de la primera aparición: “Fui a dar un paseo con mis tres hijos, Carlos, Gianfranco e Isola a Tre Fontane. Mientras mis hijos jugaban a la pelota, yo aproveché el tiempo para preparar una charla contra la Inmaculada Concepción, buscando argumentos en la Biblia, que llevaba conmigo. En un cierto momento, Gianfranco e Isola me invitaron a buscar la pelota, que habían perdido en una de las cuevas. En una de ellas, encontré a Carlos, de rodillas, en éxtasis, como petrificado, blanquísimo, con las pupilas dilatadas. Decía: ¡Hermosa Señora! ¡Hermosa Señora! Al llegar los otros dos, cayeron de rodillas, igualmente en éxtasis. 

Pensando que era una trampa diabólica grité aterrorizado: Señor, sálvanos. En aquel momento, la gruta como que desapareció y vi una figura de mujer bellísima. El rostro era de tipo oriental, el pelo negro, recogido con un manto verde, que desde la cabeza le llegaba hasta los pies. Bajo el manto tenía una túnica blanquísima con una faja color rosa. Con la mano derecha sostenía un libro contra su pecho y con la izquierda me indicaba una sotana negra en el suelo y una cruz rota. Con una voz suavísima, como de música, me dijo: Yo soy la que estoy en la Trinidad divina. Soy la Virgen de la Revelación. Tú me persigues: ¡Ya basta! entra en el redil santo. Te han salvado los nueve primeros viernes de mes del Sagrado Corazón que hiciste antes de entrar en el camino de la mentira. Obedece la autoridad del Papa... Mi cuerpo no se corrompió ni podía corromperse. Mi Hijo y los ángeles me vinieron a tomar en el momento de mi tránsito (dogma de la Asunción)... Y me recomendó el rezo diario del rosario por la conversión de los pecadores, de los incrédulos y por la unión de los cristianos... El coloquio celeste duró desde las tres y veinte hasta las cuatro cuarenta. Lo extraño es que de este extraordinario discurso no he podido olvidar ni siquiera una sílaba y, aunque no hubiese escrito enseguida un resumen, me hubiera quedado igualmente impreso en el alma”. 

Inmediatamente después de la aparición, sienten en la gruta un perfume maravilloso. Bruno limpia la gruta, que estaba llena de suciedad, y graba con una llave estas palabras: “El 12 de abril de 1947 se apareció en esta gruta la Virgen de la Revelación al protestante Bruno Cornacchiola y a sus hijos”. Después, caminando a su casa, entran en la Iglesia de la abadía cercana y mostrándoles el sagrario les dice a sus hijos: “Hijos míos, antes siempre os he dicho que Jesús no está ahí y os he prohibido rezar, pero ahora os digo que Jesús está ahí, que habita ahí, dentro de esa casita. Adoradlo”. 
Su hija Isola le dice: “¿Rezamos alguna oración?” Isola sabía el Avemaría y la repitieron todos juntos con lágrimas en los ojos, con amor a la dulce Madre María. Al llegar a casa, le cuentan todo a Yolanda, su esposa, y ella le recuerda: “La Virgen ha cumplido su promesa de salvarte. ¿No comulgamos, haciendo los primeros viernes?”. Y rezan juntos el rosario. 

Al día siguiente de la aparición, Bruno fue a colocar a la gruta esta inscripción: 

“Yo era colaborador del mal, enemigo de la Iglesia y de la Santísima Virgen, el 12 de abril de 1947, en este lugar, se me apareció a mí y a mis hijos la Santísima Virgen de la Revelación. Me dijo que yo debía, con las señales y revelaciones que me daba, volver de nuevo a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana... Amad a María, nuestra dulce Madre. Amad a la Iglesia. Ella es el manto que nos protege del infierno. Rezad mucho. Rezad”. 

A partir de ese día, Bruno Cornacchiola, con sus 34 años, renunció a su fe adventista y retornó a la Iglesia Católica. En vez de predicar sermones contra la Inmaculada Concepción, hablaba de María Inmaculada y Asunta al cielo, como Ella misma se lo reveló. Desde entonces, ha recorrido el mundo, dando miles y miles de conferencias sobre el amor a María y a la Iglesia, la obediencia al Papa y el amor a Jesús Eucaristía (los primeros viernes lo salvaron). María se le siguió apareciendo unas 26 veces más a lo largo de los años. El 12 de abril de 1980, 33 años después de la primera aparición y ante treinta mil personas reunidas en la gruta, en el momento de la consagración de la misa, ocurrió el milagro del sol, durante media hora. El sol podía mirarse directamente sin que dañara la vista y giraba vertiginosamente sobre sí mismo, irradiando diversos colores. El sol apareció como una gran hostia blanca y en el centro se veían las letras JHS para indicar la presencia de Jesús en la hostia blanca de la Eucaristía. Este prodigio se repitió el 12 de abril de 1982. 

Actualmente en Tre Fontane (Roma) existe un gran santuario, construido en 1957, cuya custodia está encomendada a los Padres franciscanos. Allí se realizan grandes milagros de curaciones y conversiones para gloria de Dios. El santuario está dedicado a la Virgen de la Revelación, es decir, a la Virgen de la Biblia.

Los Papas han apoyado esta devoción sin declaraciones oficiales. El mismo año de la aparición, el 5 de octubre de 1947, el Papa Pío XII bendijo una estatua de la Virgen, que fue llevada triunfalmente hasta Tre Fontane por más de cien mil personas. El mismo Papa, el 1º de noviembre de 1950, proclamó solemnemente el dogma de la Asunción de María a los cielos, del cual Ella le había hablado en la primera aparición. María quiso aparecerse a un protestante en Roma, en el corazón de la cristiandad, para indicarle el camino de la verdadera fe y, como Ella dice, evitar el camino de la mentira.

En su sitio web, las Misioneras de la Divina Revelación relataron que Bruno, de 34 años y trabajador del servicio de tranvía, buscó “un lugar tranquilo para preparar el discurso que tendría que pronunciar el día siguiente sobre el tema: ‘María no fue siempre Virgen e Inmaculada’”.
Sin embargo, al notar que los niños no regresaban, fue a buscarlos y los encontró frente a la entrada de una gruta, con las manos juntas y los rostros pálidos, repitiendo las palabras: “Hermosa Señora, hermosa Señora”.

Cornacchiola vio a una mujer vestida de blanco, con un manto verde y una banda rosa, que sostenía las Escrituras. “Soy la Virgen de la Revelación. Tú me persigues, ahora basta. Regresa al redil santo (La Iglesia Católica)”, le dijo la Virgen María a Bruno.
La experiencia cambió al adventista que pronto se convirtió al catolicismo y, poco tiempo después, decidió presentarse ante Pío XII para contarle sobre la aparición de la que había sido testigo y pedirle perdón, porque antes de que se convirtiera, tenía la intención de matarlo.
“¡Aquí está la daga con el grabado ‘muerte al Papa’, con la que planeaba matarle! He venido a pedirle perdón”, indicó Cornacchiola al Papa.
Al ver su arrepentimiento, Pio XII respondió a Bruno que al matarlo “sólo habrías dado un nuevo mártir a la Iglesia, y a Cristo una victoria de amor”. “Hijo mío, el mejor perdón es el arrepentimiento”, le dijo el Santo Padre.

Cornacchiola presenció otras apariciones de la Virgen, que terminaron el 23 de febrero de 1982, cuando la Madre de Dios pidió a Bruno que construyera un santuario en su honor.
El Papa Pío XII permitió que se construyera una capilla en el lugar de la aparición, en los alrededores de la abadía trapense de Tre Fontane en Roma, cerca de la Basílica de San Pablo Extramuros.
En 1997, San Juan Pablo II aprobó el nombre del lugar como “Santa María del Tercer Milenio a las Tres Fuentes”. Hoy, una congregación de hermanas, las Misioneras de la Divina Revelación, están afiliadas al santuario.

Las palabras de la Virgen de la Revelación
«Soy la que está en la trinidad divina. Soy la Virgen de la Revelación. Tú me has perseguido, ¡Ya basta! Entra en el redil, el juramento de Dios es santo, los nueve viernes que hiciste antes de entrar en el redil de la mentira son los que te han salvado. Obedece la autoridad del Santo Padre».
Bruno Cornacchiola dijo que, después de oír estas palabras, se sintió inmerso en un estado de profunda alegría. Antes de despedirse, la Virgen de la Revelación habría dejado una marca, de modo que el hombre no tenía ninguna duda sobre el origen divino de su visión. Tras su conversión, Bruno Cornacchiola fue recibido de nuevo en la comunidad católica.

Hubo otras tres apariciones: el 6, el 23 y el 30 de mayo. A raíz de las apariciones escrió un texto en el que describía su conversión. Hoy en día se muestra en la entrada de la cueva desde el 8 de septiembre de 1948. Desde entonces, el lugar se convirtió en un destino de peregrinación. Cornacchiola conoció al Papa Pío XII el 9 de diciembre de 1949, y le confesó que diez años antes, al regresar de la guerra civil española, había planeado matarlo.
Grandes curaciones y conversiones

Después de este episodio fue esculpida una estatua de María, de acuerdo con las indicaciones del vidente, y fue colocada en la cueva; según cuenta la tradición, cerca de la estatua, se han producido curaciones y grandes conversiones. El 12 de abril de 1980, en el trigésimo tercer aniversario de la supuesta aparición, tres mil personas afirmaron haber sido testigos de un gran destello de luz que surgía desde la imagen de la Virgen . El fenómeno se repitió dos años más tarde. En esta ocasión, Bruno Cornacchiola afirmó haber recibido un mensaje donde la Virgen María, quien le pidió que construyera una capilla en el lugar de la aparición. El mensaje espiritual de la Virgen de la Revelación inspiró la creación de la Asociación SAGRADO, fundada por Bruno Cornacchiola.

Novena a la Virgen de la Revelación