EDUCAMOS DE OTRO MODO O NOS HUNDIMOS
Breves reflexiones sobre los tiempos a los que asistimos, trazando miradas a la educación poniendo en relieve lo imprescindible de la relación ética que se establezca en el acto de enseñar, en la que prevalezca el amor como valor, como suceso, como acontecimiento que acompañe la reflexión que lo que somos, de lo que podemos ser, en el mundo y con los otros. Se trata de educar para la vida y comprender las realidades, con el amor como soporte, o resignarnos a hundirnos y claudicar ante la ruina.
Trazar una mirada al presente que vivimos permite afirmar que asistimos a una época en la cual no disponemos de suficientes asideros para vivir una vida buena. Un tiempo donde la humanidad se muestra desprovista de la emocionalidad, en una loca carrera inducida por el modelo de desarrollo económico.
Tiempo de lo instantáneo, del vale todo, de lo contingente, de la justicia en propia mano, lo que desafortunádamente nos hace reconocer una vida sin sentido y presagiar un oscuro desenlace. Sostenemos que el amor es una cualidad humana esencial para hacer frente al desenfreno, al mundo del consumo que nos aniquila y nos agobia, que nos uniformiza y nos silencia. Quien se centra en su mismidad, no puede ver, reconocer y reconocerse en el rostro del otro.
Seguramente estamos de acuerdo con que el amor construye Bauman (2006:105) señala que Freud, en “El malestar en la Cultura” destaca que amar al prójimo como a sí mismo, es un precepto “…de los fundamentales de la vida civilizada. Y es también el más opuesto a la clase de razón que promueve la civilización: la razón del autointerés y de la búsqueda de la propia felicidad”, frente a lo que afirma que amar al prójimo implica un salto hacia la fe y de ahí depende el nacimiento de la humanidad.
¿Qué ha pasado entonces con la educación? ¿Acaso se ha educado para la cultura dela muerte y no para la vida, no para la vida buena, no para la liberación? Cómo lograr desde los espacios educativos posibilidades para formar sujetos íntegros, éticos y comprometidos con la vida buena, con la cultura de la vida, con el mundo y con los otros. Cómo hablar de valores si no generamos el espacio para su práctica, su reflexión y por ende, la transformación de quienes estas acciones son inherentes.
Es una necesidad educar en el amor y para el amor, frente a una humanidad hoy cuya vida cotidiana es plena de desarmonía, de falta de experiencias afectivas que constituyan espacios para ser mejores, para respetar a los otros y ser sensibles ante la vida, para no ser indiferentes al dolor, a la injusticia, a la opresión, a las miserias que pueblan este mundo del presente y uno de los espacios donde nos falta el amor es en la Educación.
Cómo educar sin ofrecer experiencias que promuevan descubrir el valor único de cada ser humano que es mi prójimo, el valor de las diferencias que enriquecen el mundo que cohabitamos y que lo constituyen en un lugar más promisorio, más placentero, habitable. Sin el amor, sin la afectividad, difícilmente podemos pensaren la paz, pensar en los derechos humanos, difícilmente podemos aspirar a superar el odio, la intolerancia, la violencia, los antagonismos, las divisiones; es el amor quien aleja los miedos, quien nos acerca a los otros, quien nos llena de bondad.
Urge abrir caminos que en la relación ética que se establezca en el acto de enseñar, prevalezca el amor como valor, como suceso, como acontecimiento que acompañe la reflexión que lo que somos, de lo que podemos ser, en el mundo y con los otros. En palabras de Hanna Arendt, reconocemos a la educación como un acto de amor, diciendo que la educación,
…es el punto en el que decidimos si amamos al mundo lo bastante como para asumir una responsabilidad por él y así salvarlo de la ruina que, de no ser por la renovación, de no ser por la llegada de los nuevos y los jóvenes, sería inevitable (1996:208)
Ese mundo prometedor se mostraría como un lugar donde no haya injusticia, discriminación e intolerancia hacia los menos favorecidos, los menos privilegiados,los más discriminados quienes, como David ante Goliat, luchan por alcanzar una esperanza real de mejorar su vida, un mundo más fraterno, un mundo donde la convivencia se asegure en igualdad de condiciones y derechos y ahí la educación tiene una seria y comprometida responsabilidad. O educamos para la vida y comprender las realidades, con el amor como soporte, o nos hundimos y claudicamos ante la ruina.
Educar como acto de amor
Educamos provocando en los otros la amplitud de mirada que incluya e integre, que se enriquezca desde las diferencias dinamizadoras para hacer sentir que somos parte de mundos donde pueda haber lugar para quienes se sienten abandonados y olvidados, con cuántas de estas realidades vitales nos cruzamos en las escuelas, no podemos, ni debemos hacernos los distraídos e indiferentes.
Educamos haciendo que las miradas se amplifiquen, para observar que el mundo está compuesto por muchos mundos, con sus propios colores, con sus singularidades, donde hay quienes la están pasando mal por las lógicas expulsivas de quienes son sometidos a vivir en las marginalidades, educar es ayudar a abrir los ojos de la mente y del corazón para encontrarse con otros mundos donde la desesperanza aplasta y niega el horizonte.
Educamos para hacer frente y poner sobre en la agenda cotidiana las problemáticas que habitan a los y las jóvenes, como las adicciones, variadas y crueles que se ensañan con las vidas de tantas juventudes que se pierden en sendas del sinsentido por qué no tuvieron en el camino la posibilidad de encontrarse con educadores creyentes que no hay vida humana irreparable y que no deba ser digna de ser vivida. Debemos hacer autocrítica sincera y honesta con nosotros mismos para poder hacernos cargo de cuando elegimos la comodidad y pasividad por no arriesgarnos de ponernos en el camino de quienes vagando por sendas perdidas “se refugian en la nada, y se cansan de ver un montón de caras y ni una mirada” como lo recita la canción de Callejeros.
Educamos para hacer desandar las culturas de la exclusión que nos paralizan y que quiebran el sentido comunitario, promoviendo individualismos que se encierran para no comprometerse e involucrarse, o hacemos comunidad o nos hundimos en los individualismos egoístas. Hay que poder plantearlo de modo comunitario, de modo individual no se puede, esto nos implica a todos los que integramos comunidades educativas, como constructores de conocimientos, y aprendizajes con sentido e interpeladores de los modelos culturales que deben ser deconstruidos, si no lo hacemos, corremos el riesgo de proponer una educación desinteresada y no comprometida, alienante y ocultadora de realidades de injusticia y miseria.
Animo e invito a quienes eligieron la docencia como opción de vida, a renovarse en esta tarea que es transformadora de vidas y que hoy sienten que se les fue la pasión, y que se sienten en soledad desandando por sendas esquivas, a renovar la pasión y redescubrir el amor que anima y motoriza lo que hacemos en cada momento de nuestras vidas. Educamos porque creemos profundamente en lo que somos, hacemos y promovemos.
“No hay cambios sin sueños
ni sueños sin esperanzas”
Paulo Freire
La filósofa norteamericana recibió el 10 de diciembre de 2015 el doctorado honoris causa por parte de la Universidad de Antioquia y pronunció un duro discurso sobre las sociedades que están formando los estados con políticas educativas enfocadas en rentabilidad.
En el discurso, que ya se perfila como tendencia en Colombia en redes sociales, la filósofa plantea que el mundo se está encaminando hacia “naciones de personas con formación técnica que no saben cómo criticar la autoridad, útiles creadores de lucro con imaginaciones torpes. Las democracias tienen grandes potencias racionales e imaginativas. También son propensas a algunos defectos graves en el razonamiento, al parroquialismo, la prisa, la dejadez, el egoísmo, la deferencia a la autoridad y la presión de grupo. Una educación basada principalmente en la rentabilidad”.
"Estamos en medio de una crisis de proporciones masivas y grave importancia mundial. No me refiero a la crisis económica mundial que comenzó en 2008. Al menos entonces todo el mundo sabía que la crisis estaba ahí y muchos líderes mundiales trabajaron rápida y desesperadamente para encontrar soluciones. Tampoco me refiero a la crisis creada por el terrorismo internacional, eso también es reconocido por todos. No, me refiero a una crisis que pasa desapercibida, una crisis que probablemente sea, en el largo plazo, incluso más perjudicial para el futuro del autogobierno democrático: una crisis mundial de la educación. Dado que las democracias del mundo también están siendo desafiadas ahora por cuestiones de migración, terrorismo y comprensión mundial, esta crisis de la educación es potencialmente devastadora para el futuro de la democracia en el mundo.
¿Qué vamos a tener, si estas tendencias continúan? Naciones de personas con formación técnica que no saben cómo criticar la autoridad, útiles creadores de lucro con imaginaciones torpes. Las democracias tienen grandes potencias racionales e imaginativas. También son propensas a algunos defectos graves en el razonamiento, al parroquialismo, la prisa, la dejadez, el egoísmo, la deferencia a la autoridad y la presión de grupo. Una educación basada principalmente en la rentabilidad en el mercado global magnifica estas deficiencias, produciendo una torpeza codiciosa y una docilidad técnicamente capacitada que amenazan la vida misma de la democracia y que sin duda impiden la creación de una cultura mundial decente.
Si el verdadero choque de civilizaciones es, como creo, un choque dentro de la persona individual, todas las sociedades modernas están perdiendo rápidamente la batalla, ya que se alimentan las fuerzas que conducen a la violencia y la deshumanización y dejan de alimentar las fuerzas que conducen a cultivar la igualdad y el respeto. Si no insistimos en la importancia crucial de las humanidades y las artes, éstas se desplomarán, porque no generan dinero. Sólo hacen algo que es mucho más valioso que eso, hacen un mundo en el que vale la pena vivir, las personas que son capaces de ver a otros seres humanos como personas llenas, con pensamientos y sentimientos propios que merecen respeto y simpatía, y naciones que son capaces de superar el miedo y la sospecha en favor del debate comprensivo y motivado.
En el discurso de Martha Nussbaum, nos plantean tres valores o habilidades para una ciudadanía democrática decente.
En donde la primera es la habilidad Socratica de autocritica y el pensamiento critico, Socrates dice que la democracia necesita de ciudadanos que puedan pensar por si mismos. Ya que el pensamiento crítico es muy importante para la buena ciudadanía en una sociedad que debe tener en cuenta la presencia de personas que se diferencian por la etnia, la casta, la religión y profundas divisiones políticas. Ademas sólo tendremos la oportunidad de un diálogo adecuado que atraviese fronteras si los ciudadanos jóvenes saben cómo participar en el diálogo y la deliberación en primer lugar. Es seguro y esencial, fomentar el pensamiento crítico desde que se inicia la educación,pero durante la formación universitaria se puede enseñar con nueva sofisticación y rigor, a través de cursos de ética filosófica y el estudio minucioso de grandes textos que nos sacarian de muchas dudas alejandonos de la ignorancia.
La segunda habilidad o valor es la capacidad de verse a sí mismo como miembro de una nación y un mundo heterogéneos, entender algo de la historia y el carácter de los diversos grupos que lo habitan. Esta es una buena manera de llegar a ver a las personas que sostienen una posición religiosa o política diferente no como formas de amenaza, sino como seres humanos que tienen razones complejas para hacer lo que hacen, y que merecen respeto a si estemos de acuerdo con ellos o no.
La tercera habilidad del ciudadano, es lo que Martha Nussbaum llamaría la imaginación narrativa. Esto es la capacidad de estar en los zapatos de una persona diferente, ya que muchas veces no pensamos en que puede estar sucediendo en la vida del otro.
En general anima a todos los estudiantes universitarios a pensar por si mismos, a tener patriotismo o sentirse parte del mundo y a ponerse en los zapatos de otra persona, para poder comprender todo tipo de situación que experimente en la vida.
Callejeros - Una Nueva Noche Fría
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