DEMOCRACIA:
LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD
"No hay peor esclavitud que la de la mentira, hay que libertar la conciencia del pueblo diciendo la verdad. Ahora bien, la verdad que hay que decir no es una verdad cualquiera, sino aquello que se hace necesario proclamar, es preciso decir en cada momento las verdades que los demás callan por no ser racional ni razonable decirlas." UNAMUNO
¿Por qué los hombres luchan por su esclavitud como si fuera por su libertad? Porque el poder y la cultura los mantiene en el engaño.
"La nota clave de la democracia como forma de vida puede ser expresada, a mi modo de ver, como la necesidad de la participación de todo ser humano adulto en la formación de los valores que regulan la vida de los hombres, tanto desde el punto de vista del bienestar social de todos como del completo desarrollo de los seres humanos como individuos". John Dewey"El egoísmo que genera el sistema hace que los gobernantes antepongan su éxito personal a su responsabilidad social". Erich Fromm"No puedes escapar de la responsabilidad de mañana evadiéndola hoy".Abraham Lincoln
El ejercicio de la DEMOCRACIA implica una importante RESPONSABILIDAD compartida, tanto en lo que se refiere a quienes ejercen el liderazgo desde los órganos de gobierno y las administraciones públicas, como en lo que respecta a los dirigentes de los partidos políticos y sin olvidar a los propios votantes, que son quienes en definitiva eligen a dichos líderes y les invisten del poder necesario para gobernar.
El hecho de que el liderazgo se llegue desempeñar cometiendo errores, de manera negligente o entre casos de corrupción, no justifica que se pueda votar CUALQUIER propuesta política con tal de menoscabar o desalojar al adversario.
Y es que votar una determinada opción política desde el rencor, el odio, la intención de revancha, el sectarismo, contra algo o contra alguien, es una IRRESPONSABILIDAD tan grande como ignorar las posibles consecuencias que ello puede acarrear y que detrás de algunas de esas alternativas hay ideologías absolutamente contrarias a los valores más elementales de cualquier sociedad democrática... con frecuencia incluso contrarias a los propios valores de quienes, de manera tan insensata, han votado esas opciones.
Moderar el tono, maquillar la ideología subyacente o disimular el marcado carácter anti-sitema ante la proximidad de unas elecciones, también es algo que los votantes maduros deberían saber identificar, sin ignorar que lo más probable es que una vez alcanzado el objetivo, las ideologías que inspiran a un determinado movimiento se hagan de nuevo presentes, entre otras cosas porque ya lo estaban en su origen y forman parte de su ADN político.
Con razón o sin ella, se podrán poner docenas de excusas, recurrir al "ellos más", hablar de corrupciones, llamarles "casta", relacionarles con regímenes desaparecidos hace 40 años o simplemente pensar que "progreso" es cualquier cosa que desmantele nuestra historia y hasta lo que somos, pero la realidad es que desde la razón, la sensatez, la ética y atendiendo al concepto de BIEN COMÚN, resulta complicado justificar ciertas posturas, propuestas y manifestaciones en algunos promotores de determinados proyectos alternativos y de corte populista, tan irresponsables como aquellos que, sin tener en cuenta todo ello, les apoyan sin más.
La LIBERTAD es un ejercicio que implica una gran RESPONSABILIDAD y eso es algo que cada uno de nosotros sin excepción debería tener también muy presente a la hora de votar.
DECLARACION UNIVERSAL
SOBRE LA DEMOCRACIA
Adoptada* por el Consejo Interparlamentario de la UNESCO en su 161 sesión (El Cairo, Egipto, septiembre de 1997)
El Consejo Interparlamentario,
Reafirmando el compromiso de la Unión Interparlamentaria en favor de la paz y del desarrollo y convencido de que el fortalecimiento del proceso de democratización y de las instituciones representativas contribuirá en gran manera al logro de este objetivo,
Reafirmando también la vocación y el compromiso de la Unión Interparlamentaria de promover la democracia y el establecimiento de sistemas pluralistas de gobierno representativo en el mundo, y deseoso de reforzar la acción continua y polifacética que desarrolla al respecto,
Recordando que cada Estado tiene derecho soberano a elegir y determinar libremente, conforme a la voluntad de su población, sus propios sistemas político, social, económico y cultural, sin injerencia de otros Estados en estricta conformidad con la Carta de las Naciones Unidas,
Recordando también la Declaración Universal de Derechos Humanos adoptada el 10 de diciembre de 1948, así como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, adoptados el 16 de diciembre de 1966, la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, adoptada el 21 de diciembre de 1965, y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, adoptada el 18 de diciembre de 1979,
Recordando además la Declaración sobre los Criterios para Elecciones Libres y Justas adoptada en marzo de 1994, en la que se confirma que, en cualquier Estado, la autoridad del gobierno sólo puede fundarse en la voluntad del pueblo expresada en elecciones auténticas, libres.
Visto también el Programa para la Democratización presentado, el 20 de diciembre de 1996, por el Secretario General de las Naciones Unidas en el 51o periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas,
Adopta la Declaración Universal sobre la Democracia que figura a continuación e insta a todos los gobiernos y los parlamentos a que se inspiren en su contenido.
PRINCIPIOS DE LA DEMOCRACIA
1. La democracia es un ideal universalmente reconocido y un objetivo basado en valores comunes compartidos por los pueblos que componen la comunidad mundial, cualesquiera sean sus diferencias culturales, políticas, sociales y económicas. Así pues es un derecho fundamental del ciudadano, que debe ejercer en condiciones de libertad, igualdad, transparencia y responsabilidad, con el debido respeto a la pluralidad de opiniones y en interés de la comunidad.
2. La democracia es tanto un ideal que se ha de tratar de alcanzar como un modo de gobierno que se ha de aplicar conforme a modalidades que reflejan la diversidad de experiencias y de particularidades culturales, sin derogar principios, normas y reglas internacionalmente admitidos. Así pues, es un estado o una condición constantemente perfeccionado y siempre mejorable, cuya evolución depende de diversos factores políticos, sociales, económicos y culturales.
3. Como ideal, la democracia trata fundamentalmente de mantener y promover la dignidad y los derechos fundamentales del individuo, garantizar la justicia social, facilitar el desarrollo económico y social de la colectividad, reforzar la cohesión de la sociedad, impulsar la tranquilidad nacional y crear un clima propicio para la paz internacional. Como forma de gobierno, la democracia es el mejor modo de conseguir esos objetivos; es también el único sistema político capaz de corregirse a sí mismo.
4. El logro de la democracia supone una auténtica asociación entre hombres y mujeres para la buena marcha de los asuntos públicos, de modo que tanto los hombres como las mujeres actúen en igualdad y complementariedad, obteniendo un enriquecimiento mutuo a partir de sus diferencias.
5. El estado de democracia garantiza que los procesos de llegada al poder y de ejercicio y alternativa en el poder permitan una libre competencia política y surjan de una participación popular abierta, libre y no discriminatoria, ejercida conforme el dominio de la ley, tanto en la letra como en el espíritu.
6. La democracia es inseparable de los derechos enunciados en los instrumentos internacionales mencionados en el preámbulo. Por consiguiente, esos derechos deben aplicarse de modo efectivo y su ejercicio correcto ha de estar acompañado de responsabilidades individuales y colectivas.
7. La democracia se funda en la primacía del derecho y en el ejercicio de los derechos humanos. En un Estado democrático, nadie está por encima de la ley y todos los ciudadanos son iguales ante la ley.
8. La paz y el desarrollo económico, social cultural son tanto condiciones como frutos de la democracia. Existe auténtica interdependencia entre la paz, el desarrollo, y el respeto al estado de derecho y los derechos humanos.
ELEMENTOS Y EJERCICIO
DEL GOBIERNO DEMOCRÁTICO
9. La democracia se basa en la existencia de instituciones bien estructuradas y que funcionen correctamente, así como en un cuerpo de normas y reglas y en la voluntad de toda la sociedad, plenamente consciente de sus derechos y responsabilidades.
10. Las instituciones democráticas tienen por función mediar en las tensiones y mantener el equilibrio entre las aspiraciones competidoras que son la diversidad y la uniformidad, tanto en lo individual como en lo colectivo, con objeto de reforzar la cohesión y la solidaridad sociales.
11. La democracia está basada en el derecho de todas las personas a participar en la gestión de los asuntos públicos; por ello requiere la existencia de instituciones representativas en todos los niveles, y en particular en el Parlamento, representativo de todos los componentes de la sociedad y dotado de poderes y medios para expresar la voluntad del pueblo legislando y controlando la acción gubernamental.
12. El elemento clave del ejercicio de la democracia es la celebración a intervalos periódicos de elecciones libres y justas, que permitan la expresión de la voluntad popular. Estas elecciones deben celebrarse sobre la base del sufragio universal, igual y secreto, de modo que todos los votantes puedan elegir a sus representantes en condiciones de igualdad, apertura y transparencia, que estimulen la competencia política. Por ello, los derechos civiles y políticos son primordiales, y en particular entre ellos, los derechos a votar y a ser elegido, los derechos de libertad de expresión y reunión, el acceso a la información y el derecho a organizar partidos políticos y realizar actividades políticas. La organización, las actividades, la gestión financiera, la financiación y la ética de los partidos deben estar debidamente reglamentadas de modo imparcial para garantizar la integridad de los procesos democráticos.
13. Una de las funciones primordiales del Estado consiste en garantizar a sus ciudadanos el goce de los derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales. La democracia va así unida a un gobierno eficaz, honrado y transparente, elegido libremente y responsable de su gestión.
14. Ser responsable ante los ciudadanos, elemento primordial de la democracia, se aplica a todas las autoridades públicas, elegidas o no, y a todos sus órganos sin excepción. Esa responsabilidad se manifiesta por el derecho del público a estar informado de las actividades del gobierno, a dirigirle peticiones y a buscar reparación por intermedio de mecanismos administrativos y judiciales imparciales.
15. La vida pública en su conjunto debe estar marcada por una sensación de ética y transparencia, motivo por el cual se deben elaborar y aplicar las normas y los procedimientos correspondientes.
16. La participación individual en los procesos democráticos y en la vida pública en todos los niveles debe estar reglamentada de modo equitativo e imparcial, evitando toda discriminación y el riesgo de intimidación por parte de responsables estatales y no estatales.
17. Las instituciones judiciales y los mecanismos de control independientes, imparciales y eficaces son la garantía del estado de derecho, fundamento de la democracia. Para que esas instituciones y mecanismos puedan cuidar plenamente del respeto de las normas, mejorar la equidad de los procedimientos y reparar las injusticias, es preciso que todas las personas tengan acceso a recursos administrativos y judiciales sobre la base de la igualdad y del respeto a las decisiones administrativas y judiciales por parte de los órganos estatales, los representantes del poder público y cada miembro de la sociedad.
18. Si bien la existencia de una sociedad civil activa es un elemento primordial de la democracia, la capacidad y la voluntad de las personas de participar en los procesos democráticos y de elegir las modalidades de gobierno no pueden darse por sentadas. Por ello es necesario establecer condiciones que lleven al ejercicio auténtico de los derechos de participación, eliminando a la vez los obstáculos que eviten, obstaculicen o inhiban dicho ejercicio. Por consiguiente, es indispensable fomentar permanentemente y de modo particular la igualdad, la transparencia y la educación, y eliminar obstáculos tales como la ignorancia, la intolerancia, la apatía, la falta de opciones y alternativas auténticas, y la ausencia de medidas destinadas a corregir los desequilibrios o la discriminación de carácter social, cultural, religioso y racial, o basada en el sexo.
19. Para que el estado de democracia sea duradero se necesita un clima y una cultura democráticos nutridos constantemente y reforzados por la educación y por otros medios culturales y de información. Por ello, una sociedad democrática debe comprometerse en beneficio de la educación en el sentido más amplio del término, y en particular de la educación cívica y la formación de una ciudadanía responsable.
20. Los procesos democráticos se ven impulsados por un entorno económico favorable; por consiguiente, en su esfuerzo general de desarrollo, la sociedad debe comprometerse a satisfacer las necesidades económicas fundamentales de los más desfavorecidos, logrando así su plena integración en el proceso democrático.
21. El estado de democracia supone la libertad de opinión y de expresión, lo que implica el derecho a expresar opiniones sin interferencia y a buscar, recibir e impartir información e ideas por cualquier medio informativo y sin consideración de fronteras.
22. En las sociedades tanto homogéneas como heterogéneas, las - Instituciones y los procesos de la democracia deben favorecer la participación popular para proteger la diversidad, el pluralismo y el derecho a ser diferente en un clima de tolerancia.
23. Las instituciones y los procesos democráticos deben impulsar también la descentralización del gobierno y la administración, que es tanto un derecho como una necesidad, y que permite ampliar la base de la participación pública.
DIMENSIÓN INTERNACIONAL
DE LA DEMOCRACIA
24. La democracia debe ser también reconocida como un principio internacional, aplicable a las organizaciones internacionales y a los Estados en sus relaciones internacionales. El principio de la democracia internacional no significa sólo la representación igual o equitativa de los Estados; se extiende también a sus derechos y deberes económicos.
25. Los principios de la democracia deben aplicarse a la gestión internacional de los problemas de interés mundial y del patrimonio común de la humanidad, en particular el medio ambiente humano.
26. En interés de la democracia internacional, los Estados deben cuidar de que su conducta se ajuste al derecho internacional, abstenerse del recurso a la amenaza o el empleo de la fuerza y de cualquier conducta que ponga en peligro o viole la soberanía y la integridad políticas y territoriales de otros Estados, adoptando las medidas necesarias para resolver sus diferencias por medios pacíficos.
27. Una democracia debe defender los principios democráticos en las relaciones internacionales. En ese sentido, las democracias deben abstenerse de toda conducta no democrática, expresar su solidaridad con los gobiernos democráticos y los actores no estatales, como son las organizaciones no gubernamentales que trabajan en favor de la democracia y los derechos humanos, y extender su solidaridad a todas las víctimas de violaciones de los derechos humanos en manos de regímenes no democráticos. Con objeto de fortalecer la justicia penal internacional, las democracias deben rechazar la impunidad por los crímenes internacionales y las violaciones graves de los derechos humanos fundamentales y apoyar la creación de un tribunal criminal internacional permanente.
* Una vez adoptada la declaración, la delegación de China expresó reservas a este texto.
LA REVOLUCIÓN DEL SENTIDO COMÚN
Antonio García Trevijano
El malestar de la cultura actual lo padecen con mayor agudeza quienes no se resignan a vivir una vida colectiva fundada en la permanente negación de las obviedades, en el rechazo del sentido común como facultad de entendimiento de las acciones públicas y de las valoraciones sociales. Se da crédito a lo absurdo y se le niega a lo razonable. Se admira lo despreciable y se desprecia lo admirable. Se hacen rápidos movimientos, con dos dedos de las manos a la altura de las orejas, para dar a entender que las palabras han de usarse entre comillas para que se comprendan. El lenguaje común no comunica ya razones ni sentimientos. Los escritores no leen. Los lectores escriben. Lo bochornoso ocupa el mundo de la imagen.
La vulgaridad y la sinrazón dominan, sin producir extrañeza, el panorama cultural que nos legaron los totalitarismos del siglo XX y el maniqueísmo de la guerra fría.
Desde la moral de las costumbres a la ética de las acciones, desde el ámbito familiar al del Estado, desde las manifestaciones del arte a las planificaciones de la enseñanza y la investigación, desde el campo de la producción-consumo al del deporte, todo parece organizado para excluir de las sociedades europeas en general, y de la española en particular, la maravillosa función social del sentido común. Tal vez la facultad humana que más tarde emergió en la evolución de la especie.
El sentido común no es, sin embargo, suficiente. Si no lo acompaña algún principio racional o moral, cada individuo puede reclamar su derecho a la exclusiva. Pero sucede que esa facultad de la sensibilidad y entendimiento comunes adquiere, con el principio universal que la acompañe, una función ideológica, que varía según sea el grado de racionalidad y moralidad de las sociedades. El sentido común fue conservador en la filosofía popular de Federico II; ilustrado en la filosofía escocesa del XVIII; revolucionario, en la filosofía independentista de las colonias británicas (Paine, Gandhi).
Conociendo la facilidad de los españoles para cambiar sus costumbres y sus valores al vaivén de los acontecimientos políticos, solo una gran conmoción nacional les hará retornar al sentido común, con la catarsis de la libertad política. En esta Monarquía de Partidos y de Nacionalidades, de Corrupción y de Consenso, no son los intereses de clase, ni los de poder nacionalista, los que tienen potencia reformadora del sistema político oligárquico. Es la revolución del sentido común, la que ha comenzado a ver, antes y mejor que cualquier analista, el desmoronamiento de España, la que puede evitar la consumación del desastre, dando al Estado, de modo pacífico y razonable, la forma Constitucional de la III República.
VER+:
Democracia formal
y Democracia material
y Democracia material
DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL de la Libertad Política Colectiva con separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Hoy se llama democracia a todo sistema de poder donde los gobernados votan lo que sea y los medios de comunicación se expresan con relativa libertad. Pero en toda Europa no hay una sola forma de gobierno que responda a los requisitos constituyentes de la democracia formal. Sin elecciones uninominales de diputados al colegio legislativo y elecciones presidenciales al poder ejecutivo, no hay poder representativo de la sociedad ni separación de poderes, es decir, no hay democracia formal”.
“En España no hay democracia,
hay oligarquía de políticos y banqueros.
El que no haya democracia es la causa
de la crisis económica y de la corrupción”.
No hay división de poderes. Cuando hay banco azul no hay democracia, porque eso significa que no hay división entre el poder ejecutivo y el legislativo. Tampoco el Judicial es independiente. Donde hay Ministerio de Justicia no hay independencia del Poder Judicial. El Poder Judicial ha de ser elegido dentro del mundo jurídico y elaborar sus propios Presupuestos. La demostración de que no hay independencia del Poder Judicial es que no hay ningún político en la cárcel, porque es una oligarquía.
La cultura europea no ha separado con distinción los conceptos de democracia política y democracia social. El hecho de que la palabra democracia designe, entre nosotros, tanto la forma de gobierno causada por la libertad política, como el grado de igualdad real en los miembros de una misma comunidad, es fuente de continuos malentendidos, no solo en la discusión política entre partidos, sino incluso en la enseñanza universitaria y en el lenguaje académico. La igualdad de derechos y de oportunidades son requisitos de la democracia política. Mientras que la igualación en salarios, sanidad, educación y demás servicios públicos, lo que se llama Estado de bienestar, es una exigencia de la democracia social.
Prescindiendo, por ahora, del origen revolucionario (1793) de esta equiparación terminológica entre una regla formal para el juego político, y un criterio de justicia para la distribución social de la riqueza, lo que importa saber es que la regla constituye el juego antes de comenzar la competición, mientras que el criterio de justicia social, el acercamiento a la democracia material, depende de la ideología de los vencedores en el juego.
Las presupuestos de la democracia formal son: 1º) todos pueden participar en el juego en condiciones de igualdad; 2º) el juego se desarrolla en el campo de la sociedad política; 3º) las decisiones se toman por votación de mayorías y minorías. Las reglas son: representación de la Sociedad y separación de poderes en el Estado. La dictadura eliminó la competencia por el poder, o sea, la libertad política. La Transición, por miedo a esta clase de libertad, redujo el juego a una competición entre partidos políticamente correctos (contra el presupuesto 1º), integrados en el Estado (contra el 2º) y en un consenso (contra el 3ª). Por miedo al control de los electores, adoptó el sistema proporcional de listas. Y por miedo al control de la corrupción, no separó los poderes del Estado.
Sin libertad política, sin sociedad política intermedia entre la sociedad civil y el Estado, los partidos pasaron desde la clandestinidad al Estado, eludiendo la democracia formal y apoyándose en la demagogia de las libertades personales antes reprimidas. En tanto que elementos estatales, sindicados en una oligarquía de poder, los partidos dejaron huérfana de representación política a la sociedad. Y ante la crisis de un Estado que no puede defenderla, no tiene a quien dirigirse para evitar la ruptura de su comunidad nacional. Polybio diagnosticó la salida de las transiciones: las dictaduras degeneran en oligarquías, y éstas, en democracias.
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