Tres verbos nos ayudan a conocer más profundamente la espiritualidad de los profetas y su misión. Ellos son denunciar, anunciar y renunciar. Los tres verbos desde la impronta personal del profeta se sintetizan en la expresión “nuncio”; y se despliegan en denuncio, anuncio y renuncio.
El profeta es llamado por Dios para denunciar las infidelidades de su Pueblo, fundamentalmente contra la Alianza. La denuncia forma parte del contenido de la profecía, pero si quedará reducida exclusivamente a ello, el horizonte permanecería cerrado, de allí que también es portadora de un anuncio. Dios le comunica a su Pueblo, que hay “salidas”, no es un horizonte cerrado, si el Pueblo obedece, si “escucha la voz del Señor y no endurece el corazón”, gozará del favor de Dios.
El tercer aspecto es propio de la espiritualidad del profeta, debe renunciar, la fidelidad a la Palabra comunicada, lo debe distanciar de buscar conformar al Pueblo, mitigando la corrección que Dios le dirige, y también vencer el posible temor que supone proclamarla delante de los poderosos. El profeta es el hombre fiel a la Palabra de Dios.
Denunciar, anunciar y renunciar tres actitudes proféticas desafiantes. Ellas nos interpelan a nosotros, que por el Bautismo participamos de la misión profética de Cristo?
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