"Cuando las palabras pierden su significado,la gente pierde su libertad".
Confucio
"Aquél que procura asegurar el bienestar ajeno, ya tiene asegurado el propio".
Confucio
Confucio y la propiedad de los nombres
Hace unos dos mil quinientos años, Tsen Lu le dijo a Confucio:
—El Príncipe de Wei se propone confiaros el gobierno. ¿Cuál sería la primera
medida que tomaría el Maestro?
Confucio respondió:
—Restablecer la significación verdadera de los nombres.
La propiedad de las palabras implica un orden moral y político. Los sabios
han atribuido a cada realidad una designación, y los nombres deben conformarse
entre sí y realizarse en la acción. Otro discípulo le preguntó cuál era el
principio del buen gobierno, y Confucio respondió:
—Que el Príncipe sea Príncipe; el ministro, ministro; el padre, padre; y el
hijo, hijo.
Es decir, cada nombre tiene unas implicaciones que constituyen su esencia. El
Príncipe tiene la obligación de poner orden en las cosas y en las
significaciones. Si no procede así, no es Príncipe, aunque así se llama. En el
principado de Wei no había orden moral:
la Princesa era incestuosa; el marido y
el hijo habían intercambiado las designaciones; la esposa no se conducía como
esposa, ni el padre como padre, ni el hijo como hijo. Había que restablecer la
verdadera significación de los nombres.
El nombre correcto —es decir, la
adecuación entre nombre y realidad— es el instrumento de ordenación de la vida
pública y privada.
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