EL Rincón de Yanka

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jueves, 13 de noviembre de 2025

LIBRO "HOMO POPULUS": EL PUEBLO COMO "SUJETO POLÍTICO" (OPRIMIDO Y REPRIMIDO) Y "YO, EL PUEBLO" DE CIMARRON CITY (TV)


HOMO POPULUS

EL PUEBLO COMO 
SUJETO POLÍTICO


Homo populus: El pueblo como sujeto político. El pueblo contiene la esencia de la sociedad moderna. Sobre este concepto reposa el sentido constitutivo de la comunidad política. Todos se refieren al pueblo como sustancia y propósito del bien común. Sin embargo, ¿en qué momento el pueblo levanta su voz y se hace presente como fuerza vinculante en las decisiones de lo público? Existe una lógica de administración en representación de este concepto. Este trabajo realiza un recorrido por la tradición occidental y revisa, mediante análisis y alegorías, la tensión que existe entre gobierno y pueblo, o lo que se puede traducir como el antagonismo entre hegemonía y subalternidad. También señala caminos y momentos en los que la agenda popular se hizo presente para revelar que existen fórmulas para el ejercicio directo de la democracia popular.
Luis Berrizbeitia

"Homo Populus" es un libro de Luis Berrizbeitia que ofrece una crítica al concepto de "pueblo" como sujeto político, explorando la tensión entre gobierno y pueblo, hegemonía y subalternidad. La obra analiza la historia de Occidente para entender cómo el pueblo se manifiesta como fuerza vinculante en las decisiones públicas y propone caminos para el ejercicio directo de la democracia popular.

Puntos clave de la crítica en "Homo Populus"

El pueblo como sujeto político:
El libro parte de la idea de que el pueblo es la esencia de la sociedad moderna y el propósito del bien común, pero critica la forma en que este concepto ha sido administrado por otros, generando una tensión constante.

Tensión entre gobierno y pueblo:
Se analiza el antagonismo entre quienes administran el poder (gobierno) y el pueblo, y cómo esta relación determina la hegemonía y la subalternidad.

Análisis a través de la cultura:
Berrizbeitia utiliza obras literarias, cinematográficas e incluso publicitarias para sustentar su análisis crítico de eventos políticos occidentales, lo que le otorga un método "muy original", según comentan.

Búsqueda de protagonismo popular:
El libro busca visibilizar la necesidad del pueblo de reclamar identidad, protagonismo y poder, invitando a repensar el papel del pueblo como protagonista de la historia.

Propuestas para la democracia directa:
A pesar de la crítica, la obra también señala caminos y momentos en los que la agenda popular se ha hecho presente, revelando la existencia de fórmulas para el ejercicio directo de la democracia popular.

PRESENTACIÓN

Pueblo. ¡Vaya concepto tan útil, tan utilizado, tan falsamente venerado!; podríamos agregar, con crudeza: ¡vaya concepto tan manoseado! ¿Por quiénes? Por las clases dominantes de turno, desde las monarquías absolutas, hasta las democracias liberales, (SOBRE TODO POR LOS GOBIERNOS PARTIDOCRÁTICOS, SOCIALISTAS Y COMUNISTAS CASTROCHAVISTAS) todas han echado mano a la categoría pueblo para mantener intactos sus privilegios, manipulando a las mayorías. Todas las modalidades de gobierno de los pocos, le temen al pueblo, les aterroriza; como aquel fantasma de 1848, que recorre el mundo, amenazando con abrir las compuertas de la incorporación de los muchos al ejercicio del poder. 

La participación de las mayorías en los asuntos públicos, en la redistribución justa de la riqueza de las naciones y en la toma de decisiones estratégicas es lo último que los grupúsculos gobernantes y los actores de su ecosistema de exclusión inducida admitirían. Todas lo vociferan como el deber ser teórico de las sociedades políticas modernas; pero, en la práctica, se convierte, lo convierten, en el «imposible ser». 

Luis Berrizbeitia nos entrega esta obra poco convencional, a partir de un estilo de escritura tan particular que nos permite ahondar en los más complejos e inevitables litigios políticos por el poder, desde perspectivas comprensibles, frescas, amenas y hasta entretenidas. La filosofía política no es de fácil comprensión para quienes no se han adentrado en ella por interés propio. Sin embargo, el autor va haciendo recorridos inesperados por grandes obras literarias, cinematográficas, y hasta piezas publicitarias, que sustentan su análisis crítico sobre los hechos y procesos políticos más destacados en el mundo occidental y sus hegemonías, desde la Grecia antigua hasta los experimentos de distribución del poder alternativos para las mayorías de principios del siglo XX. 

Leer Homo populus es como entrar en una máquina del tiempo, que nos hace viajar al pasado lejano —a partir de recursos artísticos del pasado cercano, casi del presente— apuntando hacia el futuro. ¿Es el pueblo una suma de individualidades? ¿Puede el individuo desentenderse del colectivo? ¿Es, en realidad, el pueblo el depositario de las soberanías nacionales en la modernidad?: ¿lo fue alguna vez?; ¿lo será? ¿Es el pueblo hoy lo que fue Dios a las monarquías absolutas? 

Entender al pueblo como sujeto político, como fuerza originaria y determinante del devenir de la historia, ¿se compadece con el utilitarismo con que las clases dominantes han utilizado retóricamente esta categoría, tan pura y humana, para mantener sus prebendas y espacios incontrovertibles de dominación perpetua? Berrizbeitia va asomando respuestas a interrogantes como los anteriores, manteniendo siempre un respeto profundo, una admiración sustantiva, al pueblo como fuerza protagónica que insurge para desafiar al poder hegemónico, cuando las condiciones y circunstancias lo hacen inevitable. Pero ¿en qué momento este pueblo disruptivo se asume a sí mismo como pueblo y, a su vez, aquellos grupúsculos gobernantes lo identifican como tal? ¿Cuándo ceden ante el sujeto histórico subyacente que viene por sus fueros, aquellos que ellos le han negado sistemáticamente, para partir la historia, una y otra vez? 

Las reflexiones y los paisajes históricos que nos va dibujando el autor fluyen inevitablemente hacia la necesidad de crear los canales para que el pueblo sea sujeto protagónico y transmute de la subalternidad, a la que siempre termina siendo condenado, para ejercer el poder real, el que libera, el que iguala, el que puede; el que construye y purifica al ser humano como homo populus, hombre y mujer pueblo, cuyo único privilegio será concebirse únicamente desde y como pueblo. Quizás la brújula que nos permite navegar esta obra, con rumbo inalterado, parte del análisis que hace Berrizbeitia sobre la conexión que establece Walter Benjamin entre todos los instantes transformativos que el pueblo ha empujado y protagonizado a lo largo de la historia: El instante de peligro benjaminiano abarca todos los momentos de disrupción del relato dominante en la historia. 

Es la ladera nevada que lleva consigo, más allá de la impronta de la tradición como continuidad de los intereses de clase hegemónicos, todos los momentos en que estos han sido vulnerados por la subalternidad. Dentro de la historia de las ideas dominantes, subsiste la resistencia sistemática y la voluntad de un contingente político subalterno que busca irrumpir con su cualidad beligerante dentro del debate social. Llevarnos a entender que no se trata de acontecimientos inconexos, que la resistencia hegemónica a estos no es azarosa, que toda esa serie de momentos relampagueantes se concatenan y retroalimentan entre sí, sin reparar en distancias espaciales y temporales, es tal vez uno de los más poderosos aportes de esta obra. 

¿Por qué la fiereza de las clases dominantes para contener la justeza de los cambios forjados desde las bases y los sufrires populares? Apelando a las tesis de Jacques Rancière, que nos presenta el autor, se puede establecer qué clases dominantes se empeñan en garantizar que la mayoría esté predestinada a mantenerse como «la parte, que no tiene parte» y cómo, una y otra vez, esa parte reclamará su parte; y, una y otra vez, se desatarán los consecuentes procesos de litigio y confrontación. La lucha de clases que todo lo determina, dirían Marx y Engels: la dialéctica que todo lo explica.

Luis Berrizbeitia nos lleva por los caminos tortuosos de la acumulación originaria del capital, en los que la sociedad moderna ya no solo dejó a las mayorías sin parte alguna, sino que se dedicó a dejarlas sin vida alguna. La explotación en su modalidad más inhumana, la esclavitud, el dolor y la sangre que moldearon esa modernidad colonial impresentable. La institución religiosa como validadora de masacres y coronas ficticias, aunque de su seno también surgieran las críticas más punzantes a los excesos inhumanos y antidivinos de sus ejecutores. Entenderemos también cómo se imponen la repetición de patrones y valores hegemónicos en los nuevos actores que irrumpen y terminan abonando el mismo suelo de la dominación perenne, en nombre de las mayorías. 

Luis nos lleva también a través de la concepción y los conflictos de clase durante el Romanticismo, aquella Revolución francesa frustrada por sus herederos restauradores. Las mediaciones y moderaciones de un Jean Valjean, leal con los principios de su clase, pero atado a los avatares dislocados de la burguesía. Los intentos de restauración monárquica, interrumpidos por los intentos de instauración de repúblicas liberales, que marginaron, por igual, a las mayorías, al pueblo, hasta que estalló el más noble proyecto popular en tiempos de la modernidad, en el seno mismo de Occidente: la Comuna de París. 

Dos meses en los que las partes excluidas se hicieron de la parte que siempre les correspondió: la gran parte se apoderó de su parte, con el visto bueno de sus miembros. Precisamente, por ello, aquel experimento, aquel injerto de igualdad, democracia y justicia, fue aplastado y liquidado a sangre y fuego —sin piedad—, por monárquicos, republicanos y extranjeros, coaligados para evitar que semejante suceso se repitiera en sus dominios. Porque, así como todos los momentos insurgentes y transformativos se conectan y alimentan entre sí, también lo hacen las fuerzas que se resisten a que ocurran o, si ocurren, a que triunfen. Todas las clases dominantes en la historia occidental han dialogado entre ellas, han aprendido entre ellas, se han perfeccionado entre ellas —incluso si entre ellas mediaran guerras y agresiones—. 

Los que sí tienen parte en todas las sociedades estudiadas por el autor, tienen, a su vez, la conciencia de clase suficiente para frenar a quienes buscan obtener, en justicia, su parte, encuéntrense donde se encuentren. Las aproximaciones de Hegel a aquellas transformaciones inconscientes e indoloras chocan con las explicaciones de Carlos Marx y Federico Engels. La confrontación entre los incluidos y los excluidos va delineando inexorablemente los caminos de la historia. Solo anulando la opresión podrán los pueblos optar por la libertad y la igualdad, preservando y expandiendo, incluso, su parte, en colectivo. 

Fue Simón Bolívar, antes de hacerse gigante en los campos de batalla, quien nos llamaba a resolver el problema del hombre en libertad, la misteriosa incógnita que habría de despejarse en el Nuevo Mundo. Un nuevo mundo que terminó no dependiendo de la geografía, sino de la capacidad de los pueblos para insurgir y darse nuevas formas de gobierno. La facultad de los pueblos de entenderse como pueblos y ejercer el poder, su poder, desde la única legitimidad posible, la del propio PUEBLO. La Comuna de París, los soviets en la URSS y tantos otros experimentos pasados y presentes que procuran redistribuir el poder con equidad y cerrarle el paso a la dominación de las minorías para siempre, son parte también de esta aleccionadora lectura que nos regala Luis Berrizbeitia. 

¿Dejará el pueblo de ser la categoría y el concepto que se usa como pretexto? ¿Dejará de ser muletilla en los discursos preconcebidos de los gobernantes? ¿Logrará el pueblo, como nos dice Paulo Freire, liberar incluso a sus opresores en el proceso de liberación? ¿Es posible extinguir el litigio subyacente que ha estructurado y determinado el mundo entre las clases dominantes que se alternan el poder, entre sus propios miembros (generando conflictos controlables), y las clases subalternas, a las que se les niega el acceso al poder que les corresponde y que solamente se alternan en sus roles de oprimidos y explotados (pero que, al reclamar su espacio, mueven los cimientos de los sistemas de dominación imperantes)? 

El caraqueño CHAVISTA Luis Berrizbeitia asoma este como el primero de tres tomos, cuyo texto habrá de ser sucedido por el análisis de las disputas por el poder y la igualdad en nuestra América, desde nuestra perspectiva originaria y original, enfrentando la visión colonial, para culminar en las experiencias y alternativas del gobierno comunal en la Venezuela del siglo XXI, en la que el momento transformativo se ha asumido desde las bases populares y desde el propio Estado, con el fin de aportar en la fórmula definitiva hacia la liberación (¿?) (REPRESIÓN Y AL LIBERTICIDIO). La democracia real está aún por comprobarse y se hará. Apelando, como lo hace el autor, a la cultura cinematográfica, esta zaga, necesaria, continuará.


PRÓLOGO 

La categoría pueblo, el propio nombre, la propia palabra «pueblo» tiene en la historia de las ideas políticas que llega hasta nosotros un lugar de particular relevancia. No hay política, en ningún sentido, en que la palabra adquiera un valor propio o contundente sin una referencia al pueblo: a su identidad; a sus intereses; a su bienestar; al modo en que todo el tiempo se modifica y se trastoca; a las formas en las que, en medio de sus conflictos y de sus diferencias, va construyendo colectivamente una voz común; a las maneras en que se las arregla para volverse un fundamento de la legitimidad de los poderes que se ejercen en su nombre y también a los modos en los que, con mucha frecuencia, esos poderes se las arreglan para mantener a raya la efectiva intervención de este en los asuntos públicos. 

Los antiguos griegos lo llamaban demos, y derivaba de esa auspiciosa palabra otra que seguimos usando en nuestros días, tan distintos y distantes: la palabra democracia, que a los filósofos de aquella antigua Grecia —cuyos textos llegan hasta nosotros— no les gustaba nada, porque nombraba un tipo de gobierno que, so pretexto de ser el de la totalidad de los ciudadanos, corría el riesgo de ser, en la práctica, el gobierno de los pobres, los cuales, por todas partes, eran la mayoría y contaban, por lo tanto, con mayor cantidad de votos en las asambleas; además, porque el principio mismo de la soberanía popular exigía que no existiera ningún poder (ni el de la Constitución ni el de las leyes ni el de las costumbres) superior a él o que pudiera limitarlo, lo que volvía a la democracia —como han mostrado los notables trabajos de Julián Gallego— un sinónimo (o cuanto menos una segura antesala) de la anarquía. 

Es claro que, a diferencia de los antiguos griegos, a nosotros la palabra democracia sí nos gusta: se ha vuelto una palabra «buena», e incluso casi obligatoria en nuestro lenguaje político contemporáneo, pero eso solo ha sido posible sobre la base de la introducción, en ese mismo lenguaje, de la noción típicamente moderna de representación. Los ciudadanos no deliberan ni gobiernan —escribieron y argumentaron Hamilton, Madison y Jay— sino por medio de sus representantes. 

Esa noción tan sencilla y —si apenas se piensa un poco en ella— tan anti-democrática permitió que el pueblo siguiera funcionando en nuestros sistemas políticos actuales como fundamento último de la legitimidad de los poderes instituidos, al mismo tiempo que todo un conjunto de dispositivos asociados a esa idea de la representación lo mantienen alejado de cualquier forma efectiva de participación en ellos. Por supuesto, esta idea de democracia no puede satisfacernos y no nos satisface. Es por eso que, a lo largo del tiempo, le hemos ido añadiendo —a lo que estamos dispuestos a nombrar con esa palabra, por encima de este «piso mínimo» de reconocimiento de la soberanía popular y de funcionamiento de las instituciones representativas— una serie de otras exigencias, o la exigencia de la garantía de otras posibilidades (de otras libertades, de otros derechos) para ese pueblo en el que, a lo largo de todos estos siglos de historia de las ideas y de las instituciones políticas, no hemos dejado de pensar. 

Pero también es cierto —como es inevitable reconocer a esta altura de nuestro argumento— que no sabemos bien cómo definirla, toda vez que una de las virtudes de la palabra, pero también de sus problemas, es lo esquivo o lo incierto de su significado. No está claro, en efecto, lo que «pueblo» significa, porque lo que esa palabra entraña varía mucho según el modo en el que la usemos. 

Es en este punto que se inscribe y que adquiere todo su interés la ambiciosa investigación cuyos resultados nos entrega acá Luis Berrizbeitia, quien sabe suficientemente claro que no es fácil postular para la palabra pueblo un referente exterior que hubiera estado a lo largo del tiempo a la espera de esa etiqueta para poder reconocerse en ella una «sustancia» —como suele decirse hoy, en general, para condenar al que tuviera la ocurrencia de pensar que algo como eso pueda tener algún lugar en una discusión ilustrada, «posmetafísica», libre de mitos, supersticiones y fundamentalismos sobre la política— que esa prestigiosa palabra hubiera llegado apenas para designar. Todos hemos leído —y Berrizbeitia también— el argumento del buen Edmund Morgan sobre el modo en que esa palabra —y los discursos en los que, a partir del siglo XVII, vino a articularse en las naciones europeas— construye —incluso, inventa— mucho más que lo que designa a ese sujeto colectivo de cuya historia aquí se trata. 

Un concepto que, en determinado momento de la vida política de esas naciones europeas, habría venido a reemplazar al mismo Dios —tal como la interesante hipótesis de Morgan—como fuente de legitimidad de unos representantes que debían empezar a pensarse a sí mismos y a ser pensados como interpretando la voluntad de alguna cosa más tangible y menos problemática que la f igura cuya representación venían usufructuando desde hacía ya unos cuantos siglos. Se ven bien, entonces, dos cosas fundamentales. 

Una: que la representación no es una función derivada, sino, por el contrario, el principio mismo de la configuración de aquello que solo a través de ella aparece como el fundamento de la legitimidad de un cierto orden y del poder de quienes lo rigen. 
Y la otra: que, en las narrativas políticas dominantes en la modernidad filosófico-política, sí «permanece» —para usar el verbo que en su momento empleó Claude Lefort al hablar sobre la Historia de la Revolución francesa de Michelet— un fondo «teológico-político» por debajo de su declarado laicismo de superficie. Hace muy bien Berrizbeitia en no olvidarlo. 

Por cierto, no deja de oírse un eco de ese «invencionismo» en los escritos sobre la cuestión del populismo de Ernesto Laclau, quien incorporaba a este esquema que acabamos de recordar la idea, de matriz estructuralista y específicamente althusseriana, de una «interpelación» de los sujetos —que solo se convierten en tales sujetos cuando se reconocen en esa interpelación— por el discurso o por los discursos que los nombran y que, nombrándolos y obteniendo de ellos ese reconocimiento, los constituyen colectivamente como pueblo. Por supuesto, como esos discursos son muchos, diferentes y, a veces incluso, contrapuestos, la idea de pueblo no hace más que vacilar y desplazarse, no pudiendo nunca descansar sobre una base sociológica verdadera y cierta, porque, como nos muestra aquí Berrizbeitia, cuando hablamos de pueblo no estamos hablando (solamente) de sociología, sino (también) de otra cosa: de política, que en los últimos y, sobre todo, en el último libro de Laclau se con-funde casi con la retórica. 

Por supuesto, no se trata de extremar este argumento hasta el punto de hacerle perder a ese sujeto, en nombre del reconocimiento de la fuerza de los discursos y de las interpelaciones, toda historicidad. Si ese sujeto es sujeto es porque está, claro, sujetado a un discurso o a una serie de discursos que de más de un modo lo «inventan» y lo constituyen, pero también porque es sub-jectum: porque es el fondo que subyace a las diversas expresiones, lingüísticas, culturales y políticas, en las que lo reconocemos y en las que él mismo también se reconoce (pueblo en sí y para sí, dice Berrizbeitia) y que le permiten a él mismo, entonces, reconocerse también en aquellos discursos que lo nombran, «desde fuera» —digamos— de sí mismo, como pueblo. 

Me tienta escribir aquí la palabra sedimentación, que nos permite nombrar eso que va quedando de la acumulación de una cantidad de prácticas y también de interpelaciones que, a lo largo del tiempo, han ido estructurando al sujeto colectivo al que llamamos pueblo. Entre esas diversas interpelaciones ocupan un lugar fundamental en nuestras teorías sobre el pueblo, y también, desde luego, en el recorrido que propone aquí Berrizbeitia, las que despliega ese personaje fundamental en la discusión contemporánea sobre el populismo o sobre los populismos (de izquierda y de derecha, democráticos y autoritarios, republicanos y antirrepublicanos: sobre todo esto hay también mucho conversado y para conversar), que es el líder. Se abre aquí un gran tema, sobre el que Berrizbeitia nos deja unas cuantas pinceladas del más alto interés. 

El líder es o puede o suele ser un factor clave en la configuración de un pueblo, y es mucho todavía, sobre todo en nuestra región —tan rica en experiencias de repúblicas democráticas populares con liderazgos fuertes—, lo que tenemos que pensar acerca de esto. De los tipos de líderes del pueblo y de los tipos de relación entre esos líderes y ese pueblo. 

Se abre aquí un rico campo de investigaciones. Ellas deberían incluir la distinción entre los líderes que sostienen su liderazgo sobre el subrayado de una excepcionalidad que los distingue y los separa de un pueblo que generalmente (pero esto no tiene por qué ser una buena noticia desde una perspectiva republicana y democrática) los adora, y aquellos que lo hacen sobre la base de su capacidad para configurar ámbitos amplios de participación popular (deliberativa y activa, como le gusta decir a Carole Pateman) en los asuntos públicos: para dialogar con un pueblo de iguales (y de iguales, en primer lugar, a él mismo o a ella misma), en lugar de mantenerlo a una distancia necesariamente muy odiosa; entre los que entienden la democracia como un gobierno para el pueblo y los que la piensan como un gobierno de ese pueblo que, en determinado momento, puede contar con ellos para librar algunas de sus batallas. Pero no es este el lugar para avanzar en esta discusión ni en ninguna de las otras que quedan apenas apuntadas. 

Estas palabras preliminares deben terminar, acá, destacando la importancia del libro que el lector o la lectora tiene entre sus manos y la necesidad de profundizar en los debates que Luis Berrizbeitia, con erudición y sensibilidad, deja aquí planteados: el de la relación entre «pueblo» y «clase», o «clases»; el de la necesaria articulación entre las teorías que mejor han pensado al uno y a las otras. 

El autor de este trabajo deberá convocar en su auxilio, en ulteriores pasos del gran camino investigativo que ha iniciado, lo mucho y muy bueno que sobre esos asuntos se ha producido a lo largo del tiempo en nuestra región, a cuyo pensamiento político este libro provee hoy un aporte especialmente relevante. 

Eduardo Rinesi, 2025

VER+:


Homo Populus Luis Berrizbeitia WEB by Jeffrey Pino


CIMARRON CITY SERIE TV 1958

Temporada 01: Episodio 01: "Yo, el Pueblo". Tras atribuirse un mérito desproporcionado por derrotar a un grupo de atracadores, Laird Garner rápidamente consigue apoyo para su banco y gana las elecciones para alcalde de Ciudad Cimarrón. Garner tiene planes aún más ambiciosos y, con la ayuda de un sheriff corrupto y un grupo de comisarios malvados, rápidamente se hace con el control financiero y social de la floreciente ciudad.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

PUCHERAZO ELECTORAL EN ESPAÑA Y OTRAS PARTES DEL MUNDO por GUILLERMO ROCAFORT PÉREZ 👥

 

PUCHERAZO ELECTORAL EN ESPAÑA 
Y OTRAS PARTES DEL MUNDO 



INTRODUCCIÓN

Este libro es la compilación secuencial de todos los artículos publicados por el Autor, en distintos medios digitales españoles de primer nivel y prestigio, y otros inéditos sobre las Elecciones Presidenciales 2020 en Estados Unidos y las Elecciones Generales del 2023 en España. Estos artículos pueden ser complementados con distintas entrevistas televisivas y radiofónicas en medios nacionales e internacionales que pueden ser consultadas por el lector en Internet, en el caso de que desee ahondar más en los argumentos aquí expuestos. Estamos antela Crónica de dos Pucherazos electorales anunciados y consumados, evidenciados por medio de un análisis objetivo, por parte del Autor, en el caso español, mediante profundos análisis comparativos, informes e investigaciones oficiales; y en el caso estadounidense, con los datos de integridad electoral elaborados por la Universidad de Harvard en distintos y sucesivos estudios académicos, y que señalan los gravísimos y crónicos fallos de los que adolece el sistema de elección presidencial de ese gran País. 

El Autor de este libro pretende que con esta recopilación de análisis y de opiniones de sus artículos no se imponga el relato oficial creado artificialmente por los “Mass Media”, las grandes compañías tecnológicas de las Redes Sociales, verificadoras y la clase globalista reinante, que de forma concertada han actuado para que no se sepa la verdad de los dos Pucherazos. Es evidente que no se han investigado las infinitas pruebas de los Pucherazos; ni por las autoridades electorales ni por la Justicia ni menos aún por los Medios de Comunicación más importantes. Este Libro es una Crónica de un tiempo apasionante. Este libro es un Acta de Acusación.

EL DEFENSOR DEL PUEBLO ESPAÑOL EVIDENCIA 
LA EXISTENCIA DE UNPUCHERAZO HÍBRIDO 
EN LAS ELECCIONES DEL 23 DE JULIO DE 2023

El 4 de agosto de 2023, a los pocos días de las elecciones generales de Julio de 2023, interpuse la siguiente queja ante el Defensor del Pueblo por fraude electoral. El texto de la reclamación es el siguiente: “Estimado Defensor del Pueblo, Las Elecciones del 23 de Julio han sido fraudulentas y es por ello que el Defensor del Pueblo debe instar su anulación a instancia de mi presente denuncia y de los hechos que relato. 

El Fraude tiene tres vertientes distintas:

1.- Obligar a los españoles a votar en pleno descanso estival. Los españoles tenemos derecho al descanso y a unas Vacaciones sin más obligaciones que las mínimas exigibles. El realizar unas Elecciones en la fecha indicada ha lesionado el derecho al descanso de los españoles, así como ha sido utilizado para adulterar sus resultados pues obviamente hay mucha gente que ha antepuesto su derecho al descanso frente a las elecciones y ha decidido no votar.

2.- Las elecciones se han realizado lesionando gravemente el derecho a la salud delos españoles pues se nos ha expuesto a temperaturas que rondan entre 35 y 40grados durante la jornada electoral del 23-J, especialmente en Andalucía donde está prohibido realizar elecciones en los meses estivales por este motivo. Además, las personas que han estado en las mesas electorales toda la jornada de votaciones y en los cómputos de los votos por parte de Indra tras el cierre de las mesas han estado sometidos a condiciones infernales lo que además lesiona sus derechos laborales esenciales, algo que también ha perjudicado la integridad electoral pues el ambiente asfixiante por el calor de la jornada ha sido el más propicio para cometer errores de cómputos y de todo tipo electoral. Conviene recordar que el propio Defensor del Pueblo pidió a la Inspección de trabajo más controles para proteger a los empleados ante altas temperaturas.

3.- Como es público y notorio, no se han llevado a cabo en las Juntas Electorales Provinciales los escrutinios generales como obliga la Ley, esto es, sumando las actas de las votaciones de las mesas electorales al margen de la aplicación de Indra, sino que lo que se ha hecho es dar por bueno el escrutinio provisional que llevó a cabo la empresa Indra la noche electoral sin ponerlo en duda. Es fundamental que el Defensor del Pueblo obligue a las Juntas Electorales Provinciales a realizar los escrutinios generales que establece la Ley con todas sus garantías, pues sólo así el sistema electoral tendrá la debida integridad electoral.

Por todo lo anterior, solicito que se admita mi reclamación al Defensor del Pueblo y se actúe en consecuencia”. La respuesta recibida del Defensor del Pueblo el 8 de septiembre de 2023, que se reproduce a continuación, manifiesta que el escrutinio provisional (realizado por INDRA) y comunicado por el Gobierno en la noche electoral "carece de toda vigilancia o supervisión por parte de la Administración Electoral" y que la Ley Electoral obliga a las juntas electorales a hacer un escrutinio definitivo pleno, contando y sumando todas las Actas (algo que en realidad no se hace), y todo ello al margen del escrutinio provisional que carece de todo valor electoral. Igualmente, el Defensor del Pueblo manifiesta que ha transmitido al Gobierno las quejas y problemas detectados de manera generalizada en el proceso electoral, entre ellas la celebración de un proceso electoral nacional en pleno Verano, pues está prohibido con carácter autonómico en Andalucía, para que puedan ser valoradas en orden al necesario perfeccionamiento de nuestro ordenamiento electoral y que puedan ser subsanadas en futuros procesos electorales. 

Es evidente por todo lo anterior, que el propio Defensor del Pueblo manifiesta una serie de hechos que prueban que el proceso electoral de Julio del 2023 adoleció de manifiestas irregularidades electorales que podrían conformar lo que se califica como “Pucherazo Híbrido”, combinado con otros factores como las irregularidades con las “nacionalizaciones express” por memoria democrática, promovidas por el PSOE, y lo sucedido con el voto por correo, entre otros varios factores adicionales, como expresaré a continuación con detalle en este libro.


Pucherazo electoral en España: 
el informe que acusa al sistema de manipular el 23J

El informe de Guillermo Rocafort denuncia un pucherazo electoral en España 
en las elecciones del 23J, con graves irregularidades de Indra

El investigador Guillermo Rocafort destapa u entramado de irregularidades, opacidad y vulneración de las normas europeas en los comicios del 23 de julio de 2023

El informe de Guillermo Rocafort denuncia un pucherazo electoral en España en las elecciones del 23J, con graves irregularidades de Indra, el Gobierno y el voto por correo.

Un escándalo silenciado: la sospecha de fraude electoral planea sobre el 23J

El investigador Guillermo Rocafort, experto en integridad electoral, ha elaborado un informe demoledor titulado “Pucherazo Electoral en España” en el que documenta, con base en resoluciones oficiales, informes internacionales y correspondencia con organismos públicos, la existencia de lo que denomina un “pucherazo híbrido” en las elecciones generales del 23 de julio de 2023.
El estudio sostiene que el sistema electoral español —bajo la gestión tecnológica de Indra y la supervisión del Ministerio del Interior— presenta graves deficiencias estructurales, vulnera los compromisos internacionales suscritos por España ante la OSCE, y mantiene zonas opacas en la transmisión y el cómputo de los votos que “rompen la cadena de custodia electoral”.
Según Rocafort, las irregularidades detectadas no son aisladas, sino que configuran un modelo de manipulación electoral encubierto, comparable al de países como Angola o Venezuela, donde la misma empresa tecnológica, Indra, ha sido cuestionada por misiones de observación de la OEA y del Parlamento Europeo.

El Defensor del Pueblo reconoce irregularidades en el escrutinio del 23J

Uno de los hallazgos más contundentes del informe se basa en la respuesta oficial del Defensor del Pueblo español a una queja presentada por el propio Rocafort pocos días después de las elecciones. El organismo reconoce que el escrutinio provisional realizado por Indra carece de supervisión administrativa y que la Ley Electoral obliga a las Juntas Electorales a hacer un recuento manual completo, lo que en la práctica no se cumple.
En palabras del investigador, “España vive bajo un modelo híbrido de control electoral, donde una empresa privada maneja el recuento de votos sin fiscalización pública”. La constatación de este vacío legal refuerza la tesis de que el resultado electoral podría haber sido manipulado sin posibilidad de verificación independiente.
Además, el Defensor del Pueblo admitió que la convocatoria electoral en pleno verano, en plena ola de calor, pudo vulnerar derechos fundamentales como el descanso o la salud de los ciudadanos, especialmente en regiones como Andalucía, donde las elecciones estivales están expresamente prohibidas por normativa autonómica.

Indra, el eje tecnológico del sistema y la sospecha permanente

El documento detalla el papel de Indra Sistemas S.A., una empresa de capital público-privado vinculada históricamente al control informático de los comicios en España. Según Rocafort, Indra actúa como un monopolio electoral, gestionando en exclusiva el recuento provisional de votos —la cifra que se anuncia la noche electoral— sin que haya observadores independientes o verificaciones paralelas.
El informe cita precedentes alarmantes: • Angola (2008 y 2012): misiones europeas y africanas documentaron manipulación de datos y exclusión de observadores en el cómputo central. • República Dominicana (2016): la OEA denunció sustitución de presidentes de mesa por técnicos de Indra y fallos masivos en los sistemas de control biométrico. • Venezuela y Colombia: la compañía fue señalada por su falta de transparencia y negativa a permitir auditorías externas.
En el caso español, Rocafort sostiene que Indra centraliza la transmisión y tabulación de votos sin control judicial ni público, lo que convierte el escrutinio provisional en un proceso opaco y fácilmente manipulable. “El resultado que se anuncia en la televisión el día de las elecciones —señala el autor— no tiene valor jurídico alguno, pero se da por válido ante la opinión pública”.

España incumple los compromisos internacionales de la OSCE

El informe recuerda que España suscribió en 1999, en la Cumbre de Estambul de la OSCE, el compromiso de garantizar elecciones “libres, transparentes y verificables”. Sin embargo, la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OIDDH) ha emitido más de 20 recomendaciones que siguen sin aplicarse.
Entre ellas destacan: • Publicación inmediata de los resultados por mesa y colegio electoral. • Acceso de observadores nacionales e internacionales a todas las fases del proceso. • Prohibición del uso partidista de recursos públicos. • Garantía de la independencia de RTVE en periodo electoral. • Obligación de comprobar la identidad en el voto por correo.
España, según Rocafort, no cumple ninguna de estas condiciones. Por ello, considera que el país “ha descendido al nivel de autocracia electoral”, al estilo de regímenes que usan las urnas como fachada democrática.

Voto por correo: el talón de Aquiles de la integridad electoral

Otro de los ejes de la investigación es el voto por correo, que Rocafort califica de “incompatible con los estándares europeos”. Según la Comisión de Venecia, el voto postal sólo puede admitirse si garantiza plena trazabilidad e identificación del elector, algo que no sucede en España.
El informe recuerda los escándalos de compra de votos en Melilla y otras localidades, la ocupación partidista de Correos con directivos afines al PSOE y la promoción sospechosa del voto postal frente al presencial en 2023.
Para Rocafort, el voto por correo se ha convertido en el “gran agujero negro del sistema electoral español”, al carecer de controles físicos y depender de estructuras administrativas controladas por el Gobierno.

Las nacionalizaciones exprés y la manipulación del censo electoral

El informe también apunta a la Ley de Memoria Democrática como otro instrumento de manipulación. Según documentos obtenidos por el autor, el Ministerio de Justicia, bajo la dirección de Sofía Puente —hermana del ministro Óscar Puente—, amplió de forma irregular las nacionalizaciones de descendientes de españoles en Hispanoamérica, lo que habría inflado el censo exterior (voto CERA) en beneficio del Gobierno.
El Consejo de la Transparencia exigió al Ministerio la entrega de las actas y expedientes relacionados, pero la información sigue oculta, lo que refuerza la sospecha de un plan coordinado para aumentar artificialmente los votos afines al PSOE.

Opacidad, confidencialidad y censura informativa

Rocafort denuncia además que los funcionarios que participaron en el recuento del 23J firmaron contratos de confidencialidad, lo que impide conocer los fallos, incidencias o simulacros del sistema informático. El Ministerio del Interior justificó este secreto alegando “motivos de seguridad”, pese a que la Ley de Transparencia ampara el acceso a la información electoral.
Para el autor, este nivel de secretismo demuestra que el Estado prefiere blindar la opacidad antes que garantizar la integridad democrática. Incluso los apagones de la web de Indra durante las elecciones —justificados como “exceso de tráfico” o “ataques rusos”— son interpretados como momentos críticos donde puede producirse la manipulación de datos.

España y la autocracia electoral: una deriva institucional

El informe de Rocafort cita el estudio académico “Regimes of the World (RoW)” de la Universidad de Gothenburg (Suecia), que clasifica las “autocracias electorales” como regímenes donde se celebran elecciones, pero los resultados están controlados por el poder. Entre los países analizados figuran Angola y Venezuela, dos sistemas gestionados por Indra.
El investigador concluye que España ya muestra los siete rasgos característicos de una autocracia electoral: 1. Control judicial y mediático del poder político. 2. Restricción de la competencia electoral. 3. Elecciones como fachada. 4. Uso de recursos estatales con fines partidistas. 5. Falta de rendición de cuentas. 6. Concentración de poder en un solo líder. 7. Erosión de las instituciones independientes.
“España es hoy una democracia simulada —afirma Rocafort—, donde el poder real se concentra en Pedro Sánchez y su élite política, mientras la maquinaria electoral legitima su control”.

Una llamada a la transparencia y a la repetición electoral

El autor del informe no duda en afirmar que las elecciones del 23J carecen de la integridad mínima exigible en una democracia europea. Por ello, propone una revisión estructural del sistema electoral español, la exclusión de Indra de cualquier proceso de cómputo de votos, y la creación de una auditoría pública permanente bajo control judicial y de observadores internacionales.
Rocafort, que ya comparó el caso español con el fraude de Evo Morales en Bolivia (2019), concluye su informe con una frase lapidaria:
“Mientras el recuento de los votos dependa de una empresa privada vinculada al poder político, España no tendrá elecciones libres, sino simulacros de democracia”.
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PUCHERAZO electoral continuo del
@psoe en la Historia de España?


PUCHERAZO ELECTORAL EN ESPAÑA Y OTRAS PARTES DEL MUNDO POR GUILLERMO ROCAFORT PÉREZ by Yanka


martes, 11 de noviembre de 2025

"DE PEKÍN AL CIELO" por AURORA PIMENTEL 👿👥


De Pekín al cielo
En líneas generales, podemos decir que muchas de las que llamamos ONG de No Gubernamentales tienen poco −la sociedad civil en España es la que es−, como por otra parte ocurre, no lo olvidemos, con… los medios de comunicación que viven mayoritariamente de la publicidad de las administraciones, algunas grandes empresas y así un largo etcétera.

Parafraseando a Serrat: «hace treinta años que tuve treinta años», o casi. Este año se cumple el treinta aniversario de la IV Conferencia de la Mujer de Pekín convocada por Naciones Unidas en 1995, a la cual asistí. Con dicho motivo amablemente me invita una organización no lucrativa a un acto conmemorativo. Agradezco la invitación y comento a mi interlocutora que no creo ser la persona más adecuada al respecto, porque si voy diré lo que veo, lo que creo, parte de lo cual ya lo pensaba en su día −y lo escribí claramente−, lo cual ha sido confirmado desgraciadamente treinta años después y con creces: de aquellos polvos (junto a otros muchos factores, por supuesto), estos lodos que tenemos.

«Hay algunas fundaciones independientes y entidades con miles de socios en España, pero en muchos casos el peso del porcentaje de financiación pública manda por goleada»

En definitiva, le suelto a la pobre una formidable perorata sobre mi espanto ante cualquier cosa que venga de Naciones Unidas, así como del marco mental tramposo −aceptado hoy no ya por lo progre/ izquierda /woke, sino por parte de la «derecha»− respecto al «género». O sea, le confirmo que si voy seré con seguridad una voz disonante, molesta, en fin, que piense mejor si me quieren allí o no. Mi paciente interlocutora entonces me explica lo que ya sé: que el foro cuenta con el apoyo de la administración pública a nivel autonómico y que muchas gracias por mi sinceridad al respecto.

Hace treinta años que yo tenía un poco más de treinta años y trabajé en una entidad no lucrativa que hacía, y hace, muchas, muchísimas, cosas buenas: no tengo ninguna duda al respecto. Pero esta entidad, como casi cualquier otra que trabaje en cooperación al desarrollo −y muchas otras en el ámbito de la asistencia social, medioambiente, etc.−, dependen, en el caso español, fundamentalmente de los fondos públicos nacionales, europeos, autonómicos, etc. Claro que hay algunas fundaciones independientes y entidades con miles de socios en España, pero en muchos casos el peso del porcentaje de financiación pública manda por goleada.

«Es por esto por lo que lo que marca la agenda de los organismos internacionales: tienes que entrar en su lenguaje si quieres contar con su financiación»

Es por esto por lo que lo que marca la agenda de los organismos internacionales, y casi toda la escalera de subsiguientes organismos públicos en España hoy, es clave: tienes que entrar en su lenguaje como poco, a menudo en sus ideas, si quieres contar con su financiación. Esto puede hacerse con convicción −comulgas con dichas ideas o bien te has «adaptado» a ellas− o agachando la cabeza porque no tienes más remedio y tú por «tu causa» (la que sea) y su financiación haces lo que haga falta.

¿Un ejemplo? Una entidad que se dedica a discapacidad, pongamos por caso, hace cada verano unos campamentos para niños. Pues bien, cada año, tiene que «vestirlos» al presentarlos a la administración donde busca la financiación: sea bajo la óptica del «género», de la «sostenibilidad» o lo que en ese momento esa administración defina o se lleve. El campamento va a ser el mismo −lo importante para ti es que los niños estén quince días en plena naturaleza−, pero si quieres financiación, tienes que entrar en lo que ellos quieren (otra cosa es si luego tú haces lo de siempre, pones una papelera como signo de sostenibilidad o acabas dedicando tu tiempo y esfuerzos a estupideces que te piden).

«Los medios de comunicación viven mayoritariamente de la publicidad de las administraciones»

En líneas generales, podemos decir que muchas de las que llamamos ONG de No Gubernamentales tienen poco −la sociedad civil en España es la que es−, como por otra parte ocurre, no lo olvidemos, con… los medios de comunicación que viven mayoritariamente de la publicidad de las administraciones, algunas grandes empresas (que dependen del marco regulatorio, en otros casos de ser contratados por el Estado o las administraciones públicas para H o B) y así un largo etcétera.
¿Podemos reprochar que haya tan escasas voces que cantan fuera del coro, ya en concreto, en el tercer sector, un actor clave en la sociedad, de esa cháchara habitual impuesta por Naciones Unidas y sus agencias? ¿Podemos entender por qué muchas ideas acaban siendo aceptadas culturalmente?

«Estar en el mundo sin ser del mundo ofreciendo alternativas, para empezar al lenguaje, a las ideas que hay detrás, y al mal con todas sus letras que se extiende no es fácil, es evidente»

Junto a las entidades no lucrativas que hacen lo que pueden −y, en gran medida, comprensiblemente «entran» en la moda, el lenguaje, pero también las ideas que permean, no lo olvidemos− para obtener financiación y poder llevar a cabo sus proyectos, existe también otro amplio y variado panorama compuesto por personas e instituciones que han hecho una excelente carrera al colocarse de perfil en temas clave, en no resultar en exceso molestas, en sumarse al carro por miedo y, ay, «reputación»: véase como simple ejemplo instituciones católicas educativas con los ODS (Objetivos del Desarrollo Sostenible) como si fueran los diez mandamientos.

Estar en el mundo sin ser del mundo ofreciendo alternativas, para empezar al lenguaje (que no es secundario, nos lo decían en Pekín las yanquis con mucha más experiencia que nosotras), a las ideas que hay detrás, y al mal con todas sus letras que se extiende (comparemos el año 1995 con el 2025 y al «progreso» al que hemos asistido los últimos treinta años al que nos ha llevado el «empoderamiento», el «género», etc.) no es fácil, es evidente.

Decir que no implica quedarse fuera. Pues que así sea.