Un bestiario sin piedad: 33 retratos en blanco y negro que convierten a la biografía del poder en una galería de monstruos. Entre carboncillo y verso satírico, este libro disecciona el chavismo como si fuera una plaga mitológica: cada capítulo es la fisionomía de un vicio, el culto, la violencia, la impunidad, la farsa; personificados en figuras oscuras, poderosas y terriblemente humanas.
Aquí no hay nombres para proteger la fábula; hay símbolos, apodos y caricaturas que hacen visible lo invisible. Ilustraciones crudas, textos cortos y poemas afilados se combinan para ofrecer una lectura tan estética como política: indignada, amarga y catártica. Además de las figuras demonológicas, encontrarás una introducción que explica la naturaleza del régimen y un prólogo diseñado para poner en contexto el bestiario como herramienta de memoria histórica y denuncia.
Este libro es para lectores que buscan entender la tragedia política desde la sátira y la imagen: para quienes quieren reírse de la ironía macabra y, a la vez, recordar quiénes pagaron el precio real. Una obra para coleccionar, debatir y regalar cuando la memoria necesita rito.
LA LITURGIA DEL CRIMEN Y LA LUCHA ESPIRITUAL
«Es que esos chavistas son unos demonios».
Hay batallas que se libran con armas visibles y hay guerras que se pelean en el hueco del alma. Lo que aquí llamamos chavismo no es solo una corriente política, ni siquiera una estructura del crimen organizado: es una religión baja, una liturgia del saqueo que ha revestido el poder con símbolos, ritos y gestos capaces de anular la voluntad. No basta analizar sus conveniencias económicas, sus actividades delictivas o sus fraudes administrativos; hay que mirar la maquinaria espiritualista que acompaña la opresión: la palería aplicada como lengua diplomática, la magia negra que se usa como amenaza simbólica, las prácticas ocultas que, en la penumbra, legitiman la transgresión de la ley, el terrorismo de Estado y la contabilidad del miedo.
Este libro entiende aquello como culto: una devoción que exige súplicas de obediencia, dádivas de lealtad y sacrificios de dignidad. Cuando el Estado invoca la obediencia, se convierte en altar; cuando la propaganda canta himnos de fidelidad, se vuelve misa negra. Los ritos son variados desde las ceremonias políticas que parecen procesiones satánicas hasta las maniobras de lo oculto -amuleto, oficio, pacto, sacrificio- que buscar atar voluntades y procurar impunidad. No son leyendas inofensivas: son herramientas de daño, y como todas herramientas de daño, dejan huella en los cuerpos, en las familias, en la memoria colectiva de un país poseído.
La experiencia sufriente del pueblo venezolano ha sido, también, una lucha espiritual ,además, de la existencial de supervivencia. No toda resistencia es política: muchas formas de resistencia son plegarias, vigilias y pequeños ritos de supervivencia. La fe popular -asesorada por santos, por cruces, por oraciones que huelen a casa- ha sido una forma de escudo. Frente a la palería y la brujería instrumentalizadas para el poder, el pueblo ha respondido con eucaristías improvisadas, con rosarios en los hospitales, con ofrendas y con canciones que invocan la dignidad. Esa lucha, interior y colectiva, es la otra cara de la historia: la que no aparece en los boletinas, pero que sostiene la posibilidad de reencontrarse.
Y, ¿qué hace a un hombre o una estructura digna de ser llamada demoníaca? No es la estética ni el disfraz: es la verdad honda de la acción.
La verdadera maldad del alma es la capacidad de convertir la compasión en cálculo, de intercambiar vidas por poder, de domesticar la empatía hasta volverla instrumento de venganza.
Hoy presentamos con solemnidad y con furia contenida, estas páginas. Porque exponer al demonio por su nombre es el primer paso para el exorcismo. Es el primer paso para erradicar la maldad.
Ese tipo de maldad es fría, rutinaria, repetitiva: no puede aparecer con cuernos, sino con firmas, contratos, listas y órdenes. Cuando un funcionario organiza y planifica la miseria como política, cuando un burócrata matraquero transforma la vida humana en cifra, cuando una cúpula convierte la fe en moneda de cambio, ahí nace el demonio: en la elección consciente de hacer daño sistemático y perdurable.
Por eso, este bestiario no es una galería de insultos: es una cartografía simbólica de tantos vicios y pecados hechos sistema integral. Cada demonio es un rostro de la máquina podrida: a veces un cargo, a veces un arquetipo, siempre un modo concreto de hacer daño. Los nombres aquí tallados -espejos, epítetos, heridas- buscan iluminar lo que se esconde debajo de los disfraces: las redes del miedo, la economía de la ración y el control por hambre, la liturgia del clientelismo, la industria del olvido y la represión.
Exorcizar no es matar a la sombra que vemos, es nombrarla con precisión, es quitarle la función sagrada que ocupó, es devolverle su condición humana para someterla a juicio moral y público. Exorcizar es también memoria: hacer que los actos sean legibles para que la justicia y la reparación puedan nacer. Por eso tomamos la palabra, el carbón y la pluma, la risa cortante y la indignación como instrumentos rituales, convertimos la creatividad en arma de luz.
Hoy, como en los viejos y oscuros libros de sellos y conjuros, enumeramos y describimos a 33 figuras diabólicas que han poseído a mi país. Hoy toca exorcizarlo, con arte, con testimonios y con verdad. Hasta que la respiración de Venezuela vuelva a ser suya y su alma liberada.
Porque el bien siempre derrota al mal. Y sí, los malos son ellos.
En sus páginas se revela el bestiario infernal del chavismo: 33 criaturas que arrasaron con un país y lo convirtieron en una pesadilla colectiva. Dibujados como bestias del abismo, narrados como profecía y sátira, cada demonio representa una parte del mal que nos marcó.
Escrito por Luis Batista, autor de Expedientes del Chavismo y Pastillas de Memoria, este libro mezcla arte, terror político y fe.
Porque el pueblo venezolano, aferrado a Dios y al fuego justo, sigue expulsando a las bestias.
Presento esta obra con el título de Cara E' Crimen escrita a lo largo del año 2021, profunda reflexión centrada en desentrañar capítulos capitales de la vida republicana venezolana, contando con un hilo conductor desconocido como es la deuda externa, una especie de serpiente devoradora de la estabilidad económica y política de las repúblicas.
El libro arroja luces suficientes sobre la inesperada y misteriosa enfermedad que llevó a la muerte a Hugo Rafael Chávez Frías en Cuba, y cómo su cadáver fue sustituido por un muñeco alternativo con carro fúnebre importado de Colombia, con el cual los manipuladores, lograron que una Legión de seguidores y fanáticos lloraran y lamentaran la muerte de aquél que se hizo llamar en vida: El Comandante Eterno. Adicionalmente, señalamos las numerosas víctimas de un régimen que sembró el horror, sediento de sangre inocente como de ciertos emperadores de la antigüedad.
De igual forma, los tenebrosos acontecimientos relacionados con el 27 de febrero de 1989 plasmados en la historia como el pretexto para extraer el oro de las bóvedas del Banco Central de Venezuela. Oro que es hoy motivo de litigios que adquieren nuevamente en Cara E’ Crimen una dimensión interpretativa, un ángulo histórico novedoso en esta hora actual. El 27 de febrero de 1989 también fue el lev motiv de lo que después sería el 4 de febrero de 1992.
En esta nueva historia con estilo trepidante y novelesco, también narramos a personajes macabros, traiciones, crímenes, amoríos; y la corrupción galopante de quienes destruyeron la otrora República de Venezuela.
Nota: Actualizado con pequeñas adiciones en Feb 2024, esta edición revisada ofrece una experiencia enriquecida del viaje del primer libro.
Prólogo
Al Bravo Pueblo
En la música está la palabra de Dios, como la presencia viva de todas las artes que acompañan al ser humano en lo bueno que cultiva para sus semejantes y para sí con el fin de protegerlo del mal, la oscuridad y el crimen que encarnan a aquellos disfrazados de sus hijos dilectos.
A Venezuela hay que devolverle la luz que la iluminó, porque la vida de sus habitantes fue secuestrada y reducida en un lento mortal.
Existe un paralelo entre el pueblo de Venezuela sumido en su actual tragedia que la oprimen los actuales poderosos, y aquel pueblo de Israel que nos recuerda a memoria de los tiempos. La historia pareciera repetirse como una enseñanza que no terminamos de aprender. Especialmente en el momento en que el pueblo de Israel era prisionero del Rey Nabucodonosor en Babilonia, cuando Dios es decir, Yahveh, los castigó por adorar a otros dioses como Moloc, Astarté y Quemos (Kémos) y cuando habiendo jurado los mandamientos los olvidaron, porque la falta de fe los debilitó ante la responsabilidad que los comprometía
Siglos después. más allá de las arenas y los desiertos lejanos, en una circunstancia similar, frente al inmenso mar caribe con su ardoroso trópico, muchos venezolanos olvidaron el sentido de Patria ganada en su independencia con la ayuda divina de Dios que condujo a sus próceres épica valiente y estelar, y se dedicaron a saquearla desde el poder en nombre de falsas democracias y revoluciones anacrónicas que se importaron a través de un sofisticado coloniaje que dirigió la dictadura cubana.
Desde entonces, hoy el paisaje de la patria venezolana luce desolado, deprimido, impotente y triste. Desilusionado de fraudulentas y engañosas elecciones. ¿Quiénes robaron su riqueza?, ¿Quiénes la alegría de su gente? Preguntas que resultan y que tienen su respuesta en este libro. Cara E 'Crimen, escrito por Pablo Medina.
"Recuerda el río Jordán donde Juan el Bautista bautizo a Jesucristo. La memoria de la historia sobre las destruidas torres de Sion y exclama: ¡Ay mi patria tan bella y abandonada!
"¡Revive en nuestros pechos el recuerdo, háblanos del tiempo que fue, canta un crudo lamento!".
"¡O que te inspire el Señor una melodía que nos infunda valor en nuestro padecimiento!
Venezuela está destruida como las torres de Sion en aquel momento devastador y culminante que nos recuerda la historia. Su paisaje humano y geográfico lo han desdibujado, convirtiéndolo en un espectro que vaga entre las sombras. El Amazonas pulmón de la humanidad está sometido a un ecocidio sin dolientes. Poniendo en peligro a todo ser viviente. No olvidemos que con la respiración Dios nos trajo al mundo con un grito.
En Venezuela, los apagones eléctricos dañan los pocos alimentos que la gente puede comprar y precipitan la muerte de aquellos seres que están tratando de salvarle la vida en un quirófano. Los venezolanos han terminado por iluminarse con las llamas de las velas que se hunden en las cuencas de sus ojos. Cuántos niños han muerto en los hospitales por no contar con las proteínas necesarias o por no poder ser amamantados por una madre desnutrida, sin leche en sus pezones.
En Venezuela, los ataúdes han desapareado y los cadáveres son enterrados en un saco de piel que es lo último que se llora.
La peor tortura es someter a un pueblo al hambre. La comida, esa ausencia vital para poder existir. Especialmente cuando abundan Bodegones, donde los enchufados y corruptos del régimen, compran las exquisiteces a precios elevados en monedas extranjeras. El dólar, paradójicamente, es la insignia de la dictadura. Mientras la mayoría del pueblo no puede abrir la boca porque no halla que masticar o tragar más allá de la lengua. Por eso muchos hambrientos han terminado por hurgar en la basura, a la búsqueda del alimento que no consigue en su dura y penosa realidad cotidiana.
En Venezuela nadie tiene un poder adquisitivo digno para comprar alimentos, mucho menos, para adquirir medicinas.
Hay un paralelo entre Nabucodonosor y Nicolás Maduro. El primero, rey de Babilonia, y Nicolás Maduro, dictador de la que una vez fue una cubana.
Nicolás Maduro es el dictador de la que una vez fue una república próspera, que se hace llamar presidente y que no es venezolano sino colombiano. La República de Colombia lo sabe, su ambición y capacidad destructiva lo ha llevado a aliarse con el terrorismo internacional para someter a los venezolanos en una cárcel con dimensiones y con el régimen de un campo de concentración. Eso ha hecho que más de 10 millones de venezolanos hayan huido desesperados, hacia un exilio con el que buscan vencer la incertidumbre y la nostalgia de regresar a la patria amada cuando se conquiste la libertad. No es Justo (o es consecuencia) que está tragedia acontezca en la patria del libertador(¿?) Simón Bolívar que liberó (o condenó) buena parte de un continente.
Desde entonces, hoy el paisaje de la patria venezolana luce desolado, deprimido, impotente y triste. Desilusionado de fraudulentas y engañosas elecciones. ¿Quiénes robaron su riqueza?, ¿Quiénes la alegría de su gente? Preguntas que resultan y que tienen su respuesta en este libro. Cara E 'Crimen, escrito por Pablo Medina.
"Recuerda el río Jordán donde Juan el Bautista bautizo a Jesucristo. La memoria de la historia sobre las destruidas torres de Sion y exclama: ¡Ay mi patria tan bella y abandonada!
"¡Revive en nuestros pechos el recuerdo, háblanos del tiempo que fue, canta un crudo lamento!".
"¡O que te inspire el Señor una melodía que nos infunda valor en nuestro padecimiento!
Cara E' Crimen, de Pablo Medina, es un libro excepcional que hace un trazado profundo y vital por lo histórico, social, existencial, y por las causas erráticas que propiciaron los protagonistas que le infligieron una de las heridas más dolorosas a Venezuela y que nos compromete restaurar hoy, sin olvido, venganza ni impunidad, a sangre derramada que pudo ser la nueva generación, nos los reclama desde las largas avenidas donde protestaron por mas allá de dos décadas, de los antros de torturas que fueron convertidos en tumbas heladas, de aquellos fusilados en los cerros por ser los más pobres y desvalidos, pero desde donde también acecha la rebelión de un bravo pueblo que la actual narco tiranía de Nicolás Maduro teme con horror.
Oswaldo Muñoz
Introducción
Historiadores y amistades cercanas como el profesor Eduardo Guzmán, el periodista Napoleón Bravo, la periodista y profesora Ángela Zago, el empresario y líder Luis Ortiz, Freddy Solórzano, mi estimado sacerdote y amigo José Palmar. Así, como sociólogos. internacionalistas y conductores de programas de medios de comunicación, reiteradamente me han preguntado con perspicaz curiosidad, el por qué, yo, en el año de 1994, cuando le abrieron las puertas de la Cárcel de Yare, a Hugo Chávez, ya lo rechazaba y no ocultaba mi molestia y desazón al liderazgo del que fuera candidato y futuro presidente de Venezuela para 1998. Esta es mi respuesta:
"Porque conocía de antemano su prontuario; y no me era ajeno que Hugo traía oculto en su buche un pacto de sangre con bandas criminales a quienes liberó en forma inmediata de la Cárcel de Yare. Cumpliendo así con su juramento: y los mantuvo bajo perfil a lo largo de su gobierno".
Como yo conocía al personaje lo suficiente, me permito puntualizar que Chávez, carecía de una visión de estadista. Más bien, era un intérprete de solapa. Desconocía con exactitud la historia de la gesta de nuestros héroes independentistas, y, de allí, que fabulara con persistencia fechas inexactas de la épica de Simón Bolívar. Este personaje faltaba al compromiso de la palabra empeñada. Sufría de una continencia verbal por el abundante litio metal que le suministraba el psiquiatra Edmundo Chirinos, a fin de, equilibrarle y apaciguarle su bipolaridad. Tratamiento que no le era suficiente para domesticar el impulso permanente de la manipulación de la cual hacia gala.
"Se creía el Florentino del poeta Alberto Arvelo Torrealva, pero asumía con gran satisfacción la personalidad del Diablo como un futuro Giuseppe Fannelli que habría de ser castrato hacia el oscuro destino que lo esperaba y desconocía".
Igualmente, creía personificar al Libertador Simón Bolívar, pero actuaba corno el "Boves el urogallo" de Herrera Luque; y, de Eduardo Guzmán Pérez. Pienso. que descubrió que no podía alcanzar la profundidad del lenguaje y su dimensión ética que compromete a aquel que tiene una voz propia, la verdadera voz del pueblo. Por eso, se agarro como un clavo ardiente en forma desproporcionada y grosera del célebre músico y poeta falconiano Alí Primera.
De la misma manera. en sus discursos. apelaba a las dolorosas y profundas páginas de Los Miserables de Víctor Hugo, dizque para justificar, que, el que tiene hambre tiene derecho a robar. Chávez fue siempre la fórmula sibilina que, en nombre de los pobres, reiteró para que sus civiles y generales le entraran a carrillo batiente al tesoro petrolero de la Republica. En algunos momentos podía derivar al vejamen o a la procacidad dirigida a sus opositores o enemigos, o incluso a su propia esposa Marisabel Rodríguez cuando en un acto público en cadena nacional, la amenazó con esta frase: "Esta noche le daré lo tuyo". Quizás porque su lactante vital que lo movilizaba era un hondo resentimiento y odio, el cual fue sembrado en la primera familia que lo había procreado y fundado. Aunque sus carencias lo habían convertido en un cultor del engaño permanente.
Recuerdo que el legendario guerrillero Douglas Bravo, quien deambulaba por el pías, quedó encantado con el joven militar sin conocerlo a fondo: y se ilusionó con la idea de que ese cadete pudiera redimirlo al convertirse en una punta de lanza dentro de las Fuerzas Armadas para crear un movimiento cívico militar. Pero Hugo se apropió con desfachatez del movimiento "El Tercer camino" y la idea programática del viejo guerrillero.
"El Árbol de las Tres Raíces" que lo apartaría, según Hugo, del capitalismo, el socialismo clásico y lo llevara a un proyecto que no culminó en nada, sino en la completa destrucción de Venezuela, que era lo que ansiaba su mentor Fidel Castro. De manera que el traidor Chávez burló esa promesa del comandante guerrillero, y, se embarcó en una conspiración donde los militares comandados por su generación jugarían el rol principal: y, su figura aparentemente estelar de un proceso que causaría la defenestración de las bases republicanas, con sangre, dolor y un torrente de lágrimas. En ese torbellino. era una Pieza, un simple peón de fuerzas superiores, que se movía en la oscuridad con suprema astucia y habilidades en el ajedrez político militar a la caza de las oportunidades que se le presentaran.
Había momentos en que Hugo Chávez parecía hablar para sí mismo, en una especie de trance que lo conducía a un onanismo narcisista. Se creía la encamación de Simón Bolívar, y, en reuniones con sus íntimos, exigía respeto ceremonial para tres sillas. porque consideraba que en ellas se encontraban presentes, los espíritus del maestro Simón Rodríguez, de Ezequiel Zamora y Simón Bolívar. Amaba el mito que no podía ser y que lo llevó a desterrar y profanar los restos del Libertador para configurarle un nuevo rostro que se pareciera más al suyo. Especialistas de la medicina anatomopatológica, y expertos informáticos de la configuración virtual, se dedicaron a crear la imagen que quería el obcecado de Sabaneta de Barinas. Entre los restos de una tumba buscaba una heredad que no le pertenecía. Un legado inmerecido. Un vestigio que desconocía su ADN. Quizás hubiese querido que su abuelo, un legendario cuatrero de carretera llamado Maisanta, hubiera tenido la estatura moral y libertaria de Simón Bolívar. Por eso trató de catapultarlo a prócer fundamental de su destino que consideraba libertario.
Pero, cuando un compañero militar lo cuestiono en su despropósito, Chávez se vengo de lo que considero una afrenta del crítico oficial, y ordenó que el mayor Adames fuera atropellado por un automóvil en las sombras de la noche. Esa fue una de las primeras rivalidades e instintos criminales conocidos, que ya se gestaban en aquel hombre. Este asesinato, fue lo que motivó a que su suegra, madre de la que fuera su pareja sentimental y confidente de Hugo, la historiadora y analista política venezolana, Herma Mercedes Marskman, lo bautizara con el alias "Cara E 'Crimen". A quien la profesora, en su obra "Chávez me utilizó", lo describe corno un hombre carente de valores, principios, codicioso, ingrato, traidor y asesino (todo un psicópata sociópata).
De tal manera que, Hugo Chávez habla comenzado a sembrar el miedo en sus más cercanos. Necesitaba que se le temiera. Entonces, se propuso ser una influencia entre las tradiciones históricas y la metafísica de los brujos que lo invitaban a sacrificios de sangre en los que se bañaba. Así por igual, comenzó a sobornar la incondicionalidad de sus allegados "nomas" llegar al poder. La boina roja militar sería su símbolo, a partir del momento en que lo nombraron comandante de uno de los batallones de paracaídas que le brindaría la oportunidad de llevar a cabo el golpe de Estado, que, desde hacia más de diez años, fraguaba. Ya era teniente coronel.
Pese a que en los Servicios de Inteligencia existía la sospecha; y hasta las pruebas de que, a las sombras, Hugo Chávez planificaba un Golpe de Estado. Sin embargo, siempre se le subestimaron sus ansias de poder. No evaluaron su astucia y su capacidad de sobrevivencia. Fue en 1974, cuando el expresidente Dr. Caldera a solicitud de su padre, el maestro Hugo de los Reyes Chávez, le solicitó personalmente al presidente en funciones Carlos Andrés Pérez, que no lo dieran de baja. Aun cuando el informe elaborado por el grupo de inteligencia al servicio del Comando General del Ejército, basado en la Ley orgánica de las Fuerzas Armadas (LOPA encontraron que, por su pésima conducta había motivos suficientes para despedirlo. De manera, pues, que el juramento que había hecho con su facción ante el árbol centenario de la independencia republicana volvería a florecer, y, a dar sus frutos. Pero serian los frutos más amargos que consumiría la nación venezolana.
Para colmo de males, Chávez destruyó la gramática de la comunicación donde se sustentaba el civismo y el arte de la política. Jamás hubiese podido escribir una carta, diario o proclama al estilo de Simón Bolívar. Ese prócer que no solo fue un estilista de la espada, sino que también, fue cultor del arte de juntar las palabras con lúcida brillantez. Por cierto, el general O'Leary, irlandés de nacimiento, quedó asombrado no solo por la cantidad de correspondencias, decretos y proclamas del Libertador al recopilarlas, sino por la elegancia propia de las mismas. La prosa estética que dimensionaban sus escritos hacia la posteridad. En la político como en la guerra, ninguno como Simón Bolívar, llegó a comprender y a potenciar valores de trascendencia apolíneo que apostaba el movimiento romántico hacia el porvenir.
Hugo Chávez intentó tornar el poder en 1992; sin embargo, fue el único de los comandantes de la facción conspiradora. que no logró el magno objetivo militar que se planteó como meta estelar. Se refugió en el museo militar (Actualmente Cuartel de la Montaña) con un parque nutrido de armas y tropas, más que suficiente, para lograr lo que era su finalidad, tomar El Palacio de Miraflores. De allí no salió como si el museo militar fuese el escaparate donde lo escondía la abuela. La debilidad como una pulsión inconsciente al temor a la muerte o al castigo posterior como una paliza materna devenida, lo previó; y, no le quedó otra alternativa que rendirse, sin combatir, no sin antes de pronunciar un discurso a su tropa desconcertada ante la decisión de abdicar, y, lo único que pudo mostrar a sus soldados fue la máscara de su llanto.
Desgraciadamente, un minuto que le dieron después en la televisión, convertirían su fracaso militar en un exalto político. No se cumplió lo que había ordenado el presidente de la Republica Carios Andrés Pérez, de no permitirle acceso a la tribuna televisiva, pero grabada antes, para que llamara a deponer las armas a todos los conjurados que aún se resistían. Esto no se cumplió porque el Ministro de la Defensa, el General Ochoa Antis, quien juntamente con el Alto Mando Militar le abrió las puertas de la historia de llevarlo a la televisión desobedeciendo las órdenes dictadas por el Presidente Pérez, que se entero de la decisión de esta contraorden cuando ya el mito comenzaba a transmutarse en héroe.
El pueblo manipulado comenzó a considerar a Hugo Chávez corno el héroe que era y simulaba. En los estadios de béisbol lo coreaban. Era el personaje de una de esas telenovelas que había socializado el cuerpo emocional de la mayoría de los venezolanos. Los supuestos valores del suertudo "cuatriboleado" se reafirmaron. Un acto fallido que pagaría caro la República de Venezuela por la televisión, ya que era para la mayoría de los venezolanos, la deidad de la fantasía y el regocijo que los mantenía lejos de la comprensión política de su propio país. Es decir, todo lo que salta en tos medios televisivos, era la representación o proyección del inconsciente colectivo del pueblo venezolano. Pocos connacionales advirtieron la sombra negra que cambiaría el destino democrático republicano.
Es necesario destacar, que Chávez padecía de una frustración "la imposibilidad de no haber logrado ser el soldado que le hubiera gustado ser. La abuela fue su único refugio afectivo donde lograba protegerse de los horrores matemos. Después sería Fidel Castro, quién vino a sustituir la figura paterna que le hacia falta. Para Hugo, el dictador y tirano cubano encarnaba la aureola de la historia. Protectorado que también le permitiría entrar en ella, donde se enseñoreaba con cualquier tropelía o apocalipsis que pudiera desencadenar. Casualmente, hay una imagen emblemática que colmó los medios de comunicación del mundo, en el que aparecía el comandante Chávez, desde el aeropuerto Internacional Simón Bolívar, despidiendo el avión donde volaba su ídolo de regreso a Cuba.
De pronto el soberbio presidente de Venezuela, revestido de verde oliva estaba violentando lo dispuesto en la ley orgánica delas Fuerzas Armadas, en cuanto al uso del uniforme y símbolos, ya que era un oficial dado de baja. Su sentencia firme, lo que le impedía utilizarlo: y con su boina roja, en una especie de frenesí desbocado, con los ojos nublados en lágrimas, comenzó a lanzarle besos a su icono que ingresaba entre las nubes del cielo. Nunca en la historia presidencial de Venezuela, ningún estadista había hecho público su amor por otro estadista. Probablemente, Hugo Chávez veía en Fidel a Alejandro Magno, mientras él se consideraba un "Hefestión Amintoros", el general predilecto del Macedónico en cualquier campo de batalla. Entonces comenzó a imitarlo. Empezó a hablar con un tonillo cubano. Prosperaban sus discursos maratónicos. Se contenía de orinar o excretar en esos largos discursos públicos o multitudinarios. Pero cuando la necesidad era excesiva buscaba desahogo. Para ello, ya tenía puesto un instrumental logístico para aliviar sus esfínteres.
Hugo descubrió que con su protagonismo enfermizo e incontinencia verbal podía hacer y deshacer La mentira fue su arpa y elwn1do de las maracas el hechizo del cascabel una característica que le servirá para gobernar, entre la mano dura del resentimiento y el sentimentalismo piadoso que promovieron las telenovelas. Al estilo de Juan Domingo Perón y Evita. quienes fueron los precursores de una de las cualidades del populismo que se instalaría en Venezuela, a través de un medio de comunicación, y que convirtió al pueblo en una masa postrada y embelesada en la estupidez de la televisión. Era la nueva forma de sembrar la política de aquel entonces.
Traigo a colación, que, en la última década de la democracia representativa venezolana. un canal de televisión logró subir el rating, gracias a una telenovela que abogaba por la destrucción de los corruptos partidos políticos sin mostrar las alternativas reales. Chávez, capaz de venderle el alma al diablo en ese progresillo contexto de desarrollo de su personalidad patológica, se convirtió en una figura televisiva. Grupos económicos y medios de comunicación aprovecharon esa fisura de su personalidad que rayaba en la ambigüedad. Se dieron cuenta de que estaban ante un militar que no practicaba la ética, y carecía de valores y principios de honor. Era un ambicioso demagogo que había ingresado a la Academia Militar a cumplir la encomienda de una organización, que sabiéndose derrotada por el ejército venezolano, optó por fraguar con el tiempo un golpe de Estado contra una democracia ya debitada. El tráfico de influencia, el nepotismo y la ineficiencia en el ejercicio de la conveniente gobernanza, corroída por la corrupción, y que no tenia la fortaleza necesaria para enfrentarla. Los dos partidos que gobernaron esta supuesta "democracia" por cuarenta años la fundaron sin principios libertanos e ideales auténticos, sino bajo la premisa de la renta petrolera que la hacía tentadora para la corruptela de sus gobernantes.
El tiempo tiene la virtud de limpiar los espejuelos, y, simultáneamente, hacer desaparecer las sombras chinescas que no permiten calibrar la dimensión del pasado histórico de una nación, que al analizarlo; y ver en retrospectiva los acontecimientos, siempre habrá cambios de pareceres. Con el transcurrir del infinito y poderoso tiempo, agrega nuevos elementos que no apreciabas en el momento del fragor cotidiano. Por ejemplo. en el año de 1993 se produjo un cruce de caminos determinados por tres figuras que tenían un origen común, a pesar de que uno fue un militar, el segundo un abogado y el tercero un trabajador.
Es curioso que estos tres personajes conformaron un triángulo decisivo de la historia contemporánea venezolana; y, que los tres hayan padecido o sufrido del mismo mal. Nos referimos a una orfandad o ausencia total de sus progenitores en sus vidas infantiles que los marcó a cada uno en sus respectivas personalidades para el resto de sus vidas. Cómo interpretar que el Dr. Caldera no haya aceptado, por ejemplo, su derrota en el partido Copei del cual había sido su fundador, pero si, aprobar luego, el apoyo de una colección de electores "El chiripero como él mismo los llamó, para aspirar por segunda vez a la presidencia de la República, mediante un vulgar fraude, en los comicios de 1993, los cuales fueron respaldados por grupos de poder, que ante la opinión estaban cuestionados moralmente. Desde luego, no deja de ser meritorio sus logros alcanzados en su larga vida política. incluyendo su primer gobierno que fue aceptable en el complejo mundo de la historia. Es público y notorio que el vacío paternal y maternal de Rafael Caldera fue llenado por una familia honorable del brillante escritor y abogado Dr. Juan Liscano.
Las acciones desde la cárcel de Hugo Chávez dirigidas a entorpecer el ascenso de la Causa R y la candidatura de Andrés Velázquez llamando a la abstención de los comicios en diciembre de 1992; y también en 1993. De esta manera movió los hilos para que me enjuiciara la Corte Marcial por unas armas que fueron robadas en el Fuerte Tiuna por el teniente Bracamonte. Quien había cumplido órdenes del propio Hugo de culparme a mí. Es conocido que el Dr. Caldera estaba al tanto de la acción militar del 4 de febrero de 1992. También tengo información, que, por orden suya, un allegado de su confianza le entregó a Chávez, antes del alzamiento, los equipos de comunicación que necesitaba para tal fin. Pienso que, el gran beneficiario fue el Dr. Caldera, quien aprovechó el preciso momento en que se debatía el intento golpista en el Congreso Nacional, para reforzar su candidatura presidencial; y al mismo tiempo, terminar de demoler la "IV República", y, supuestamente, el teniente coronel era la mejor opción para esta tarea, pero no observó que este militar no tenía los kilates de ser el constructor de un país democrático; sino de un destructor como lo hizo Fidel con Cuba.
Igualmente es público su compadrazgo con el padre de Hugo Chávez; y la utilización de su influencia para que ingresara a la Escuela Militar.
¡Qué casualidad!, tanto el Dr. Caldera como Hugo Chávez eran al mismo tiempo pacientes del psiquiatra Edmundo Chirinos en su clínica donde atendía a enfermos mentales en el Cedral en Caracas.
Eso explica, en cierto sentido, la orden emitida para otorgar la libertad a Hugo Chávez. Desde luego, no se puede desconocer que la mayoría de los venezolanos estaban identificados con este militar golpista y clamaban por su liberación.
Es importante subrayar, que, en esas mismas elecciones presidenciales de diciembre de 1993, participaba Andrés Velásquez, candidato impulsado por la causa R; y que fue quien ganó, pero, extrañamente no las defendió, a sabiendas, que una fuerza militar muy importante estaba conectada con su candidatura. Pero, a la hora de los hornos, no fueron Invitados a defender su impresionante triunfo. Era un número de oficiales activos muy respetados. Entre ellos figuraban los Coroneles Medina Rubio, Carlos Quintero Gamboa, Emilio Arévalo Bracho, y el General Alberto Müller Rojas, que han podido ser la diferencia, y, que además, tenían la capacidad para exigir el respeto al resultado electoral; y, al mismo tiempo, su participación hubiera servido para rechazar el fraude organizado por el Ministro de la Defensa Radamés Muñoz desde la Escuela Militar, donde ocurrió tocio el escrutinio de votos finales, utilizando al personal de alumnos de esa Academia; y, por supuesto, a los factores de poder. Nos llamó la atención, que, por primera en su historia, el Consejo Nacional Electoral (CNE) no emitió en esa noche de las votaciones, los obligatorios boletines con los cómputos electorales señalando el ganador de esa justa electoral.
Con relación al comentario antes mencionado sobre el fraude electoral ocurrido en 1993, recuerdo al mocho Ledezma, quien fue una persona muy cercana al Dr. Caldera; y muy amigo del general Rubén Rojas, yerno de Caldera, quien ocupaba el cargo de jefe de la casa Militar. Entonces, cada vez que me encontraba con el mocho Ledezma, me decía ese enano, refiriéndose a Andrés Velásquez, es muy corrupto. Hasta que un día lo emplacé:
- Dime, ¿Por qué aseguras que Andrés Velásquez es corrupto?
- Me respondió:
- Bueno, porque él entregó las elecciones. Rubén Rojas primero lo amenazó; y luego, a los días le dio la suma de más de doscientos millones de bolívares.
Para esa época, esa cantidad en bolívares era millón y medio de dólares. Eso mismo ocurrió las dos veces que fue candidato a la gobernación de los estados Anzoátegui y Bolívar. Tres veces ha ganado y tres veces se ha rendido. Esa inconsistencia política y falta de valor del propio Andrés Velásquez, quien permitió que se frustrara el primer punto de inflexión que hubiese cambiado la democracia venezolana secuestrada por el bipartidismo que no seguía los principios originarios liberales. Quizás por eso, los partidos oficiales se dividieron y algunos militantes emigraron hacia las agrupaciones políticas izquierdistas, que ingenuamente estaban seducidos por la revolución cubana y el paradigma de la insurrección de herencia estalinista.
Mientras la intelectualidad de Caracas se movilizaba entre su característica, su ambigüedad. Por un lado, en los recintos universitarios era casi obligatorio estudiar los manuales del marxismo leninismo, para acallar el pensamiento de Hana Arendt, Albert Camus, Alexander Solsenisky, El Profeta Armado, el Profeta Desarmado y el Profeta Desterrado, Auge y Caída del Tercer Reich. etc. Ejemplos reveladores de lo que había sido el totalitarismo del nacional/socialismo, pero también del estalinismo que creó una cabeza de playa en Latinoamérica, con la aparición de la revolución cubana. Probablemente, el misterioso destino de estos tres hombres sería lo que cambiaría el destino de una nación. El de un primer niño criado por otra familia como es el caso de Rafael Caldera, el de aquel segundo niño encerrado en un escaparate presa del llanto o del terror (Hugo Chávez), y el del tercer niño que había de nacer en el desamparo de un cementerio (Andrés Velásquez) tal como lo confesó en su biografía.
😱EXCLUSIVA: La vida Homosexual de Maduro en La Habana | Sánchez Grass en América
Democracia es sencillamente una palabra. Es una de las palabras que más han padecido una situación inflacionaria en el lenguaje común, a tal grado que corre el riesgo de convertirse en una palabra vacía. Corre el riesgo de perder cualquier significado compartido. Es por eso que, en los últimos años, varios estudiosos estamos intentando, desde distintas perspectivas, restaurar el significado de la palabra democracia, es decir, de reconstruir un concepto de ella. Por mi parte, pretendo presentar sintéticamente una propuesta teórica cuyo objetivo inicial es el de redefinir un concepto de democracia aceptable, que sea acorde con los usos prevalecientes de la palabra a lo largo de la historia de la cultura occidental. Para comenzar, procederé a esta tarea por medio de aproximaciones sucesivas muy sencillas.
La palabra democracia significa, quizás como dirían los lógicos, un mundo social posible. Es decir, una de las configuraciones que puede asumir la organización de la convivencia colectiva. Con mayor precisión, democracia implica, ante todo y esencialmente, una forma de gobierno en el sentido más amplio y tradicional de esta expresión. O un tipo de régimen, como yo prefiero decirlo. Los antiguos habrían dicho que la democracia es una politeia, es decir, una de las constituciones, de acuerdo con el modo más frecuente de traducir la palabra griega politeia. Aristóteles nos enseñó a reconocer la Constitución, la politeia de una polis, de una comunidad, en la arquitectura de los poderes públicos sobre los cuales se atribuye la tarea de tomar las decisiones colectivas. Usando un lenguaje más moderno, pero manteniendo la misma sustancia, diríamos que los tipos de régimen se distinguen entre sí en base a las reglas constitutivas que en cada uno de ellos se establecen. Para utilizar las esclarecedoras fórmulas de Bobbio: el quién y el cómo de las decisiones políticas.
Quién, es decir, cuáles y cuántos sujetos tienen el derecho o el poder de participar en el proceso de toma de decisiones; y cómo, es decir, mediante cuáles procedimientos debe llevarse a cabo este proceso. Por lo tanto, el régimen democrático se distingue de los otros regímenes por sus reglas específicas, es decir, por una clase determinada de respuestas a las preguntas relativas al quién y al cómo de las decisiones políticas. Podríamos decir también, utilizando una metáfora común, que la democracia es un juego, un sistema de acciones e interacciones típicas regido por un conjunto de reglas fundamentales a las que denominamos precisamente como reglas del juego.
Si no sabemos cuáles son las reglas, no podemos saber a qué juego estamos jugando.
Si no establecemos cuáles reglas son democráticas, no podemos juzgar si los regímenes realmente existentes y a los cuales llamamos democracias, merecen de verdad ese nombre. Pero, ¿cómo establecer si una regla del juego político es democrática o no? ¿Cuál es el criterio que debemos seguir?
Aprendimos de los antiguos a llamar democracia a un régimen en el que las decisiones colectivas, las normas vinculantes para todos, no emanan de lo alto, es decir, de un solo sujeto –el monarca o el tirano–, ni tampoco de unos pocos sujetos –los aristócratas, los oligarcas– que se erigen por encima de la colectividad, sino que las reglas, las normas, son producto de un proceso de decisión que se inicia desde abajo, desde la base, proceso en el que todos, o muchos, tienen el derecho de participar de manera igualitaria y libre. La democracia es sencillamente el régimen de la igualdad política y de la libertad política.
Las reglas del juego democrático están contenidas implícitamente en los principios de igualdad y libertad políticas, o lo que es lo mismo, son reconocibles como democráticas aquellas reglas constitutivas –constitucionales– que representan una consecuente expresión jurídica de los principios de libertad y de igualdad políticas. Por ello, dichas reglas valen como las condiciones –en el sentido lógico– bajo las cuales un régimen es reconocible como democracia, es decir, como un régimen de igualdad y libertad políticas. El juego político es democrático a condición de que –y hasta que– tales reglas sean respetadas.
Si éstas se alteran o se aplican incorrectamente, de manera no coherente con los principios democráticos, entonces se empieza a jugar otro juego, tal vez incluso sin darnos cuenta de ello. Tanto el renacimiento moderno del ideal democrático, como el proceso gradual de democratización de los sistemas políticos históricamente existentes, tienen algunos siglos de vida muy tormentosos, como lo sabemos en Italia y en Chile; y la reflexión teórica, muy contrastada, aunque solo tardíamente a mediados del siglo XX, logró elaborar una concepción de la democracia exenta de muchos equívocos: la así llamada “concepción procedimental”, que precisamente pone en el centro de la atención a las reglas del juego.
La teoría de Norberto Bobbio es generalmente considerada como la versión más puntual y madura de la concepción procedimental de la democracia. Como les decía, en los últimos cinco o seis años he vuelto a reflexionar en torno a este núcleo central del pensamiento político bobbiano.
He buscado reconstruirlo, desarrollarlo, reconducirlo hacia la formulación de una teoría de las condiciones de la democracia, y he intentado aplicar esta teoría, que me gustaría designar como neo-bobbiana, a la realidad de nuestro tiempo, utilizándola como instrumento de análisis y parámetro de juicio de los regímenes contemporáneos que habitualmente llamamos democracias. En esta ocasión intentaré presentar, en extrema síntesis, algunos resultados de mis últimas investigaciones.
A partir de una redefinición rigurosa del concepto de democracia, mediante la identificación de las condiciones lógicas de la misma, y con base en este concepto, pretendo sostener tres tesis.
La primera tesis es que en todo el mundo la democracia está en camino a una degeneración autocrática. Segundo, en muchos lugares las tendencias autocráticas sirven para alimentar a –y son sostenidas por– formas de gobierno de los peores, vale decir que favorecen –y son favorecidas por– el deterioro progresivo de la calidad de las clases dirigentes. La tercera tesis dice que la llamada “tercera ola” del proceso de democratización que se expandió durante el último cuarto del siglo XX, produciendo la caída de varios regímenes autoritarios, dictatoriales, totalitarios, en realidad diseminó por el mundo una miríada de democracias aparentes.
Sugiero tomar en consideración, como punto de partida, el elenco de las reglas del juego democrático que se encuentran en la teoría general de la política de Norberto Bobbio. Las reglas del elenco bobbiano son muy simples. En apariencia y en realidad, cada una de ellas tiene que ver con un complejo abanico de problemas. La primera regla del elenco de Bobbio establece una condición, en el sentido lógico, de igualdad entendida como inclusión. Todos los ciudadanos “pasivos” –en el sentido jurídico– sometidos a la obligación política de obedecer las normas de la colectividad, deben ser también ciudadanos “activos” –otra vez en el sentido jurídico–, es decir, titulares del derecho o el poder de participar, y ante todo, pero no solo con el voto electoral, en el proceso de formación de las decisiones políticas sin ningún tipo de discriminación.
La segunda regla impone una condición de igualdad, esta vez como equivalencia. Los votos de todos los ciudadanos deben tener un peso igual. Ninguno debe contar más o menos que otro.
La tercera regla establece una condición de libertad subjetiva. La opinión política de cada uno se debe poder formar libremente y, por lo tanto, debe estar basada en un correcto conocimiento de los hechos y estar protegida frente a interferencias o manipulaciones distorsionadoras, lo cual exige, por lo menos, que esté garantizado el pluralismo de los medios de información y persuasión.
La cuarta regla plantea una condición de libertad objetiva. Los ciudadanos deben poder escoger entre propuestas y programas políticos efectivamente diferentes entre sí, dentro de una gama de alternativas lo suficientemente amplia para permitir a cada uno el poder identificarse con una orientación precisa, lo que exige que al menos esté asegurado el pluralismo de partidos, asociaciones y movimientos políticos.
La quinta regla plantea una condición de eficiencia para todo el proceso de decisión política. Las decisiones deben ser tomadas con base en el principio de mayoría, que es sencillamente, para Bobbio y para mí, una regla técnica idónea para superar la heterogeneidad, el contraste o el conflicto de las opiniones particulares.
La sexta y última regla del elenco de Bobbio tiene un carácter especial. No se refiere ni al quién ni al cómo, es decir, no se refiere a la forma, sino más bien se refiere al qué cosa, al contenido o la sustancia de las decisiones políticas. Estas decisiones no pueden traducirse en normas que estén en contradicción con los principios democráticos de igualdad y libertad.
En la teoría general de la política, la sexta regla se encuentra expresada con una formulación muy corta, muy reductiva. Para comprender su alcance efectivo, que es muy amplio, es necesario releer un pasaje de Bobbio que dice así: “Estas reglas” –las que he mencionado y reformulado– “establecen cómo se debe llegar a las decisiones políticas y no qué cosa debe decidirse. Desde la perspectiva de qué cosa, el conjunto de las reglas del juego democrático no prescribe nada, salvo la exclusión de decisiones que podrían en algún modo contribuir a tornar vanas y a hacer inútiles una o más reglas del juego”.
En suma, la sexta regla de Bobbio establece que ninguna decisión asumida por medio de las otras reglas del juego democrático debe desnaturalizar u obstaculizar al juego mismo. Esta formulación general se puede precisar articulando un elenco de cinco imperativos específicos, que en mi teoría corresponden a otras tantas condiciones ya no formales sino sustanciales, de salvaguardia o supervivencia de la democracia.
En primer lugar, se prohíbe cualquier decisión que esté orientada a alterar o abolir las otras reglas del juego, esto es, las condiciones formales de la democracia, aun cuando una decisión de este tipo haya sido tomada de acuerdo con las mismas. Por ejemplo, se prohíbe que un parlamento, elegido con sufragio universal, introduzca el sufragio restringido.
En segundo lugar, se prohíbe volver vanas, es decir, vacías o inútiles, las otras reglas del juego, limitando o, peor aún, aboliendo aquellos derechos fundamentales de libertad individual, de libertad personal de opinión, de reunión o de asociación, que constituyen las precondiciones liberales de la democracia.
En tercer lugar, se impone a los poderes públicos de una democracia la obligación de volver efectivo el goce universal de estas mismas libertades, mediante la garantía de algunos derechos fundamentales ulteriores que representan, en mi lenguaje, las precondiciones sociales de las precondiciones liberales de la democracia. Así como es cierto que las primeras cinco reglas formales del juego democrático serían vanas si no estuviesen garantizados los derechos a la libre manifestación de las ideas, a la libertad de reunión o asociación, también lo es que estos mismos derechos de libertad estarían vacíos, o reducidos de facto, como meros privilegios de algunos, si no estuvieran garantizados para todos, por ejemplo, el derecho social a la educación pública gratuita y el derecho a la subsistencia, es decir, a gozar de condiciones materiales que vuelvan a todos los individuos como tales, capaces de ser libres, y no los empujen a alienar su propia libertad al mejor postor.
En cuarto lugar, se prohíbe violar las precondiciones constitucionales de la democracia, específicamente los principios de separación y equilibrio de los poderes del Estado. En otras palabras, se impone asegurar las técnicas jurídicas idóneas para prevenir el despotismo, incluso el de la mayoría.
En quinto lugar, se prohíbe toda forma de concentración de aquellos que Bobbio llama los tres poderes sociales: el poder político, fundado en última instancia en el control de los métodos de coacción; el poder económico, basado en el control de los bienes y los recursos materiales; y el poder que Bobbio llama poder ideológico, que se funda en el control de las ideas, de las conciencias, es decir, los medios de información y de persuasión.
Estos cinco imperativos, que se pueden considerar implícitos en la sexta regla del juego, con la cual se cierra el elenco de Bobbio, corresponden a otras tantas condiciones de la democracia, ya no de tipo formal como las primeras cinco, sino sustanciales. No son normas que se refieran al quién –normas de competencia–, ni normas que se refieran al cómo –normas de procedimiento–, sino que son normas de conducta política, en la medida que limitan o vinculan con obligaciones positivas o negativas el comportamiento de los sujetos autorizados para tomar las decisiones políticas, y en consecuencia limitan y/o vinculan el contenido –el qué cosa– de sus actos.
De esta manera, se delinea un decálogo de condiciones de la democracia, cinco formales, cinco sustanciales, aunque a continuación veremos que resulta necesario, según pienso yo, asumir una onceava condición a la que llamaré institucional. Antes de ello quisiera hacer una aclaración. No acepto la propuesta de mi querido amigo Luigi Ferrajoli, quien identifica una democracia sustancial al lado de una democracia formal. En mi teoría, la democracia es formal por definición. Es una forma de gobierno, una forma de régimen. Toda forma es formal.
La palabra democracia implica una forma de gobierno, de régimen, la cual, para poder nacer, para seguir existiendo sin volverse aparente y para no morir, está vinculada al respeto de algunas determinadas condiciones sustanciales. El problema, de acuerdo con Bobbio, es que las reglas del juego resultan muy sencillas de enumerar, pero difíciles de aplicar correctamente. Por ello, en el análisis de los casos concretos de las llamadas democracias reales, Bobbio decía que se debe tomar en cuenta la posible distancia entre la enunciación del contenido de las reglas, y la manera en que estas son aplicadas, y dado que ningún régimen histórico ha observado jamás por completo los dictados de todas estas reglas, es justificado hablar de regímenes más o menos democráticos. Bobbio decía esto en 1984.
En mi opinión, hoy el problema se presenta en términos mucho más graves, mucho más serios. Considerando la historia reciente de las democracias reales, debemos preguntarnos si estos regímenes, unos más y otros menos, no se han acercado ya peligrosamente a una frontera crítica, y si en algunos casos, incluso, no se ha cruzado ya la línea de demarcación entre la democracia y la no-democracia: la autocracia, de acuerdo con el lenguaje de Hans Kelsen. Es decir, que se haya cruzado la frontera entre un régimen que asegura todavía un grado apreciable de libertad e igualdad política, y un régimen en el cual las decisiones caen, generalmente, desde lo alto.
El proceso de democratización que ha caracterizado, a veces de manera discontinua, heterogénea e incluso sangrienta, los últimos dos siglos, consistió en el acercamiento de muchos sistemas políticos reales al paradigma de una correcta aplicación de las reglas del juego: ampliación de los derechos de participación política hasta llegar al sufragio universal, mejores garantías de libertad y así sucesivamente. Pero si un análisis desprejuiciado de la realidad contemporánea nos llevara a constatar que los regímenes que hoy comúnmente son llamados democracias han invertido la ruta, alejándose de este paradigma, creo que deberíamos hablar de una degeneración de la democracia y de una decadencia progresiva hacia la autocracia. Los lectores de Bobbio saben que en 1984 este autor expresaba una opinión completamente diferente.
Él decía que con todo lo que ha ocurrido y no obstante todas las transformaciones que los nobles ideales democráticos han sufrido, no se puede hablar de una degeneración de la democracia. Bobbio decía: “Aun la democracia real más alejada del modelo, de un paradigma de la correcta aplicación de las reglas del juego, no puede ser confundida de ninguna manera con un estado autocrático”. Yo pregunto si esto sigue siendo cierto hoy.
¿Estamos dispuestos a reconocer todavía como válida esta afirmación, después de un cuarto de siglo? Si mantenemos la perspectiva fundamental de Bobbio, que asumía como término de comparación a los totalitarismos del siglo XX, claro que sí. Pero preguntémonos, después del análisis de Bobbio, ¿cuáles son las transformaciones ulteriores que ha sufrido la democracia? ¿Ha disminuido o se ha incrementado la distancia con el modelo ideal que identifica las condiciones de la democracia con un conjunto de reglas correctamente aplicadas?
Aquí expongo la siguiente tesis. Al observar en retrospectiva las últimas tres décadas de vida de las democracias reales, o dicho de manera un poco triste, los “treinta poco gloriosos”, es claramente reconocible un proceso de degeneración que, aunque se diferencia fenoménicamente en distintos lugares, es sustancialmente homogéneo y aún está en marcha, y tiende a hacer que la democracia asuma gradualmente características de una forma de gobierno distinta, a la que propongo llamar “autocracia electiva”. Obviamente se trata esto de un oxímoron, de una paradoja.
El autócrata clásico dispone de sí y de los demás a su propio arbitrio. Se pone a sí mismo como el principio del poder. Se impone, no se propone a los ciudadanos, pero a mi juicio, la propia debilidad política de nuestros tiempos es precisamente, a la vez, un oxímoron y una paradoja. No parece difícil individualizar, en la historia reciente de las democracias reales, un verdadero primer golpe de timón, al menos en la cultura política, y a partir del cual se ha comenzado a prospectar, en los epicentros políticos del mundo, la posibilidad de jugar el juego político de modo no democrático o de modos menos democráticos, aplicando incorrectamente las condiciones de la democracia o alterando algunas de sus reglas del juego, y atacando o erosionando sus presupuestos, o las precondiciones de la democracia.
Como fecha simbólica de esta inversión de ruta se podría señalar el año 1975, en que se publicó el famoso informe sobre la gobernabilidad de las democracias de Crozier, Huntington y Watanuki. Desde entonces, la retórica de la gobernabilidad se difundió rápidamente en muchos ambientes, no solo entre los académicos, hasta convertirse en una especie de lugar común. Según esa opinión, el diagnóstico era, en el fondo, simple: la democracia funciona mal o poco, en el sentido de que no es eficiente en la función política esencial que es producir decisiones colectivas, y funciona mal porque es un régimen difícil y demasiado exigente. Por lo tanto, la terapia aconsejada era clara: para hacerla funcionar mejor o de una manera más eficiente, debemos disminuir sus exigencias. Entonces:
1) En caso de necesidad, la democracia debe convertirse en un régimen menos inclusivo, en contraste con la primera regla. Piénsese en el problema de la inmigración, que se ha agudizado en los últimos tiempos sobre todo en Europa, donde masas crecientes de individuos no solamente son excluidos de los derechos de ciudadanía, sino que incluso son reducidos a condiciones semi-serviles o directamente criminalizados.
2) En la medida en que le es útil al decision-making, se puede alterar el peso de los votos individuales en franca violación a la segunda regla. Me refiero con esto a las más o menos sofisticadas manipulaciones ingenieriles de los sistemas electorales, hechas en nombre de la gobernabilidad.
3) Debido a que las lógicas “objetivas” del mercado global, ante las que debemos arrodillarnos como si fueran leyes divinas, inducen a grandes concentraciones, e incluso a monopolios de los medios de comunicación, resulta inevitable –sostienen los emperadores de la comunicación– infringir también la tercera regla, que exigiría lo contrario, es decir, el pluralismo informativo como obstáculo, tal vez insuficiente pero indispensable, contra la manipulación de la opinión pública.
4) No solo razones de eficiencia sino algunas presuntas razones ideales son frecuentemente invocadas para promover una drástica simplificación del pluralismo político, reduciéndolo de hecho a un dualismo. Piénsese en los duelos televisivos. De este modo se provoca, en contra de la letra y el espíritu de la cuarta regla, la desafección de la democracia de todos aquellos que no se reconozcan en ninguna de las alternativas disponibles.
5) Para asegurar eficazmente la gobernabilidad, se tiende a concebir, a ingeniar y a practicar el juego político como si éste fuese un juego de suma cero, en el cual es atribuido todo el poder al ganador a través de la absolutización indebida o distorsionada de la regla cinco, es decir, del principio de mayoría.
El exorbitante alcance que ha venido a asumir el principio mayoritario, al grado de llevar a los estudiosos a aislar como una subespecie del régimen democrático a la así llamada “democracia mayoritaria”, acompaña y favorece lo que yo considero como la degeneración última, el paso final hacia el umbral que separa a la democracia de la autocracia.
La institución de las elecciones es interpretada de manera unilateral, reductiva y distorsionada como un método para la investidura personal de un jefe supremo. La elección en verdad decisiva, o la que es percibida como tal, vale decir, como la que determina el rumbo político de un Estado y que incluso marca el destino de una colectividad, al menos hasta la siguiente consulta popular, consiste o se resuelve en la designación del jefe del ejecutivo, a quien le es conferido de facto el papel de guía del Estado. ¿Saben como se dice guía en latín? Dux… Duce.
A partir de la obra La democracia en nueve lecciones y de sus investigadores, presentamos un recorrido breve por quiénes son y qué aportan al estudio contemporáneo de lo político.
Michelangelo Bovero es un filósofo político italiano formado en Turín, discípulo de Norberto Bobbio y especializado en teoría democrática y educación cívica.
Gianfranco Pasquino es politólogo, profesor en Bolonia y experto en partidos, sistemas electorales y análisis comparado.
Luigi Bobbio fue sociólogo y politólogo, profesor en Turín, dedicado a políticas públicas y participación ciudadana.
Alfio Mastropaolo es politólogo italiano, investigador del populismo, la representación política y la relación entre ciudadanía y élites.
Gian Luigi Vaccarino es economista y estudioso de las políticas fiscales, la deuda pública y sus efectos sobre la gobernabilidad democrática.
Marco Revelli es sociólogo e historiador de las ideas, profesor en Turín, dedicado a estudiar democracia, mercado y transformaciones sociales.
Luigi Ferrajoli es jurista italiano, uno de los principales teóricos del garantismo, especializado en derechos fundamentales y límites del poder penal.
Elena Paciotti es jurista y magistrada, dedicada al estudio de la democracia europea, la supranacionalidad y la tutela de los derechos en la Unión Europea.
Giovanni Sartori fue uno de los politólogos más influyentes del siglo XX, experto en sistemas de partidos, teoría democrática y metodología comparada.
Valentina Pazé es filósofa política y profesora en Turín, centrada en ciudadanía, participación democrática y educación cívica.
Creo en el Dios de Jesús y de María, el Dios de los bienaventurados, sencillos y sabios humildes como Abraham y Sara; Isaac y Rebeca; Jacob y Raquel. Y no el de los expertos racionalistas e ideologistas teólogos y entendidos escribas de todos los tiempos, El Mismo JesuCristo nunca los eligió ni como apostóles ni como discípulos. Ni antes ni ahora. Soy Venezolano, Maracucho/Maracaibero, Zuliano y Paraguanero, Falconiano; Soy Español, Gallego, Coruñés e Fillo da Morriña; HISPANOAMÉRICANO; exalumno marista y salesiano; amigo y hermano del mundo entero.
La Línea Editorial de este Rincón es la Veracidad y la Independencia imparcial.
¡¡¡ Que El Señor de La Comunicación, de La Amistad, de La Paz con Justicia, te bendiga, te guarde, te proteja, siempre... AMÉN !!! ________________________________
¡La Paz del Señor sea contigo!
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EL SILENCIO CULPABLE
QUE LA LUZ BRILLE SOBRE TI, TIERRA FÉRTIL #SOSVENEZUELA
VENEZUELA UN PAÍS PARA QUERER Y PARA LUCHAR
“Nací y crecí en un lugar donde dicen ” Pa’lante es pa’llá”, donde se pide la bendición al entrar, al salir, al levantarte y al acostarte, donde se comen arepas, cachapas y espaguetti con diablito, donde se menea el whisky con el dedo, donde se respira alegría aún en las adversidades, donde se regalan sonrisas hasta a los extraños, donde todos somos panas, donde aguantamos chalequeos, donde se trata con cariño sincero, donde los hijos de tus amigos son tus sobrinos, donde la gente siempre es amable, donde los problemas se arreglan hablando y tomando una cervecita, donde no se le guarda rencor a nadie y donde nadie se molesta por tonterías, donde hasta de lo malo se saca un chiste, donde besamos y abrazamos muchísimo, donde expresamos con cariño nuestros sentimientos, donde hay hermosas playas, ríos, selvas, montañas, nieve, llanos, sabana y desierto, un país de gente bella, cariñosa y alegre donde se mezclaron armoniosamente las razas, donde el extranjero se siente en casa y donde siempre encontramos cualquier motivo para celebrar con los amigos. Nací y crecí en VENEZUELA, me siento orgulloso de ser venezolano y seguiré manteniendo mi espíritu venezolano en cualquier lugar del mundo”
¡NO TE RINDAS!
♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥ Si la angustia te seca, si la ansiedad te asfixia, si la tristeza te ahoga, si el pesimismo te ciega... llora, grita, comunícate, exterioriza tu dolor.... pero JAMÁS te rindas.
Levanta tu mirada, respira hondo... ¡LUCHA..! amig@...lucha ... PORQUE Sí hay salida. Sí hay sentido. Sí hay ESPERANZA. Levanta tus manos y pide ayuda.
No te des por vencid@...y poco a poco verás La Luz. NO te rindas amig@, lucha. NO ESTÁS SOL@.
PORQUE VERÁS QUE SÍ VALIÓ LA PENA... ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥
LA FUERZA INVENCIBLE DE LA FE
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
"Ya veis que no soy un pesimista, ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota alguna. A mí no me ha derrotado nadie, y aunque así hubiera sido, la derrota sólo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven más camino que el de su casa o su negocio, y se desesperan y reniegan de sí mismos, de su patria y de su Dios, si lo tienen, cada vez que le sale mal algún cálculo financiero o político de la matemática de su egoísmo.
¡Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme a mi del campo de batalla! El territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar, desconcertar, desarmar y doblegar al adversario, obligándolo a recorrer por toda la tierra distancias inmensurables, a combatir sin comer, ni beber, ni tomar aliento, la vida entera; y cuando se acabe la tierra, a cabalgar por los aires sobre corceles alados, si quiere perseguirme por los campos de la imaginación y del ensueño. Y después, el enemigo no podrá renovar su gente, por la fuerza o por el interés., que no resisten mucho tiempo, y entonces, o se queda solo, o se pasa al amor, que es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi ejército invisible e invencible...."
(Fragmento de una página del discurso de Joaquín V. González "La universidad y alma argentina" 1918). ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
COMBATE Y DENUNCIA A LOS PEDÓFILOS (PEDERASTAS)
SEÑOR, TE PEDIMOS QUE PROTEJAS A L@S NIÑ@S, TE LO PEDIMOS EN EL NOMBRE DE JESÚS. AMÉN. ¡Ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeñitos! Mejor le fuera que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos....... Lc 17,1-2 -- ÚNETE Y DENUNCIA --
SI LOS MEDIOS CALLAN, EL PUEBLO GRITA...
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TELÉFONO DE LA ESPERANZA 902 500 002
Cuando existe la esperanza, todos los problemas son relativos
EL SENTIDO COMÚN ES IMPRESCINDIBLE PARA EL BIEN COMÚN Y PARTICULAR
SOMOS ANTI-OBSOLESCENCIA: NUESTRA CALIDAD TIENE VALOR
OBSOLESCENCIA ES LA planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, nos conduce al CONSUMISMO exacerbado, por culpa de algo evitable, destruimos recursos, planeta y dinero por algo que podríamos tener durante mucho tiempo.