APOLOGÍA
DEL GRAN MONARCA
Apología y profecías sobre el Gran Monarca donde, en un contexto apocalíptico, se describe su llegada, triunfo y reinado. Conviene, en estos tiempos de poca fe, avivar la confianza en Dios que, como demuestra la misión de Gedeón y Jerobaal, vemos cómo el Señor salva a los pueblos oprimidos y arrepentidos.
"La ira de Dios que nos ha de envolver para que el llanto apague nuestros odios sociales y nos lleve a la paz, ha tenido intérpretes superiores a la común previsión de los mortales, ha tenido profetas que en nombre de Dios anunciaron la época terrible en la que estamos entrando, y esos profetas de la Ley de Gracia, acordes con los de la Ley antigua, anuncian la guerra más feroz de las edades, y luego la restauración del mundo por España Y de España por un Cristo, un escogido del Rey de Reyes"...
En las profecías cristianas de los últimos siglos, hay un tema recurrente: la predicción de la venida, en los tiempos del triunfo de la Santísima Virgen, de un rey poderoso, un Gran Monarca, capaz de devolver al mundo a la verdad del cristianismo. Por supuesto, es una figura misteriosa, que – suponiendo que quiere creer en las visiones de santos y místicos – aún no se ha manifestado en la Tierra. Puede ser útil leer algunas de estas profecías, para tener una idea de este personaje y los acontecimientos relacionados con él.
El franciscano Bernardino da Bustis (venerado localmente como beato, aunque el culto nunca fue oficializado por la Iglesia), un gran devoto de la Santísima Virgen, vivió entre 1450 y 1513 en Lombardía. Habla del Gran Monarca de la siguiente manera:
“Cierto rey poderoso del cristianismo, que se levantará cerca de la época del Anticristo, entrará en conflicto con la Iglesia romana, y a esto habrá muchas tribulaciones, y en ese momento habrá un cisma en la Iglesia de Dios en la elección del Papa, porque habrá varios: entre los cuales habrá uno que será elegido por el mencionado rey , pero no será verdadero Papa, él perseguirá de hecho el papa verdadero y los que le obedecerán, y muchos prestarán obediencia más al antipapa que al pontífice verdadero; pero en última instancia, terminará mal falso papa cotexto y el papa real permanecerá indiscutido Pontífice.
La Iglesia romana también se liberará de las manos del rey por el brazo y el poder de otro rey cristiano, que vendrá en ayuda de la propia Iglesia romana: que aunque el ejército del rey predicho se toma como buen rey, y encarcelado como un mal rey cotexto, sin embargo para la ayuda de la Virgen María SS. será liberado, y finalmente después de muchos peligros y traerá la victoria.
El Papa angelical, que luego se sentará, coronará a ese rey con la corona imperial, y ambos juntos reformarán la Iglesia de Cristo en el estado de pobreza evangélica […] (Los destinos futuros de los estados y las naciones, es decir, profecías y predicciones relativas a todos los reinos del universo hasta el fin del mundo, Turín 1861, pp. 304-305).“
La terciaria secular Anna Maria Taigi (1769-1837) también habla del Gran Monarca en la famosa profecía de los “tres días de oscuridad”, de la que informamos un extracto:
“Francia caerá en una anarquía atroz. Los franceses tendrán una guerra civil desesperada en la que los viejos también tomarán las armas. Los partidos políticos, habiendo agotado su sangre y su ira sin haber podido llegar a ninguna solución satisfactoria, acordarán, como último recurso, recurrir a la Santa Sede. Entonces el Papa enviará un legado especial a Francia… Tras la información recibida, El propio Su Santidad nombrará a un Rey muy cristiano para el gobierno de Francia (S. Mancinelli, Vita e profezie della beata Anna Maria Taigi, Edizioni Segno, Tavagnacco UD 2016, pp. 83-83).“
El Venerable Bartolomeo Holzhauser (1613-1658) vincula el advenimiento del Gran Monarca al comienzo de la Sexta Edad de la Historia de la Iglesia; de hecho, “comienza con ese fuerte monarca y santo pontífice, y durará hasta el nacimiento del Anticristo. Este estado se dirá de consuelo”, dice el monje; consuelo porque mientras que en la quinta era “todo viene de la guerra subvertida, mientras que los católicos son oprimidos por herejes y cristianos malvados, mientras que forzados es la Iglesia y sus ministros que pagan tributo … ocurrirá una mutación admirable, llevada a cabo por el derecho todopoderoso de Dios, que nunca puede ser imaginado humanamente. Debido a que ese monarca, que será enviado por Dios, destruirá radicalmente las repúblicas, todo estará en lo profundo y protegiendo a la verdadera Iglesia de Cristo. (Future fates, Op. párrafo 233).
¿Es posible obtener un identikit del Gran Monarca? Algunas profecías nos ayudan: Él “será un gran pecador en su juventud, entonces se convertirá al gran Dios, de quien fue sacado como lo fue San Pablo”, dice San Francisco de Paola (Destinos futuros Op. párrafo 133). El Gran Monarca será, según la profecía de muchos visionarios, un miembro de la Casa Real francesa (así, por ejemplo, dijo María Giulia Jahenny, San Cesáster de Arlés, San Catald, Bartolomé Holzhauser). Esto no puede sino reflejar la importancia de Francia –la hija favorita de la Iglesia– en la historia de la salvación. ¿Sería la pertenencia del gran monarca al linaje real francés una especie de reparación a los males que Francia ha multiplicado en todo el mundo, una consecuencia nefasta de los franceses? Piensa que Luis XIV hizo sordo a las llamadas de San Margaret Mary Alacoque, que había escrito al Rey Sol advirtiéndole que “el Señor desea reinar en el palacio real y especialmente en el corazón del rey” (V. Lessi, Margherita Maria Alacoque, la santa del Sacro Cuore, Paoline, Milán 2015, p. 127).
Jesús quería que el Sagrado Corazón fuera pintado en las banderas de Francia, difundiendo en el reino esta devoción tan especial y noble. No sabemos si Luis XIV recibió alguna vez la carta de sor Margarita María, pero sabemos que Luis XVI era consciente de la importancia del Sagrado Corazón y votó para establecer una fiesta nacional. Desafortunadamente, sabemos que la Revolución –un siglo después de las admoniciones de la mística– la sacó lo mejor de ella.
¿Puede la pertenencia del gran monarca a la línea francesa estar de alguna manera vinculada también a la realización final del deseo de Jesús y a la propagación del culto al Sagrado Corazón precisamente desde Francia? Es una pregunta estimulante, a la que sólo el tiempo puede responder.
También en esa ocasión el Sagrado Corazón le expresó su gran petición: “Vengo al Fin de los tiempos para pedir a las almas de todas las naciones que se arrodillen ante Mi Realeza, para conocer Mi Corazón Misericordioso por las almas, para que todos pidan gracia y misericordia de Mi Divino Corazón, antes del fin de este mundo”.
“Heriré con plagas a los malvados, a las almas críticas, a los blasfemos, a los profanadores, a los mentirosos, a los jugadores”.
“Quiero que la Corte se constituya pronto, sencilla pero grandiosa. Habrá un líder que me representará, habrá un Rey que será Mi imagen, una Reina que representará a Mi Santísima Madre, y habrá hombres y mujeres santos, es decir esposos y esposas formando la Corte Real”.
Y tuvo una visión de la batalla por el trono de Francia, donde distintos grupos se daban golpes uno a otros para poner su monarca.
Esta visión coincide con las visiones de María Julia Jahenny en el sentido de que habrá una guerra que estalla en varias fases: primero se desata y luego se calma, pero luego la lucha comienza de nuevo y otra facción intenta poner un ‘rey’ en el trono.
Pero lo quitan porque éste no es el rey que Dios quiere.
Y muestra que los planes del hombre no funcionarán, sólo el rey elegido por Dios ascenderá al trono.
Sólo cuando Cristo Rey sea aceptado como Rey de Francia y Rey de las Naciones, se nombrará a Enrique de la Cruz como el verdadero rey elegido por Dios para hacer Su voluntad.
En una de las últimas profecías que le dio Nuestro Señor le presentó algunas características del Gran Monarca: “Para Mi Obra no quiero un presidente.
El que viene es noble de corazón, noble de familia, noble de espíritu.
Es él quien presidirá en Mi Nombre. Le pido que acepte presidir Mi Obra. Esto será suficiente para Mi Obra”.
Cerca del final de su vida, algunos visitantes le preguntaron a Sor Marie sobre la futura purificación de Francia.
Y dijo: “ante un malestar social muy grave, ¡Francia caerá de rodillas ante semejante catástrofe!”
Habló especialmente de una invasión de extranjeros.
Había tenido una visión de Francia invadida, combatida por todos lados, con la pobre banderita francesa flotando sola.
Había visto a los franceses completamente agotados, cayendo de rodillas, sin saber más adónde acudir, implorando a Nuestro Señor diciéndole: ‘¡Señor, ayúdanos!’
Y Sor Marie sentenció: “Cuando Francia haya caído a su punto más bajo, es allí donde el Señor, de manera extraordinaria, salvará a Francia, Su querida hija”.
Afortunadamente, sabemos que el Santuario será reconstruido cuando Cristo sea reconocido como Rey en Francia y el mundo.
Será entonces cuando Enrique de la Cruz, el Gran Monarca Católico, el único noble de corazón, familia y espíritu, vendrá a restaurar la fe.
Este es el camino que ha revelado el Cielo a varios místicos, especialmente María Julia Jahenny.
¡Señor, que perecemos!... Violenta
ruge la tempestad;
y la pobre barquilla de la Patria,
envuelta en agua, zozobrando va.
El relámpago ruge en las alturas,
en lúcidos zig—zags;
hórrido el trueno allá al confín retumba;
brama doquiera horrísono huracán.
Y la pobre barquilla de la Patria,
rota y desecha va,
en el mar sin confín de la desgracia,
envuelta en agua zozobrando va...
Pecamos, Señor Dios; indignos somos
de lástima y piedad.
Pecamos, Señor Dios; pues consentimos
blasfemase el impío ante tu altar.
Pecamos, sí, y tu divina Justicia,
sobre el pueblo desleal
ha caído pesada y manifiesta,
nuestras faltas, Señor, para vengar.
Reyes has consentido, que procuran
placeres y caudal;
gobernantes sin ley que nos subyugan
y azótannos al rostro sin piedad.
Y la pobre barquilla de la Patria,
que azota el vendaval,
de babor a estribor y rechinando,
envuelta en agua, zozobrando va...
¡Piedad, Señor! Aun somos tus hijos.
¡Piedad, Padre inmortal!
Hijo pródigo, vuelve arrepentido
a Ti este pueblo, en busca de piedad.
Escúchanos, Señor; caiga tu mano
sobre el bando inmoral,
instrumento hasta hoy de tu justicia,
secuaces de la carne y de Satán.
¡Azótales, Señor! Alza tu mano,
a una rodarán
sus planes cimentados sobre arena,
y su mismo recuerdo morirá.
Y la pobre barquilla de la Patria,
libre de lastre tal,
hacia el mar placentero de la dicha
gallarda y fácilmente engolfará...
¡Escúchanos, Señor! Serena el cielo
Y apaga el huracán;
abre las nubes ya de tu Justicia,
y llueva el cielo al Deseado ya.
Y calmada, a su acción, Naturaleza,
flores renacerán,
y el sol lucirá espléndido en el cielo,
y la armonía tornará a, reinar.
Y al olor inmortal de las virtudes
de este pueblo leal;
bajo la mano experta del deseado
Monarca que los cielos lloverán,
Esta pobre barquilla de la Patria,
en marcha triunfal,
por el mar esplendente de la gloria
feliz navegará...
VER+:
I.— Y vi otro Ángel, un Gran Monarca, un enviado de Dios para regenerar el mundo; Ángel fuerte, por su fe, su celo, su doctrina, su constancia, su ingenio, su saber, su fortaleza y su poderío; Ángel fuerte, porque Dios estará con él para que venza por las armas a todos los tiranos, todas las repúblicas, todos los cismas y herejías, y someta el mundo a su imperio, que será el de Cristo reinando en la sociedad; Ángel que bajaba del cielo, esto es, de la Iglesia Católica: primero porque en castigo de sus pecados será humillado ante ella, y segundo porque pertenecerá a la jerarquía eclesiástica; de la cual, convertido con la eficacia de San Pablo, bajará a ceñirse la espada en nombre del Dios de los ejércitos que le envía después de haber luchado con la pluma. Baja de la Iglesia envuelto por una nube de obscuridad, de humildad, de abnegación, de misterio y de secreto, para que sea abatido y no conocido hasta que llegue el día señalado.
Vi en su cabeza un arco iris, prenda de la paz que ha de dar á los hombres, señal de reconciliación con Dios y manifestación espléndida de la sabiduría con que hará contribuir al reinado de la paz y la justicia todas las ciencias, todos los adelantos y progresos. Su rostro era como el sol, en lo cual vi significado el esplendor de su justicia, de su gloria imperial, de su inteligencia y su saber, de su celo por la Religión y la Patria, de su caridad para con los frágiles y de la supremacía con que en todo brillará entre todos los príncipes del mundo, que serán sus aliados o vasallos.
Sus pies eran como dos columnas de fuego, porque en lenguaje bíblico los pies significan la extensión y poderío de un imperio, y porque este embajador celestial, ardiente y brillante por su fe y su ciencia, como la columna de fuego que guió á Israel, será con su imperio guía y firme sostén de la Iglesia y de la paz universal.
II.— Y tenía en su mano un librito abierto, esto es, los Cánones y decisiones de un Concilio Ecuménico, continuación del Concilio del Vaticano, que se celebrará por iniciativa y poder de este Gran Monarca, especialmente para reformar al Clero, y cuyas disposiciones hará cumplir con todo rigor: por lo cual se dice que tiene el librito en su mano.
El libro es pequeño, librito, no por lo que contiene, sino por su poco volumen, pues en poco texto abarcará mucho y será más claro que los Concilios pasados, especialmente por la reforma que hará y llave que dará para interpretar las Sagradas Escrituras; y asimismo sus frutos, con harto menos trabajo, serán mayores que los de todos los Concilios: por todo esto se dice que el librito está abierto.
Representa también este librito el Apocalipsis, cuya parte histórica será perfectamente explicada por obra del Monarca sabio y poderoso, y las profecías de los siervos de Dios, que son meros comentarios apocalípticos; y asimismo representa la constitución o ley fundamental que dará a su pueblo y al mundo para extirpar de raíz los males pasados.
Y puso el Ángel su pie derecho sobre el mar, en señal de que sus flotas lo dominarán de polo a polo, venciendo con poco aparato de naves, pero con fuerza incontrastable, todas las armadas enemigas; y su pie
izquierdo sobre la tierra, porque en ésta no ha de dominar sin que preceda su poderío naval, y porque siendo su fuerza menor en tierra que en mar, por tierra será más acometido y le costará más trabajo dominarla; pero la dominará con el auxilio de Dios, según se ha dicho al declarar que por los pies se entiende la extensión y el poderío de un imperio.
La dominará, sobre todo, en virtud de la Santa Cruz que llevará en sus banderas. Cruzados serán sus ejércitos; la Cruz será su guía y su fuerza, de ella recibirá el poder contra todas las potestades del infierno y del mundo contra él conjuradas, y este es otro de los sentidos que encierra el librito que lleva en la mano, pequeño en apariencia y grande en virtud.
Puso su pie derecho sobre el mar, el pie más fuerte; y el más débil, o el izquierdo, sobre la tierra, porque aquí el mar significa la impiedad de todo género, movible y tempestuosa y difícil de dominar, y tierra significa la parte buena de los hombres, sólida y fácil de recorrer, por lo cual basta para ella el pie izquierdo.
III, IV.— Y clamó con una voz grande, a manera del león cuando ruge. Es decir, que una vez que empiece a reinar en su pueblo, y aun antes, clamará enérgicamente contra todas las podredumbres políticas, sociales y religiosas, declarando guerra implacable a todo mal. Su voz, como el rugido del león, que simboliza la Patria de este Monarca, llenará de terror á los malos, como el rugir del león aterroriza las fieras del desierto, por lo cual todos los precitos se conjurarán contra él.
Asimismo esta gran voz representa los edictos y leyes que dará y hará ejecutar en beneficio de la Fe Católica y de la sociedad civil, con rabia y espanto de los malos.
Y así que hubo clamado, siete truenos hablaron sus voces o estallaron, esto es, estalló la voz de los siete pecados capitales por boca de los impíos, que tratarán de resistirle por todos los medios, levantando contra él una horrible tempestad de odios, calumnias y asechanzas, y volviendo en guerra contra él las siete armas con ayuda de los siete demonios o siete cabezas de la bestia; pero todo inútilmente, porque el Monarca fuerte será en todas las cosas protegido por el Dios de los ejércitos que le dará la victoria.
Y así que los truenos hubieron estallado, iba yo a escribir lo que dijeron, y oí una voz del cielo que me dijo: sella lo que han hablado los siete truenos; escribe que han hablado, sí; pero lo que han dicho no quieras escribirlo, porque no conviene se descubran antes de hora los secretos que atañen a la repentina aparición del Gran Monarca y la furiosa persecución que padecerá; no conviene se disipe la nube en que viene envuelto, y menos que se divulgue el modo como aterrará a los malos con siete truenos correspondientes a las siete edades, y a los siete candelabros o espíritus de Dios, y a las siete principales virtudes con que combatirá los siete vicios.
Por otra parte, así que todos los impíos y tiranos a una se conjuren como una tempestad contra el Gran Monarca, y le denigren con sus diatribas y calumnias, y preparen contra él todas las armas, los fieles vasallos y todos los amigos de este Príncipe querrán defenderle por escrito, y él mismo quedará afligido de tanta infamia; pero una voz del cielo, esto es, de la Iglesia, la voz del Papa legítimo, dirá a unos y otros: no os aflijáis, no os conturbéis, despreciad la mentira, tenedla por lo que vale, y preparaos a rechazar la fuerza bruta con la fuerza santa para que triunfe la Causa de Dios; y entonces,
V, VI, VII.—El Ángel que vi estar sobre el mar sobre la tierra, el Gran Monarca cuya dominación universal empezaba, levantó su mano al cielo, de donde le venía su gran poder, lo mismo que su autoridad, lleno de celo por su Dios ultrajado y por el bien de su Patria y del mundo todo, lleno de ardor por el triunfo de la fe y de la ciencia, juró por el que vive en la tierra y cuanto hay en ella, y el mar y cuanto él contiene, que ya no habrá más tiempo para los enemigos de Cristo, cuyos días están contados. Contra ellos se lanzará con ímpetu incontrastable por aire, tierra mar, testigos de su grandioso juramento; acabará con todas las herejías, con todos los errores, con todas las sectas, con todos los corruptores y todos los tiranos.
No; ya no habrá más tiempo para que se cometan los males sociales y religiosos que corrompieron y ensangrentaron las edades pasadas, sino que todos serán echados al infierno; porque si bien los males surgirán de nuevo al fin de la edad sexta o del Gran Monarca, sea en los días del séptimo Angel, cuando este empiece a sonar su trompeta, ya no será para que dominen por siglos las naciones como antes, sino por el breve tiempo del Anticristo; y de esta suerte se consumará el misterio de Dios, esto es, lo que Dios nos ha anunciado por sus siervos los profetas, tan menospreciados de esta generación incrédula y frívola. Después de lo cual habrá todavía un tiempo, cuya duración no se sabe, y que algunos extienden a mil años, no con el espíritu herético de los milenarios, sino con espíritu de verdad y de fe.
Se consumará el misterio de la acción de Dios en los siglos pasados cuando el séptimo Angel empiece a tocar la trompeta; no se sabe cómo será después el mundo, ni cuánto durará, pues el ángel no hace más que empezar. Ni siquiera los ángeles del cielo saben cuándo será el día en que Dios juzgará al mundo.
VIII, IX, X.—Así que el gran Monarca triunfe de todos los enemigos del orden, consagrará todos sus esfuerzos al esplendor del librito abierto que en su mano lleva. Por eso yo, representando toda la Iglesia militante, oí la voz del cielo que hablaba otra ved conmigo y decía: Anda y toma el libro abierto de la mano del Angel que está sobre la mar y la tierra. El Pastor Angélico, un Pontífice santísimo, pronunciará las alabanzas de su hijo el Monarca fuerte, lo coronará Emperador de Oriente y de Occidente, y sancionará las grandes reformas debidas a este Emperador universal mandando severamente que sean de todos aceptadas: reformas no sólo eclesiásticas, sino sociales en todos los ramos de la vida, la ciencia y el arte, las cuales serán recibidas por los hombres de mano del Monarca por Dios enviado, esto es, impuestas por su poder para la felicidad de todos los hombres.
Fui, pues, al Angel, pidiéndole que me diera el libro, como irán todos los fieles, pues, entonces todos serán fieles, y me dijo: Tómalo y devóralo, y llenará de amargura tu vientre, esto es, tu carne, tus pasiones, tu naturaleza corrompida, tus miembros pecadores; pero en tu boca será dulce como la miel, quiere decir, será dulce a tu espíritu, a tu fe, a tu celo por la gloria de Dios, a tus miembros justos, porque la doctrina pura, la moral santa, tanto son amargas para los malos como dulces para los buenos.
Tómalo y devóralo es mandato imperativo, porque mandato será y no consejo aquel por el cual se imponga este libro a los hombres. Y en verdad, entonces recibí el libro de mano del Ángel y lo devoré, esto es, lo estudié y practiqué con santo afán, y era en mi boca dulce como la miel; pero así que lo hube devorado, quedó mi vientre lleno de amargura, quedaron mis concupiscencias abatidas, con gran pena de mi parte inferior.
XI.— Y me dijo el Ángel: es necesario que de nuevo profetices a las naciones, y pueblos, y lenguas, y a muchos reyes. «No se ha hecho esta paz para que estemos ociosos, dirá el Gran Monarca; es menester que de ella se aprovechen los ministros de Dios para llevar la luz del Evangelio a los países más apartados y desconocidos, para que de todo el mundo se forme un solo rebaño y un solo pastor.
«Id y evangelizad: dulce como la miel es la paz, dulce el descanso después de las fatigas pasadas, y amargo y duro el trabajo en tan lejanos países; dulce la felicidad social y religiosa de que gozamos, y amargo y terrible el tiempo que a esta época seguirá; pero tanto mayor debe ser vuestro afán por el arraigo de la verdad y la evangelización de todo hombre, cuanto mayores fueron los estragos que pasaron y más temibles se presentan los que han de acompañar al Anticristo.
»Mucha es la labor que nos queda: es necesario seguir profetizando a las naciones, y pueblos, y lenguas, y a muchos reyes; vosotros con la Cruz y la palabra, yo con la Cruz y la espada».
Asimismo aquel Monarca sabio hará que todas las ciencias sigan profetizando, esto es, descubriendo con nuevas y espléndidas razones su absoluta conformidad con la Fe. El Dios de las ciencias las bendecirá, y nunca el progreso humano habrá tenido tal período de desarrollo. Los inventos que se harán exceden ahora toda previsión.
Así, con este admirable acuerdo, procederán entonces la Iglesia, la Ciencia y el Imperio.
Este es el Gran Monarca español anunciado por San Isidoro, San Vicente Ferrer, Santa Brígida, San Alfonso Rodríguez, San Nicolás, cien otros santos y las Sibilas; éste el gran Crucífero y fundador de la orden religioso-militar de los Crucíferos, profetizado por San Francisco de Paula y mil profetas más; éste El hombre que se necesita y por el cual todos claman hoy; éste el Restaurador de todo en Cristo; éste el Padre de los pobres y protector de los desvalidos; éste el que ha de llevar la Patria a la cumbre de la gloria, el Estado a la cumbre de la grandeza política, la Nación a la cumbre del poderío, el Pueblo a la cumbre de la felicidad posible en esta vida. Este es el Gran Monarca que Dios nos guarda, objeto de las profecías más estupendas; éste es el Gran Españolista. ¡Cuándo vendrá el gran españolista! Mitte, Domine, quem missurus es... (envíe, Señor, a quién va a enviar...)
___________________________
(I) Compendio de todo cuanto los Profetas anuncian del Gran Monarca, especialmente el Venerable Holzhauser en el capitulo X de sus autorizadísimos y proféticos Comentarios sobre el Apocalipsis
P. José Domingo María Corbató
Biblioteca Españolista
Valencia-Año 1904
Apología y profecías sobre el Gran Monarca donde, en un contexto apocalíptico, se describe su llegada, triunfo y reinado.
Conviene, en estos tiempos de poca fe, avivar la confianza en Dios que, como demuestra la misión de Gedeón y Jerobaal, vemos cómo el Señor salva a los pueblos oprimidos y arrepentidos.
"La ira de Dios que nos ha de envolver para que el llanto apague nuestros odios sociales y nos lleve a la paz, ha tenido intérpretes superiores a la común previsión de los mortales, ha tenido profetas que en nombre de Dios anunciaron la época terrible en la que estamos entrando, y esos profetas de la Ley de Gracia, acordes con los de la Ley antigua, anuncian la guerra más feroz de las edades, y luego la restauración del mundo por España Y de España por un Cristo, un escogido del Rey de Reyes"...
Apología del Gran Monarca (... by Bernardo Magalló Estors
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