Españoles de ambos hemisferios
¿Qué signo haces, oh cisne, con tu encorvado cuello?
Nuestro Rubén Darío, autor de *D.Q.
“Su mirada triste parecía penetrar hasta lo hondo
de nuestras almas y decirnos cosas de siglos.”
“Me ha hablado de sueños irrealizables.”
“Dicen que debajo del uniforme usa una coraza vieja.”
“Es un buen hombre en el fondo; paisano mío, manchego.”
“No se me ha ocurrido ver su nombre en la lista.
Pero en todas sus cosas hay marcadas dos letras: D. Q.”
Españoles queridos de los dos hemisferios,
que lucís en la piel los colores de Dios,
hispanísimos todos, que decís salerosa,
madrugada, amapola, pundonor y donaire
y novia con hoyuelos y aúpame, papá;
que cantáis Alfonsina y el pájaro Chogüí,
que bailáis pasodoble, tango, salsa, bolero,
conga, rumba, merengue, chachachá, cueca, mambo;
que tembláis al decir cuánto os quiere mamá
y os quitáis el sombrero cuando veis a un valiente;
oh hermanos que cantáis en la lengua de Góngora,
del Inca Garcilaso, de sor Juana y Teresa,
y adornasteis el mundo de tomate y cacao
y cruzáis el oriol con el lindo quetzal
y lleváis en los genes Paranás y Guadianas
y en los ojos las gamas de la noche y el mar;
oh mulatos con porte de reconquistadores,
oh mestizas con garbo de una maja de Goya,
caballeros incaicos y con barba española,
damas mayas con rizos de graciosas meninas,
oh libérrima gente de las plazas alegres,
Caupolicán, Malinche, oh simpar don Quijote,
que cayó defendiendo del Ladrón nuestra Cuba;
¿qué extranjero ha logrado convertiros en taifas
enfrentadas y débiles con absurdas fronteras?
¿Dónde está el malnacido que amputó nuestro México
y os hurtó las Malvinas y expulsó misioneros?
¿Qué afrancesados odian lo españoles que son?
¿Qué piratas os roban el orgullo y la historia?
Corazones magnánimos que latís al unísono
al decir “hasta siempre”, “hijo mío” y “te quiero”,
¿no es ya hora de ser otra vez compatriotas
en la madre de pelo rubio, negro y castaño,
con mantilla y con poncho, con mazorcas y espigas,
que nos dio tres centurias de paz y catedrales?
¿No podremos volver a tener una casa
desde Cádiz y Texas hasta la Patagonia
a la luz entrañable de las dos Guadalupes?
* LOS CISNES
A Juan R. Jiménez
¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello
al paso de los tristes y errantes soñadores?
¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello,
tiránico a las aguas e impasible a las flores?
Yo te saludo ahora como en versos latinos
te saludara antaño Publio Ovidio Nasón.
Los mismos ruiseñores cantan los mismos trinos,
y en diferentes lenguas es la misma canción.
A vosotros mi lengua no debe ser extraña.
A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez...
Soy un hijo de América, soy un nieto de España...
Quevedo pudo hablaros en verso en Aranjuez...
Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas
den a las frentes pálidas sus caricias más puras
y alejen vuestras blancas figuras pintorescas
de nuestras mentes tristes las ideas oscuras.
Brumas septentrionales nos llenan de tristezas,
se mueren nuestras rosas, se agotan nuestras palmas,
casi no hay ilusiones para nuestras cabezas,
y somos los mendigos de nuestras pobres almas.
Nos predican la guerra con águilas feroces,
gerifaltes de antaño revienen a los puños,
mas no brillan las glorias de las antiguas hoces,
ni hay Rodrigos ni Jaimes, ni hay Alfonsos ni Nuños.
Faltos del alimento que dan las grandes cosas,
¿qué haremos los poetas sino buscar tus lagos?
A falta de laureles son muy dulces las rosas,
y a falta de victorias busquemos los halagos.
La América española como la España entera
fija está en el Oriente de su fatal destino;
yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera
con la interrogación de tu cuello divino.
¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?
He lanzado mi grito, Cisnes, entre vosotros
que habéis sido los fieles en la desilusión,
mientras siento una fuga de americanos potros
y el estertor postrero de un caduco león...
...Y un cisne negro dijo: «La noche anuncia el día».
Y uno blanco: «¡La aurora es inmortal! ¡La aurora
es inmortal!» ¡Oh tierras de sol y de armonía,
aún guarda la Esperanza la caja de Pandora!
Rubén Darío, 1895
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