EL Rincón de Yanka: LA RELIGIÓN ES LA QUE FUNDA UNA CIVILIZACIÓN Y CUANDO LA RELIGIÓN MUERE, SE LLEVA CONSIGO SU CIVILIZACIÓN 🙏🙌⛪

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miércoles, 17 de mayo de 2023

LA RELIGIÓN ES LA QUE FUNDA UNA CIVILIZACIÓN Y CUANDO LA RELIGIÓN MUERE, SE LLEVA CONSIGO SU CIVILIZACIÓN 🙏🙌⛪


La Religión, 
el factor más profundo de las civilizaciones

La mayoría de los sociólogos se interesaban más en el presente que en el pasado, sin embargo, con frecuencia, los historiadores trataban con acontecimientos pasados para obtener un mejor entendimiento del presente.
 Algunos, principalmente Oswald Spengler y Arnold Toynbee, estudiaron la ascensión y la decadencia de civilizaciones pasadas con el fin de predecir el futuro. Por lo general, la historia se ha visto como un proceso lineal. Sin embargo, Spengler y Toynbee sostuvieron que las civilizaciones siempre habían ascendido y caído en ciclos o curvas.
Spengler supuso la existencia de fases paralelas en las civilizaciones importantes. Toynbee en "ESTUDIO DE LA HISTORIA" vio el surgimiento de una civilización como una "respuesta" exitosa del hombre a un "desafío". El desarrollo de una civilización es la solución gradual que el hombre da a sus problemas físicos, la liberación de sus energías para empeños más elevados. En este proceso, una minoría creativa toma la delantera e impone sus opiniones sobre una mayoría pasiva. La caída de una civilización, según Toynbee, ocurre cuando esta minoría pierde su fuerza creativa para enfrentar un desafío particular.
Las civilizaciones se han formado en el mundo sobre la base de las religiones. Ello ha pasado con las veintidós civilizaciones que, según Toynbee, han existido en la Historia de la Humanidad. Ocurre, en consecuencia, con las seis civilizaciones que persisten en el mundo en nuestros días. La civilización occidental y la civilización eslavo-ortodoxa son de base cristiana. La civilización islámica se origina en el Islam. Y así sucede también con las civilizaciones hindú, sintoísta y confuciana. Tal vez de todas ellas la que menos rasgos religiosos tiene es la confuciana. 
La manida y archirrepetida afirmación de Proudhon de que debajo de toda idea política hay una idea religiosa, adquiere una dimensión grandiosa cuando aparece en las civilizaciones formadas, más por creencias y por actitudes, que por ideas concretas. Max Weber lo refirió a las dimensiones éticas que “reciben el primer sello de fuentes religiosas por importantes que hayan sido las influencias sociales, políticas y económicas” (1). Y en lo que se refiere a la economía, es Max Weber quien atribuye el distinto proceder que se da entre Europa y China en el siglo XVII al trasfondo que fundamentó la diferencia de civilización. 
El de la ética protestante impulsora compulsiva del capitalismo en una Europa que progresó a pesar de estar machacada por las guerras y el de una China confuciana, bastante paralizada, a pesar de haber vivido una larga etapa de paz. Pero, qué sucede en una sociedad en la que la secularización ha alcanzado un nivel preeminente? Por mucho tiempo que haya pasado en la Historia de una civilización, el espíritu primigenio no se pierde. Braudel, cuando habla de Europa, afirma que no ha sido abandonada por el espíritu cristiano. Que, incluso en nuestros días, “un europeo ateo continúa siendo prisionero de una ética, de un comportamiento psíquico, poderosamente arraigados en la tradición cristiana” (2).

Las grandes diferencias entre las civilizaciones

Las civilizaciones tienen entre sí marcadas diferencias pues las religiones que las originaron se caracterizan por tener entre sí aspectos muy diversos. Dichas diferencias se fueron formando a través de los instrumentos que las religiones utilizan para construirse institucionalmente: el subjetivismo; la profundidad; el dogmatismo y la identidad.

Subjetivismo: En la vivencia subjetiva del ser humano se dan diversas concepciones de la divinidad, del espíritu, de la vida futura, de los ritos, de las diferentes formas de relacionarse con los fenómenos de la naturaleza, el cuerpo humano, la política, la economía, la educación, etc. Esa enorme diversidad es posible a partir de la extrema capacidad que tiene el ser humano de ser, no sólo creyente sino también crédulo, y de adaptar su conducta a las exigencias marcadas por dicha creencia y credulidad. El ser humano es capaz de dar su asentimiento a las cuestiones más diversas que uno pueda imaginarse, desde las más sublimes a las más pintorescas. No hay más que ver las variadas concepciones de dioses que se dan en las religiones. Semejante variedad de posiciones las encontramos en las diversas formas de fijar normas sobre los alimentos, la sexualidad o el uso del dinero, de encarar el problema de la guerra, de la enfermedad o de la muerte.
Profundidad: La creencia religiosa penetra con frecuencia hasta las capas más profundas de la persona. El convencimiento religioso alcanza estratos muy íntimos. Su valor se sitúa por encima de otros valores como la salud, la libertad, la propiedad o la vida. Los ejemplos de dedicación a los demás, de la aceptación del exilio, del encarcelamiento e incluso del martirio por no haber querido renunciar a la convicción religiosa o a alguna de sus consecuencias, son innumerables. Las creencias originan unas convicciones de tan gran hondura que marcan la moralidad de la conducta humana con la aceptación de unas consecuencias que transcienden a la muerte.

Dogmatismo: A pesar de que las religiones se caracterizan por albergar conocimientos y sentimientos subjetivos, van acompañadas de un notable dogmatismo para exigir total aceptación de la doctrina y completa fidelidad a las directrices oficiales. Por ello anatematizan las opciones no coincidentes con las establecidas. Para el creyente de una religión, lo subjetivo está en las otras religiones. En la propia, lo que las otras consideran, desde diferente punto de vista, subjetivo, se eleva a la condición de absoluto. En situaciones de inseguridad, la defensa del dogma se hace con rasgos fundamentalistas.
Identidad: La religión es, evidentemente, fuente de identidad. Pero no sólo religiosa. La identidad originada por la religión trasciende a lo religioso y abarca todo el ámbito de lo cultural cuando las creencias informan las tradiciones, las costumbres y demás productos espontáneos de la sociedad humana. Las religiones han sido las bases creadoras de las civilizaciones, algo que otras manifestaciones identitarias de la vida humana, como por ejemplo las lenguas, no han tenido ni tienen capacidad de hacer.

Las relaciones entre los contenidos y las estructuras

Las religiones constan de dos grandes facetas: contenido y estructura. Los contenidos tienen muchos aspectos que llevan al acercamiento. Son las estructuras las que originan las distancias.

Friedrich Heiler descubre, al comparar las altas religiones de la tierra, siete áreas de identidad : trascendencia; inmanencia de dicha trascendencia en los corazones humanos; predominio del bien, la verdad y la justicia; amor último para los hombres; camino del hombre hacia Dios por el sacrificio; camino del hombre hacia el prójimo; alto camino hacia Dios por medio del amor (3). En toda esta enumeración fijémonos en el que puede resultar más práctico : el que todas las religiones superiores no sólo enseñan el camino que lleva a Dios sino también el que conduce al prójimo. “El confucionismo, el taoísmo, el brahamanismo, el budismo, el hinduismo, el mazdeismo, el islam y el cristianismo predican todos el amor fraternal” (4).

A la misma conclusión que Heiler llega Toynbee cuando afirma : “A primera vista, el budismo, el cristianismo, el mahometanismo y el judaísmo pueden parecer muy diferentes unos de otros. Pero cuando se les mira profundamente, se encuentra con que todos están dirigidos principalmente hacia el alma humana o la psique individual; tratan de convencerle para superar su egocentrismo y le ofrecen los medios para lograrlo. Todos estos sistemas encuentran el mismo remedio. Todos enseñan que el egocentrismo puede conquistarse por amor” (5).

Pero junto a los contenidos que tienen elementos esenciales no sólo cercanos sino también comunes, están las estructuras. Los rasgos antes descritos –subjetivismo, profundidad, dogmantismo e identidad-, forman un conjunto tan lógica y férreamente trabado que se hace muy sólido, tan sólido como que, integrando tradiciones culturales, y la comunidad o comunidades formadas por la cultura, ha sido capaz de crear las grandes civilizaciones de la Humanidad. Debido a esa solidez y trabazón, con frecuencia, las virtudes esenciales de una religión, como ocurre con el amor, pasan a segundo plano en la estructura de tan inmenso poderío. Ello explica que unos principios doctrinales que llevan a la paz y a la armonía sean superados por las actitudes que desembocan en grandes conflictos. Es la terrible realidad de la institucionalización. 
Georges Corm lo ha expresado muy bien: “El cristianismo institucionalizado pudo contribuir a legitimar la violencia más brutal, olvidando la principal enseñanza de Cristo, símbolo máximo de la no violencia y del rechazo de las discriminaciones entre los hombres”...”...tan pronto como se institucionaliza, se organiza y se gestiona, la religión entra paradójicamente en el mundo del desgaste histórico y pierde su carácter primordial de trascendencia. Es inevitablemente absorbida por “lo político”, esto es, por los sistemas de poder y por las instituciones de gestión de la sociedad” (6). Es este elemento el que, en su dimensión más amplia, constituye la civilización. Por ello las civilizaciones, en principio, se oponen entre sí. La civilización occidental manifestó su oposición a otras civilizaciones en la época de los grandes descubrimientos, conquistándolas y engulléndolas hasta su destrucción.

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1 - WEBER, Max – Ensayos sobre sociología de la religión . I. Madrid: Taurus, 1998, p. 236.
2 - BRAUDEL Fernand – Las Civilizaciones actuales .Madrid: Tecnos, 1968, p. 49.
3 - HEILER, Friedrich – “La Historia de las Religiones como preparación para la cooperación entre las religiones”. ELIADE, Mircea y KITAGAWA, Joseph M. – Metodología de la Historia de las Religiones . Barcelona: Piados, 1986, pp. 178–199.
4 - HEILER, Friedrich. o. c: 182.
5 - TOYNBEE, Arnold – El Desafío del Futuro . Madrid: Guadiana, 1973.
6 - CORM, Georges – La Cuestión religiosa en el siglo XXI . Madrid: Tecnos, 2007, p. 107; 110.

* Santiago Petschen
Catedrático de Relaciones Internacionais 
na Facultad de Ciencias Políticas y Sociología 
da Universidad Complutense de Madrid. 
É responsável pela revista 
“Fuerzas religiosas y sociedad internacional”.

La dinámica de las civilizaciones 

Toynbee, en su gran obra “Estudio de la Historia”* propone un modelo sistemático para comprender la dinámica de nacimiento, crecimiento, colapso y desintegración de las civilizaciones a las que considera las mínimas unidades inteligibles para el estudio de la historia. Según Toynbee a lo largo de la historia, se pueden reconocer algo más de veinte civilizaciones, algunas de ellas vivas aún y otras ya desaparecidas. Podríamos preguntar qué es lo que hace que una cultura alcance el nivel de “civilización” y no sería facil responderlo sin incorporar de un modo u otro un juicio valorativo, y así ofender a los relativistas culturales. 

Tres de estas veintiuna civilizaciones (veinticuatro si se consideran tres que abortaron tales como la Vikinga) tuvieron lugar en América: 
la Maya, la Azteca y la Incaica. Así, las civilizaciones, entendidas como unidades de análisis de la historia, describen, según Toynbee ciclos bastante regulares de nacimiento, crecimiento, colapso (detenimiento del crecimiento) y final desintegración. A su vez, habría relaciones de procedencia y filiación entre las civilizaciones, con lo que Toynbee llega a reconocer civilizaciones de hasta tres generaciones sucesivas. Mientras la Civilización Egipcia, fue una civilización de primera generación –es decir que no desciende de ninguna otra– que “no dejó descendencia”, la antigua Civilización Minoica (Cretense), también de primera generación, tuvo dos vástagos: 
la Civilización Helénica (Griega) y la Civilización Siríaca (que abarca los pueblos del próximo oriente). Estas son ambas civilizaciones de segunda generación. De la Helénica descienden a su vez la Civilización Cristiana Occidental y la Cristiana Oriental (en rigor, esta última tiene dos variantes), de la Siríaca, la Islámica Arabe y la Islámica Persa. 

Hubo civilizaciones en la India, en la China, en Japón, y sucesiones de ellas, siempre hasta tercer grado. Lo que Toynbee dice observar, es que todas estas civilizaciones, describen un ciclo que consiste en un nacimiento, luego una fuerte expansión, luego el detenimiento del crecimiento o colapso, y finalmente la decadencia y desintegración. En esta última etapa, ya no se crean nuevos valores civilizatorios, y suele conformarse lo que el autor llama el “Estado Universal” es decir, un sistema sociopolítico unificado sobre el espacio civilizatorio, que pretende sostener por la fuerza los valores que ya no surgen sinérgicamente, como sucedía en la etapa de florecimiento. 

Llama la atención la observación de Toynbee, acerca de la localización del centro o capital de este Estado Universal: suele surgir en una provincia marginal con respecto a la cuna de la civilización. Apliquemos esto a un ejemplo conocido: la Civilización Helénica. Cuando comienza su decadencia y desintegración, se establece su Estado Universal: el Imperio Romano. Roma, su centro, era tan solo una comarca provincial de poca relevancia cuando la Civilización Helénica estaba en su apogeo, que algunos asocian al llamado “Siglo de Pericles.” (S V a.c.) Haciendo una tal vez prematura aplicación de este marco teórico, algunos han pensado que la Ex Unión Soviética pudiera haber sido el Estado Universal de la Civilización Cristiana Oriental, mientras que los Estados Unidos de Norte América bien podrían ser el Estado Universal de la Civilización Cristiana Occidental, cumpliendo perfectamente con la condición de surgir de una zona marginal a la cuna civilizatoria, que fue Europa. Si ciertamente hubiera surgido un Estado Universal en Occidente, esto implicaría que esta civilización ya se halla en su fase de decadencia y desintegración. 

Toynbee considera que la desintegración final y caida de las civilizaciones se produce por el efecto combinado de lo que él llama los proletariados externo e interno de la civilización. 
El primero, está constituido por todos los pueblos “bárbaros”, fronteras afuera del Estado Universal de la civilización decadente, siempre deseosos de penetrar al interior del estado dominante y destruirlo. 
El segundo, en cambio, está constituido por todas la minorías subyugadas al interior del Estado Universal (minorías que sumadas resultan en amplia mayoría), grupos todos descontentos con el estado de cosas que se les impone, culturalmente avasallados, discriminados y en general con pésimas condiciones de vida. 
Otro aspecto interesante de la propuesta de Toynbee, es la dinámica de la transición de una civilización moribunda hacia su civilización “filial”. En ese pasaje Toynbee señala que tienen un rol relevante las “minorías creativas”, que serían ciertas élites no conformes, por lo tanto integrantes del proletariado interno, que comienzan a visionar y a promover un cambio, y muy en particular, entre ellas, las “iglesias”. 

Estas iglesias, segregadas y perseguidas en el contexto de la civilización muriente, tendrían un rol clave en el impulso de la siguiente civilización derivada. Así, en el Imperio Romano, en cuanto Estado Universal de la Civilización Helénica, existió un amplio proletariado interno –los esclavos, los no ciudadanos romanos, los pueblos incorporados a las provincias imperiales– y entre ellos, diversas minorías creativas e iglesias. 
La naciente Iglesia Cristiana era una de esas minorías creativas, que siendo apenas un grupo ignorado o a lo sumo despreciado y perseguido en el Imperio Romano, pasó a ser la fuente impulsora del desarrollo de la civilización descendiente, las Civilizaciones Cristianas Occidental y Oriental. Sería interesante reflexionar si es que este es un modelo que puede aportar alguna claridad para explicar la situación contemporánea, quiénes hoy el estado univesal, quiénes los proletariados interno y externo, quiénes las minorías creativas, quiénes las “iglesias”. 

Frente a la cuestión de si hay una dinámica envolvente de mayor escala, podríamos decir “trans-civilizatoria”, Toynbee se pronuncia negativamente, considerando que todas las civilizaciones son comparables, y que una civilización de segunda generación no es “superior” a la de primera, ni una de tercera lo es con respecto a las anteriores. Plantea así, una visión cíclica de la historia.
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Las religiones en la historia 


El tema de las religiones es muy constante en las preocupaciones y escritos de Toynbee. Vienen a recogerse esas preocupaciones en la obra "El historiador y la religión", como fruto de madurez sazonada a sus sesenta y cinco años: 
"En mi propia vida -nos confiesa en el prólogo- había llegado a un punto en el que la pregunta: 
"¿cuál es nuestra actitud respecto a la religión?" me exigía con tanta insistencia una respuesta que ya no me era posible dejarla de lado por más tiempo. Acaso habría podido seguir dejándola de lado, si me hubiera persuadido de que este asunto no era más que una cuestión personal, ya que en este caso no habría tenido gran importancia o interés para los demás. Con todo, creo que al encontrarme acosado por esta cuestión, estoy sufriendo una de las experiencias características de la actual generación del mundo occidental...".

Sintetiza y perfecciona en este libro lo mucho que acerca de la religión había investigado en sus escritos anteriores, especialmente a lo largo de su obra monumental "A study of history". Por la importancia de esta obra en toda su producción, vamos a partir de ella.
El contacto profundo con la cultura heléníca desde su juventud, la experiencia de la primera guerra mundial que él veía entonces desde la lectura de la Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides; la aparición de La Decadencia de Occidente de Spengler, fueron algunos de los impulsos que le llevaron a la concepción y maduración de su gran obra. Era un intento de estudiar entero el curso de la historia humana y mostrar cómo surgían, se desarrollaban y morían las Civilizaciones.

La unidad histórica elemental, el sujeto adecuado del estudio de la historia no es para él la historia de una nación o de un Estado, sino la de una Civilización (Vol. I). Como "campo inteligible del estudio histórico", analiza Toynbee las unidades que se han dado en la historia, su curso y las relaciones entre ellas. Han sido, 'según él, veinttuna las civilizaciones históricas, y de ellas persisten cinco en la actualidad: la civilización occidental cristiana, la ortodoxa, la islámica, la hindú y la del Extremo Oriente. La consideración de estas unidades, en analogía con la vida orgánica -nacimiento, crecimiento y muerte (Vols. II-V)- ha suscitado críticas duras: su postura resultaba ser una concepción naturalista de la historia, menos naturalista, en todo caso, que la de Spengler.

De entre estas concepciones es oportuno destacar una de sus ideas más originales: la teoría del reto y respuesta ("challenge and response") para explicar el origen de las civilizaciones (Vol. II). Es, de otra parte, una concepción en la que recurre ampliamente al mito religioso para su explicitación, y tiene por ello relación particular con nuestro tema. "Según Toynbee, ni la raza ni el ambiente o contorno, como él llama, pueden ofrecer solos una explicación valedera del nacimiento y desarrollo de una civilización. "Si nuestra incógnita no es la raza ni el contorno, ni Dios ni el Diablo, no puede ser un solo factor, sino que debe ser el producto de dos: cierta interacción entre contorno y raza, cierto encuentro o combate entre el Diablo y Dios. Esta es la gran trama del libro de Job y el de Fausto de Goethe. 
¿Es ella, quizá, la trama de la vida y de la historia?". No es muy justo, por ello, el achaque de naturalismo hecho a Toynbee y que antes apuntamos. "Toynbee es un humanista que posee una gran fe en el hombre, al que considera capaz de cambiar el curso de los acontecimientos, y esto a pesar de su concepción de los ciclos de la historia".
 Lo muestra la ruptura con el mito, la victoria sobre el reto demoníaco. La interpretación religiosa, mítica, del reto ofrecido por el obstáculo natural, va a continuarse también religiosamente en el modo como el hombre rompe con sus limitaciones, especialmente desde el ámbito de libertad creadora que le abren las religiones superiores.

El papel de las religiones superiores en las civilizaciones

Toynbee mantiene la tesis de que los objetos u objetivos posibles de la religión son sólo tres: "la naturaleza, el hombre mismo, y una Realidad Absoluta que no es ni la naturaleza ni el hombre, pero que está en ellos y al propio tiempo más allá de ellos". Escalona estos objetos en las edades históricas, en relación con la sucesión de las civilizaciones y su filiación Civilizaciones de primera generación (vgr. la Minoica), Civilizaciones de segunda generación o filiales (vgr. la Helénica, con respecto a la Minoica), Civilizaciones de tercera generación o derivadas de las filiales (vgr. la Cristiana Occidental, con respecto a la Helénica)- anali-
zando las variaciones de religión y sus modalidades en uno u otro
estadio.

El punto que Toynbee desarrolla más detenidamente, y que aquí más nos interesa, es el del ámbito en que se desarrollan las religiones superiores: en la decadencia de las civilizaciones de segunda generación, como empalme con las Civilizaciones de tercera generación que de ellas derivan. Es un pensamiento muy fecundo: la desintegración de una Civilización suscita el nacimiento de una Iglesia, de una religión más alta, y de ella -como crisálida, se alza una nueva sociedad (Vol. VII).
Considera así al Cristianismo como enlace entre la Civilización helénica y la occidental moderna; el Mahometismo, como enlace entre la Civilización siríaca y las culturas iraní y arábiga; el Hinduísmo como enlace entre las culturas índica e hindú; el Budismo, como enlace entre la sociedad china antigua y la Civilización del lejano Oriente.
Para situar bien este fenómeno es preciso considerar el proceso de disolución de una Civilización (Vols. IV-V), con causas tan profundas y variadas, como la pérdida de dominio sobre el contorno, el fracaso de la autodeterminación, la idolización de los triunfos, o de las instituciones o de la técnica, etc. 

Analiza la desintegración misma desde el cisma que se produce en el cuerpo social con la división en tres facciones principales:
-Las minorías dominantes, militaristas, administradoras, legistas, filósofos, que buscan dar coherencia al Estado universal en decadencia.
Los proletariados externos:
invasiones de los bárbaros, hordas guerreras...
- Los proletariados internos:
los desheredados y marginados, en los cuales precisamente se suscita esa religión más alta antes aludida, que hará de enlace con la Civilización siguiente. Con respecto a la civilización occidental moderna, los proletariados internos no han dado paso creador a nuevas "religiones superiores", y sugiere Toynbee que ello puede ser debido a la constante vitalidad de la Iglesia cristiana, capaz de renovarse fecundamente. 


Poco antes de su muerte, Arnold J. Toynbee, ilustre historiador británico mundialmente conocido por su monumental Estudio de la historia, y Daisaku lkeda, eminente filósofo japonés, que desarrolla una destacada labor en defensa de la paz mundial y preside la Soka Gakkai Internacional, sostuvieron este importante diálogo sobre algunos problemas esenciales de la vida contemporánea. 
Ikeda es oriundo del Asia; Toynbee es un occidental. Durante el capítulo más reciente de la historia universal, Occidente ha desempeñado una acción rectora y un papel dominante. 
Toynbee expone las razones por las cuales cabe esperar que, en el futuro, el Asia Oriental arrebate la primacía a Occidente. La expansión europea de los últimos quinientos años ha permitido la unión de la humanidad en el plano técnico. 
Los dos autores comparten la esperanza de que, en el porvenir, los hombres logren unirse política y espiritualmente. Escrito en lenguaje sencillo y claro, Elige la vida ilustra a los lectores sobre un sinnúmero de cuestiones que lo preocupan ya que habrán de influir, sin duda, sobre su destino.

La Sacristía de La Vendée 21-10-2021: La agenda 2030 en la Iglesia

Las religiones son las que fundan las civilizaciones y cuando esa religión muere, es cuando cae esa civilización; de hecho; cultura viene de culto, viene de cultivo; pero de culto, de culto religioso, entonces en lo que se está implantando en estos momentos de la historia no es otra cosa, que es lo que lleva tan dentro la agenda 2030:  la abolición de las identidades culturales. 
Pero están surgiendo transformaciones políticas identitarias para defender la propia identidad cultural; defender la propia identidad nacional, previamente implica, que significa por extensión, defender la propia identidad religiosa, es decir, España es una patria porque la historia de España, no es otra cosa que la historia de la Fe y la historia de la Iglesia y la defensa de la fe; y así, como decía antes Menéndez Pelayo, España se formó a los pechos de la Iglesia, bien pues, esto es muy importante para que no nos quedemos sólo en la denuncia y todo lo que sea promover la fe, todo lo que sea promover la propia identidad cultural, la propia identidad nacional, todo lo que sea defender la propia historia, muy importante, todo lo que sea defender también en nuestro caso, en España, la propia lengua. 
La agenda 2030 también, significa destruir esas identidades nacionales, así que todo lo que sea defender la propia identidad nacional, basada en la religión católica, en la religión cristiana, basada en nuestra historia, pues es lucha contra la agenda 2030, contra el nuevo orden mundial, globalismo, gran reseteo...

Presentación del libro "Elige la Vida". 
Diálogo entre Arnold J. Toynbee y Daisaku Ikeda · 27/09/2022

DECADENCIA y PODREDUMBRE SOCIAL | Miguel Ayuso y J. Manuel de Prada

La secularización. El hombre moderno es un conjunto de creencias absurdas y pseudosaberes, que lo condicionan a un actuar desquiciado que sólo puede tener como consecuencia la destrucción del orden, la belleza y la justicia. Además, de las raíces filosóficas que son causa de la cosmovisión depravada y moderna que alimenta un conjunto de ideologías absurdas, que atentan contra lo SAGRADO Y VERDADERO. Una explicación sucinta de qué es la secularización y como se ha ejecutado en nuestras sociedades, degradándonos a una vida vergonzosa.