FIESTA CON PIÑATA
AJUSTE DE CUENTAS
CON LA POLITIQUERÍA VENEZOLANA
"Fiesta con piñata", ajuste de cuentas con la politiquería venezolana podría ser un libro triste porque lo que se relata en sus páginas es una crónica funeraria. Escrito en pasado, a veces con historias y a ratos con anécdotas, el primer libro del autor muestra la manera en que una clase política se entregó a la sordidez y permitió que el chavismo avanzara y capturara a la Nación. Más que un epitafio, esta podría ser una crónica roja, como la sangre derramada de tantos venezolanos.
Entre las crónicas reales de alcance histórico y las Crónicas terrícolas del personaje ficticio Eduardo Lorenzo, la obra hace que el lector descienda a los infiernos de la politiquería venezolana, ayudando a comprender por qué el chavismo logró dominar a Venezuela por más de dos décadas.
Satisfacer a los puristas de las letras ameritaría encasillar esta obra en el género de la crónica de no ficción. Sin embargo, la ausencia de ficción o el exceso de historia fabulada, no indica necesariamente faltas a la verdad ni realidad tergiversada. El lector podrá identificar entre la bruma de los personajes ficticios, la anatomía de la politiquería venezolana.
Con su primer libro, Daniel Lara Farías no solo deja desnuda a la peor generación de dirigentes de la historia de Venezuela. También demuestra que un libro con estos niveles de honestidad brutal, solo él podía escribirlo.
¡Oh sociedad rebelde y corrompida!
Perseguirás la libertad en vano,
que cuando un pueblo la virtud olvida,
lleva en sus propios vicios su tirano.
Gaspar Núñez de Arce
AJUSTE DE CUENTAS
La señora que entregó al marido a las fuerzas del régimen cuando se enteró de la otra mujer y los otros hijos que tenía.
El politiquero que pactó con el régimen para hacerse del control de su partido solo para vengarse de aquellos que lo humillaron por años.
El joven que para llegar a la más alta posición que podía dentro de la política en ese momento, aceptó dinero sucio y amantes aún más sucios.
Ese jefe del régimen que con fama de peligroso y señalado con orden de busca y captura internacional por narcotráfico y terrorismo, pernocta en el elegante hotel de su ciudad con aquel ministro deportista con fama de macho vernáculo.
El extraño personaje que, sin ser estudiante ni profesor, dirige la política estudiantil en aquella importante universidad en la cual connotados amantes del susodicho alcanzan siempre importantes posiciones para ellos o sus relacionados.
El dueño del canal aquel, repartiendo dinero, celulares y organizando fiestas con putas para dirigentes juveniles.
El periodista caído en desgracia por darle pantalla y palestra a muchachos a los que acosaba sexualmente, hasta que llegó donde no debía y pasaron cosas malas.
El dirigente del régimen que fue a comprar drogas y terminó asaltado y asesinado, pero convertido en víctima por el aparato de propaganda que ocultó los hechos e inventó otra historia.
El narco preso que sabe la historia real de las muertes de esos dirigentes chavistas convertidos en mártires, porque comparte prisión con los asesinos, a los que protege y pone a su servicio y les saca las historias.
El llanto del Comandante en sus días finales, en la hamaca y sufriendo, señalando con el dedo al vacío diciendo entre lágrimas: Ellos, todos ellos me hicieron esto. Ellos me están matando.
La amargura de los caídos en desgracia en el régimen y en el bando contrario, hoy dispuestos en sus postrimerías vitales a contar lo que saben, lo que no saben y lo que se imaginan.
El maldito parné
¿Dónde está el dinero que quedó de la campaña? Es una pregunta que fue incómoda en 1978, pero que a nadie preocupó en 1983. Ni hablar de 1988. ¿Y en 1993? Todos esos bancos que quebraron pusieron dinero en la campaña, para que los dejaran caer igual.
En 1988 cuando se veía claro que el candidato perdería, o al menos cuando los más avezados estaban claros en las dificultades que había, hubo una propuesta clara.
Mira, tú eres un gran candidato y te hiciste ya con el control del partido pase lo que pase. Además, derrotaste al fundador del partido. Entonces es sencillo, tu camino no se acaba aquí. Pero como hay que ser previsivo, tenemos diez millones de dólares guardados para que tengas tranquilidad en los años que vienen, pase lo que pase.
Eso hay que tenerlo en cuenta cada vez que vemos a esos dirigentes que no cobran pensión ni trabajan ni tienen bienes de fortuna heredados, pero andan por ahí tan campantes.
CAP murió en la pobreza. Su familia, a ambas orillas del Caribe, no atesora bienes de fortuna alguno. Luis Herrera murió en hospital público y viviendo en su casa de siempre en la modestia que le caracterizó siempre. Lusinchi murió en casa de sus hijas, sin mayor aspaviento.
Pero se les acusó y se les señaló de ser los corruptos más grandes de la historia nacional, como si Guzmán Blanco o Crespo o Pérez Jiménez hubiesen sido de otro país distinto al nuestro.
¿Entonces para qué gobernaron? Dejaron a todos esos amigos y relacionados a ellos meterse en grandes negocios. Se repartieron concesiones, contratos, licencias, privilegios. Ellos no agarraron ni medio. Ni su familia. Entonces se mueren en la pobreza y ninguno de esos aprovechadores fue al velorio o le dio el pésame a la familia. Por eso es que te digo, si se llega al gobierno algo hay que guardar. Después nadie se va a acordar de uno.
Esas palabras la escuchaban el presidente de la FCU del momento y otros dirigentes estudiantiles, de boca del exministro que llegó limpio al gobierno, sin bienes de fortuna que le permitieran, dos décadas después, ser dueño del emporio mediático que acumulaba y que le permitía dirigir además la política del país en la sombra, solo con sus medios.
Esos muchachos escuchaban y preguntaban. Esas intimidades del poder. ¿Por qué le interesaba tanto a ese bribón que saltó de la dirigencia estudiantil al parlamento, saber tanto de CAP? Tan intere sado estaba, que le regalaron una corbata del expresidente. Le decía a esos allega dos al presidente que él era su admira dor, y lo que en realidad quería saber era cuál había sido el error, por qué perdió el poder y quedó en la pobreza.
Eso se convirtió en señal en esa generación de nuevos politiqueros. Los emergentes, llamados al relevo, no aprendieron de los fundadores de la democracia sino de sus sepultureros. De los corruptos, de los que se aterraron a la llegada de Chávez cuando vieron como quedaban arrasados y fuera de la jugada y en riesgo de morirse de mengua o, peor aún, verse obligados a abandonar la política y trabajar por primera vez en su vida.
Esos fueron los que se transaron con el chavismo por una alcaldía, por una gobernación, por un puesto menor desde el cual se les permitiera enriquecerse y mantenerse ahí, medrando. Preparando a sus hijos para el relevo o a sus parejas de ocasión. Esposas, amantes, segundos y terceros frentes. Protegidos y protegidas. Testaferros, interpuestos. Negociantes. Comisionistas, intermediarios.
Todos en la misma. Todos metidos en la jugada.
Es evidente que esa gente merece lo peor. Merecen que se sepa lo que hacen y lo que han hecho. Lo que nos han hecho. Hipotecaron el futuro del país transándose con un régimen capaz de acabarnos a todos. Todo por dinero. Porque de eso es de lo que estamos hablando aquí. Del dinero que han hecho todos estos años. Para no ser pobres nunca más.
En cada actor de la politiquería nacional, hay un aspirante al ascenso social. El arribismo como guía de la acción política, no importa lo que haya que hacer y con quien haya que pactar. Lo importante es que, en la próxima vuelta de tuerca de la historia, no les pase como a CAP, como a Luis Herrera, como a Lusinchi. Que mueran pobres otros, que sean las familias de otros las que queden desamparadas.
Ellos no.
A ellos no les tendrán que hacer una colecta el día de su muerte. No será a ellos a quienes olviden los otrora beneficiados cuando estuvieron con el poder en la mano. No serán rehenes de la limosna del futuro. En todo caso, serán ellos los que den limosnas, si quieren.
No sentirán sus hijos la amargura de la humillación. Ninguno de los beneficiados principales de los dos gobiernos de CAP fue capaz de ir a darle el pésame a la familia, o de financiar los actos por su centenario. Se esconden de la familia o ignoran al personaje histórico del cual se beneficiaron. Al enterarse de eso, los bribones de hoy se repiten el mantra: a mí no me va a pasar esa vaina.
Mula amarrada, carga segura. Pájaro en mano.
Que la vida no nos sorprenda.
El calvario que merecen.
¿Qué merecen los traidores? Muchas cosas. Sus motivaciones los retratan. Traicionar para beneficiarse ellos de forma personal, por mezquindades o por unas cuantas monedas. No por motivos mayores. Siempre por menudencias.
He soñado con verlos en un paredón. Así como los Ceaușescu, disminuidos con las manos atadas y gritando llenos de impotencia, a sabiendas del destino que les espera. Recordando quienes son ellos, amenazando en vano frente a unos hombres armados que se ríen de ellos y solo cumplen con la formalidad de hacer un juicio que no es tal, porque según las normas hechas por los mismos sumariados, ya la sentencia esta lista antes si quiera de arrancar el juicio.
O como aquel dictador africano, que capturado por quienes lo derrocan, se niega a responder las preguntas que se le hacen haciéndose el que no escucha. Le cortaron las orejas y las pusieron sobre el escritorio y su verdugo e interrogador empezó a hablar a las orejas lanzadas sobre el escritorio. Le preguntaba una y otra vez ¿Ahora si me oyes, ¿verdad?
O colgados en una viga de concreto, con una guaya de grúa de esas bien gruesas, irrompibles para evitar que se salven por error. En una gran plaza, con la cabeza tapada y viendo con expectación el momento en que se abre la compuerta bajo sus pies. Escuchar el momento en que suenan sus huesos al ser desnucado. Y los vítores de los espectadores.
No sería justicia, dirán algunos. Sería venganza.
Si, claro. Es que a estas alturas ya uno no espera justicia sino lo que llaman en el periodismo de sucesos un ajuste de cuentas. Ese eufemismo de redacción de periódico para referirse a los asesinatos de los que son victima los delincuentes a manos de otros delincuentes. O no necesariamente. Muertes indeterminadas o convertidas por los ejecutores, normalmente policías, en casos de venganza entre delincuentes.
El problema es que nosotros no somos delincuentes. O al menos, yo no. No se ustedes, porque al final no se quien esté leyendo este libro. Quizás mucha gente de bien, agradada por lo que a continuación podrán leer. Pero seguro también más de un aludido, o temeroso de ser aludido. Algún delincuente, algún politiquero temeroso de lo que se pueda decir de él. Quizás. Quien sabe.
Pero en todo caso, es importante saber y entender que el término correcto sería ajusticiamiento. Porque a la politiquería nacional no se le puede tratar de otra manera que, con la humillación, con el hostigamiento y con la vergüenza. Con el desprecio y el castigo social. Contra ellos, contra sus parejas, sus hijos. Que sus familiares quieran cambiarse el apellido. Que no puedan entrar a ninguna parte sin que los desprecien. Que no los atiendan en ningún comercio, ni los acepten en ningún colegio. Que sus vecinos los hostiguen y se tengan que ir a algún rincón recóndito a pasarla mal.
Que por cualquier calle por donde camine un delincuente de estos, un venezolano los encuentre y los insulte, los castigue frente a todos gritándole ladrones, traidores, vendidos, colaboracionistas. Que se les trate como a las lacras que son.
Que donde camine un chavista poderoso, haya un venezolano dispuesto a insultarlo no más al verlo por la calle.
Que tengan miedo de caminar en cual quier calle del mundo. Que el desprecio sea la norma para tratarlos donde quiera que estén.
Ese es el ajusticiamiento. El ajuste de cuentas o como lo quieran llamar.
Como es difícil el paredón o el cadalso, que la palabra sea el arma que los fulmine. Ahí les dejo esto.
"Todo tiene su tiempo de ser creído".
Javier Marías
EL INFAME CLOSET DE LA POLITIQUERÍA VENEZOLANA
Puede resultar chocante o raro para algunos que el tono de estos relatos se circunscriba al tema sexual, o más exactamente, al tema homosexual y su vinculación con la política venezolana. Esto tiene su explicación y es necesario hacerla.
En primer lugar, en Venezuela desde hace mucho la política no existe, solo la politiquería, por esa razón ya no se puede analizar con seriedad el sistema regente, no hay manera de hacerlo desde un punto de vista que no sea el policial, militar, psiquiátrico, o satírico.
Mi valoración y justificación del chisme como elemento de análisis de la politiquería venezolana, tiene como fundamento un artículo del profesor Agustín Blanco Muñoz que se distribuyó vía correo electrónico el seis de septiembre de 2020, hace dos años, para el momento en que escribo esto.
El profesor Blanco Muñoz escribió lo siguiente en su artículo titulado Traidores:
"Hace varias décadas propusimos la creación de un ministerio encargado de or ganizar la producción y uso continuado del chisme, porque aquí y en buena parte del mundo donde se cultiva la politiquería, que no la política, si no manejas lo menudo, el dato, lo comentado sigilosamente, lo que está detrás de las decisio nes tomadas por la alta burocracia, no entiendes nada de lo que está pasando. Esto quiere decir que la base o fundamento teórico de la politiquería es el chisme. La menudencia de la confrontación personal por intereses da pie a des calificaciones como la de traidor".
"Por esto sugerimos crear el departamento de la traición a la patria en el marco del Ministerio del Chisme de la República Bolivariana de Venezuela. Su misión: estudiar el fenómeno, establecer su proceso y enfrentar los daños. En este sen tido, según el chisme de muchos, el gobierno actual es traidor porque su socia lismo carece de socialismo. A su vez, a lo interno es larga la lista de salta talan queras, desertores del partido y la revolución. La confrontación derecha-izquierda-radicales es creciente. Por esto la alta dirección lanzó e impuso la cono cida consigna: "¡Leales siempre, Traidores nunca!".
"Pero en el caso de las oposiciones, los dialogantes, incluyendo la actual Mesita y a otros seguidores de esta práctica, se les califica como traidores".
"Estos negociadores dicen haber logrado, entre otras cosas, libertad de presos políticos y garantías para su participación electoral. Al propio "presidente encar gado" se le da el mismo calificativo por no haber cumplido o alcanzado el prome tido cese de la usurpación. En general, quien se aparte de una línea o posición antes adoptada puede ser tildado o chismeado como traidor. ¿Qué político está exento de esta posibilidad?".
"Y la traición en este escenario de las oposiciones crece. Para unos -según el chisme- quien va a las elecciones del 06D es un traidor, vendido y negociante. Y este bando acusa a los abstencionistas de las mismas desviaciones. Nada que ver con posiciones políticas e ideológicas. El compromiso generalizado es con el mercadeo-ganancia. Nada nuevo en estos avatares de la corrupción y la traición".
"En efecto, la traición aquí tiene una larga data. Miranda en 1812 es entregado por Bolívar y otros patriotas a los españoles, a sabiendas de que estaba condenado a muerte, por considerarlo como un traidor por la capitulación ante Monteverde. Y es largo el registro de "la traición republicana" que busca superar la revolución. Pero aquí, como en buena parte del mundo, la política como negociaciones y chanchullos por parcelas de poder puede mantener su status: El provecho individual-burocrático-demagógico por encima del bien de las mayorías. La traición al sueño e ideales del colectivo nueblo. Sancho. ¡Son 520 años sin Política pensante, creadora y con uso y acción del verbo traicionar!".
He subrayado los fragmentos donde el profesor Blanco Muñoz puntualiza lo referido al chisme. Chisme como fundamento, como motor, como grasa que lubrica la maquinaria de la politiquería, sin excepción. Debo añadir algo adicional a esto y es la importancia infame que tiene en el chisme, en la politiquería y sus intrigas, el clóset gay nacional.
Un inmenso clóset que paga dividendos
Para la población general, es imposible tener conciencia en su magnitud de lo que significa la vida de clóset de un homosexual venezolano, en la cultura machista predominante impulsada, por cierto, principalmente por las mujeres que dominan desde los hogares a la sociedad.
Hay un rol que se exige al hombre y que debe cumplir, y quien lo impone fundamentalmente es la mujer venezolana en su rol de madre, de abuela, de hermana, de tía. Desde el comportamiento "de hombre" hasta las "cosas de hombre" que en lo más nimio y cotidiano se imponen en el hogar.
Comportarse como un hombre. Cuidar a las mujeres de la casa. Ser el que trabaja y no permite que su mujer trabaje, pues ésta además debe ser la sirvienta, quien crie a los hijos y quien lo hace, por cierto, bajo estereotipos similares.
"Corte de cabello de hombre". "Ropa de hombre". "Hable como un hombre"."Vaya a jugar con los muchachos".
"¿Qué es eso de andar jugando con las niñas?". "Dónde están los interiores no están las pantaletas". "Cuide a su hermana". "¿Y cómo están esas novias?"
Piénselo, analícelo por un momento. Esta situación la vive todo hombre venezolano, desde bien temprano cuando la mamá, la abuela, las hermanas o las figuras maternas empiezan a sacarlo de la cocina siendo apenas un niño, porque la co cina "es cosa de mujeres".
Todo termina en un concepto de masculinidad que trauma y deja lisiados a una buena cantidad de personas, tanto hombres como mujeres. Ellos, porque tienen que ser de una determinada manera y cumplir altos estándares impuestos por la sociedad para poder ser considerados hombres. Ellas, porque tienen que mantener bajo permanente escrutinio al prospecto de marido, a quien además tienen que someterse a la vez que lo juzgan, pues si caminan de la forma equivocada o usan alguna ropa sospechosa, significará que algo está pasando.
Dicho lo anterior, ahora traslade el asunto al escrutinio público. Aquellos que aspiren a ocupar un rol en la sociedad deben cumplir con esos estándares para poder ser considerados hombres. No es cuestión ni de biología ni de legalidad, más bien de concepciones: debe verse como un hombre y comportarse como tal. De lo contrario, no es un hombre. Sea artista, deportista y peor aún si es un político.
Porque al político se le escoge, éste se postula para que la gente vote por él, por tanto, su problema es mayor. Debe ser incuestionablemente un hombre, sin resquicios para dudas.
Debe permanecer casado y si tiene una o varias amantes, mejor. No importa si tiene hijos fuera del matrimonio, eso fortalece la imagen. Si es mujeriego, eso es un plus. Si es borracho, pues qué más da, pero eso sí debe ser: "un hombre" en toda la extensión de la palabra o en toda la extensión del estereotipo que la sociedad ha cultivado.
Ahora veamos el problema en toda su dimensión: imagínese a un político homosexual en esa Venezuela. Imposible que sobreviva, por eso, tiene que esconderse y meterse en un férreo clóset donde cumplirá con todos los preceptos necesarios para pasar sin dudas por el ojo público. Se casará, tendrá hijos, se mostrará bravucón en demasía. Ocultará sus amantes del mismo sexo detrás de colaboradores, escoltas, secretarios, edecanes, sobrinos, socios, incluso ministros. Las expresiones homofóbicas y machistas serán su mejor arma y las herramientas de defensa serán fundamentalmente la intriga, la venganza, pero muy sobre todas las cosas, la información.
Los actores de la politiquería venezolana, homosexuales o no, tienen clara esta situación y la utilizan dentro de su quehacer. El homosexual de clóset se comporta siempre dentro de la intriga de forma eficiente, porque es su forma de vida. El secreto, esconderse. Manejar las bajas pasiones propias y ajenas. El chantaje, la extorsión, la venganza, el chisme. Todo esto lo usa el que está en el clóset y aquellos que saben de alguien que se oculta en él.
No sorprende entonces que a un candidato presidencial su propio partido lo haya dejado ser derrotado, para evitarse el suplicio de pasar cinco años defendiéndolo de las acusaciones que se desataron en su contra durante la campaña por el simple hecho de ser un hombre soltero y sin hijos. Se manejó el asunto con manos de seda, garantizándole al personaje puestos de honor de carácter vitalicio en el partido, en las instituciones y en la sociedad, pero hasta ahí.
Tampoco sorprende quejefes de partido hayan llegado a capitanear sus organiza ciones después de cargarse a competidores usando en su contra la extorsión y el chantaje con asuntos de clóset o que simplemente hayan aguantado incólumes todos los ataques que por esta razón recibían, humillaciones y desprecios incluidos. Esto para esperar el momento exacto en el cual se lanzarían a la cima con to das sus facturas guardadas y su venganza preparada contra quienes lo maltrataron.
De igual modo, no es de extrañar que coincidiera el ascenso de uno de los enclose tados más infames de la politiquería nacional con el arribo del chavismo al poder. Esta es una entre muchas razones por las que Venezuela se mantiene en las manos de esta banda de criminales.
Más sórdido y difícil de entender es la construcción de personajes de la llamada "nueva política" (que ni es nueva ni es política) donde lo primordial es mantenerlos en el closet y cumpliendo roles de masculinidad totalmente ajenos a su sentir. El resultado es patético: rehenes de sí mismos, mentiras que caminan, estafas políticas.
El problema no es el closet.
Cualquiera puede ser homosexual y no pasa nada. Es su vida. No hay nada que reprochar. Inclusive, estar en el clóset, entendido esto como la previsión básica de no ventilar tu vida privada y vivir la homosexualidad dentro de la discreción no tiene que ser reprochable en ningún sentido.
El problema no es ese. El conflicto se presenta cuando los personajes siendo homosexuales y decidiendo quedarse en el clóset, van más allá y deciden fingir lo que no son frente a una sociedad que discrimina a los homosexuales que decidimos estar fuera del closet porque nos da la gana. Es decir, son colaboracionistas homofóbicos. Son verdugos de sus propios congéneres. Simulan ser parte de la sociedad machista disfrazándose de machos, pero viviendo en secreto una vida aún más sórdida, alocada y perversa que la de cualquier homosexual fuera del clóset.
Además, usan las miserias para atacar y permiten que se usen las suyas como arma en su contra, en eterna simulación. Ocultando el porqué de sus decisiones cuando impone a una persona y defenestra a otra. Ocultando las razones para postularse o para declinar. Ocultando sus razones para votar a favor o en contra en momentos decisivos. Todos esos sucesos tienen la misma razón detrás: la ex torsión, el chantaje y la presión de un clóset atravesado, propio o ajeno. Es una dinámica perversa.
En conclusión, sin un marico metido en el clóset fingiendo ser un súper macho venezolano, la politiquería nacional no existiría y probablemente el chavismo no estaría en el poder. No hablo por hablar, lo hago desde el conocimiento y eso que quede claro.
Los monstruos son reales y
los fantasmas también lo son.
Viven dentro de nosotros y a veces ganan.
Stephen King
NOTA DE YANKA:NO SÓLO NOS HAN ROBADO O PERDIDO NUESTRO PAÍS, VENEZUELA, TAMBIÉN, NOS ROBARON NUESTRA VENEZOLANIDAD DE ANTAÑO, NUESTRA IDENTIDAD, NUESTRA FORMA DE SER, NUESTRO BUEN TALANTE Y GENEROSIDAD.EL CHAVISMO NOS HA ROBADO ESO, QUE ERA LO QUE NOS IDENTIFICABA Y POR EL QUE NOS APRECIABA TODO EL MUNDO...EN MI BLOG, HE HECHO CIENTOS DE RESEÑAS DE LIBROS, RESEÑAS SOBRE TODO DE LO QUE ACONTECE EN NUESTROS PUEBLOS OPRIMIDOS HISPANOAMERICANOS. CUANDO CONSEGUÍA A SUS AUTORES EN LAS REDES SOCIALES, LES REMITÍA EL LINK DEL POST DEL LIBRO RESEÑADO, PIDIÉNDOLES PERMISO, LES NOTIFICABA QUE HACÍA REFERENCIA DE SU LIBRO EN MI HUMILDE BLOG. TODOS ME LO AGRADECÍAN POR MI DEFERENCIA, Y POR LA PUBLICIADAD (GRATUITA) PARA QUE SE CONOCIERA LA OBRA.SÓLO HA HABIDO DOS EXCEPCIONES, DOS VENEZOLANOS DE LA GENERACIÓN PERDIDA, ANTICHAVISTAS, PERO SÍ, CONTAMINADOS DEL SISTEMA EMBRUTECEDOR DE REINGENIERÍA SOCIAL CASTROCHAVISTA:JOVEL ÁLVAREZ, AUTOR DEL LIBRO "RELATOS DE UN PAÍS PERDIDO" Y, DANIEL LARA FARÍAS EN SU LIBRO RESEÑADO EN ESTA ENTRADA. INCOMPRENSIBLEMENTE ME CONTESTARON QUE NO ME HABÍAN DADO NINGUNA AUTORIZACIÓN.EL QUE SE PASÓ DE PATÁN, DE PALURDO Y DE SOEZ FUE DANIEL LARA FARÍAS, "EL ENEMIGO DE TODOS" -COMO ÉL MISMO SE PRESENTA EN SU CANAL DE YOUTUBE- ME LLEGÓ A AMENAZAR A QUE RETIRARA MI RESEÑA, BAJO DENUNCIA JURÍDICA.Y LES CONTESTÉ QUE EL CHAVISMO LES HABÍA INFESTASO, CORROMPIDO LA MENTE Y EL ALMA. QUE ERAN UNOS EGOCÉNTRICOS EGOTISTAS Y EGÓLATRAS. QUE SÓLO PENSABAN EN SÍ MISMOS Y NO EN EL SUFRIMIENTO DE NUESTROS PUEBLOS, PARA QUE TODO EL MUNDO LO SUPIERA. ESTO ES TAN OBVIO, QUE LA GENTE CON DOS DEDOS DE FRENTE NO NECESITAN QUE SE LES EXPLIQUE.EL COMUNISMO AUMENTA EL SUBDESARROLLO MENTAL Y PERSONAL. HA SEMBRADO EN ELLOS EL ODIO, LA DIVISIÓN, LA ESTUPIDEZ, LA MEZQUINDAD Y LA OBTUSIDAD.COMO DICE UN REFRÁN MARABINO: "NO HAY PEOR ENFERMEDAD QUE LA DE SER BRUTO".
UNA MESA DE TRES PATAS:
AJUSTE DE CUENTAS
CON LA POLITIQUERÍA VENEZOLANA
Hace veinticinco años el chavismo se instaló en Venezuela. Desde entonces se acabó la democracia con todo lo que eso implica: persecución a la disidencia, torturas, muertes, exilios... La emigración de más de ocho millones de venezolanos que huyeron (y los que siguen huyendo del país) por rutas inseguras y peligrosas, debería ser la cara más visible de lo que sucede en Venezuela donde la pobreza se ha establecido como una forma de control que ayuda a perpetuar la sobrevivencia del sistema instalado. Pero nadie en el mundo quiere ver esa cara. Para todos, Venezuela es un país donde se hacen elecciones a cada rato y por cualquier motivo con un sistema electoral automatizado, pulcro e incuestionable. Y el chavismo sigue allí, pero ¿qué lo sostiene?
Para que el chavismo continúe en el poder después de veinticinco años de desastre, ha hecho falta una mesa donde se apoye el sistema criminal. Una mesa de tres patas. Es una mesa bien servida con un menú que incluye narcotráfico, corrupción a niveles nunca vistos, transacciones políticas y monetarias, escándalos de humo y mordazas; silencio, mucho silencio, autoimpuesto u obligado.
Daniel Lara Farías quiere armar un escándalo en medio de ese silencio encubridor, y, en este libro expone, sin remilgos, las patas de esa mesa. Las tres patas que sostienen al sistema criminal están ahora visibles. Todas se unen alrededor del dinero, «el cochino dinero», que al parecer mientras más cochino es, más asepsia produce.
En esas patas nos vemos todos, porque dicho con sus palabras: «Como se trata de una explicación de la tragedia, debemos entonces renunciar también a excluirnos de toda inocencia, pues formando parte de un conjunto, aquí culpables somos todos: los que votamos y los que dejamos de votar, los que militamos en partidos y los que nunca lo hicieron, los que creyeron en el camino electoral y los que dejamos de creer».
¿Cuán responsable se siente usted?
DOS AÑOS DESPUÉS
El 31 de octubre del 2022 vio luz mi libro "Fiesta con piñata", el primer tomo de la serie "Ajuste de cuentas con la politiquería venezolana". En ese momento, estaban más o menos definidas las cosas en cuanto a bandos y posiciones, sobre todo dentro de la oposición falsaria.
Dos años que parecen una eternidad. Ya no son radicales los que se vestían de esa manera. Ya no son castas palomas de gentil plumaje los personajes que como ungidos se presentaban ante el país y el mundo fingiendo ser distintos al conglomerado politiquero que convirtió a Venezuela en un estercolero de promesas rotas, en una inmensa celda de castigo colectivo en la cual quien entra no sale y si sale no regresa.
Durante un año estuve amenazando con lanzar este segundo tomo de la serie, pero los acontecimientos aconsejaban esperar. A cada página escrita se le lanzaba una andanada de situaciones que colocaban en una mayor cota de dificultad la explicación de las cosas que ocurrían. El ritmo de la actualidad ponía en aprietos la intención del libro, que corría el riesgo de quedar desactualizado de forma inusitada, más pronto de lo que se podía prever.
Pero ya estamos aquí, donde estamos. En el segundo tomo de la serie. En la locura del epitafio sin escribir, en el bajón del final de la fiesta. En el ratón moral que queda cuando se descubre la mentira. En el despecho por el final de una larga relación que se creía para toda la vida. En esa bocanada inmensa que nos invita a respirar después de pasar un buen rato llorando o aguantando las ganas.
Lo último que se pierde
No, no es la esperanza lo que está al final de una lucha. No es la es la esperanza lo último que queda en el acopio de sentimientos o anhelos que guían a la acción o a la búsqueda del sentido de la vida. Después de la esperanza vienen o el triunfo atribuido a un milagro o la resignación ante la derrota.
Resignarse puede ser preludio depresivo o simple desengaño que sirva de combustible para emprender batallas de otra manera, con otras fórmulas o mecanismos. Pero hay quien pretende forzar la realidad y vender un relato que, dicho sea de paso, no es inocente ni desinteresado.
Durante el último trimestre del 2022 y todo el 2023, la oposición falsaria venezolana se mantuvo en una intensa contienda contra sí misma No era en absoluto una regeneración, ni mucho menos un golpe de timón que expulsara a las ratas del barco. No. Fue desde el comienzo una jugada de béisbol caribe, donde había que hacer lo que se hace en el juego de pelota de la cuenca caribeña al estar el resultado cerrado o el juego empatado: darle un pelotazo al bateador, tocar la bola con hombre en tercera o las bases llenas y desatar la locura que pueda incluir un pisa y corre, una golpiza, un out en la goma o la carrera de la ventaja. La estrategia es entonces desatar el caos y que pase lo que tenga que pasar.
Jugando al caos, evidentemente había que usar la figura de María Corina Machado Parisca. Un personaje caótico, producto de las entrañas de la sociedad caraqueña que de verdad cree que Simón Bolívar les dejó el país en el testamento, que se presenta desfachatadamente como ganador después de ser eliminado del campeonato y exige se le reconozca su fuerza colosal. Todo fue una burla desde que se planteó.
Huérfanos, náufragos, tíos ociosos, compañeritas de estudio, comadres, caballeros de honor de su cortejo de quince años; de ese consejo de sabios a su servicio, se sirvió la señora para llegar un día a la gran conclusión.
-Tengo que ser la líder de la oposición.
No la candidata, ni la coordinadora de una nueva alianza política que se sacudiera la falsía y se transformara de verdad en una oposición genuina. No. Se trataba de convertirse en la líder de la oposición y para eso se inventaron lo ya inventado: un certamen electoral.
Pero antes de entrar en el certamen, revisemos lo que se buscaba. El objetivo. Y el argumento. Había que buscar el liderazgo de una oposición conformada por Ramos Allup, Capriles, Leopoldo, Guaidó, Rosales, Julio Borges, Stalin González, juan Carlos Caldera, Freddy Superlano, Delsa Solórzano, etc. Eso debe entenderse bien. Nunca se planteó romper con esos personajes, se planteaba dirigirlos.
El problema no era el equipo sino el mánager y la estrategia, para seguir en el símil beisbolero. Y he allí la estafa. Se intentaba vender la idea de que solo con la presencia de la señora Machado como máxima dirigente, líder única y mandamás, se corregirían todos los entuertos. Dejarían de ser falsarios, dejarían de ser entregulstas, colaboracionistas, corruptos, negociantes, traidores. Se convertirían, gracias a la presencia de la doña, en nobles caballeros capaces de ofrecer su vida en la lucha contra el régimen.
Como si fuese uno de esos juegos de «encuentre el error», es fácil determinar qué está mal en el planteamiento. En primer lugar, la actuación de los personajes no la decide quién «dirija» al equipo falsario. El actuar se define por el sistema chavista del cual forman parte y, como la fábula del escorpión y la rana, en su naturaleza está el motivo de sus acciones.
Luego está el argumento de la santidad de doña Machado. Eso es quizás peor. Durante años estuvo dentro de la oposición falsaria, con derecho a voz y voto, presencia y convocatoria. Presentarse entonces como ajena a todos los fracasos, es mentir descaradamente.
¿Quién fue el rostro de la «defensa del voto» en el revocatorio del 2004? Ella y su organización "Súmate".
¿Quién fue colocada como transparente ciudadana a quien no se podía acusar de nada pues no venía de ningún partido y de paso representaba a «la sociedad civil»? Ella y su organización "Súmate".
¿Quién habló del fraude electoral y del sistema electoral fraudulento en el período del 2004 al 2009 y se olvidó del asunto en el 2010 para presentarse como candidata a la Asamblea Nacional? Ella, con la campaña "Es ahora".
¿Quién volvió a pasar por encima de las evidencias del carácter fraudulento del sistema electoral y validó al liderazgo de la oposición falsaria con su participación en las primarias presidenciales del 2012? Ella, con su campaña "Viene María", con Yon Goicoechea de jeje de campaña.
¿Quién convocó junto a Leopoldo López y Antonio Ledezma las acciones de calle llamadas "La Salida" en el 2014? Ella, con el lema "La calle es La Salida".
¿Quién aceptó el llamado a desmovilizar las protestas y sentarse a negociar con el régimen? Ella.
¿Quién aceptó olvidar las protestas y entrar en el camino electoral del 2015 que se tramó en esas negociaciones? Ella.
¿Quién armó un berrinche denunciando que el liderazgo opositor no permitió la postulación de sus candidatos Isabel Pereira por Caracas y Eduardo Gómez Sigala por Lara, pero ocultó que varios de los pocos dirigentes que tenía, como Juan Pablo García, Ornar Gutiérrez, Franco Casella, Dignora Hernández y Winston Flores, entraron sin problema en estas postulaciones? Ella.
De ahí a apoyar a Ramos Allup como ¡presidente de la Asamblea Nacional -y a convertirse luego en la opción infiel de la balanza, con permanentes cuestionamientos al rumbo, pero sin salirse del equipo-, para terminar en el experimento interino. Y ahí, hay que detenerse.
Con el tema del interinato, se planteó un camino radical. Por primera vez, la oposición falsaria se agarraba de un tema extremista que había sido asomado desde la acera de María Corina. En pocas palabras, el planteamiento de un gobierno interino, insurgente, paralelo, era todo lo que desde la opción radical que representaba la señora Machado debía esperarse.
Siendo así, ¿por qué puso tantos remilgos después? Podría creerse que, por un lado, el tema del ego juega un papel. Si nos damos cuenta, la actitud de la señora fue más o menos la misma de Leopoldo López o de Capriles. Como si hubiera un problema con el origen de quien encabezaba el asunto en ese momento. A Leopoldo podría haberle causado indignación el que un subalterno de su partido estuviera en la primera línea asumiendo la presidencia. A Capriles, obviamente, por razones de clase y de ego, algo más o menos similar. A ella parece que el tema también le causó inconvenientes.
Por eso, en un primer momento reclamó que se tomaran posiciones más radicales. Empezó a exigir que Guaidó se juramentara. Que Guaidó caminara por senderos más extremistas. Pero no se oponía a la iniciativa, solo criticaba la forma. O quizás, lo único que le molestaba era no ser ella quien estuviera en el cargo y por tanto el protagonismo sería su única molestia.
Ahí empezó, por la razón que sea, su disidencia. La orden a sus voceros era mantenerse al margen pues no se hacía lo que ella quería o no se le daba lo que pedía. Cuando intentaron darles cargos a varios de sus cercanos, los vetó o los obligó a declarar que no formaban parte de su partido. Así ocurrió con la notable mariacorinista de la primera hora, María Teresa Belandria, nombrada embajadora de Guaidó en Brasil y quien aceptó el cargo que le ofrecieron renunciando a cualquier vinculación con su otrora líder, porque el hambre es más fuerte que la costumbre y la costumbre es más fuerte que el amor.
Allí empezó un proceso en el que uno terminó coincidiendo con gente que estaba en la agenda comunicacional de María Corina; ellos sabían que estaban usando la proyección en medios como acción vengativa o de chantaje. Más de lo primero que de lo segundo, pues ya María Corina, al no formar parte del interinato ni tener como reclamar un papel mayor, no pedía nada de él, como no fuese su final.
Las acusaciones de corrupción, los apoyos a personajes que se deslindaban -corno Calderón Berti-, el caso Monómeros, el Cucutazo y todo lo relacionado con ese asunto había que denunciarlo y colocarlo como evidencia de la podredumbre del interinato.
Filtraciones, renvío de notas de voz, capturas de chats de WhatsApp, exposición de documentos... desde el entorno de la señora se envió de todo. Y los comunicadores incluidos en su agenda se dedicaron a ser caja de resonancia del asunto, con entrevistas a los principales voceros, colocando como beatos, apóstoles y mártires a Diego Arria, Calderón Berti y otros más.
Yo estuve convencido de la corrupción del gobierno interino casi desde la hora uno. Pero eso nunca me llevó a canonizar a ese par de personajes que son Calderón y Arria. Otros, se sentían muy cómodos con el asunto. Empezaba a oler feo.
Se veía entonces como se partía en dos la oposición falsaria, sin dejar de ser falsaria. Estaban los que se radicalizaban pidiendo intervención humanitaria, responsabilidad de proteger y TIAR. Y estaban los que siendo igual de falsarios, repetían que había que luchar por el cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.
La corrupción como problema
La oposición falsaria no superó el golpe que significó en su credibilidad ese período infame que fue el interinato. Si nos damos cuenta, el período que va de enero del 2019 a enero del 2022, fue el de la explosión migratoria por el tapón del Darién, cuyas historias conmocionan aún al mundo por la crudeza del tránsito. Esa señal, ese éxodo indetenible, habla mucho sobre la credibilidad de la clase política que asegura estar a las puertas de la toma del poder.
He ahí entonces el grave problema. La credibilidad no se compra con cinco influencers haciendo un live o con treinta periodistas con la agenda marcada desde un centro de comunicaciones. La credibilidad se sostiene con hechos, con coherencia y con acciones casadas con eso que llaman auctoritas.
Cuando se dispara la primera sospecha de corrupción, se dispara también la misión de ocultarla a como diera lugar. Esto se hizo con un coro infame de activistas que impusieron el lema «Con mi corrupto no te metas», pues los corruptos estaban siempre en la otra acera, y una claque de comunicadores que daban siempre cobertura a las cortinas de humo e imponían el silencio primero y el ataque a quienes denunciábamos, después.
Y aparecieron las evidencias: el nepotismo y los gastos dispendiosos que no se entienden con los ingresos que se poseen. Los trajes caros, los zapatos de diseñador. Mudarse de un modesto apartamento, cedido por un tío, a un apartamentazo en El cafetal. Sesiones de fotos en revistas, conversatorios con artistas, conciertazos y humo. Mucho humo.
No eran pronósticos los que se mostraban al exponer opiniones críticas sobre el interinato. Lo que se exponían eran evidencias. Muchas de las cuales estaban a simple vista: los personajes, los entornos, la vida de ciertos individuos cercanos al
«presidente interino» y todo lo que uno supo y que por ahora no puede revelar porque se pondría en riesgo a gente y algún que otro plan que quizás todavía ande vivo por ahí.
Pero la huida de Juan Guaidó dejó claro que la estafa fue de campeonato. El timo fue de tal tamaño que debe incluir a gente que hasta hoy ni siquiera se ha disculpado por haber convertido sus discursos y exposiciones a través de los medios en armas hirientes contra los críticos que al final demostraron que las señales que veían y exponían eran ciertas. Y debe contener también a las tropas de imbéciles en redes sociales que cambiaron de ídolo en medio de la tormenta; después de haber sido connotados caprilistas, pasaron a guaidolovers y se definían, en esos dos equipos, siempre contra cualquier cosa que significara María Corina Machado.
Se ignoró la corrupción cuando se apoyaba a un Capriles señalado directamente por el expresidente de Odebrecht en Venezuela, Euzenando Azevedo, de haber recibido al menos quince millones de dólares para su campaña del 2013.
Se ignoró la corrupción cuando se le permitió a Juan Carlos Caldera regresar a la política activa, representando a la oposición falsaria, a pesar de haber sido grabado recibiendo dinero en sobrecitos que le enviaba el connotado boliburgués Wilmer Ruperti.
Se ignoró la corrupción cuando desde la Comisión de Contraloría de !a Asamblea Nacional se emitían «cartas de buena conducta» que exculpaban a connotados delincuentes como Alex Saab de la comisión de delitos de corrupción. Con desparpajo se les permitió la impunidad a los firmantes de dichas cartas e incluso se les perdonó en los procesos internos que en algunos partidos se llevaron a cabo, siendo el más escandaloso el que se realizó contra Freddy Superlano en Voluntad Popular. Fue este el más escandaloso porque Superlano, debido a su participación en esos actos, fue expulsado por una comisión del partido, luego «perdonado» por Leopoldo López y finalmente fueron los miembros de la comisión quienes renunciaron a Voluntad Popular.
Más de lo mismo. En cada paso, una embarrada. En cada acción, un asterisco. En todo error, una defensa de lo indefendible. El chantaje con el argumento de la unidad, de la comprensión, de «Sumar y no restar» y todo el palabrerío falsario, ha permitido que durante años el chavismo haga con el país lo que le ha dado la gana.
Porque en realidad el problema no es el chavismo. El problema es Venezuela. Las taras de una sociedad donde la excusa del perdón deviene en complicidad y la concordia se confunde con impunidad. El concepto de justicia es quimérico y la libertad siempre está en veremos.
Por eso, no se cree en la libertad de opinión. A quien opina distinto, se le desatan los demonios de las acusaciones de palangrista, tarifado, asalariado, etc.
Esa ha sido la historia durante veinticinco años. Y seguimos contando.
El combate de la opinión
Estos dos años me han permitido conocer de cerca lo que piensan tantos venezolanos sobre las barbaridades que nos ha tocado vivir. Mi primer libro "Fiesta con piñata" desató la ira de quienes se sintieron aludidos y el aprecio de quienes se volcaron a recibirme en sus ciudades en las presentaciones que hicimos, fue para mí realmente inesperado el recibimiento que tuve en cada lugar, el interés de propios y extraños y la genuina preocupación por el rumbo que lleva el país, por nuestro futuro. Por todos nosotros.
La locura desatada en nuestra primera presentación en España, en una pequeña librería de Barcelona, daba ya cuenta de lo que tantas personas estaban dispuestas a hacer para apoyar mi trabajo y leer mi primera publicación.
Toda la gente que desbordó la humilde presentación que hicimos en Madrid, en un restaurante donde sus propietarios nos recibieron con una amabilidad inesperada; quienes atentamente se acercaron en París, quienes abarrotaron el espacio en Tenerife, quienes pacientemente me esperaron en Londres, quienes me abrieron las puertas del Ateneo de Santander y me hicieron saber que Venezuela les preocupa mucho, incluso sin ser oriundos del país; todos ellos han sido voces que me indican que el camino es el correcto.
En dos años, los radicales dejaron de serlo. Los payasos se vistieron de héroes y los corruptos siguieron en el mismo lugar. El régimen criminal sigue desde Miraflores haciendo cuanto le place contra la ciudadanía. El concierto de naciones y de intereses que rodean los negocios que se hacen con Venezuela, siguen sosteniendo la mesa.
La mesa es de tres patas. Esas tres patas están al descubierto. Hay quien las ve. Hay quien no las ve.
Yo me conformo con describirlas. Le toca a cada quien sacar sus conclusiones.
Pero no lo olviden: el problema ya no es el régimen. El problema ahora es el sistema.
Esta es la principal renuncia, la insoslayable, la que no se debe seguir postergando, porque el chavismo es una organización criminal.
Si se le tiene como una organización criminal y no como una organización política, habrá que renunciar entonces a actuar ante ellos con formas políticas, porque a un criminal usted no lo recompone recitándole artículos de la Constitución.
Asumidas las dos renuncias previas, la consecuencia natural es renunciar a reconocer como genuina a toda organización que se diga opositora y que pretenda actuar frente al chavismo como si este fuese un grupo político, cuando sus actuaciones son abierta y francamente delictivas y sus actores principales no tienen el menor interés, a estas alturas, en ocultarlo.
Tres renuncias. Tres patas tiene la mesa. Tres son los libros que componen esta serie Ajuste de cuentas con la politiquería venezolana. No he buscado el número tres adrede, simplemente ocurrió.
Luego de veinticinco años de chavismo en el poder, a quienes lo hemos padecido nos toca hacer el debido balance del camino andado y de los errores cometidos. Obviamente, fieles a nuestra idiosincrasia, los venezolanos nunca somos responsables de nada. Siempre hay un culpable y no somos nosotros. Alguien lo hizo y ese alguien no fui yo, fue otro. El yo no fui, en Venezuela, es una frase que debería estar al pie del escudo nacional.
Como se trata de una explicación de la tragedia, debemos entonces renunciar también a excluirnos de toda inocencia, pues formando parte de un conjunto, aquí culpables somos todos: los que votamos y los que dejamos de votar, los que militamos en partidos y los que nunca lo hicieron, los que creyeron en el camino electoral y los que dejamos de creer.
Los que fueron candidatos y los que se negaron a serlo.
Los que dispararon y los que se negaron a disparar.
Los que conspiraron y fracasaron y los que no conspiraron por miedo a fracasar.
De todos nosotros es la culpa. No podemos hacer otra cosa que sentirnos culpables después de veinticinco años de chavismo en el poder.
Ese muerto es de todos. De todos nosotros. Y nos toca cargarlo.
VER+:
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