Centros de Progreso,
Parte 19: Filadelfia (Democracia liberal)
Chelsea Follett destaca la importancia de Filadelfia como el lugar donde nació una nueva forma de gobierno que luego sería imitada alrededor del mundo: una democracia liberal y representativa.
Hoy presentamos la edición No. 19 de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org llamada Centros de Progreso. ¿Dónde sucede el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Nuestra columna proveerá una breve introducción a los centros urbanos que fueron los sitios de importantes avances en la cultura, la economía, la política, la tecnología, etc.
Nuestro Centro de Progreso No. 19 es Filadelfia, apodado como “la cuna de la libertad” y el “lugar de nacimiento de EE.UU.”. Esta capital temprana es donde el Segundo Congreso Continental firmó la Declaración de la Independencia. También es el lugar donde una nueva forma de gobierno fue debatida e implementada. Anteriormente, la forma dominante de organización política fue la monarquía. Pero los Padres Fundadores de la república estadounidense intentaron crear algo nuevo.
Hoy, Filadelfia es la ciudad más grande en el estado de Pennsylvania y constituye el corazón de la octava área metropolitana más grande en el país. La ciudad es un importante centro cultural, conocido por sus monumentos históricos como la Campana de la Libertad, sus famosos sanduches “cheesesteak”, la Universidad de Pennsylvania, e íconos culturales como los famosos “escalones de Rocky”. El histórico Salón de la Independencia, donde la Declaración de la Independencia y la Constitución fueron firmadas, es un Sitio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. “Los principios debatidos, adoptados y firmados en el Salón de la Independencia han influido profundamente a los legisladores y autoridades alrededor del mundo” según la UNESCO.
William Penn, un cuáquero inglés, fundó Filadelfia en 1682 como la capital de su nueva “colonia de Pennsylvania”. El nombre de la ciudad significa “amor de hermanos” en griego. Le rinde homenaje a una ciudad antigua, en lo que hoy es Turquía, y a la cual se hace referencia en la Biblia. La antigua Filadelfia servía como un centro temprano de la Cristiandad. Los cuáqueros, una denominación protestante, eran conocidos por promover el pacifismo y por su oposición a la esclavitud. Esto último era una posición particularmente radical en ese entonces. Inicialmente, alrededor de 7 por ciento de los hogares de Filadelfia poseían esclavos. Se estima que para 1767 esa cifra había aumentado a quince por ciento de los hogares de la ciudad. En 1712, la Asamblea de Pennsylvania —la cual se reunía en Filadelfia— prohibió la importación de esclavos hacia la colonia. Esa decisión fue desautorizada por el gobierno británico bajo la Reina Anne a principios de 1713. El siguiente año (1714) y nuevamente en 1717, la Asamblea de Pennsylvania intentó limitar la esclavitud en la colonia. Cada vez, el gobierno británico en Londres rechazó la decisión.
Penn fundó la colonia de Pennsylvania como un “Experimento Santo” para ser gobernados según los valores cuáqueros. Sus leyes diferían de aquellas en las otras colonias estadounidenses de maneras notables. Pennsylvania garantizaba la libertad religiosa, promovía la educación para las niñas así como también para los niños, y buscó rehabilitar a los prisioneros enseñándoles una ocupación, en lugar de simplemente castigar a los agresores. La pena de muerte en Pennsylvania estaba reservada para aquellos condenados de asesinato o traición en momentos en que en Gran Bretaña las personas eran condenadas a la muerte por una amplia variedad de ofensas triviales. Penn, quien tenía al menos doce esclavos, propuso ante la Asamblea de Pennsylvania legislación que hubiese liberado a los esclavos de Pennsylvania y les hubiese dado propiedad en un nuevo pueblo. No obstante, su propuesta fue rechazada en la votación.
El abolicionismo, la educación universal, y las prácticas penales ilustradas no fueron solamente ideas radicales esparcidas a lo largo de Filadelfia durante el siglo 18. Muchos coloristas se volvieron cada vez más frustrados con su falta de representación política en la lejana aunque micro-controlador Gran Bretaña. Las ideas de la Ilustración inspiraron a los colonizadores descontentos a embarcarse en un experimento que cambiaría al mundo. En 1774, los representantes de 12 de las 13 colonias británicas en América se reunieron en Filadelfia. Ellos conformaron el Primer Congreso Continental (la colonia de Georgia no se atrevió a enviar a un representante dado que estaba luchando en una guerra en contra de tribus locales y no podía arriesgarse a perder la asistencia militar británica).
El Primer Congreso Continental respaldó el boicot de los productos británicos y del mantenimiento de milicias, pero su decisión más importante fue llamar a un Segundo Congreso Continental. Mientras que no se declaró todavía guerra formal alguna en contra de Gran Bretaña, George Washington (1732-1799), quien fue uno de los delegados de Virginia, compró nuevos mosquetes y vestimentas militares. También colocó una orden para un libro acerca de la disciplina militar. Conforme caminaba por las calles empedradas de Filadelfia, el futuro presidente sentía que la guerra era inminente.
Varios eventos escalaron el conflicto. En 1775, las fuerzas británicas intentaron capturar armamentos de Massachusetts. Los miembros de las milicias locales se resistieron. No queda claro qué lado disparó primero, pero la violencia resultante dejó a 90 americanos y 273 británicos muertos. Los americanos luego atacaron la ciudad de Boston, que se encontraba en manos de los británicos. Esos eventos —las Batallas de Lexington y Concord, y la Batalla de Bunker Hill— muchas veces son vistos como el inicio de la Revolución Americana.
Sin embargo, en ese momento, el conflicto entre los colonizadores y los británicos todavía se parecía a una guerra civil, no una revolución. Muchos colonizadores querían una resolución a la violencia que no involucrara separarse de Gran Bretaña. En cambio, ellos querían recibir una mejor representación política en el parlamento británico. En enero de 1776, el escritor americano nacido en Inglaterra Thomas Paine (1737-1809) publicó un panfleto titulado “Sentido común” que argumentaba a favor de la independencia de Gran Bretaña y por la formación de una república liberal y democrática. Paine publicó esa obra en Filadelfia y pronto vendió más de 100.000 copias. Esto energizó el respaldo público a la separación de Gran Bretaña y a la experimentación con una forma republicana de gobierno. El Padre Fundador y segundo presidente estadounidense John Adams (1735-1826) célebremente opinó: “Sin la pluma del autor del 'Sentido común', la espada de Washington hubiese sido levantada en vano”. Las imprentas de Filadelfia por lo tanto catalizaron la Revolución Americana.
Filadelfia luego fue anfitriona del Segundo Congreso Continental. Aunque el Segundo Congreso Continental se reunió en muchos otros lugares también, fue en Filadelfia que el Congreso adoptó la Declaración de la Independencia. Un ciudadano de Virginia, Thomas Jefferson (1743-1826), redactó el documento mientras se hospedaba en la casa de un mampostero en Filadelfia. El documento sentó el razonamiento de los colonizadores revelados para desear separarse de Gran Bretaña y manifestó varios ideales de la nueva nación. Los Estados Unidos de América se convirtieron en el primer país fundado bajo los principios de la Ilustración, incluyendo los derechos humanos y el gobierno consensual. El fragmento más conocido de la Declaración dice:
“Sostenemos que estas Verdades son evidentes en si mismas: que todos los Hombres son creados iguales, que su Creador los ha dotado de ciertos Derechos inalienables, que entre ellos se encuentran la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad. Que para asegurar estos Derechos se instituyen Gobiernos entre los Hombres, los cuales derivan sus Poderes legítimos del Consentimiento de los Gobernados”
Muchas de las ideas expresadas en el documento provinieron directamente de los filósofos de la Ilustración. Por ejemplo, parafraseaba la creencia del “padre del liberalismo” John Locke en los derechos a la “vida, la libertad y la propiedad”. La joven república americana no siempre vivió satisfaciendo sus ideales —más evidentemente en el caso de la esclavitud. Los ideales de la fundación, sin embargo, han inspirado a un sinnúmero de estadounidenses a luchar para crear una sociedad más libre con una mayor igualdad legal. Los valores de la fundación del país por lo tanto últimamente ayudaron a lograr el fin de la esclavitud (1865), la expansión del derecho al voto a todas las razas (1870) y a las mujeres (1920), y el derecho al matrimonio para las parejas interraciales (1967) y para las parejas del mismo sexo (2015). En otras palabras, la expresión elocuente en la Declaración de la Independencia de los ideales de la Ilustración ha continuado resonando a lo largo de generaciones y continuado promoviendo el progreso.
No sorprende que Filadelfia fuera la central, sino la capital oficial, de la nueva nación durante la guerra. Era la ciudad más poblada del joven país. Como con muchos otros Centros de Progreso, una población relativamente numerosa ayudó a la ciudad prosperar y actuar como un centro cultural. Mientras que Filadelfia tenía solo acerca de 400.000 residentes, se hubiese sentido abultada comparada a otras ciudades en las colonias.
Si hubiese podido visitar Filadelfia durante la Revolución Americana, hubiese entrado a una ciudad prosperando, llena de tiendas y viviendas adosadas, todas comentando las últimas noticias acerca de la guerra. Se hubiese topado con el científico, periodista, y estadista Benjamin Franklin (1706-1790), uno de los partidarios más destacados de la revolución. También ayudó a forjar la ciudad. Primero se mudó de su ciudad natal de Boston, gobernada por puritanos, a la relativamente tolerante Filadelfia con tan solo 17 años de edad, en busca de trabajo en la industria de la imprenta (Anteriormente había trabajado como aprendiz en el periódico de su hermano, el cual las autoridades de Boston pronto prohibieron). En 1729 Franklin empezó el Pennsylvania Gazette, que se volvió uno de los principales periódicos en las colonias. Fundó la Philadelphia Library Company en 1731, siendo pionero así con el concepto de una biblioteca donde se prestaran libros en un tiempo en el que los libros muchas veces eran sumamente costosos. Las suscripciones de los miembros financiaron la biblioteca. En 1751, Franklin también fundó el Hospital de Pennsylvania, financiado mediante la caridad (incluyendo al respaldo financiero de muchas de las familias más ricas de Filadelfia) y una donación que Franklin obtuvo del gobierno para igualar las donaciones privadas. El hospital sirvió a los pacientes de manera gratuita y Filadelfia pronto se convirtió en la capital médica de las colonias que luego llegarían a ser EE.UU.
Una vez que la revolución empezó, la amenaza de una toma de control por parte de Gran Bretaña pesaba sobre la mente de los habitantes de Filadelfia. En el otoño de 1777, aquellos miedos se materializaron. La ocupación británica de la ciudad ha sido llamada “uno de los peores errores de la Guerra Revolucionaria”. Conforme los habitantes de Filadelfia sufrían de la escasez en tiempos de guerra, los funcionarios británicos de la ocupación desarrollaron la reputación de vivir lujosamente y de realizar saqueos ilegales. Como Elizabeth Drinker, una escritora que vivía en Filadelfia en ese entonces, describió la situación: “Cuán insensibles parecen ser estas personas, mientras nuestra Tierra está tan desolada, y la Muerte y la pura destrucción se ha llevado y le tocará a tantos”. En 1778, las fuerzas americanas se fortalecieron debido a la ayuda de Francia, los británicos retiraron a sus tropas de Filadelfia. En 1783, la guerra terminó en una victoria para los rebeldes.
Hacia el fin de la Revolución Americana, los abolicionistas de Pennsylvania —incluyendo a muchos cuáqueros y presbíteros motivados por sus valores religiosos— ayudaron a acabar con la esclavitud en Pennsylvania, aprobando legislación en Filadelfia en 1780 que gradualmente desapareció esa práctica. Poco después, varios otros estados de EE.UU. (New Hampshire, Connecticut y Rhode Island) siguieron su ejemplo con legislación que imitaba de cerca aquella de Pennsylvania. Continuando el desempeño de su papel central dentro de la joven república, Filadelfia sirvió como la capital oficial de EE.UU. entre 1790 y 1800 mientras que se construía Washington, D.C.
Por ser “la cuna de la libertad” y el centro de la Revolución Americana, Filadelfia ayudó a la humanidad a descubrir los beneficios de la democracia liberal. Las ideas en el corazón de la nueva forma de gobierno demostraron ser tan exitosas que hoy las democracias liberales y representativas pueden encontrarse alrededor de gran parte del mundo. Filadelfia también fue un notable centro temprano de abolición de la esclavitud, de los valores de la Ilustración, la ciencia médica, y la cultura. Por estas razones Filadelfia es merecidamente nuestro Centro de Progreso No. 19.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 6 de enero de 2021.
Centros de Progreso,
Parte 20: Viena (Música)
Chelsea Follett destaca el papel de Viena como un importante centro de progreso debido a que revolucionó la música y produjo algunas de las obras más grandiosa de las eras clásica y romántica.
Hoy presentamos la parte No. 20 de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominados Centros de Progreso. ¿Dónde sucede el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Nuestra columna proveerá una breve introducción a los centros urbanos que fueron los sitios de importantes avances en la cultura, la economía, la política, la tecnología, etc.
Nuestro Centro de Progreso No. 20 es Viena, apodada “la ciudad de la Música”. Desde fines del siglo 18 hasta gran parte del siglo 19, la ciudad revolucionó la música y produjo algunas de las obras más grandiosas de las eras clásica y romántica. El patrocinio de la entonces poderosa dinastía Hapsburga y la corte imperial de los aristócratas en Viena crearon un ambiente lucrativo para los músicos, atrayendo a estos hacia la ciudad. Algunos de los compositores más importantes de la historia, incluyendo Ludwig van Beethoven, Johannes Brahms, Joseph Haydn, Franz Schubert, y Wolfgang Amadeus Mozart, vivieron y crearon música en Viena. Muchas de las sinfonías más importantes de la historia, conciertos y operas por lo tanto tienen su origen en Viena. Incluso hoy, las obras compuestas durante la época de oro de Viena continúan dominando la música de orquesta en shows alrededor del mundo.
Hoy, Viena es la capital y la ciudad más poblada de Austria, con casi dos millones de residentes. La ciudad es famosa por sus íconos culturales, incluyendo múltiples palacios y museos históricos, así como también sus cafés, tiendas de lujosas, y alta calidad de vida. El centro histórico de la ciudad ha sido designado un Sitio Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La ciudad todavía se jacta de ser la “capital mundial de la música”, siendo anfitriona de numerosos conciertos. Además de su papel histórico en revolucionar la música, Viena ha continuado inspirando a músicos en tiempos más recientes. El sitio Web oficial de turismo de Viena indica que la ciudad es objeto de más de 3.000 canciones, incluyendo dos por ex integrantes de los Beatles y una por el inigualable Billy Joel.
El lugar junto al Río Danubio donde Viena ahora se encuentra ha sido habitado desde al menos 500 AEC cuando la evidencia sugiere que los antiguos celtas vivían en la zona. Alrededor de 15 AEC, el sitio se convirtió en el lugar de un fuerte romano. La ubicación de Viena a lo largo del Danubio hizo que sea un centro natural de comercio. Las monedas del Imperio Bizantino llegaron hasta Viena para el siglo 6 EC, indicando que la ciudad estaba involucrada en comercio de largo alcance.
Para 1155 Viena se convirtió en la capital del Margraviate de Austria, que fue elevado a ducado al siguiente año. Por siglos, la zona continuó creciendo en riqueza e importancia política. A mediados del siglo 15, Viena se convirtió en la sede principal de la dinastía de los Habsburgos y la capital de facto del Sacro Imperio Romano. Los Habsburgos una vez estuvieron entre las familias reales más influyentes en Europa. Aún con un poder muy disminuido, la familia sigue activa en política hasta el día de hoy (Como un dato interesante de trivia, la actual cabeza de la familia de los Habsburgos fue la primera persona real que contrajo COVID-19).
Como un centro cada vez más destacado de comercio y cultura, la ciudad se volvió el objetivo de ataques militares y vulnerable ante las enfermedades foráneas. Viena soportó la ocupación húngara en el siglo 15, los intentos de invasión por parte del Imperio Otomano en los siglos 16 y 17, y una epidemia devastadora (probablemente la plaga bubónica) en 1679, que mató a un tercio de los residentes de la ciudad. Hasta el día de hoy, una columna cubierta de esculturas muy ornamentadas celebrando el fin de la epidemia se puede ver en el centro de la ciudad. En 1804, conforme rugían las Guerras Napoleónicas, Viena se convirtió en la capital del nuevo Imperio Austriaco. A pesar de sus encuentros con la guerra y las enfermedades, el status de Vienna como el sitio de la alta cultura solamente creció.
La familia de los Habsburgos y la corte imperial buscaron aumentar su prestigio financiando las artes, particularmente la música. Con estrechos lazos con Italia y la Iglesia Católica, desde tan temprano como el siglo diecisiete, los Habsburgos trajeron más de cien músicos italianos a Viena e introdujeron en la ciudad innovaciones musicales italianas y de vanguardia como la opera y el ballet, así como también las producciones cada vez más extravagantes de música sagrada. Como parte de la contra-Reforma, la Iglesia Católica promovía grandiosos proyectos musicales y artísticos.
En 1622, la cabeza de la familia de los Habsburgos, el Emperador Sacro Romano Fernando II (1578-1637), se casó con Eleonora, quien amaba la música y era la princesa de Mantua (1598-1655). Al patrocinio artístico de la Emperatriz Eleonora se le atribuye hacer de la corte vienesa el centro de la música barroca y formas innovadoras de teatro como la ópera. Conforme los Habsburgos financiaban obras musicales cada vez más lujosas para celebrar acontecimientos familiares como los cumpleaños y grandiosos shows de música, el incentivo monetario atrajo cada vez más músicos a la ciudad, músicos que venían de todas partes de Europa. Para la década de 1760, la música estaba tan enraizada en la cultura de Viena que los miembros no solo de la nobleza sino también de la próspera clase media empezaron a actuar como patrocinadores de la música.
El compositor austriaco Joseph Haydn (1732-1809), muchas veces denominado “el padre de la sinfonía” y el “padre del cuarteto de cuerda”, se erigió desde orígenes humildes, siendo su padre un carretero y su madre una cocinera, hasta llegar a ser el compositor más celebrado durante un tiempo en Europa. Haydn realizó sus primeros trabajos como músico en la corte de una familia rica en una estado remoto pero eventualmente fue atraído a Viena, donde le llovió el financiamiento y fue tratado como una celebridad. La gran obra de Haydn, La creación, un oratorio celebrando el libro bíblico de Génesis, fue presentada por primera vez en una presentación privada para la sociedad de hombres nobles de Viena que amaban la música. La creación fue lanzada al público en el Burgtheater de Viena en 1799 y las entradas para verlo en vivo se agotaban muchos días antes. Mientras estuvo en Viena, Haydn se convirtió en el mentor de Mozart (1756-1791) y tutor de Beethoven (1770-1827).
El hijo de un instructor de música en Salzburgo, Wolfgang Amadeus Mozart primero se presentó en el Palacio Schönbrunn de Viena cuando tenía tan solo seis años, junto con su hermana de diez años. La emperatriz Maria Theresa (1717-1780) pagó a los hermanos 100 ducados de oro y les dio vestimenta costosa como agradecimiento. Mozart es ampliamente considerado como uno de los grandes compositores de todos los tiempos. Gozó de la parte más financieramente exitosa de su carrera mientras estuvo en Viena. Allí, él y su esposa alquilaron un departamento elegante, compraron muebles caros, tuvieron múltiples sirvientes, enviaron a su hijo Karl a una escuela prestigiosa (en Praga), y gozaron de un estilo de vida lujoso en general. El hijo y sucesor de Maria Theresa, José II (1741-1790) designó a Mozart para la posición de compositor en la cámara de música de la corte, dándole un salario por encima de sus ganancias producto de sus conciertos y otros clientes.
Sin embargo, en sus años posteriores, Mozart sufrió financieramente. Conforme la Guerra Austro-Turca (1788-1791) rugía y reducía la prosperidad de Viena y sus aristócratas, el financiamiento para los músicos se volvió más difícil de asegurar. Incluso conforme sus ganancias cayeron, los gastos de Mozart seguían siendo altos, y se endeudó. Había empezado a recuperar sus finanzas encontrando nuevos clientes fuera de Vienna cuando, a la edad de 35, murió de una enfermedad repentina que puede haber sido la influenza o una infección de estreptococo (O, algunos creen, un veneno). Una de sus grandes obras maestras, Requiem, permaneció sin ser terminada. Sumándole a la mística de la obra, la viuda de Mozart notoriamente dijo que un extraño misterioso había comisionado Requiem y que Mozart sintió que estaba componiendo la misa de su propia muerte.
Beethoven, también entre los compositores más amados en la historia, se mudó desde Bonn hacia Viena a la edad de 21. Rápidamente obtuvo una reputación positiva como un pianista y se convirtió en el favorito de la corte imperial. Entre sus clientes más destacados se encontraba el Archiduque Rudolf (1788-1831), un cardenal de la Iglesia Católica y un miembro de la familia de los Habsburgo. Los conciertos más rentables de Beethoven fueron presentaciones repetidas de sus obras celebrando la victoria del Duque de Wellington por sobre Napoleón (Op. 91) y su Sinfonía Séptima (Op. 92), la cual también fue inspirada en las Guerras Napoleónicas. Los logros de Beethoven fueron todavía más impresionantes luego de que el se volvió en gran medida sordo durante sus últimos años, pero continuó componiendo música innovadora. La obra más importante de Beethoven fue su Sinfonía Novena (Op. 125), que se estrenó en Viena en 1824. Sigue siendo una de las piezas musicales más tocadas alrededor del mundo.
Schubert (1797-1828), un nativo de Viena, produjo un cuerpo de trabajo aclamado durante su corta vida gracias al patrocinio de la aristocracia de la ciudad. Su obra más grande, Winterreise (“viaje de invierno”), tomó su lírica de una serie de poemas realizados por Wilhelm Müller y exploraba los temas de la soledad y el sufrimiento. Murió a los 31 años de edad, probablemente de la fiebre tifoidea o tal vez de sífilis. Brahms (1833-1897), nacido en Hamburgo, también trabajó gran parte de su vida profesional en Viena. Su Cuarta Sinfonía muchas veces se encuentra enumerada entre sus mejores trabajos. Brahms creía en la “música absoluta”, o música que no es “acerca” de algo en particular y que no hace referencia explícita a cualquier escena o narrativa específica. Sin embargo, algunos académicos creen que la Cuarta Sinfonía puede haber sido inspirada en la obra de Shakespeare Antony y Cleopatra.
Luego de las eras musicales clásica y romántica, Viena continuó sirviendo como un importante innovador cultural. Viena estuvo en el centro del movimiento art nouveau durante el siglo 20 y produjo artistas famosos como Gustav Klimt (1862-1918), nacido en Viena. Pero Viena sigue siendo mejor conocida por sus logros musicales en los siglos 18 y 19.
La música ha enriquecido la existencia humana desde la prehistoria. Las fechas derivadas del carbono sugieren que las flautas excavadas en Alemania, y esculpidas con marfil de mamut, tienen entre 42.000 y 43.000 años de edad. La melodía más antigua que todavía sobrevive, preservada en una tabla de barro con escritura cuneiforme, es una oda a la diosa antigua de los huertos de árboles frutales, compuesta por primera vez alrededor del siglo 14 AEC. La composición más antigua que sobrevive de manera integral tanto con su lírica y una melodía puede que date desde tan temprano como 200 AEC y está escrita en griego antiguo. Está plasmada en una columna de mármol que marca la tumba de una mujer llamada Euterpe (literalmente, “regocijando bien”). Ella fue, adecuadamente, nombrada en honor a la Musa de la Música. La letra de la canción, que se cree fueron escritos por el viudo de Euterpe, decían en su traducción: “Mientras tu vives, brilla / No tengas pena para nada / La vida existe solo por un tiempo breve / Y el tiempo demanda su costo”. La melodía es alegre, una celebración de la vida de Euterpe. La puede escuchar en una presentación griega aquí.
Siglos después en Viena, Beethoven también buscó manifestar el sentimiento de alegría en el que quizás es el movimiento sinfónico más amado y presentado en la historia, la Oda a la Alegría dentro de la Novena Sinfonía. Como un medio poderoso para expresar y agitar las emociones, la música siempre ha jugado un papel importante en las vidas humanas, levantando los espíritus durante generaciones. La humanidad continuamente ha creado nuevas técnicas y estilos musicales. Pero el logro cultural de Viena fue significativo. Al producir tantas composiciones musicales que revolucionaron el campo y continuaron resonando con las audiencias siglos después, Viena se ganó su apoyo domo “la ciudad de la Música”.
El legado musical de Viena ha enriquecido a la humanidad. La ciudad también demostró el papel de la prosperidad en el financiamiento de las grandes obras de arte. Viena cambió dramáticamente cómo la música es presentada, le dio al mundo más compositores innovadores que cualquier otra ciudad, y fue el lugar de nacimiento de composiciones que muchos creen que representan la cumbre de los logros musicales. Vienna por lo tanto se ha ganado su lugar como nuestro Centro de Progreso No. 20.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 22 de enero de 2021.
Centros de Progreso,
Parte 21: Boloña (Universidades)
Chelsea Follett destaca la importancia de la ciudad la Boloña medieval como el sitio de la primera universidad del mundo.
Hoy presentamos la edición No. 21 de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominada Centros del Progreso. ¿Dónde se da el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. En esta columna proveeremos una introducción breve a los centros urbanos que fueron el lugar de grandes avances en la cultura, la economía, la política y la tecnología, etc.
Nuestro Centro del Progreso No. 21 es Boloña, el hogar de la primera universidad (comúnmente reconocida) y la universidad más antigua en funcionamiento del mundo. La Universidad de Boloña, que se dice tradicionalmente que fue fundada en el año 1088, fue la institución más temprana en otorgar títulos y promover la educación superior en la forma de una universidad moderna.
Hoy Boloña es la séptima ciudad más poblada en Italia y es el hogar de más de un millón de personas. El símbolo de la ciudad son le Due Torri (las Dos Torres), unas estructuras de piedra que datan desde entre 1109 y 1119, respectivamente (Una escasez de documentación de esa época significa que las fechas exactas de construcción siguen siendo un misterio). A pesar de soportar daños por el bombardeo de 1944, el centro histórico de la ciudad de Boloña permanece en gran medida intacto y, con 350 acres, es el segundo conjunto arquitectónico medieval más grande de Europa. Las importantes plazas históricas no están dominadas por las estatuas de generales o figuras políticas, sino de tumbas y memoriales de profesores medievales. Aunque menos popular con los turistas que Florencia, Venecia o Roma, Boloña tiene una creciente industria de turismo. Otras industrias locales destacadas incluyen la energía, la maquinaria, el refinamiento y empaquetamiento de productos agrícolas locales, la moda y la industria automotriz. La ciudad es la sede tanto de Ducati, una empresa de motocicletas, y de Lamborghini, que produce autos deportivos de lujo.
La ciudad tiene tres apodos: La Rossa (la roja) por su impresionante arquitectura medieval, definida por techos rojos y pórticos terracotta rojos, protegidos por la UNESCO, que hacen que sea posible transitar gran parte de la ciudad permaneciendo en la sombra (Boloña también tiene una reputación de tener un sesgo hacia la izquierda en la política, dándole a su nombre un significado doble); la Dotta (la instruida) por su larga tradición de devoción al conocimiento y por sus muchos estudiantes universitarios, así como también por su status como la ciudad que produjo la primera universidad; y La Grassa (la gorda) como un reconocimiento de las innovaciones culinarias de la ciudad y su reputación como una de las capitales gastronómicas de Italia.
Las contribuciones de Boloña a la cultura mundial de la gastronomía son significativas. La ciudad le da su nombre a la salsa boloñesa, una salsa de pasta a base de carne que es popular en la cocina italiana y que data al menos desde el siglo 18. Sus variaciones son servidas en restaurantes italianos alrededor del mundo. Pero la ciudad es tal vez más famosa en el mundo anglosajón como el origen de la carne procesada conocida como salchicha de Boloña.
La salchicha de Boloña es una variación de la salchicha de mortadella de Boloña, la cual puede que se haya originado tan temprano como en el siglo 14. Tanto la mortadella como la salchicha boloñesa se elaboran a base de carne de cerdo molida y curada con el calor. Los inmigrantes italianos que vinieron a EE.UU. popularizaron la salchicha de Boloña a principios del siglo 20. Un producto barato elaborado con los retazos del cerdo restante, la salchicha de boloña también ha llegado a significar en inglés un “sinsentido” (‘baloney’). Eso es irónico dado que, lejos de promover el sinsentido, la ciudad de Boloña alentó la búsqueda de la humanidad de la verdad mediante la educación superior.
Boloña goza de una ubicación idónea en medio de tierras bajas fértiles junto al Río Reno —hasta el día de hoy esta es una de las principales regiones agrícolas de Italia. Por lo tanto no sorprende que Boloña fue habitada por primera vez desde el siglo 9 AEC.
La ubicación deseable de la ciudad significó que esta era frecuentemente conquistada por extranjeros. La ciudad Etrusca original de Felsina (como Boloña se llamaba en ese entonces), cayó ante los galos en el siglo 4 AEC. Siendo un pueblo celta, ellos denominaron al asentamiento Bona, que significa “fortaleza”. En 196 AEC, Bona se convirtió en un puesto fronterizo portando el nombre latinizado de Bononia, del cual se deriva el nombre Boloña. Después de la caída del Imperio Romano, Boloña fue saqueada y ocupada repetidas veces por Visigodos, Hunos, Góticos y Lombardos. La ciudad luego fue conquistada por los Francos, liderados por el Rey Carlomagno, en el siglo 8. Los húngaros saquearon la ciudad en el siglo 10.
Para el siglo 11, Boloña buscó escapar del gobierno feudal y convertirse en una comuna libre, con el refrán Libertas (“libertad”). Exactamente cuando Boloña realizó esa transición es desconocido, pero la constitución más antigua de la ciudad que sobrevivió data de 1123. Sin embargo, la ciudad no siguió siendo independiente por mucho tiempo, conforme varios hombres nobles en guerra durante los periodos italianos del medioevo y el Renacimiento lucharon por el control de la ciudad.
Mientras que los registros medievales limitados hacen que ciertas fechas sean inciertas y que el orden preciso de los eventos sea poco claro, en algún momento durante el siglo 11 Boloña se convirtió en el centro de un revivido interés por la educación superior, particularmente por el estudio del Derecho. Los estudiantes laicos de alrededor de Europa iban a Boloña para estudiar Derecho bajo un jurista destacado conocido como Pepo, un experto en las compilaciones del Derecho Romano de Justiniano I el Grande.
Luego de llegar, los estudiantes extranjeros se enfrentaban a las discriminatorias leyes de la ciudad. Boloña permitía el castigo colectivo, la acusación de cualquier extranjero con los crímenes y deudas de sus compatriotas. La ciudad podía, en otras palabras, tomar la propiedad de un francés para pagar la deuda de otro francés, y castigar a un húngaro por un crimen cometido por otro húngaro. Como Italia todavía no era una unidad política unificada, muchos grupos que hoy son italianos, como los sicilianos, contaban como nacionales extranjeros y también estaban sujetos al castigo colectivo en Boloña.
El creciente cuerpo de estudiantes extranjeros de Boloña decidieron intentar de cambiar las normas respecto del castigo colectivo que hacían de la residencia en la ciudad algo peligroso para los que no eran nativos. Ellos formaron un gremio, una especie de sociedad de mutua ayuda, conocida como la universitates scholarium. El gremio contrataba a académicos legales para darles una instrucción organizada a los estudiantes, y eventualmente peticionó de manera exitosa ante el Emperador Católico y Romano Federico I (1122-1190) para que este ayudara en su causa. Federico I emitió un estatuto que reconocía oficialmente a la Universidad de Boloña. Conocido como el authentica habita, el estatuto concedía la protección a los académicos extranjeros de Boloña del castigo colectivo y les daba el derecho a la “libertad de movimiento y viajes por motivos de estudios”. Las palabra universitas, que significaban gremio en el Latín tardío, fue acuñada para describir a la organización y nos dio el sentido moderno de la palabra universidad.
Como las universidades de hoy, la Universidad de Boloña desarrolló departamentos separados para distintos campos de estudio, como la teología, el Derecho, la medicina, y la filosofía. Al igual que las universidades de hoy, la Universidad de Boloña designó requisitos para obtener un título y otorgó títulos de bachillerato, maestría, y doctorado. Al ser pionera en el modelo de instrucción de la universidad, la Universidad de Boloña ayudó a la humanidad a realizar avances en muchas áreas—pero especialmente en los estudios legales. Muchas veces se dice que Pero es el primer instructor legal de la universidad.
Pepo pronto fue superado por su estudiante Irnerius (c. 1050-después de 1125), quien luego dio clases en la Universidad de Boloña. Originalmente fue un estudiante de retórica y didáctica. Su patrocinadora rica, uno de las nobles más poderosos de Italia en ese entonces, Matilda de Toscana (c. 1046-1115), lo convenció a cambiarse de facultad y estudiar jurisprudencia. Apodada lucerna juris (“linterna del derecho”), al trabajo de Irnerius se le atribuye crear gran parte de la tradición romana de Derecho. Sus glosarios acerca del antiguo código romano de Derecho ayudaron a avanzar el derecho medieval, que algunas veces era desordenado y contradictorio, en el camino de convertirse más sistemático y racional como el antiguo sistema legal romano. Los estudiantes más famosos de Irnerius —Bulgaro, Martino, Ugo, y Jacopo— llegaron a ser conocidos como los Cuatro Doctores de Boloña. Cada uno supuestamente tenía un enfoque distinto de la filosofía legal.
Para fines del siglo 12, la Universidad de Boloña mantenía el título incuestionable de ser el principal centro de educación superior en Europa, particularmente para estudios legales, atrayendo una porción cada vez mayor de estudiantes internacionales de élite de alrededor de todo el continente. El inglés Thomas Becket (c. 1120-1170), un famoso Arzobispo de Canterbury que buscó preservar la independencia del Estado y de la Iglesia, y que es ahora admirado como un santo-mártir tanto en la Iglesia Católica como en la Anglicana, estudió Derecho en la Universidad de Boloña durante su juventud. Los florentinos Dante Alighieri (c. 1265-1321) y Francisco Petrarca (1304-1374) también estudiaron en la Universidad de Boloña. Otros ex-alumnos famosos incluyen a cuatro anteriores papas. Todavía otro ex-alumno célebre fue el holandés Erasmo de Rotterdam (1469-1536), un campeón temprano de la tolerancia religiosa y de la paz, y probablemente un héroe del progreso.
Desde el siglo doce hasta el siglo quince, la universidad tuvo entre tres mil y cinco mil estudiantes. Hoy, la universidad tiene más de 86.000.
La Universidad de Boloña también se dice popularmente que fue la primera universidad en otorgar un título a una mujer y permitir que una de clases de nivel universitario. Según la tradición, en 1237, una mujer noble llamada Bettisia Gozzadini (1209-1261) se graduó luego de estudiar filosofía y Derecho y empezó a dictar la cátedra de jurisprudencia en 1239.
Si Gozzadini de hecho se graduó de Boloña generó controversia en los 1700s. El escritor Alessandro Machiavelli (1693-1766) buscó proveer evidencia (posiblemente falsa) del logro de Gozzadini para lograr respaldar la solicitud de la Condesa de Boloña Maria Vittoria Delfini Dosi para recibir un título de Derecho. A pesar de los esfuerzos de Machiavelli, la solicitud de la condesa últimamente fue negado. Los académicos hombres que se oponían a la idea de concederle a las mujeres títulos busca descartar Gozzadini como una leyenda popular. Los escasos registros del periodo medieval hacían que la verdad fuera difícil de discernir.
Dicho esto, la Universidad de Boloña empleó a la primera profesora universitaria con un salario, la física Laura Bassi (1711-1778). A ella se le atribuye popularizar la mecánica Newtoniana en Italia. También fue la primera mujer en obtener un doctorado en ciencias y solo la segunda mujer en recibir cualquier título de doctorado. El doctorado de Bassi también fue de la Universidad de Boloña.
Boloña se jacta de muchos logros en campos tan diversos como la arquitectura y la gastronomía. Pero crear la primera universidad del mundo ha sido la contribución característica de Boloña al progreso humano. Las universidades han ayudado a promover la academia, la innovación y la educación superior desde ese entonces. Al promover el estudio del Derecho, en particular, Boloña ayudó a la humanidad en su búsqueda de un mejor sistema de justicia.
El lema de la universidad traducido dice, “San Pedro es en todas partes el padre del Derecho; Boloña es su madre”. El nombre completo de la universidad es Alma Mater Studiorum Università di Bologna, o “La Madre Estimulante de los Estudios Universidad de Boloña”. De ese nombre, obtenemos el término alma mater, popularmente utilizado por los graduados universitarios alrededor del mundo para referirse a cualquiera que sea la universidad a la que asistieron. Pero la madre de todas las universidades es Boloña. Por haber sido el lugar de nacimiento del sistema moderno de universidades, la Boloña medieval es con justa razón nuestro Centro de Progreso No. 21.
Centros de Progreso,
Parte 22: Manchester (la industrialización)
Chelsea Follett destaca la importancia de la ciudad de Manchester en los principios de la primera Revolución Industrial.
Hoy presentamos una nueva serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominada Centros de Progreso. ¿Dónde se da el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta serie de artículos proveerá una breve introducción a los centros urbanos que fueron los sitios de grandes avances en la cultura, economía, política, tecnología, etc.
Nuestro Centro de Progreso No. 22 es Manchester durante la primera Revolución Industrial (1760-1850). Algunas veces llamada “la primera ciudad industrial”, Manchester personificaba los cambios rápidos de una era que transformó la existencia humana más que cualquier otro periodo en la historia. Manchester estaba entre las primeras ciudades que experimentaron la industrialización. La metamórfosis de la ciudad no fue fácil, dado que comprendía trabajar y vivir en condiciones muy por debajo de aquellas a las que nos hemos acostumbrado hoy. Pero Manchester terminó ayudando a levantar a la humanidad construyendo el camino hacia la prosperidad post-industrial que muchos de nosotros gozamos hoy.
Hoy, Manchester es la quinta ciudad más poblada en el Reino Unido. La ciudad es famosa por su equipo de fútbol, Manchester United, que ha ganado más trofeos que cualquier otro club de fútbol. Apodados los Diablos Rojos, Manchester se encuentra entre los más populares y más rentables equipos de fútbol del mundo. Manchester también es conocida por su gran universidad de investigaciones, donde el átomo fue dividido por primera vez en 1917. La Universidad de Manchester es donde funciona el Observatorio Jodrell Bank, un Sitio Patrimonio de la Humanidad, designado así por la UNESCO por su impacto sustancial sobre las investigaciones durante los principios de la Era del Espacio. Manchester también ha realizado contribuciones notables a la música, produciendo grupos como los Bee Gees, que estaban entre los artistas musicales más populares en la historia. Gran parte de la arquitectura de la ciudad data desde la era industrial, con muchas bodegas prominentes, fábricas, viaductos de vías férreas y canales que todavía existen.
El área donde Manchester se encuentra ahora ha sido habitada desde al menos la Edad de Bronce, originalmente por británicos celtas antiguos. Alrededor de los 70s EC, los romanos conquistaron la zona. Ellos llamaron este punto Mamucium. Eso se piensa que es la forma latinizada del anterior nombre del asentamiento en lengua británica antigua, que probablemente significaba “valle con forma de seno”. Mamucium eventualmente llegó a ser conocida como Manchester, con el sufijo del Inglés Viejo -chester proviniendo del Latín castra, que significa “pueblo fortificado”. Luego de que los romanos salieran de Bretaña, el asentamiento de Manchester cambió de manos entre varios reinos durante la Edad Media y con la conquista por parte de los Normandos. Manchester primero llegó a ser conocida por el comercio de textiles en el siglo 14, cuando una ola de tejedores inmigrantes flamencos que producían lino y lana se quedaron en el pueblo. Para el siglo 16, la economía de Manchester giraba en torno al comercio de lana. Siendo una industria artesanal, la producción de lana era un proceso lento y laborioso que se realizaba dentro de las casas individuales.
Manchester era un pueblo comerciante floreciente pero pequeño antes de la Revolución Industrial, con una población de poco menos de diez mil personas a principios del siglo 18. Conforme los avances tecnológicos aumentaron la eficiencia del negocio de textiles, el crecimiento de la ciudad empezó a despegar en la década de 1760s. Los canales de la ciudad, el clima amigable al algodón, y la ubicación para permitir que el transporte de productos hacia y desde la ciudad sea fácil, todos destinaron a Manchester a convertirse en un centro industrial importante una vez que surgiera la tecnología adecuada.
La Revolución Industrial muchas veces se dice que empezó cuando la “tejedora Jenny” fue inventada en Oswaldtwistle, a 25 millas al noroeste de Manchester, entre 1764 y 1765. La tejedora Jenny era un marco para tejer lana o algodón con cada vez mayor velocidad utilizando múltiples hiladoras. Esta era el primer proceso de producción totalmente mecanizado. Luego, en 1771, otra nueva invención, el marco de gua, fue instalado en una fábrica de Cromford ubicada 50 millas al sureste de Manchester. Esa invención utilizaba una rueda de agua para darle potencia a un marco giratorio. Alrededor de 1779, en Bolton, que está ubicada 15 millas al noroeste de Manchester, el inventor Samuel Crompton combinó aspectos de la tejedora Jenny y del marco de agua para elaborar la “mula giratoria”.
La mula giratoria aceleró considerablemente el proceso para producir lana. De hecho, versiones de al mula tejedora todavía se utilizan hoy en la producción de lanas de distintas fibras delicadas como el pelo de la alpaca. Los molinos tejedores de agua utilizando esta nueva tecnología pronto surgieron alrededor de toda la región.
En 1781, solo dos años después de la introducción de la mula tejedora, el desarrollo de motores a vapor viable luego permitió el crecimiento de molinos tejedores potenciados con vapor que eran más grandes y potentes. La energía del vapor cambió el juego. Mientras que la humanidad había conocido acerca de la energía del vapor desde que Hero de Alejandría (mencionada en nuestro octavo Centro del Progreso) demostró que el fenómeno era una novedad en el primer siglo EC, finalmente ganando la habilidad de aprovechar el vapor de una manera práctica fue el momento crucial en la Revolución Industrial. Los motores a vapor mejorados condujeron a una industrialización rápida de la industria textil de Inglaterra, permitiendo que tejer e hilar textiles a una velocidad nunca antes lograda.
Manchester abrió su primer molino de algodón en 1782 —el Molino Shudehill de cinco pisos que es algunas veces llamado Molino de Simpson. Este utilizaba una rueda de agua de 30 pies y la innovadora energía de vapor. Para el año 1800, Manchester fue descrita como “loca por molinos de vapor”, conteniendo más de cuarenta molinos. Para ese mismo año, la población de la ciudad había crecido por un factor de al menos diez desde principios del siglo 18, alcanzando alrededor de ocho mil novecientas almas. Entre 1801 y la década de 1920 la población se duplicó. Para 1830, Manchester se jactaba de tener 99 molinos tejedores distintos de algodón.
Ese año, el primer riel moderno del mundo, “el Liverpool y Manchester” (L&MR) abrió y potenció la desde ya boyante industria textil de Manchester. Lo hizo al acelerar la importación de materia prima desde los puertos de Liverpool hacia las fábricas de Manchester, así como también la exportación de productos textiles acabados desde Manchester. El L&MR de 31 millas de extensión era tanto el primer ferrocarril que tener exclusivamente locomotoras con energía de vapor sino también el primer ferrocarril entre dos ciudades. También fue el primer ferrocarril en utilizar doble vía, operando totalmente con un horario regular, empleando un sistema de señales, y transportando correo. Para fines de la primera Revolución Industrial en 1850, Manchester era el hogar de alrededor de 400.000 personas. El oscuro pueblo de comerciantes se había convertido en la segunda ciudad detrás únicamente de Londres en importancia dentro de Gran Bretaña y llegó a ser llamada la “segunda ciudad” de la nación.
El aumento de población fue provocado por el ingreso de hombres y mujeres jóvenes que migraban desde las zonas rurales inglesas, atraídos por la promesa de trabajo en las nuevas fábricas y molinos. Comparado con el duro trabajo agrícola o las vidas de servidumbre doméstica (en una era en la que muchos empleadores le pegaban a sus sirvientes con impunidad), muchas personas encontraron incluso las conocidas condiciones severas de trabajo dentro de los molinos preferible a sus otras opciones. Los molinos pagaban salarios altos comparado con las oportunidades en las zonas rurales, y muchos migrantes que llegaban a la ciudad experimentaban un aumento considerable en sus ingresos. Gradualmente, y por primera vez en la historia, surgió una clase media importante.
Esto no es para menospreciar el ambiente de trabajo dentro de las fábricas de Manchester a principios de la era de la Revolución Industrial, con sus largas horas de trabajo, altas tasas de accidentes y el uso frecuente de trabajo infantil. Aunque debemos señalar que el trabajo infantil no era una innovación de la Revolución Industrial —esta había existido trágicamente desde tiempos inmemoriales entre los pobres. De hecho, fue solo durante la Revolución Industrial que la calidad de vida empezó tanto que el trabajo infantil empezó a ser mal visto, resultando en la Ley de Fábricas de Gran Bretaña en 1833. La ley es considerada la primera norma anti-trabajo infantil del mundo. Otras leyes siguieron después.
Si podría visitar Manchester durante la primera Revolución Industrial. probablemente entraría a la ciudad en una locomotora a vapor y su primera vista de la ciudad sería su estación de tren atestada. Saldría de la estación hacia una ciudad definida por una imagen de chimeneas industriales que el poeta William Blake famosamente describió como “molinos oscuros y satánicos”. En 1814, el servidor civil británico Johann May describió esa vista como una señal de progreso tecnológico:
“Manchester tiene cientos de fábricas…las cuales se erigen hasta cinco o seis pisos de altura. Chimeneas gigantescas a un lado de estos edificios arrojan vapores negros de carbono, y esto nos dice que están utilizando poderosos motores a vapor. Las nubes de vapor se pueden ver desde lejos. Las casas son ennegrecidas por estas”.
El sonido puede haber sido ensordecedor. El filósofo político francés Alexis de Tocqueville describió a Manchester en 1835 notando que “las crujientes ruedas de la maquinaria, el chillido del vapor en los hervidores, el ritmo regular de las tejedoras…todos estos son los sonidos de los cuales nunca se puede escapar”. Entre las personas en las calles hubiese visto a varios manifestantes. La ciudad estaba en la vanguardia de los movimientos políticas radicales, los cuales iban desde el sufragio de las mujeres hasta la promoción de las leyes en contra de la protección del maíz y el comunismo.
El filósofo político alemán Friedrich Engels vino a Manchester en 1842. Trabajó allí como un comerciante de algodón en el día y opinaba acerca adel estado de los pobres de la ciudad por la noche, culminando en la publicación de Las condiciones de la clase trabajadora en Inglaterra en 1844. Un pasaje acerca de los barrios pobres de Manchester dice,
“En un hoyo relativamente profundo…rodeado en los cuatro lados por fábricas altas…se encuentran dos grupos de alrededor de 200 cabañas, construidas principalmente una pegada a la otra, en donde viven alrededor de 4.000 seres humanos, muchos de ellos irlandeses. Las cabañas son viejas, sucias y pequeñas, las calles desiguales, caídas en surcos y en parte sin drenajes o pavimento; masas de deshechos, vísceras y suciedad nauseabunda se encuentra entre charcos de agua en todas las direcciones”.
Lo que Engels no logró notar era que por la primera vez en la historia, dichos niveles extremos de pobreza de hecho estaban en declive—dentro de su propia vida el inglés promedio se volvió más rico por un factor de tres.
La miseria siempre había sido el estado por defecto de la gran mayoría de la humanidad. Luego, repentinamente, los ingresos promedios no solo empezaron a aumentar, sino que lo hicieron de manera exponencial. El famoso gráfico del palo de hockey, tal vez el gráfico más importante en el mundo, ilustra este cambio dramático. La humanidad ha generado más producción económica durante los dos últimos siglos que en todos los siglos anteriores combinados. La explosión de la creación de riqueza pronto condujo al un declive masivo en la tasa de pobreza y a mejoras en la calidad de vida. No mucho después de que despegaran los ingresos, la expectativa de vida también lo hizo. La historiadora económica Deirdre McCloskey lo denomina el “Gran Enriquecimiento”.
Engels vivió en Manchester de manera recurrente por décadas. En Manchester, fue visitado múltiples veces por su amigo y colega de filosofía, el alemán Karl Marx. Conmovido por el estado de los pobres en Manchester y otras ciudades con fábricas, y no logrando reconocer el Gran Enriquecimiento que se estaba dando, los dos hombres desarrollaron una filosofía que buscaba crear el paraíso de los trabajadores.
Sus soluciones propuestas condujeron de manera trágica a sufrimientos muy superiores —incluyendo la escasez de alimentos, los gulags, 100 millones de muertes y heridas psicológicas que todavía tienen eco hoy, con una deshonestidad mayor y menos confianza persistiendo en las zonas anteriormente comunistas. Irónicamente, los objetivos de Marx y Engels de días de trabajos más cortos e ingresos más altos se han logrado dentro de una economía de mercado.
Como la ciudad industrial por excelencia, no hay duda de que Manchester se ganó su apodo de “la fábrica del mundo”. Como un centro temprano de industrialización, Manchester soportó una transición que a veces fue difícil y con efectos profundos. La prosperidad sin precedente creada por la industrialización eventualmente permitió la mejora en las condiciones de trabajo y los estándares de vida más altos que caracterizan la abundancia post-industrial. Por ayudar a tejer la fábrica del mundo moderno, Manchester se merece ser nuestro Centro de Progreso No. 22.
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