EL Rincón de Yanka: JUAN MARTÍN VELASCO: LA RELIGIÓN, PARA SER HUMANIZADORA, DEBE SER MÍSTICA 🙏💕🔥

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domingo, 12 de abril de 2020

JUAN MARTÍN VELASCO: LA RELIGIÓN, PARA SER HUMANIZADORA, DEBE SER MÍSTICA 🙏💕🔥



Juan Martín Velasco, profesor de Fenomenología: 


-¿Cómo definiría usted la mística pensando principalmente en aquellas personas que la relacionan con Santa Teresa o San Juan de la Cruz y no con algo presente?

-Si hiciésemos una encuesta por la calle preguntando a la gente qué entiende por mística, nos encontraríamos con definiciones muy diversas. Pero incluso si se recurre a los estudios serios sobre el tema, las descripciones que se hacen sobre el fenómeno son también extraordinariamente variadas. Y es que, con esta palabra, hoy en día designamos hechos muy diferentes y, además, abordados desde perspectivas enormemente variadas, como son la filosofía, la teología, la historia, la lingüística, las ciencias del cerebro, la psicología o la psiquiatría. Y naturalmente, desde cada perspectiva, se capta sobre todo un aspecto y se llega a una descripción diferente. Si yo tuviese que ofrecer una descripción, desde la perspectiva que es más familiar para mí (la del estudio del fenómeno religioso), yo diría que la mística es fundamentalmente una experiencia peculiar del más allá del hombre, un más allá al que los cristianos llamamos Dios padre de Jesucristo, al que otras tradiciones dan otros nombres y al que personas no ligadas a ninguna orientación religiosa se contentan con definir como la trascendencia, el absoluto o el infinito.

Solamente una religión que desarrolle su dimensión mística podrá sobrevivir de manera significativa en las sociedades secularizadas, entre las que se incluye la española, y podrá colaborar para superar los peligros de deshumanización que amenazan a la humanidad de nuestros días. ¿Qué nos puede comentar ahora sobre esto?

-Una parte de esta hipótesis se corresponde, en realidad, con una expresión muy célebre en el mundo de la teología. Me refiero a lo que dijo el gran teólogo católico Karl Rahner a mediados del siglo XX: que el cristiano de mañana será místico o no será cristiano. Hoy en día, para sobrevivir, las religiones tienen que desarrollar la dimensión mística que todas ellas poseen. Pero yo añadiría que sólo una religión que desarrolle la dimensión mística podrá ejercer un papel humanizador en un mundo en el que el peligro fundamental es precisamente la deshumanización del hombre.


-¿Cómo se manifiesta esa deshumanización en la sociedad actual?
-Por desgracia, hay grandes indicios. Hace como un par de años, Álvaro Mutis publicaba un libro, Manifiesto contra la muerte del espíritu, en el que de hecho no hablaba de temas religiosos, sino solamente de que hoy existen muchos indicios de que el hombre está perdiendo lo mejor de sí mismo, lo mejor de lo humano. Y aludía, por ejemplo, a algo que, por otra parte, se venía diciendo a lo largo del siglo XX: que el hombre moderno ha desarrollado extraordinariamente su capacidad de conocimiento científico y sus poderes sobre la naturaleza gracias al desarrollo de la técnica y sus niveles económicos de vida, pero no ha hecho lo mismo con el nivel ético, con su capacidad espiritual. Esto hace que esté a merced de los productos que él mismo ha fabricado y que bastantes de esos progresos puedan volverse contra el propio hombre. Lo hemos visto, por ejemplo, con el desarrollo de la energía nuclear, con el poder para intervenir en los mecanismos de transmisión de la vida o con los desastres ecológicos provocados por un desarrollo mal conducido.

-En la historia de la humanidad, hay muchas luces y sombras…
-Es indudable que, en todas las épocas, ha habido factores deshumanizadores y también humanizadores. Y desde luego la época moderna ha aportado mucho de esto último, por ejemplo el desarrollo de la ciencia, un mayor conocimiento de la dignidad y los derechos humanos y tantas otras cosas. Pero parece que, justamente cuando el hombre había logrado desarrollarse mejor en toda una serie de aspectos, el no haber cuidado el otro elemento, el ético y espiritual, está llevando a peligros especiales que hoy en día todos observamos y denunciamos.

-¿Qué es la fenomenología?
-Es un intento de estudio de la religión tomando como punto de partida las distintas manifestaciones religiosas que ha habido en la historia. Se toman esas religiones, se las compara entre sí y se intenta obtener de esa comparación la estructura común a todas ellas. Esto es, a grandes rasgos, la fenomenología de la religión.

-¿Y qué nos puede decir a partir de la experiencia que usted tiene como profesor de esta materia? ¿Existe un interés entre los alumnos?
-Ciertamente hay un interés, entre otras cosas porque nuestro continente (Europa) ya no es únicamente cristiano. Hay un gran número de musulmanes, bastantes orientales en algunas zonas y una pluralidad entre cristianos que se ha acentuado. Por tanto, religiosamente hablando, el conocimiento del otro es algo que interesa a todo el mundo. Y desde este punto de vista, los alumnos sienten incluso una necesidad, cuando estudian, de saber qué piensan el resto de las religiones sobre los temas en los que se pronuncia la teología cristiana y también de entrar en diálogo con ellos como un camino para enriquecernos mutuamente, como tantas veces nos ha recomendado el Papa Juan Pablo II.

-El perfil del místico contemporáneo, la antropología mística y el hecho místico en sí mismo son algunos de los temas que usted analizó en las recientes jornadas celebradas en Barcelona. ¿Nos destacaría algo especialmente interesante de todo esto?
-Resultó especialmente interesante, porque llamó mucho la atención a los participantes y suscitó muchas preguntas, la constatación de que existe una especie de mística laica, secular o no religiosa. El fenómeno no es nuevo. Por ejemplo, ya se considera místico desde hace mucho tiempo a Plotino, un filósofo neoplatónico que no pertenecía a ninguna confesión ni practicaba la religión romana del momento pero que, en cambio, desarrolló la idea del uno que está por encima de todos los seres, así como de la unión del hombre con esa realidad «supraesencial» (como él decía). Pues precisamente Plotino ha influido mucho en la doctrina mística de los autores cristianos. Y en nuestros días, esto es más frecuente.

-La trascendencia siempre está ahí, ¿verdad?
-Efectivamente. El hombre tiene una dimensión de trascendencia que le pertenece por su propia condición, y esa dimensión, incluso cuando no se ejercita religiosamente, suscita en muchas personas experiencias de trascendencia, por ejemplo en la relación con la naturaleza, en sus aspectos más llamativos e impresionantes, cuando el sujeto se ejerce éticamente o cuando el hombre desarrolla la experiencia estética. De esa forma, hay infinidad de relatos sobre experiencias de trascendencia que, psicológicamente hablando, tienen semejanzas con la experiencia mística aunque su contenido sea diferente.

-Parece sorprendente hablar de mística en una sociedad como la de ahora, con prisas, ruidos y mucha actividad. ¿Cómo es el místico contemporáneo?
-Si se estudia la mística a lo largo de los siglos, se observa que, siendo la presencia de experiencias místicas en las religiones una constante desde siempre, sus formas concretas difieren según las circunstancias culturales en las que se mueven los místicos. Por eso no tiene nada de extraño que el místico de hoy cobre un perfil peculiar, dadas las transformaciones culturales que se han producido y los cambios tan grandes que vive nuestra actual sociedad. Entre muchos rasgos, yo subrayaría que el místico de nuestros días no lo es a través de experiencias extraordinarias que se acompañen de fenómenos también extraordinarios. Vamos caminando hacia formas de mística realizadas en el interior de la vida más cotidiana, algo que en realidad no es tan nuevo, porque ya los profetas vivían la experiencia de Dios en relación con los acontecimientos de la vida diaria, lo mismo que Santa Teresa, que decía incluso que «Dios también anda entre los pucheros».

En cualquier caso, hoy son muchos los autores sobre mística que insisten en que tal vez la forma de experiencia de Dios más frecuente en nuestros días sea aquella que tiene lugar no en momentos privilegiados, sino en el discurrir de la vida diaria. Xavier Zubiri decía que realizar la experiencia de Dios no es entrar en contacto directo con un Dios que esté frente a mí, sino más bien vivir todo lo que uno vive a la luz de Dios y a la sombra de su presencia, es decir, vivir divinamente más que entrar en una relación directa con un Dios con quien esa persona se encuentre sólo en momentos determinados. Bastantes de los místicos de nuestros días van en esta dirección.

Juan Martín Velasco

Nacido en Santa Cruz del Valle (Ávila) en 1934, realizó sus estudios eclesiásticos en Madrid, donde fue ordenado sacerdote. Posteriormente, se doctoró en Filosofía por la Universidad Católica de Lovaina y también estudió Teología Fundamental y Ciencias de las Religiones en Friburgo.
Entre sus responsabilidades pastorales, fue párroco, delegado de Migraciones de Ávila durante 15 años o rector del Seminario de Madrid, entre 1977 y 1987. No obstante, alcanzó notoriedad en nuestro país en el ámbito de la docencia y la investigación. Fue profesor de Fenomenología de la Religión en la Universidad Pontificia de Salamanca y en la Universidad Eclesiástica San Dámaso.
Durante 16 años, dirigió el Instituto Superior de Pastoral de Madrid. Además, impartió cursos en el Instituto de Ciencias de las Religiones de la Universidad Complutense, en el Máster de Ciencias de la Religión de la Universidad Pontificia Comillas y en la Universidad de Granada.

Martín Velasco es autor de multitud de libros, artículos y colaboraciones sobre el hecho religioso, la experiencia de la religión o el fenómeno místico. Falleció el 5 de abril de 2020.


Juan Martín Velasco, filósofo. La puerta abierta de la mística

NOTAS DEL LIBRO





LIBRO "EL FENÓMENO MÍSTICO"