La historia del pueblo de la Biblia comienza con un emigrante, Abraham:
"Deja tu país, a tu parentela y la casa de tu padre
para ir a la tierra que yo te mostraré..."
Génesis 12, 1-4
ORACIÓN DEL INMIGRANTE
Emigrar es un acto de fe Señor, bendíceme en la nueva tierra donde vivo.
Acompáñame con ternura, pues me faltan mi familia y mis amigos.
Bendice Señor, las pocas cosas que entraron en mis maletas. Que nunca falte tu provisión, que siempre tenga pan y una almohada para dormir.
Señor, bendice la ciudad donde ahora vivo y por favor no te olvides de los míos, de quienes quedaron al otro lado del mapa. Consuela a mis padres; que mi papá se sienta orgulloso de mi fe y mi madre nunca deje orar por mí.
Señor, bendice a los nuevos amigos que abrirán su vida para hospedarme; que disfruten mi presencia con agrado, así como yo espero disfrutar el vivir entre ellos.
He dejado mi familia y mi país, porque creo Señor, que tú sostienes mi vida. No vine a esta nueva tierra porque dudara de ti, vine porque creyendo en ti doy un paso de fe.
Señor, bendíceme en esta tierra, que es tuya y es de todos, protégeme y procúrame todo el bien que necesito. Enséñame a servir y amar a mis nuevos amigos. Que conozcan que mi tierra pare hombres y mujeres llenos de bondad y fuertes.
Señor, acompáñame en mis cumpleaños, en los duelos por aquellos a quienes no puedo despedir, que en las navidades me visites en mi humilde pesebre y cada vez que finalice un año llenes mi vida de nuevos sueños.
Señor, bendíceme en la nueva tierra donde vivo. Que celebre la vida cada mañana como cuando la celebraba con los míos. Que no le tenga miedo al trabajo, a luchar con fe y prosperar con esfuerzo. Estarás conmigo siempre y eso es todo lo que necesito. Si estás conmigo Señor, cualquier lugar de la tierra es una bendición. Gracias Señor por bendecir mi camino. Amén.
"Todo lugar donde pise la planta
de vuestro pie será vuestro;
vuestras fronteras serán desde el desierto
hasta el Líbano, y desde el río, el río Eufrates,
hasta el mar occidental".
Deut 11,24
Oración por el Migrante
“Pasé como migrante y ustedes me acogieron”
Mateo 25, 35
Oh Cristo Peregrino, Tú que hiciste de tu vida un caminar hacia el encuentro con los hermanos para llevarlos al Padre, te pedimos por los migrantes más pobres y abandonados.
Señor, condúcelos hacia una tierra que los alimente sin explotarlos ni quitarles la identidad. Tú mismo te identificas con ellos, ya que fuiste a Egipto, junto con Tu Madre María y con San José.
Ellos necesitan, además del pan material, de Tu Palabra de Vida, para no perder los valores de su cultura y de su Fe. Que tu Espíritu los fortalezca en el amor y la esperanza para que continúen el camino hacia la tierra prometida, viviendo la justicia, la solidaridad y la paz.
¡Oh Jesús!, bendice a los migrantes y a los que los acogen, guárdalos junto a Tu corazón, llena sus vidas con el amor que proviene de Ti.
Concédenos la gracia de acogerlos con fe y caridad, ayudándolos a caminar con energía y confianza.
Oh María, Madre de los migrantes, nosotros los ponemos bajo tu amparo maternal. Bendícelos y condúcelos al encuentro con el Padre. Amén.
Oración del Migrante
Señor, tu me conoces y sabes el dolor y la esperanza que llevo en el corazón. Dolor, pues mi familia se ha quedado sola y Esperanza, ya que llevo la ilusión de lograr mejorar las condiciones de vida para los míos.
Tu fuiste Forastero y desde muy pequeño tuviste que migrar a otro País acechado por el peligro. También prometes como recompensa el cielo a quienes sepan acogerte en cada uno de los que, como Tu, vamos a otro País en busca de sueños.
Llena de tu bondad el corazón de cuántos, entendiendo nuestra situación, nos alientan con su caridad a seguir luchando.
Bendice a quienes nos hacen el bien en tu nombre y transforma los criterios y el corazón de cuántos se oponen, por egoísmo y orgullo, a que nuestro ingreso sea legal en el País al que nos dirigimos.
¡Que se construyan puentes y no muros metálicos que nos permitan encontrar una oportunidad para vivir mejor, crecer como personas y sacar adelante a nuestra familia!
Cuida nuestro caminar. Que nunca nos sintamos solos y que no olvidemos nuestra fe, al contrario, la salvaguardemos y seamos testigos de ella con nuestra vida y actitudes.
Virgen Santísima tu protegiste del peligro a tu Hijo cuando tuviste que migrar acompañando de San José tu esposo. ¡Ayúdanos, cúbrenos con tu manto y haznos tornar sanos y salvos con los nuestros! Así sea.
J. Ulises Macías S.
ARZOBISPO DE HERMOSILLO
VER+:
0 comments :
Publicar un comentario