SABER DOCENTE DESDE LA PEDAGOGÍA POÉTICA
Nos decía Seneca que “homines, dum docent discunt” (los hombres aprenden mientras enseñan), pues incluso, cuando se es un educador y se enseña a otros, se continúa aprendiendo. Este es el caso de nuestro admirado profesor Don José Cardona. Él, que empezó como “maestro” de Escuela, aún sigue ejerciendo en la Universidad. La obra que nos ocupa es un fiel reflejo de su condición, porque tomando la poética como referencia, profundiza con su pensamiento, en la razón didáctica del saber docente.
Ya conocíamos algunas estas reflexiones por la habitual colaboración del profesor en el Boletín de la Facultad de Educación de la UNED, donde es Catedrático de Didáctica, pero he de reconocer que la lectura es esta obra, ha llevado el deleite al sumo extremo. Es un gran placer, encontrar un pensamiento tan claro y directo, bien construido, en toda una serie de valores que la escuela nunca puede ni debe olvidar. Muy al contrario, como deja claro, resulta cada vez más necesario profundizar en ellos.
La obra se estructura en tres partes bien diferenciadas, que mantienen el nexo común de la reflexión. La primera recoge una quincena de “microensayos”, como el autor los califica, abordando en ellos, cuestiones escolares. Así temas tan controvertidos como la memoria, la educación en valores, la naturaleza o la poesía, centran el pensamiento del pedagogo para ofrecernos una visión experta, debidamente reposada, de cada uno de ellos. Si la experiencia es un grado, éste lo sublima nuestro profesor, al proyectar su larga vida docente, encarnada en cada una de las reflexiones que decantan estos breves ensayos. Porque además lo hace, como él dice, yendo al grano, enfocando la esencia didáctica del contenido y enriqueciéndolo con su vasto conocimiento y cultura.
Y esta mirada mantiene la lectura de la segunda parte de la obra, que el autor disgrega en dos partes, como un “glosario pedagógico-poético” y como un “glosario multidisciplinar poético”; ambos, facilitan un paseo literario pero también y sobre todo, educativo, por la poesía. Sí educativo porque el objeto de cada una de este medio centenar de reflexiones, es eminentemente didáctico. La poesía en este caso trasciende su enorme potencial, de permitir una mirada al entorno social del poeta, para ofrecernos una enseñanza, auténtica de la realidad que cada uno vivimos.
Si ya Platón nos recordara en La República que “ad educationis comparare haitus moresque bonorum virtutibus” (la educación tiene como finalidad adquirir buenos hábitos y costumbres), hoy podríamos traducir este pensamiento por la consolidación de una buena escala de valores, que es la que a la postre determina el rumbo que toma cada ser humano. En este caso, el profesor Cardona nos va desgranando con la dulzura y suavidad a la que nos tiene acostumbrados, los valores fundamentales de la vida. Y lo hace sin reparos. Con la valentía suficiente como para abordar algunas cuestiones hoy día controvertidas, en las que sabe situar su posición personal y cimentarla profundamente con su pensamiento elaborado. Como otras, que la escuela parece ir dejando de lado, en cuyo caso su denuncia reivindica la posición pedagógica que deben ocupar; así, son cuestiones básicas para él la memoria, la creatividad o el cuestionamiento que confiere identidad a nuestro ser: “mirum es hominis” (preguntarse es humano, Sócratres). Ejercicio éste que el autor posiciona en Virgilio y recorre poéticamente hasta Kundera, pasando por referentes tan importantes para él como es Machado. Poesía en su mejor, poesía-vida, porque es lo que transmite nuestro catedrático en cada una de sus reflexiones; que detrás hay mucha vida, mucha reflexión y mucha sabiduría, vida.
Completan la obra algunas lecturas recomendadas. Confieso haber acudido alguna vez al profesor, como referente que me permitiera una recomendación, para mis propias reflexiones. Y doy fe que ninguna de su referencias, me resultó baldía; muy al contrario, su sabia palabra ha sabido siempre fundamentarse en obras experienciales que ahora proyecta en referentes como Aldecoa, Baquedano o Grenier.
Por último, me gustaría reseñar la caracterización editorial que se hace de la obra, como “Cuaderno de Prácticas”. Sin lugar a dudas, que tiene esa consideración para el docente que lo orienta en su actividad universitaria, pero en este caso, quisiera llamar la atención sobre esta cuestión que no me parece baladí. Porque así debiera ser considerada siempre toda reflexión pedagógica: un cuaderno de prácticas, la del maestro que se aventura en el aprendizaje que preconizara Séneca, y el del alumno que se aventura de la mano de su progenitor en la república platónica que es la Escuela.
Termino con un agradecimiento muy sincero por el legado filosófico que supone esta visión del “saber docente” desde la “pedagogía poética”. Porque en cierto modo, el profesor Cardona, refleja aquí su forma de ver la vida, desde lo más profundo del aula, lo cual siempre, para cualquiera que hayamos vivido la esencia de la tiza y el ronroneo de los muchachos, nos sabe a auténtica escuela. En este caso, como ya he dejado bien sentado, escuela de vida.
VER+:
0 comments :
Publicar un comentario