EL Rincón de Yanka: LA-MAR

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martes, 3 de septiembre de 2024

✨ "LAS ESTRELLAS DE MAR" por ANAHÍ MICHEL


LAS ESTRELLAS DE MAR
Anahí Michel

Un hombre disfrutaba de un relajante paseo por la playa y vio a otro hombre que mientras caminaba por la orilla, iba recogiendo estrellas de mar y las lanzaba lejos, devolviéndolas a su hábitat natral. Intrigado por esta forma de actuar, se acercó a él, lo saludó y le preguntó qué estaba haciendo.

«Devuelvo estas estrellas de nuevo al océano, el lugar al que pertenecen», le contestó.
«Cuando baja la marea, quedan atrapadas en la arena y, si no las lanzo al mar, su muerte es más que segura», continuó explicándole.
«Tienes razón –le comentó el hombre–, pero seguro que hay miles de estrellas de mar en la orilla de esta playa y te resultará imposible recogerlas todas. Además, esto mismo está sucediendo en miles de playas a lo largo de todo el planeta.
¿No te das cuenta de que tu esfuerzo no tiene ningún sentido, que por mucho que te esfuerces su destino es morir ?».

Entonces, como si no oyera lo que aquel individuo le estaba contando, el salvador de estrellas de mar se agachó, recogió una más y la lanzó con todas sus fuerzas a las profundidades del océano, respondiéndole: «¡Para esta sí ha tenido sentido!».

La moraleja de esta historia es clara: cualquier gesto, por insignificante que parezca, vale la pena realizarlo para hacer mejor el mundo.

miércoles, 15 de mayo de 2024

POEMA "MONUMENTO AL MAR" y MANIFIESTO POR LA POESÍA por VICENTE HUIDOBRO ⛵


Monumento al mar
Vicente Huidobro

Paz sobre la constelación cantante de las aguas
Entrechocadas como los hombros de la multitud
Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas
Y si yo soy el traductor de las olas
Paz también sobre mí.

He aquí el molde lleno de trizaduras del destino
El molde de la venganza
Con sus frases iracundas despegándose de los labios
He aquí el molde lleno de gracia
Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas

He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo
Porque un día nadie se paseará por el tiempo
Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos

Este es el mar
El mar con sus olas propias
Con sus propios sentidos
El mar tratando de romper sus cadenas
Queriendo imitar la eternidad
Queriendo ser pulmón o neblina de pájaros en pena
O el jardín de los astros que pesan en el cielo
Sobre las tinieblas que arrastramos
O que acaso nos arrastran
Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna
Y se hace más oscuro que las encrucijadas de la muerte

El mar entra en la carroza de la noche
Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos
Se oye apenas el ruido de las ruedas
Y el ala de los astros que penan en el cielo
Este es el mar
Saludando allá lejos la eternidad
Saludando a los astros olvidados
Y a las estrellas conocidas.

Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño
El mar abriendo los ojos y buscando el sol 
con sus pequeñas manos temblorosas
El mar empujando las olas
Sus olas que barajan los destinos

Levántate y saluda el amor de los hombres

Escucha nuestras risas y también nuestro llanto
Escucha los pasos de millones de esclavos
Escucha la protesta interminable
De esa angustia que se llama hombre
Escucha el dolor milenario de los pechos de carne
Y la esperanza que renace de sus propias cenizas cada día.

También nosotros te escuchamos
Rumiando tantos astros atrapados en tus redes
Rumiando eternamente los siglos naufragados
También nosotros te escuchamos

Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor
Cuando tus gladiadores se baten entre sí

Cuando tu cólera hace estallar los meridianos
O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta
O bien cuando maldices a los hombres
O te haces el dormido
Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa.

Lloras sin saber por qué lloras
Y nosotros lloramos creyendo saber por qué lloramos
Sufres sufres como sufren los hombres
Que oiga rechinar tus dientes en la noche
Y te revuelques en tu lecho
Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos
Que los niños apedreen tus ventanas
Que te arranquen el pelo
Tose tose revienta en sangre tus pulmones
Que tus resortes enmohezcan
Y te veas pisoteado como césped de tumba

Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas
Tengo miedo de tus venganzas
Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche
Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar
Olvida los presagios funestos
Olvida la explosión de mis praderas
Yo te tiendo las manos como flores
Hagamos las paces te digo
Tú eres el más poderoso
Que yo estreche tus manos en las mías
Y sea la paz entre nosotros

Junto a mi corazón te siento
Cuando oigo el gemir de tus violines
Cuando estás ahí tendido como el llanto de un niño
Cuando estás pensativo frente al cielo
Cuando estás dolorido en tus almohadas
Cuando te siento llorar detrás de mi ventana
Cuando lloramos sin razón como tú lloras

He aquí el mar
El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades
Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres
Esas barcas que pescan a la orilla del cielo
Esos peces que escuchan cada rayo de luz
Esas algas con sueños seculares
Y esa ola que canta mejor que las otras

He aquí el mar
El mar que se estira y se aferra a sus orillas
El mar que envuelve las estrellas en sus olas
El mar con su piel martirizada
Y los sobresaltos de sus venas
Con sus días de paz y sus noches de histeria

Y al otro lado qué hay al otro lado
Qué escondes mar al otro lado
El comienzo de la vida largo como una serpiente
O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo
Y más alta que todos los montes
Qué hay al otro lado
La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo
O el torbellino eterno de pétalos tronchados

He ahí el mar
El mar abierto de par en par
He ahí el mar quebrado de repente
Para que el ojo vea el comienzo del mundo
He ahí el mar
De una ola a la otra hay el tiempo de la vida
De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte

MANIFIESTO
La Poesía
Os diré qué entiendo por poema creado. Es un poema en el que cada parte constitutiva, y todo el conjunto, muestra un hecho nuevo, independiente del mundo externo, desligado de cualquiera otra realidad que no sea la propia, pues toma su puesto en el mundo como un fenómeno singular, aparte y distinto de los demás fenómenos […] Nada se le parece en el mundo externo; hace real lo que no existe, es decir, se hace realidad a sí mismo. Crea lo maravilloso y le da vida propia. Crea situaciones extraordinarias que jamás podrán existir en el mundo objetivo, por lo que habrán de existir en el poema para que existan en alguna parte. Cuando escribo: “El pájaro anida en el arco iris”, os presento un hecho nuevo, algo que jamás habéis visto, que jamás veréis, y que sin embargo os gustaría mucho ver. Un poeta debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él.
Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa. Uno es el lenguaje objetivo que sirve para nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad de inventario; el otro rompe esa norma convencional y en él las palabras pierden su representación estricta para adquirir otra más profunda y como rodeada de un aura luminosa que debe elevar al lector del plano habitual y envolverlo en una atmósfera encantada.

En todas las cosas hay una palabra interna, una palabra latente y que está debajo de la palabra que las designa. Esa es la palabra que debe descubrir el poeta.
La poesía es el vocablo virgen de todo prejuicio; el verbo creado y creador, la palabra recién nacida. Ella se desarrolla en el alba primera del mundo. Su precisión no consiste en denominar las cosas, sino en no alejarse del alba.

Su vocabulario es infinito porque ella no cree en la certeza de todas sus posibles combinaciones. Y su rol es convertir las probabilidades en certeza. Su valor está marcado por la distancia que va de lo que vemos a lo que imaginamos. Para ella no hay pasado ni futuro.

El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir. Yo tengo derecho a querer ver una flor que anda o un rebaño de ovejas atravesando el arco iris, y el que quiera negarme este derecho o limitar el campo de mis visiones debe ser considerado un simple inepto.

El poeta hace cambiar de vida a las cosas de la Naturaleza, saca con su red todo aquello que se mueve en el caos de lo innombrado, tiende hilos eléctricos entre las palabras y alumbra de repente rincones desconocidos, y todo ese mundo estalla en fantasmas inesperados.

El valor del lenguaje de la poesía está en razón directa de su alejamiento del lenguaje que se habla. Esto es lo que el vulgo no puede comprender porque no quiere aceptar que el poeta trate de expresar sólo lo inexpresable. Lo otro queda para los vecinos de la ciudad. El lector corriente no se da cuenta de que el mundo rebasa fuera del valor de las palabras, que queda siempre un más allá de la vista humana, un campo inmenso lejos de las fórmulas del tráfico diario.
La Poesía es un desafío a la Razón, el único desafío que la razón puede aceptar, pues una crea su realidad en el mundo que ES y la otra en el que ESTÁ SIENDO.
La Poesía está antes del principio del hombre y después del fin del hombre. Ella es el lenguaje del Paraíso y el lenguaje del Juicio Final, ella ordeña las ubres de la eternidad, ella es intangible como el tabú del cielo.
La Poesía es el lenguaje de la Creación (MEMRA). Por eso sólo los que llevan el recuerdo de aquel tiempo, sólo los que no han olvidado los vagidos del parto universal ni los acentos del mundo en su formación, son poetas. Las células del poeta están amasadas en el primer dolor y guardan el ritmo del primer espasmo. En la garganta del poeta el universo busca su voz, una voz inmortal.

El poeta representa el drama angustioso que se realiza entre el mundo y el cerebro humano, entre el mundo y su representación. El que no haya sentido el drama que se juega entre la cosa y la palabra, no podrá comprenderme.

El poeta conoce el eco de los llamados de las cosas a las palabras, ve los lazos sutiles que se tienden las cosas entre sí, oye las voces secretas que se lanzan unas a otras palabras separadas por distancias inconmensurables. Hace darse la mano a vocablos enemigos desde el principio del mundo, los agrupa y los obliga a marchar en su rebaño por rebeldes que sean, descubre las alusiones más misteriosas del verbo y las condensa en un plano superior, las entreteje en su discurso, en donde lo arbitrario pasa a tomar un rol encantatorio. Allí todo cobra nueva fuerza y así puede penetrar en la carne y dar fiebre al alma. Allí coge ese temblor ardiente de la palabra interna que abre el cerebro del lector y le da alas y lo transporta a un plano superior, lo eleva de rango. Entonces se apoderan del alma la fascinación misteriosa y la tremenda majestad.

Las palabras tienen un genio recóndito, un pasado mágico que sólo el poeta sabe descubrir, porque él siempre vuelve a la fuente.
El lenguaje se convierte en un ceremonial de conjuro y se presenta en la luminosidad de su desnudez inicial ajena a todo vestuario convencional fijado de antemano.

Toda poesía válida tiende al último límite de la imaginación. Y no sólo de la imaginación, sino del espíritu mismo, porque la poesía no es otra cosa que el último horizonte, que es, a su vez, la arista en donde los extremos se tocan, en donde no hay contradicción ni duda. Al llegar a ese lindero final el encadenamiento habitual de los fenómenos rompe su lógica, y al otro lado, en donde empiezan las tierras del poeta, la cadena se rehace en una lógica nueva.

El poeta os tiende la mano para conduciros más allá del último horizonte, más arriba de la punta de la pirámide, en ese campo que se extiende más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la materia.

Allí ha plantado el árbol de sus ojos y desde allí contempla el mundo, desde allí os habla y os descubre los secretos del mundo.
Hay en su garganta un incendio inextinguible.
Hay además ese balanceo de mar entre dos estrellas.
Y hay ese Fiat Lux que lleva clavado en su lengua.

jueves, 6 de enero de 2022

POESÍAS DEL ZULIANO RAFAEL MARÍA BARALT, EL PRIMER HISPANOAMERICANO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA


Adiós a la Patria

Tierra del Sol amada,
Donde inundado de su luz fecunda,
En hora malhadada
Y con la faz airada
Me vio el lago nacer que te circunda.

Campo alegre y ameno,
De mi primer amor fácil testigo,
Cuando virgen, sereno,
De traiciones ajeno,
Era mi amor de la esperanza amigo,

Adiós, adiós te queda.
Ya tu mar no veré cuando amorosa
Mansa te ciñe y leda,
Como joyante seda
Talle opulento de mujer hermosa.

Ni tu cielo esplendente
De purísimo azul y oro vestido,
Do sospecha la mente
Si en mar de luz candente
La gran mole de sol se ha convertido.

Ni tus campos herbosos,
Do en perfumado ambiente me embriagaba,
Y en juegos amorosos,
De nardos olorosos
La frente de mi madre coronaba
Ni la altiva palmera,

Cuando en tus apartados horizontes
Con majestad severa
Sacude su cimera,
Gigante de la selva y los montes.
Ni tus montes erguidos
Que en impío reto hasta los cielos subes,

En vano combatidos
Del rayo, y circuidos
De canas nieves y sulfúreas nubes.
Adiós. El dulce acento
De tus hijas hermosas: la armonía
Y suave concento
De la mar y el viento,
Que el eco de tus bosques repetía;

De la fuente el ruido,
Del hilo de agua el plácido murmullo,
Muy más grato a mi oído
Que en su cuna mecido
Es grato al niño el maternal arrullo;

Y el mugido horroroso
Del huracán, cuando a los pies postrado
Del ande poderoso,
Se detiene sañoso
Y a la mar de Colón revuelve airado;

Y del cóndor el vuelo,
Cuando desde las nubes señorea
Tu frutecido suelo,
Y en el campo del cielo
Con los rayos de sol se colorea;

Y de mi dulce hermano,
Y de mi tierra hermana las caricias,
Y las que vuestra mano
En el albor temprano
De mi vida sembró, gratas delicias,

¡O h madre, oh padre mío!
Y aquella en que pedisteis, mansión santa,
Con alborozo pío
El celestial roció
Para mi débil niño, frágil planta

Y tantos, aymé, tanto, Marcan a mis quebrantos
Breve tregua tal vez con mi memoria;
Presentes a la mía
En el vasto palacio o la cabaña,
Hasta el postrero día
Será mi compañía,
Consuelo y solo amor en tierra extraña.

Puedas grande y dichosa
Subir, ¡oh patria!, del saber al templo,
Y en carrera gloriosa
Al orbe, majestosa,
Dar de valor y de virtud ejemplo

Yo a los cielos en tanto
Mi oración llevaré por ti devota,
Como eleva su llanto
El esclavo, y su canto,
Por la patria perdida, en triste nota

Duélete de mi suerte;
No maldigas mi nombre, no me olvides;
Que aun cercano a la muerte
Pediré con voz fuerte
Victoria a Dios en tus fatales lides.

¡Dichoso yo si un día
A ti me vuelve compasivo el cielo;
Dulce muerte me envía,
Y me da, patria mía,
Digno sepulcro en tu sagrado suelo.

Lejos de mi lar

La historia brillo en su pluma
Fraguada debajo del lago
Su tierra preñada en halagos
Le dio la luz a la bruma

Un sol para el universo
Y una luna que lo circunda
En su cálida tierra fecunda
La belleza de sus versos

Arraigada en la costumbre
De un pueblo verdadero
Con palmeras y luceros
Que abrazan las bellas cumbres

Ser escritor no fue suficiente
Ni ingeniero extraordinario
Plasmo en el diccionario
La luz del sueño naciente

Tu nombre no está en el olvido
Ni en un epitafio en la hiedra
En las aguas sobre las piedras
Donde un águila cuida su nido

Está en el corazón de la gente
En el pueblo venezolano
En el gentilicio zuliano
Cuando llego y cruzo mi puente

Tu presencia sigue en la región
En tu teatro, en el liceo
En la cordillera, en Timoteo
Y en la plaza frente al malecón.

El último adiós a la patria
Y En las entrañas de la poesía
Con tu clara sabiduría
Iluminaste la tierra mía

A ti no te hemos olvidado
Rafael María Baralt
Cuando estoy lejos de mi lar
Tú siempre estas a mi lado

Al sol

Mares de luz, ¡oh sol!, en la alta esfera
derrama triunfador tu carro de oro
y la vencida luna con desdoro
su antorcha apaga ante su inmensa hoguera.

Y el águila de rayos altanera
hasta el cielo a buscar va su tesoro;
y esparce al viento su cantar sonoro
del umbroso pensil ave parlera.

Y la tierra y el mar y el claro cielo
penetrados por ti hierven de amores
cual de su esposo al fecundante anhelo.

¿Quién la lumbre te da? ¿Quién los ardores?
El ser a quien tu luz, que nos asombra,
es fuego sin calor, es mancha, es sombra.

El mar

Te admiro, ¡oh mar!, si la movible arena
besas rendida al pie de tu muralla,
o si bramas furioso cuando estalla
la ronca tempestad que al mundo atruena.

¡Cuán majestuosa y grande si serena!
¡Cuán terrible si agitas en batalla,
pugnando por romper la eterna valla,
con cólera de esclavo tu cadena!

Tienes, mar, como el cielo, tempestades;
de mundos escogidos, prodigiosa
suma infinita que tu mole oprime.

Y son tu abismo y vastas soledades,
como imagen de Dios, la más grandiosa;
como hechura de Dios, la más sublime.


Maracaibo, La Tierra Del Sol Amada


Rafael María Baralt
Académico de número
Maracaibo (Venezuela), 
1810-Madrid, 1860

letra R

TOMA DE POSESIÓN
27 de noviembre de 1853

FALLECIMIENTO
4 de enero de 1860

El 27 de noviembre de 1853 ocupaba su asiento en la RAE el primer miembro americano de la institución, el periodista y poeta venezolano Rafael María Baralt, que dedicó su discurso de ingreso a su antecesor en la silla, Don Juan Donoso Cortés, marqués de Valdegamas, sus obras y su estilo; y consideraciones sobre «los que so color de ilustrar y enriquecer el habla miserablemente la profanan y empobrecen»: «Mi veneración á la Academia Española data de los primeros años de mi existencia, y vive unida en mí á los recuerdos de aquella edad en que el ánimo y la inteligencia reciben, á modo de tierra vírgen, la semilla de los afectos que difícilmente se borran, de las pasiones que tarde se apagan, y de las ideas que jamás se olvidan» (p. 5). El académico Joaquín Francisco Pacheco fue el encargado de darle la bienvenida a la casa de las palabras.

Nacido en Maracaibo (Venezuela) el 3 de julio de 1810, Baralt vivió en América hasta 1841. De raíces españolas por parte de abuelo paterno, la infancia de Baralt transcurrió en la República Dominicana. En 1823 regresó a Venezuela, se alistó en el ejército y participó en la batalla de Maracaibo. Tras estudiar Latín y Filosofía en Bogotá, volvió a Venezuela, donde fue nombrado oficial la oficina de correos del departamento de Zulia, oficial del Estado Mayor (1830) y secretario del general Santiago Mariño, a quien acompañó en la Revolución de 1835. En Caracas, Baralt formó parte de la vida intelectual y cultural de la ciudad; participó en la Sociedad Económica de Amigos del País y colaboró en distintas revistas y periódicos, como "El Correo de Caracas", donde publicó artículos costumbristas.

En 1841 se trasladó a París con el fin de elaborar y publicar la obra Resumen de la Historia de Venezuela, y a su regreso a Venezuela le fueron encomendados otros proyectos que le llevaron de a Londres y a Sevilla. En 1846 llegó a Madrid, donde pronto se convirtió en uno de los periodistas políticos más destacados de su tiempo; comenzó a colaborar en El Tiempo, donde publicó su "Oda a España" (1846), y se incorporó después en "El Espectador" y en "El Siglo", donde publicó una serie de artículos sobre la libertad de imprenta que hicieron que fuera detenido y encarcelado. En 1849 Baralt obtuvo el primer premio del Liceo de Madrid por su Oda a Cristóbal Colón, y en 1852 fue nombrado vocal de la Junta consultiva de teatros del Reino. Después fue director de la "Gaceta de Madrid" y de la Imprenta Nacional, y fue nombrado comendador de la Real Orden de Carlos III.

Pero la fama de Baralt se vio consolidada con la publicación del Diccionario Matriz de la lengua castellana (1850), del que solo se publicó el plan general, y, sobre todo, con la publicación del Diccionario de galicismos (1855), con prólogo del académico Hartzenbusch. A pesar de los errores de la obra, comentados por Juan Mir en su Prontuario de hispanismos y galicismos (1908), el Diccionario de galicismos aportó una valiosa información sobre un tema que preocupaba mucho en los círculos intelectuales de entonces, la rápida penetración del francés en los medios culturales. La labor filológica de Baralt fue exaltada por el gramático venezolano Andrés Bello y por el filólogo Milá y Fontanals.

Además de su faceta periodística y filológica, Baralt escribió numerosas odas y poemas, Oda a España (1846), Oda a Colón (1850), Odas a S. M. la Reina Doña Isabel II (1851), etc. Su obra completa fue editada por la Universidad de Zulia entre 1960 y 1970, coordinada por Pedro Grases, y sobre su personalidad es de imprescindible manejo el libro de Agustín Millares Carlo, Rafael María Baralt (1810-1860). Estudio biográfico, crítico y bibliográfico (1969).

Rafael María Baralt, el primer académico americano de la RAE, murió en Madrid el 4 de enero de 1860. En 1982 fue creada en su honor la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt en Cabimas, (Venezuela). El venezolano fue retratado, con guasa y en verso, en el libro Cabezas y calabazas (Salvador María Granés, 1880, p. 148):

«Cuando joven, era un crítico
ilustrado e indulgente:
hoy la edad le ha hecho gruñón
y, cuando critica, muerde».

La Real Academia Española, 1999, Alonso Zamora Vicente (pp. 203-204).

Discurso de ingreso de Rafael María Baralt en la RAE, 1853.

(...) Si el espíritu moderno tiene, como creo, un sentido exacto y susceptible de aplicación á la vida real, el problema que cada pueblo de por sí debe resolver consiste en apropiarse la civilización universal sin salir de su propio carácter y límites morales: más claro, en ser cosmopolita, sin dejar de ser indígena y patriota. Una lengua artificial aplicada á la literatura de todos los pueblos es, en efecto, una ilusión tan absurda y desvariada como la de una poesía general de convención. Poesía y lengua de tal especie contradicen la eterna ley que, sin menoscabo de la unidad del género humano, une con lazo indisoluble los idiomas y las razas á los climas y á la configuracion de los lugares: ni, á ser posible, darían otro resultado que el de destruir por siempre la energía intelectual de las naciones. De aquí la necesidad de contar con lo pasado para las reformas de lo presente; porque en política como en religión, en religión como en costumbres, en costumbres como en artes y literatura, la sociedad que se desjioja de las antiguas formas pierde su natural fisonomía, renuncia á su carácter, se priva de la más sólida garantía de independencia, y dificulta todo progreso fecundo y estable en la carrera de su civilización y vida nacional. Familia sin memorias ni recuerdos, borra sus fastos, mancilla sus blasones, y se entrega sin prevision ni recaudo á las azarosas experiencias de lo desconocido y contingente. La tradición, por el contrario, es nervio al par que nobleza de las naciones; porque, al modo que una fortaleza murada y guarnecida, mantiene el órden interior, conserva el legítimo dominio, é impide que poderes extraños, violentos é invasores penetren de sobresalto, y mano poderosa en el país.

Salvo que para ser útil entiendo yo que debe la tradición acoger en su seno de buen grado los verdaderos y sanos adelantamientos de la civilización humana; que el culto intolerante y fanático de lo pasado, encerrando el espíritu y la acción del pueblo en un círculo de ideas y de movimientos estrechísimo, termina siempre por envilecerle y degradarle. Lo pasado es la semilla, no el fruto del árbol de la ciencia: y como hasta ahora ninguna generación ha poseído la verdad, el trabajo del hombre es inquirirla, con el sudor de su frente, y bajo la dirección de la Providencia, en el trascurso de los siglos. Detenerse en el camino, tanto vale como negarse á llevar la carga impuesta por Dios á nuestra vida, en la cual nada se alcanza sin dolor, esfuerzo ni pelea.
La sensata tradición que nada legítimo excluye: la tradición liberal y generosa que únicamente rechaza lo que perturba y desconcierta: la tradición que liga con cadenas de oro y flores lo pasado á lo presente, y lo presente á lo porvenir: en suma, la tradición civilizadora y expansiva, y por lo tanto cristiana, es la sola que este docto Cuerpo está encargado de conservar. 
¡Objeto nobilísimo de su instituto que satisface una necesidad real y durable de la nación; y explica cómo, de cada vez más amada y respetada, ha podido subsistir y prosperar la ACADEMIA ESPAÑOLA. A en medio de las ruinas con que, desde su creación hasta el día, han sembrado la tierra en derredor de su recinto venerando la injuria de los tiempos y la venenosa acritud de las pasiones! (...)


RAFAEL MARÍA BARALT- COMPIL... by Yanka


jueves, 16 de septiembre de 2021

EL RÍO Y EL MAR por KHALIL GIBRAN


EL RÍO Y EL MAR
Khalil Gibran

«Dicen que antes de entrar en el mar, EL RÍO tiembla de miedo… mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y ve hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano»

VER+:


LA SABIDURÍA

Yo Soy como un canal salido de un río,
como un arroyo que lleva al paraíso.
Dije: Voy a regar mi jardín,
voy a regar mis flores.
Mi canal se convirtió en río
y el río en mar.

Haré brillar como la aurora la instrucción,
llevaré su luz lo más lejos que pueda.
Derramaré la enseñanza como la profecía
y la transmitiré a las generaciones futuras.
Miren: No he trabajado para mí sólo,
sino para todos los que buscan la Sabiduría.

Eclo 24, 40-47 

COMO UN RÍO
Como un río que me invade mansamente. 
Que penetro, deslumbrado. 
Como un río que me arrastra, 
poderoso, en su corriente mientras abro, 
libremente, el curso es mío. 

Como un río que respeta mis orillas. 
Con el cielo todo entero en su regazo. 
Que yo sigo, por las noches, 
de rodillas y circundo, 
bajo el sol, con un abrazo. 

Como un río que me acuna, que me sacia. 
Que yo invento con las aguas de Su gracia. 
Como un río ya llegado y por llegar.
Donde muere el día y nace el día nuevo. 
Como un río que me lleva y que yo llevo. 
Como un río que se sabe río y mar. 

Pedro Casaldáliga


martes, 14 de septiembre de 2021

POEMA "MAR AMARILLO" EN HONOR A LA VIRGEN DE LA CANDELARIOA DE PUNTA CARDÓN, PARAGUANÁ, VENEZUELA por GUILLERMO DE LEÓN CALLES


MAR AMARILLO

Dicen, menos los que todavía duermen en la orilla del mar,
que ese mar se puso amarillo, el febrero en que la Candelaria, 
se llenó de tantos fuegos que decidió 
lanzarse con manto y todo, a aquella convención de azules. 

La Virgen que había quemado su mirada 
entre los velones de la noche venteada, 
comenzó a enjuagarse el cuerpo completo y, 
las lenguas de las llamas fueron tostando 
la piel del mar de los jureles. 

Nunca más la Candelaria volvió a sumergirse en el mar;
 vuelven a decirlo, ni siquiera cuando los pescadores
 le pusieron flores de cayena reseca, en sus pies navegantes, 
ni cuando se convertía en lancha multiplicada 
para recibir el repicar de las olas
 y la veneración de las atarrayas frente a su cielo. 

El mar amarillo, cuentan otros custodios
 de los atardeceres de Punta Cardón, 
se puso así porque el sol molió su despertar 
y aquel día, los antiguos altares se refugiaron 
en sus brazos para que no se los llevaran, 
los huracanes de voces oscuras. 

El único que dice, que el mar se puso amarillo, 
cuando la corona de la Candelaria 
descendió de los cielos, es Faustino. 
Faustino es un caminante que no detiene sus pasos, 
sino en el instante en que los arrullos del viento 
empiezan a silbarlo y a llamarlo por su nombre. 

Él carga una camisa remendada por el tiempo 
y unos pies calzados por lo interminable de la fatiga. 
Ahora lo comenta Elodia* frente al vaivén de las lisas:
"Es la Candelaria la que se llenó de amarillos 
porque el amanecer le construyó un altar, igualito al de Dios".

Una semidiosa griega de la cual 
se dice que el mismo Zeus estaba enamorado.

Texto poético, escrito y narrado por el Periodista Guillermo de León Calles 
en honor a la Virgen de la Candelaria de Punta Cardón, Paraguaná, Venezuela

GAITA "PARAGUANA"


AÑORANZA GAITERA 2022 
"PARAGUANA" 
Letra y Musica: Dicson Añez y Luis Benitez 
Solista: Elys Padilla 
Coros: Elys Padilla, Juan Leon, Adolfo Ochoa y Alfonso Marin

MI TIERRA ES UN DULCE ABRAZO 
CON AROMA DE AMISTAD.
UNA PINTURA CON TRAZOS DE UNA NIÑEZ ESPECIAL.
MANTENGO DESDE PEQUEÑO, EL AMOR QUE SE PERCIBE,
DE QUIEN LUCHA POR SUS SUEÑOS 
FRENTE A NUESTRO MAR CARIBE.

Y TENGO LA DICHA, PARAGUANÁ , 
DE DECIRLE AL MUNDO DE DONDE SOY, 
DE GRITAR MI ORGULLO PENINSULAR 
EN CUALQUIER TERRUÑO POR DONDE VOY.
Y ES QUE DIOS ME DIÓ LA SUERTE DE NACER VENEZOLANO, 
LA ALEGRÍA DE SABERME UN TREMENDO FALCONIANO. (2)

EN EL ANDAR DE LA VIDA, HE RECORRIDO CAMINOS, 
PERO MI MENTE NO OLVIDA A LOS QUE ANDUVE CUANDO NIÑO. 
HAY MIL MOTIVOS DE ORGULLO ENTRE VERSOS 
DE UN TE QUIERO QUE ME HACEN SIEMPRE TUYO, 
MI SUELO PARAGUANERO.

Y TENGO LA DICHA, PARAGUANÁ , 
DE DECIRLE AL MUNDO DE DONDE SOY, 
DE GRITAR MI ORGULLO PENINSULAR 
EN CUALQUIER TERRUÑO POR DONDE VOY.
Y ES QUE DIOS ME DIÓ LA SUERTE DE NACER VENEZOLANO, 
LA ALEGRÍA DE SABERME UN TREMENDO FALCONIANO. (2)

BAJO EL AZUL DE TU CIELO, LA MAÑANA ES MÁS BONITA,
EL SOL VA QUITANDO EL VELO  SOBRE TU AURORA BENDITA.
EL PESCADOR VA AL ENCUENTRO DE UN GLORIOSO AMANECER,
ATRAPANDO AQUEL MOMENTO CON LAS REDES DEL QUERER.

Y TENGO LA DICHA, PARAGUANÁ , 
DE DECIRLE AL MUNDO DE DONDE SOY, 
DE GRITAR MI ORGULLO PENINSULAR 
EN CUALQUIER TERRUÑO POR DONDE VOY.
Y ES QUE DIOS ME DIÓ LA SUERTE DE NACER VENEZOLANO, 
LA ALEGRÍA DE SABERME UN TREMENDO FALCONIANO. (2)