EL Rincón de Yanka: LIBRO "ROMA SIN PAPA": CRÓNICAS VATICANAS DE FINALES DEL SIGLO XX por GUIDO MORSELLI

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viernes, 2 de febrero de 2024

LIBRO "ROMA SIN PAPA": CRÓNICAS VATICANAS DE FINALES DEL SIGLO XX por GUIDO MORSELLI


Roma sin Papa
Crónicas romanas de finales del siglo veinte

Con Roma sin Papa la editorial italiana Adelphi inició con excelente acogida la publicación de las novelas póstumas de Guido Morselli, después de su suicidio. En vida no consiguió ver publicada ninguna de ellas, lo que constituyó un increíble y enigmático caso literario, que analiza en su prólogo el prestigioso novelista y ensayista Giuseppe Pontiggia.

Esta novela se desarrolla en la Roma de fines del siglo XX, una ciudad ampliamente desordenada y caótica en la que sólo un hecho esencial parece haber cambiado con respecto a la Roma de nuestros días: el sigiloso abandono del Vaticano, donde ya no mora el Papa, Juan XXIV —un irlandés de mediana edad, que, según se dice, es novio de una teósofa de Bengalore—, el cual ha trasladado la Sede Apostólica a una anodina Residencia, que recuerda a un complejo de moteles, en Zaragolo. Así, esta «Roma sin Papa» se muestra a un discreto y perspicaz sacerdote suizo —que ha vuelto allí tras años de ausencia, para ser recibido en audiencia por Juan XXIV— como una ciudad ofendida ante el ultraje cometido por el Papa contra el turismo (ahora principal actividad del país), una ciudad apoltronada y crepuscular y que, sin embargo, continúa albergando, aunque con la consabida indiferencia, un infatigable cotorreo teológico. En los antros climatizados de la Universidad Gregoriana, en los amplios refectorios de luces difusas, en modestas casas de párrocos, en simposios de pomposa incongruencia proliferan y se encabalgan las teologías más que nunca, y las nuevas tesis son propaladas por sacerdotes que hablan una lengua mixta entre el romanesco y el slang americano. Desde la «socialidaridad» al policentrismo más desenfrenado, desde la auspiciada introducción del totemismo en la práctica religiosa hasta los proyectos de rígida restauración, todo puede ser invocado y execrado en este clima de perfecta confusión de lenguas, donde el protagonista se desenvuelve con torpeza y una mal disimulada amargura, hasta que su perplejidad alcanza su cenit —y a la par experimenta una especie de liberación— durante la visita a la Residencia del Papa, un ser dulce y algo apagado que cría serpientes, ama el silencio y vive en su umbría, evasiva soledad.

La agudez irónica de esta vicisitud, la seguridad con la que Morselli recorre los laberintos de las doctrinas, reales e imaginarias, de la Iglesia, los magistrales retratos de eclesiásticos de alto y bajo rango, hacen de este libro una logradísima novela de «anticipación teológica», en la que las ideas perfilan tanto lo concreto como lo grotesco de los personajes y donde, a cada paso, se siente cómo una mirada penetrante va posándose en un futuro con el que nos encontramos cada día.
«La primera tentación es decir que ha aparecido también un Gatopardo del Norte...» (Giulio Nascimbene. Corriere della Sera).
«Este libro es muy bello, muy infrecuente en su calidad de novela actual y profética.» (Vittorio Gorresio, La Stampa)
«Un satírico nato, de aquellos que saben plantear un libro, y no sólo un breve sketch, según una óptica deformante, sí, pero capaz de hacerte ver aún más claro el objeto deformado.» (Italo Chiusano, Il Globo)
«Confieso haber leído pocas npvelas que confirmen como ésta su actualidad y "profeticidad"...» (Antonio Porta, Il Giorno).
Guido Morselli (1912-1973), hombre de vastísima cultura, se suicidó habiendo publicado tan sólo un par de ensayos en los años 40, dejando inéditas una extensa serie de novelas, obras de teatro y ensayos literarios y filosóficos.
Guido Morselli nació en 1912 y se suicidó en 1973 sin haber visto publicadas ninguna de sus novelas, que vieron la luz póstumamente y le configuraron «post mortem» como un gran fenómeno literario italiano.
En otoño del 74 se publicó su primera novela póstuma, Roma sin Papa, a la que siguieron Contrapasado próximo, Divertimento 1889, El comunista, etc. La crítica lo consideró de inmediato como uno de los escritores más importantes, singulares y refinados de la última literatura italiana, y la imposibilidad de publicar en vida sus obras (que fueron repetidamente rechazadas por importantes editoriales) lo consagró como el más increíble y enigmático «caso literario» de su país.


ROMA SIN PAPA

He disfrutado mucho releyendo en estos días Roma sin papa, una admirable sátira futurista escrita por Guido Morselli (1912-1973) que prueba a imaginarse una Iglesia futura que, entre otras novedades, ha admitido ciertas aperturas a la anticoncepción y a los matrimonios ‘monosexuales’ y empezado a ordenar diaconisas (que, por supuesto, se dedican a coquetear con los presbíteros). El Papa de la novela, Juan XXIV, es un hombre desvaído y dulce que se ha enamorado de una «teósofa y misionera del budismo zen» bengalí, tomando luego la decisión de abandonar Roma e instalarse en Zagarolo, a cuarenta kilómetros de la capital.
Juan XXIV ha aceptado que «los caminos del Progreso coinciden con los de la Providencia»; y la Iglesia ha decidido, en volandas del ecumenismo, «declarar la guerra» al ornato y abandonar el culto a los santos, para «disminuir las diferencias entre las diversas confesiones cristianas». Un personaje de la novela reflexiona entonces: «Los católicos no entienden que protestantizándose pierden su encanto ante los protestantes».

Además, la Iglesia imaginada por Morselli se afana por fusionar la teología católica y el psicoanálisis, hasta desembocar en un nuevo feminismo que considera a todas las mujeres inmaculadas, con la condición de privarlas de alma: «La mujer -nos explica un teólogo- no tiene superyó, ‘ergo’ no tiene alma, ‘ergo’ Nuestra Señora, que es mujer, no es susceptible de pecar. Como ninguna otra mujer. Su impecabilidad está garantizada (aunque por defecto) sin necesidad de dogmas. El pecado es una lacra de los hombres». Pero, a la vez que privan a las mujeres de alma para hacerlas inmaculadas, los teólogos progresistas de Juan XXIV asignan alma a los animales, que así pueden disfrutar de la vida eterna en compañía de sus amos. «Estos entusiasmos por las bestias no son autóctonos de los pueblos del Mediterráneo -protesta un personaje de la novela-. Casualmente, desde que han abolido las corridas, España ha dejado de ser el baluarte de la ortodoxia católica».

Morselli dedica varios comentarios mordaces a España, donde ha triunfado una forma de laicismo furioso que se denomina ‘progresismo ibérico’ que, además de abolir las corridas de toros, produce sacerdotes ateos que afirman que «Dios es subjetividad» y consideran que «la fe se resuelve en psicología, o psicopatía, es un caso particular de la casuística estudiada por Charcot o Freud». La plaza de San Pedro se ha convertido en una suerte de Hyde Park Corner donde diversos oradores espontáneos defienden que la figura de Dios es incompatible con la democracia: «Es necesario cambiar la relación entre Dios y el hombre, reconocer que entre Dios y nosotros los deberes son recíprocos».

Roma sin papa resulta una de las fantasías papales más agudas jamás escritas, así como una magistral caricatura de una Iglesia rendida ante el progresismo.
Cuando acabé de leer la genial novela de Morselli, Yolandísima aseguraba en la tele que su encuentro con Francisco había sido «muy emocionante».