EL Rincón de Yanka: "LA VIDA CRISTIANA ES CUARESMAL": ÉXODO, DESIERTO Y LUCHA HACIA LA PASCUA REDENTORA

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sábado, 27 de marzo de 2021

"LA VIDA CRISTIANA ES CUARESMAL": ÉXODO, DESIERTO Y LUCHA HACIA LA PASCUA REDENTORA

LA VIDA ES CUARESMA
En cierto sentido, toda la vida es Cuaresma. Siempre es Cuaresma. Porque en todo tiempo hay que prepararse para la Pascua de Resurrección.
Nuestra vida, la de todo ser humano, camina hacia una finalización, hacia la plenitud de la vida en el encuentro definitivo y total con Dios. Por todo esto la Cuaresma no es tiempo de tristeza, ya que en él somos salvados en el Amor de Dios y, consecuentemente, es tiempo de alegría.
Perder este tiempo es perder la oportunidad de estar en la verdad. Para ganarlo es preciso una disposición interior, una acogida de este tiempo de gracia. Es necesario desplazarse a un lugar que es el desierto. Y es necesario retomar, de una manera distinta a como lo estamos haciendo, el camino de la vida.

“Para el monje (o cristiano)
 toda la vida es Cuaresma”. 
san Benito

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio."

"El paso del Jordán al desierto, plantea la articulación de movimientos mesiánicos proféticos que tienen en esos lugares, sus fuentes de inspiración y de organización. La confrontación con Satanás, como principio cósmico del mal que Marcos lo vincula con la enfermedad, la marginación y la muerte de los pobres, será para Jesús la definición de su vida por la ruta del reino de Dios. El desierto deja de ser lugar de prueba y penitencia según la tradición judía, para convertirse en lugar de aprendizaje definitivo en la confrontación y el desequilibrio. El Espíritu de Dios lleva a Jesús hasta la memoria fundacional de Israel, donde, venciendo a Satán, la vida se torna en fidelidad hacia Dios y hacia lo humano.

El simbolismo de los “cuarenta” tiene que ver con el trauma del nuevo nacimiento. Los poderes de la historia se hallan enfrentados: Jesús como principio de la humanidad liberada desde Dios, y Satanás, que es signo y causa de la muerte en el mundo. Nos hallamos frente al relato de un nuevo origen. Marcos re-escribe la historia, llevándonos del agua del bautismo a la re-construcción de la humanidad, para decirnos que Jesús está ahí apostando por una opción de vida, dignidad y felicidad humana. Pero Jesús no asume el combate solitario. Está junto con los animales y los ángeles como evocando un nuevo paraíso. El servicio angélico comunica esperanza y porta salvación. Al retomar el “paraíso” para re-iniciar el camino de lo humano, Jesús cuenta con fuerzas naturales y angelicales (la tierra y el cielo) favorables. Jesús se encuentra entre la tentación satánica y el servicio angélico. 

Es el dilema que permanentemente enfrentaremos. Marcos ha evocado estos poderes como en un espejo para que podamos mirarnos en ellos. Nos ha dicho lo que es tentar y servir, nos ha arraigado en la “historia original”. Ya en la historia concreta esos actores sobrenaturales desaparecen y es cuando Jesús nos enseña a servir, sirviendo a su comunidad discipular.
Obviamente, los cuarenta días del desierto no desaparecen. Duran todo el evangelio, toda la vida. Son paradigma de la contradicción y el desequilibrio que permanentemente atraviesan la historia. En la trama de la vida humana se ha venido a introducir y decidir la trama de pecado y esperanza de todos los vivientes (incluidos los animales, los ángeles y los diablos).

En definitiva, la liturgia nos presenta este evangelio del comienzo del ministerio de Jesús, por paralelo con el comienzo de la cuaresma. La Cuaresma es la vida humana..." (Koinonía)

Me despojo de mis vestidos (mis ambiciones)
me quito el reloj (mi horario)
me quito la pluma del bolsillo (mis planes)
dejo también mis llaves (mis pertenencias)
para estar solo contigo,
el único Dios Verdadero.

Y después de estar contigo…
me visto mi ropa
para andar por tus caminos.
Me pongo el reloj
para vivir al compás de tu tiempo.
Me pongo las gafas
para ver el mundo a tu modo,
vuelvo a tomar la pluma
para escribir tus pensamientos.
Y cojo mis llaves
para poder abrir tus puertas

(Graham Kings, en JM, nº552)