EL Rincón de Yanka: 👥 LAS CONFESIONES DE NAT TURNER: EL ESPARTACO NEGRO

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miércoles, 12 de septiembre de 2018

👥 LAS CONFESIONES DE NAT TURNER: EL ESPARTACO NEGRO

El Espartaco negro,
el líder que rebeló a los esclavos de EE.UU.


If We Must Die

BY CLAUDE MCKAY



If we must die, let it not be like hogs

Hunted and penned in an inglorious spot,
While round us bark the mad and hungry dogs,
Making their mock at our accursèd lot.
If we must die, O let us nobly die,
So that our precious blood may not be shed
In vain; then even the monsters we defy
Shall be constrained to honor us though dead!
O kinsmen! we must meet the common foe!
Though far outnumbered let us show us brave,
And for their thousand blows deal one death-blow!
What though before us lies the open grave?
Like men we’ll face the murderous, cowardly pack,
Pressed to the wall, dying, but fighting back!
Si debemos morir
POR CLAUDE MCKAY

Si debemos morir, que no sea como los cerdos
Cazado y encerrado en un lugar sin gloria,
Mientras a nuestro alrededor 
ladran los perros locos y hambrientos,
Haciendo su burla en nuestro lote accursèd.
Si debemos morir, déjanos morir noblemente,
Para que nuestra preciosa sangre no se derrame
En vano; entonces incluso los monstruos desafiamos
¡Estarán obligados a honrarnos aunque muertos!
¡Oh parientes! ¡debemos encontrarnos con el enemigo común!
Aunque superado en número, déjenos mostrarnos valientes,
Y por sus mil golpes, ¡da un golpe mortal!
¿Qué pasa ante nosotros yace la tumba abierta?
Al igual que los hombres, nos enfrentaremos 
a la manada asesina y cobarde
Presionado contra la pared, muriendo, ¡pero luchando!


El 'extraño fruto' colgado de los árboles al que cantó Billie Holiday en su inmortal himno sobre las ejecuciones de los esclavos del Sur tiene el espíritu de Nat Turner, el Espartaco que protagonizó en 1831 una rebelión contra los blancos y acabó en la soga. En este acontecimiento poco conocido de la historia de Estados Unidos se basó el escritor William Styron para escribir "Las confesiones de Nat Turner", novela que acaba de editar Capitán Swing.
Esta obra, galardonada con el Pulitzer en 1968, supuso la confirmación de la calidad literaria de Styron (1925-2006), coronado por escritores de la talla de Norman Mailer como el heredero más legítimo de Faulkner. La novela se edita poco antes del estreno en España de El nacimiento de una nación, película basada en el libro que viene de triunfar en el último festival de Sundance. El escándalo sexual de su director, Nate Parker, recién salido a la luz, la ha marginado de la carrera por los Oscar.

Parker copia intencionadamente el título del filme de D.W. Griffith, obra maestra del cine mudo, que un siglo después se mantiene como icono cultural entre los supremacistas blancos por tratar al Ku Klux Klan como si fuese un club de gente honorable. (Esta película muda (1921) arranca con la Guerra de Secesión, donde se muestra la visión de dos familias distintas, enfrentadas políticamente. Los Stoneman, partidarios de la Unión, y los Cameron, sudistas y fieles a la Confederación. El final de la cruel guerra no devuelve la calma a los espíritus, que siguen presentes. Tiempo después, el presidente Abraham Lincoln es asesinado en el Teatro Ford. La corrupción política se ceba en la sociedad estadounidense, la población negra se rebela y un grupo de personas fundan el Ku Klux Klan, como forma justiciera y vengadora. 'El nacimiento de una nación' es considerado uno de los hitos del cine mudo, así como una de las películas más famosas, y polémicas, de su época). La película de Parker es su respuesta negra.

La novela de Styron, a su vez, bebe del un documento redactado por el abogado de oficio Thomas R. Gray, que fue defensor de Turner en el juicio. Styron, sureño y blanco, se inspiró en este texto para profundizar con honestidad en una historia salvaje que sucedió en un condado de Virginia, a escasos kilómetros de donde él nació. Y recordar un hecho de su América que había sido silenciado.

Leer a Styron da una visión diferente del fenómeno de la esclavitud (hay que recordar que la población negra ha vivido en América más tiempo presa que libre) al habitual en la literatura. Ésta siempre se ha centrado en la crueldad del yugo (Doce años de esclavitud) o en el retrato simplista que muestra a los negros como bonachones mansos (La cabaña del tío Tom o Lo que el viento se llevó). El Turner de Styron es mucho más complejo. Un hombre que aprendió solo a leer y escribir. Aquel que durante unas horas pudo coger el látigo que tantas veces había sufrido.
Nat Turner nació el 2 de octubre de 1800 en la finca de Benjamin Turner, en Virginia. Se dice que su madre, nacida en Africa, odiaba la esclavitud con tanta pasión que cuando nació lo quería matar para que no creciera bajo ese yugo. Durante esos años, la lucha contra la esclavitud se estaba poniendo muy candente. Cinco días después del nacimiento de Nat Turner, se ejecutó al esclavo insurrecto Gabriel Posser. Posser, un herrero, juntó a centenares de esclavos el 30 de agosto de 1800, con la idea de incorporar a los indígenas catawba y a los blancos pobres y capturar Richmond, la capital del estado. Un chubasco causó serias inundaciones y precipitó su derrota.

Cuando Nat tenía 11 años, 500 esclavos se alzaron en la finca Andry de Luisiana. Marcharon de finca en finca, acumulando fuerzas, pero finalmente los derrotaron tropas federales.

Cuando Nat tenía 22 años, un negro libre, Denmark Vesey, organizó una conspiración para capturar Charleston, Carolina del Sur, la sexta ciudad del país. Miles de esclavos almacenaron armas, pero un soplón los delató. A Vesey y a 34 conspiradores los ahorcaron. Destruyeron las actas del proceso para que nadie supiera del incidente.
Para el año 1830, la tierra de Virginia estaba desgastada por el cultivo del tabaco. Las fincas se quebraron y los dueños se trasladaron a Georgia, Misisipí y Alabama para aprovechar las grandes extensiones de tierra recientemente arrebatadas a los creek, los cherokee y otros pueblos indígenas. A los esclavos de Virginia los mandaron a tumbar bosques y establecer nuevas plantaciones de algodón. Separaron a muchas familias y todo eso causó gran descontento.

"Oí un gran ruido en los cielos. El Espíritu Santo se me apareció y me dijo que la Serpiente andaba suelta, que Cristo había dejado el yugo de los pecados del hombre, y que yo debía asumirlo y combatir la Serpiente, porque se avecinaba la hora en que los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros". Descripción de Nat Turner de una visión que tuvo en 1828
Desde niño, Nat Turner demostró grandes capacidades. Aprendió a leer por su propia cuenta. Experimentó cómo hacer pólvora, papel y fundir en moldes de arena. Ya de niño, los esclavos le pedían ayuda para trazar planes secretos.
Nat creía que estaba llamado a una gran misión y quería prepararse. No fumaba ni tomaba ni tocaba el dinero; ayunaba y meditaba mucho. Tenía fama de ser un hombre espiritual, un factor que le ayudó a organizar a los esclavos.
En visiones vio que estaba llamado a dirigir a los esclavos en una guerra por la libertad. Creía que iba a recibir una señal para el momento de "aniquilar a mis enemigos con sus propias armas".

Nat quería evitar la traición que derrotó a Vesey. Sólo cuatro hombres -Henry Porter, Hark Travis, Nelson Williams y Samuel Francis- conformaban el núcleo de su grupo, pero ni a ellos les informó de todos los planes. Nat viajaba y predicaba; su grupo llegó a conocer a muchos esclavos de las pequeñas fincas de Southampton, donde cada una tenía tres o cuatro esclavos. Quería identificar a posibles reclutas y familiarizarse con los caminos; trazó mapas y planes en jeroglíficos (escritos a veces con su propia sangre) que los esclavistas nunca lograron descifrar.
El 13 de agosto de 1831, vio un puntito negro atravesar el Sol. Decidió que esa era la señal de la hora de luchar: "El sello se retiró de mis labios". Mandó reunir a sus compañeros de más confianza el domingo 21 de agosto cerca de Cabin Pond, en el distrito Cross Keys de Southampton.

El ataque relámpago

Ese día se reunieron seis hombres: los cuatro compañeros probados y dos reclutas nuevos. Comieron, tomaron aguardiente y esperaron. Al atardecer llegó Nat y empezaron a hablar francamente: ¿Podrían ganar? ¿Valía la pena? Nat platicó a fondo con uno de los reclutas. Will era alto y fornido, y tenía la espalda cicatrizada por latigazos; hacía poco vendieron a su esposa y estaba dispuesto a morir por la libertad.
El grupo tenía mucho optimismo y una gran resolución.
El general Nat describió su plan de asestar un golpe contundente esa noche: marchar a Jerusalén, la capital del condado, matar a todos los dueños de esclavos en el camino para sembrar el pánico y hacer huir a los demás, y no dejar sobrevivientes que pudieran dar la alarma ni información a las fuerzas armadas de los esclavistas. Pensaban acumular armas, provisiones y sobre todo nuevos combatientes en el camino; es decir, tenían confianza en que los esclavos de Virginia se unieran a ellos.

Los dueños de esclavos notaron que no hubo ningún incidente que prendió la mecha ni los alzados querían vengarse contra ningún dueño o capataz en especial. ¿Cómo pensaban escapar? ¿Huir al Norte? ¿Pensaban apoderarse de barcos en Norfolk? Para los esclavistas todo eso carecía de lógica y los periódicos sureños declararon que los insurrectos no eran más que una bola de asesinos fanáticos.
La realidad fue totalmente distinta: se trataba de un levantamiento revolucionario, bien pensado y planeado, un esfuerzo de los esclavos por liberarse, a través de una guerra de clases para derrocar a los esclavistas.
Nat Turner no buscaba escaparse. Había escapado una vez, y decidió regresar a la finca (para sorpresa de los demás esclavos) para poder seguir con su misión. Quería capturar los arsenales de Jerusalén y unir a todos los esclavos del condado a la lucha. En ese tiempo el 60% de la población de Southampton era negra. Se cree que pensaba retirarse a los pantanos y desde ahí librar una guerra de guerrillas.
Ese plan requería mucha osadía y una confianza incomovible en las masas de esclavos. Al igual que la mayoría de los estados sureños, Virginia estaba muy militarizado. Las milicias de los esclavistas contaban con 100.000 hombres; el ejército de Nat empezó con una hachuela y un hacha.
A las 10 de la noche, los rebeldes dejaron el escondite y entraron a la casa de Joseph Travis, el dueño de Nat Turner. Nat lo atacó con la hachuela y Will lo ultimó con el hacha. Confiscaron armas y caballos, y se fueron.

Su método era llegar de sorpresa, a todo galope, y matar a los dueños de esclavos. Luego explicaban los objetivos de la rebelión a los esclavos; en casi todas partes, se unieron a la lucha del general Nat. Iban acumulando más soldados, más caballos, mosquetes y perdigones, espadas y cualquier arma que encontraban. El ejército de esclavos fue descrito así en una carta: "Traían un estandarte con una cruz roja y un fondo blanco. Los pobres diablos tenían cachuchas rojas o una cinta roja en el sombrero".
En el transcurso de la madrugada, el grupo del general Nat creció precisamente como había planeado: de una docena de combatientes a 30, 60 y, tal vez, 80. Los dividió en dos grupos. A los más decididos, Will y 10 ó 15 más, los mandó adelante a caballo a matar a los dueños de esclavos en las fincas. Nat iba al final del segundo grupo; su tarea era llegar corriendo en cuanto se tomaba una finca, hablar con los nuevos reclutas acerca de la rebelión y planear la próxima operación.
Dos hechos demuestran la disciplina y conciencia de clase de los rebeldes. Primero, no abusaron de las mujeres. Segundo, aunque no tenían misericordia para los dueños de esclavos, perdonaron a una familia de blancos pobres; dijo Turner: "eran gente de abajo igual que nosotros".
La batalla

Al amanecer, se descubrieron los cadáveres y se sembró el pánico. Los dueños abandonaron las fincas, muchas veces en manos de sus esclavos. Empezaron a organizar grupos armados. Los esclavos insurrectos se acercaban a Jerusalén, decididos a capturar el arsenal.
El lunes por la tarde Nat mandó combatientes a la finca Parker para buscar reclutas antes de avanzar a Jerusalén, que estaba a solo 5 kilómetros. La retaguardia estaba vigilando la puerta cuando un grupo de 18 blancos abrió fuego. En ese momento decisivo, Nat llegó con la fuerza principal de su ejército, atacó y dispersó a los blancos, pero al perseguirlos, se topó con la milicia. Nat logró aglutinar a 20 combatientes, pero los demás fueron dispersados en un feroz enfrentamiento. Sabía que era imposible tomar Jerusalén sin reagruparse y recorrió el campo buscando a los demás.
Esa noche 20 nuevos reclutas encontraron a Nat en la finca del comandante Ridley. (No se sabe cuántos más lo buscaban.) Ahora eran 40 combatientes. Sin embargo, habían perdido la iniciativa y la ventaja de la sorpresa. Grandes destacamentos de las fuerzas armadas estaban llegando a Jerusalén y tres compañías federales avanzaban desde Fort Monroe. Ya era imposible capturar la ciudad.
En la mañana, hubo varias escaramuzas. Las fuerzas de Nat pelearon con gran valor pero estaban agotadas. Las municiones se les acabaron y empezaron a cargar sus armas con gravilla. Se enfrentaron a más de cien hombres armados en la última batalla. Murió Will, pero dicen que mató a tres blancos antes de caer y que sus últimas palabras fueron: "Entiérrenme con mi hacha".

Para el mediodía los esclavos rebeldes estaban dispersos por el campo, en grupos pequeños de tres o cuatro, buscando reagruparse o escaparse. Turner regresó a Cabin Pond con la esperanza de que se reunieran ahí, pero no llegó nadie. La rebelión duró 48 horas y dejó un saldo de 60 dueños de esclavos muertos... sacudió el sistema hasta los cimientos. Nat cavó un hoyo debajo de una pila de tablones y se escondió.
En las semanas siguientes, las autoridades lanzaron una represión sangrienta. Llegaron milicias de los condados cercanos y tropas federales con artillería. La Infantería de Marina recorrió el campo para demostrar el firme respaldo del gobierno federal a la contrarrevolución.

El 31 de agosto, el tribunal del condado juzgó a los rebeldes capturados; ejecutaron a 16.

Los esclavos estaban muy inquietos y contestaban a regañadientes. Los dueños temían nuevas rebeliones, pues no habían capturado al general Nat y no se sabía si todavía tenía hombres armados. La sobrina de George Washington, la señora Lewis, dijo que para los dueños de esclavos, la rebelión parecía "un volcán sofocado: no se sabe cuándo, ni dónde, estallará la llama, pero sabemos que una muerte horrible nos amenaza".
Los dueños de esclavos recurrieron a lo tradicional: el linchamiento. Grupos armados le cayeron encima a las casuchas de los esclavos. Azotaron y ejecutaron a centenares de negros, hombres libres y esclavos por igual, no solo en Southampton sino en toda la región, desde Maryland hasta Georgia. En muchos pueblos y parajes allanaron las casas de los negros. Les decían a los esclavos que de estallar una nueva rebelión, matarían por parejo a todos los esclavos: hombres, mujeres y niños. El mensaje sangriento de los dueños era: sumisión o muerte.
El Richmond Whig informó: "Los torturaron, los quemaron, los mutilaron; cometieron desmanes indecibles. Pedían a los capataces señalar a los no confiables y fusilaron a los que intentaron escaparse".

Un historiador de la época, James Wells Brown, relata que cuando los rebeldes llegaron a la finca del capitán Harris, un esclavo llamado Jim (posiblemente su hermanastro) le salvó la vida. Después, Jim no quiso participar en la caza de los rebeldes; explicó que simplemente eran hombres, igual que él, que querían ser libres. Según el relato, Harris lo mató de un tiro.
Torturaron a esclavos para sacar información de planes para rebeliones; una víctima fue la esposa de Nat Turner (cuyo nombre no se sabe). En Carolina del Norte encarcelaron, torturaron y ejecutaron a docenas de esclavos por fomentar rebelión en los condados de Duplin, Cafe Fear y Pedee River. Una carta de 1831 de Raleigh, Carolina del Norte, decía: "Ayer arrestaron a todos los negros libres de la ciudad sin excepción y el Comité de Vigilancia los interrogó".
Impusieron nuevas leyes. Se prohibió a los esclavos reunirse en grupos de más de cinco personas, si no era para trabajar. Se intensificó la represión contra la enseñanza de la lectura a esclavos y se prohibió viajar a los predicadores negros. En muchos estados se propuso prohibir la compra de esclavos de otro estado, para que no entraran esclavos de Virginia "contagiados" de rebelión. El gobierno de Alabama anunció que iba a ahorcar a cualquiera que tuviera escritos revolucionarios abolicionistas. En Georgia ofrecieron una recompensa de $500 por secuestrar al dirigente abolicionista William Lloyd Garrison y llevarlo a ese estado, donde querían juzgarlo y ejecutarlo. Un legislador de Virginia dijo: "Hemos hecho todo lo posible por cerrar las puertas por las que les entra la luz a la mente. Si fuera posible extinguir la capacidad de percibir luz, podríamos cumplir nuestra tarea; entonces estarían igual que las bestias y nosotros, por fin, ¡seguros!".

El 30 de octubre, después de dos meses en la clandestinidad, Nat Turner se rindió en Cross Keys; lo llevaron encadenado a Jerusalén. Un abogado, T.R. Gray, lo interrogó y elaboró el documento Las confesiones de Nat Turner, que contiene muchos detalles de la rebelión.
En el juicio, Nat Turner se declaró inocente, pues sencillamente no se sentía culpable. El 5 de noviembre, lo condenaron por insurrección. Seis días después lo ahorcaron; caminó a la ejecución sin mostrar temor ni decir siquiera una palabra. A los herederos del dueño les dieron $375, aparentemente el valor que le calcularon a este líder heroico. Los opresores descuartizaron su cuerpo.

Todo el terror contrarrevolucionario de los esclavistas no pudo salvar su sistema. Si bien la rebelión de Nat Turner fue derrotada, su impacto fue enorme. Demostró a millones de personas del Norte y del Sur que los esclavos no estaban conformes y, al contrario, luchaban contra su horrible explotación. Los activistas más radicales del movimiento abolicionista querían alentar y apoyar insurrecciones. Treinta años después, una gran guerra civil estremeció al país y la tarea revolucionaria de abolir la esclavitud se cumplió por fin, a través de las armas.

Los esclavos y negros libres recordaban el espíritu de Nat Turner. En las casuchas de los esclavos se cantaba:

"Puede ser que tenga el nombre de César,
y su cañón tira una legua y más,
pero no puede parar el mundo que gira
ni parar a Nat Turner, pues ahí avanza".


Nat Turner's Slave Rebellion, Herbert Aptheker (contiene las "Confesiones" de Nat Turner compiladas por el abogado Thomas R. Gray en 1831), Evergreen, 1968

Nat Turner, redactado por Eric Foner, Prentice-Hall, 1971

Before the Mayflower: A History of Black America, Lerone Bennett, Jr, Penguin Books, 1983
A People's History of the United States, 1492-Present, Howard Zinn, Harper-Collins, 1995
Breaking the Chains--African-American Slave Resistance, William Loren Katz, Macmillan Publishing, 1990

VER+:





EL NACIMIENTO DE UNA NACIÓN



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