EL Rincón de Yanka: 🗽 CUANDO UNA NACIÓN MERECE SER LIBRE

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martes, 18 de septiembre de 2018

🗽 CUANDO UNA NACIÓN MERECE SER LIBRE

CUANDO UNA NACIÓN MERECE SER LIBRE
Miami 17 de septiembre de 2018
Robert Alonso

"La libertad no está a más de una generación de extinguirse. No se la transmitimos a nuestros hijos a través de la sangre. Debemos luchar, protegerla y entregársela a ellos para que hagan lo mismo, o un día pasaremos nuestros años de retiro contándoles a nuestros hijos que alguna vez en los Estados Unidos los hombres eran libres". Ronald Reagan

A decir verdad, no entiendo muy bien ese concepto del fulano “libre albedrío”. Se dice que Dios nos creó a su imagen y semejanza y nos ¿dotó? con eso que mientan el “libre albedrío”, a través del cual uno puede escoger la manera correcta o errada de proceder. Claro, si le preguntásemos a Calvino, él nos explicaría su teoría de la “predestinación”, según la cual Dios decidió que unos nos salvaríamos y otros nos condenaríamos, sin importar el cacareado “albedrío”.

Si le vamos a aplicar el tema de ese “libre albedrío” a una nación, terminaríamos más enrollado que un kilo de estopa. Por ejemplo, evaluemos el “libre albedrío” del pueblo venezolano. Se suponía que era un pueblo bravo, como lo dice su himno… y terminó siendo más chimbo que la madre que lo parió. En la Cuba en la que nací, se decía que “no había negro guapo ni tamarindo dulce…” Luego de conocer el “libre albedrío” del pueblo venezolano, llegué a la conclusión que no hay venezolano guapo ni tamarindo dulce: sean negros, zambos, de orilla, criollos, mantuanos o cacris.



Un pueblo que se deja conquistar la patria por un “imperio de mierda”, como el “imperio” castro-estalinista de Guanabacoa… sin que el conquistador hubiera tenido la necesidad de hacer sonar un solo triki-traki: ¡es un pueblo de mierda!

En 1812, el imperio británico negoció con los sublevados de la colonia en América del Norte, el intercambio de prisioneros de guerra. Los súbitos de la colonia británica, en lo que luego se convirtió en los Estados Unidos de América, se habían sublevado en contra de la corona. Ambos lados tenían prisioneros de guerra y decidieron negociar la liberación de ellos. Los colonos escogieron para negociar a un abogado llamado Francis Scott Key. La negociación se llevó a cabo en un buque donde estaban los prisioneros de la colonia, justo frente al histórico Fuerte McHenry, en lo que hoy es Maryland.

Los británicos aceptaron un intercambio uno a uno de prisioneros. El abogado Francis Scott Key, quien además era poeta, estaba en la nave donde se encontraban los prisioneros de la colonia. Luego de terminada la negociación, bajó al fondo del buque y les informó a los prisioneros allí presentes que esa noche serían liberados, pero sucedió algo inesperado. Los británicos querían que los colonos que defendían el Fuerte McHenry, bajaran la bandera de la independencia, que luego se convertiría en la bandera estadounidense… en señal de rendición y de sumisión al imperio británico.

Los británicos no contaban con la determinación de los colonos, quienes no aceptaron los términos de rendición y se negaron a bajar la bandera.
Francis Scott Key bajó al nivel de la prisión del buque británico y les informó a los prisioneros lo que estaba sucediendo… y les prometió que les informaría, paso a paso, los acontecimientos… y eso fue lo que hizo. De su relato nació el himno nacional de Estados Unidos de América, el “Star-Spangled Banner”.
Los prisioneros le oraron a Dios para que la bandera no fuera bajada en señal de rendición, aún a costa de su libertad. El asta fue destruida por los cañonazos británicos… pero la bandera siguió ondeando gracias al esfuerzo humano de los colonos que la mantuvieron en alto.
Esa noche, aprovechando la luz que emitían las bombas y los cohetes británicos, Francis Scott Key pudo corroborar que la bandera de la independencia seguía en alto… y así se los hizo saber a los infelices prisioneros.
Los británicos, sorprendidos, no podían entender la reacción de los colonos patriotas y la decisión de inmolarse junto a mujeres y niños, antes de claudicar frente a ellos… y de eso trata el himno nacional de Estados Unidos de América: de cómo los colonos del Fuerte McHenry prefirieron morir antes de rendirse a los británicos.

Frente la determinacion de los colonos de morir antes de claudicar, los británicos entendieron que no les sería fácil mantener la colonia en América... ¿qué habrán pensado los Castro frente a la actitud pasiva del grueso de los venezolanos? ¿Se habrán dado cuenta, los Castro, que los venezolanos no están dispuestos a morir por Venezuela?

La historia de Venezuela está llena de ejemplos similares de heroísmo… pero no sé qué le pasó a la descendencia de aquellos próceres cuando esa bendecida tierra fue tomada, ocupada, depredada y destruida por el castro-estalinismo internacional. No sé qué les pasó a los venezolanos, quienes entregaron la soberanía de su patria sin que el invasor tuviera que verse en la necesidad, siquiera, de hacer sonar un solo triki-traki. Estoy seguro, más allá de toda duda, que Simón Bolívar, ante esta ignominia y cobardía, se estará revolviendo en su tumba… donde quiera que ésta esté.

George Washington aseguró que los colonos preferirían morir de pie antes de tener que verse en la obligación de vivir arrodillados. Los colonos, entonces, merecían la independencia, sin embargo, hoy los venezolanos están rogándole al gobierno estadounidense que salga en defensa de ellos y libere a Venezuela de las garras castristas… y muchos creen que los estadounidenses están dispuestos a morir por liberarlos, cuando a lo largo y ancho de la historia de Estados Unidos, millones de sus ciudadanos han dado sus vidas por la libertad, comenzando por la guerra de independencia, siguiendo con la guerra civil… la guerra contra España, la I y la II Guerra Mundial, Corea… Vietnam, Iraq y Afganistán. Si los venezolanos quieren ser libres: ¡que busquen la manera de serlos!
Hoy nuestra hija y nieto son estadounidenses y han jurado defender la constitución de Estados Unidos de América con sus vidas. No juraron esperar a que otra nación intervenga… no han jurado esperar a que Dios o la Virgen les haga el favor. Nuestra hija, María Carolina… en representación de nuestro nieto, Santi, juró defender la constitución de este país y espero que así sea, porque es mil veces mejor morir de pie: ¡que vivir de rodillas!
RESPUESTA A UN MUY-QUERIDO AMIGO

Acabo de recibir la siguiente nota de un amigo de casi toda la vida, quien se siente dolido por la manera en que me refiero al grueso de los venezolanos. La nota dice así:
"En casi todos tus artículos te refieres a los venezolanos como los pobres, infelices, ingenuos y NOBLES. No es agradable ser venezolano y sentirse etiquetado por tantos adjetivos. Me gustaría que las etiquetas no sean tantas y que tú te identifiques con el gentilicio y te incluyas en el conjunto de los que formamos el país".
Esta fue la respuesta que le envié:

Decía José Martí: “a veces es bueno que nos pisoteen nuestra dignidad para aprender a valorarla”. Es, para mí, evidente que EL GRUESO de los venezolanos no se preocupa por valorar su dignidad. Venezuela es la ÚNICA NACIÓN en la historia de la humanidad, que ha sido ocupada por un país extranjero, sin la necesidad de que el invasor haya tenido que derramar una sola gota de sangre; sin que haya tenido que hacer un solo disparo.
Ha sido un gentilicio que se ha dejado engañar, MISERABLEMENTE, por propios y extraños. Simón Bolívar, el 15 de febrero de 1819, desde su discurso de apertura del Congreso de Angostura, aseguró: “… por el engaño nos han dominado más que por la fuerza”.
Lo menos que merecen los venezolanos es que se les recuerden la pobreza de su gentilicio, lo ingenuo que han sido – EN SU INMENSA MAYORÍA – al creer que votando iban a liberar a Venezuela del castro-estalinismo internacional… que se exacerbe la condición de seres infelices, para que reaccionen y, por supuesto, el epíteto de NOBLEZA (que siempre escribo en mayúsculas), y que en este caso se pudiera entender como PENDEJOS.

Yo no me identifico con ese país, tal y como terminó resultando. Yo luché y lo di todo… menos mi familia, mi vida y mi dignidad, por una Venezuela y por unos venezolanos que yo creía conocer. Llegado el momento, me topé con un pueblo totalmente diferente: apático, indolente, flojo, COBARDE y paremos de contar. No me siento, en ese sentido, venezolano. Añoro a la Venezuela donde me crié, por la cual luché mucho más que la INMENSA MAYORÍA DE LOS VENEZOLANOS. Pero un buen día me di cuenta de que había perdido mi tiempo miserablemente.
¿Cómo debemos calificar a la inmensa mayoría de los venezolanos? El "socialismo" acabó con Venezuela, con sus familias... hijos y futuras generaciones: ¡Y TODAVÍA SON MAYORITARIAMENTE SOCIALISTAS! Analicen las condiciones e ideologías de la mayoría de los partidos y movimientos políticos que conforman eso que mientan "La Oposición" y verán que predomina el "socialismo" y el "progresismo": ¡que es todavía peor! Y cuando uno se los hace saber: ¡SE ARRECHAN!

La verdad es que no estoy aquí para que esos venezolanos me quieran, ni me sigan… ni mucho menos voten por mí, porque jamás pienso regresar a Venezuela ni de visita.
Deploro que desde Venezuela y ante la pasividad de la inmensa mayoría de los venezolanos, se oxigene a los Castro en mi tierra natal, enviándoles gran parte del poco crudo que está produciendo lo que ha quedado de ese país "bolivariano"... cuando millones y millones de venezolanos lo necesitan.
Es tan pobre, infeliz, ingenua y NOBLE, la inmensa mayoría de los venezolanos, que no se ha dado cuenta todavía que la bandera de OCHO ESTRELLAS es un tributo a los invasores cubanos-castristas y ya ves cómo muchos portan cachuchas (gorras), con 8 estrellas y el caballo pal'otro lado.

No eres el primero que me hace ese comentario… han sido muchos. Siempre aprovecho para responderles, más o menos, de la manera en que lo acabo de hacer contigo.
Los venezolanos, en su inmensa mayoría (fíjate que no los menciono a todos), no aman a Venezuela… no aman a sus hijos, nietos ni se aman a ellos mismos. Si por lo menos hubiera una montaña de muertos, de ambas partes, pudiera pensar diferente… pero es que hasta el sol de hoy, el único cubano invasor que ha muerto en Venezuela fue un médico de Barrio Adentro, a quien los malandros mataron para quitarle sus zapatos en un barrio de La Vega.
En verdad que basado en ese escenario que te he pintado, a mí lo que me daría pena sería ir por el mundo aceptando que soy venezolano, que – de hecho – ya no lo soy, porque me quitaron la nacionalidad en 2004, a raíz de los eventos de los Paracachitos... luchando, justamente: ¡por Venezuela!

Entiendo que muchos amigos pudieran sentirse ofendidos con mis epítetos… pero yo no les escribo a mis amigos. Yo les escribo al grueso de los venezolanos, entre quienes se encuentran mis amigos. Pero sí… los venezolanos (en su inmensa mayoría), son infelices, ingenuos, pobres: ¡y NOBLES! Claro que pudiera extenderme en los calificativos… por ejemplo, “CORRUPTOS”… pero con los que he escogido para mi campaña son suficientes, por ahora.
Si vinieras a Miami, verías cómo han proliferado las empresas de envío de "mercancía" bajo la modalidad de "puerta-a-puerta". Es un negocio que controla la Guardia Nacional Bolivariana, los mismos esbirros que en las marchas y protestas se han cansado de matar, impunemente, a cualquier cantidad de jóvenes venezolanos que luchaban en las calles por su país.

Me dices que no es agradable ser venezolano y sentirse etiquetado por tantos adjetivos. Eso es totalmente cierto, pero menos agradable es ser venezolano viendo cómo los que disfrutan de Venezuela, además de un puñado de enchufados locales (tanto del régimen como de la fulana oposición), sean los rusos, los iraníes, los chinos, LOS CUBANOS... y hasta los propios "americanos". No es nada agradable vivir en un país donde el grueso de la población no tiene ni aspirina... ni unas patas de pollos con las cuales hacer un caldo aguado por las noches a sus familias. No es agradable para los venezolanos ir a una notaría, a un ministerio... a un aeropuerto y encontrarse que quienes mandan en esas dependencias (entre otras) son cubanos y muchísimio menos agradable, para los venezolanos, es ver cómo desde la Cuba comunista de los Castro, se envenenan las mentes de millones y millones de inocentes niños venezolanos.

Lo que menos debería de desagradar a los venezolanos es que yo, Robert Alonso, los llame "pobres, ingenuos, infelices y NOBLES".

Un fuerte abrazo, 
Miami 14 de octubre de 2018
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