Tierra, no me olvides,
porque un día volveré a quererte
desde las entrañas,
volveré a ti en forma diminuta,
en partículas de amor infinito.
Te extrañaré dolorosamente
mientras te tenga lejos,
sentiré las punzadas
que te darán los hombres,
para extraerte del vientre,
el brillo que gestas y almacenas.
Te pensaré diariamente,
no dormiré por imaginarte.
Lloraré,
descargando en lágrimas
la neblina matutina que me dabas.
Tierra, espérame.
Recorreré lugares y no-lugares
para lucharte,
para liberarte,
para reencontrarnos.
Te emanciparé del tóxico
que están derramando
en tu garganta y tus venas.
Moriré si es necesario,
para que tu vivas,
junto con tus ríos,
tus pájaros,
tus felinos
y tus semillas.
Mientras tanto,
sufro,
porque te imagino desnuda,
humillada,
saqueada por máquinas
y hombres sin límites.
Evoco tu paisaje nocturno
y siento que estar lejos de ti
es mi pesadilla.
Que al separarnos,
me quitaron la vida,
el alma,
la fuerza.
Pero al separarnos
también me pusieron furiosa,
capaz de enfrentar con hambre
porque ya no me alimentas,
y con frío,
porque ya no me abrigas,
a los colonos,
guaches,
ebrios,
pedantes,
que se creen dueños de tu cuerpo.
Tierra, no me olvides.
Porque yo te pienso obsesivamente
y te llevo impregnada
en la piel y en los huesos.
Quiero olerte de nuevo,
húmeda,
fértil,
capaz de engendrar hijos
y alimentarlos con tu sabiduría.
No me olvides,
porque volveré a tu regazo,
viva o muerta,
después de la lucha
que daré para liberarte,
que es al mismo tiempo,
liberarme.
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