El discernimiento no es sólo un sentimiento de paz
sino también una sensación de libertad
El Papa Francisco meditó hoy sobre los “signos de los tiempos” y cómo el cristiano está llamado a interpretarlos a través del silencio, la reflexión y la oración gracias a la libertad que ha donado al hombre.
En la homilía de la Misa de la Casa Santa Marta, el Pontífice explicó que “para entender los signos de los tiempos, antes que nada es necesario el silencio: hacer silencio y observar. Y después reflexionar dentro de nosotros. Un ejemplo: ¿Por qué ha ocurrido algo? Y orar... silencio, reflexión y oración. Solamente así podremos entender los signos de los tiempos, qué quiere decir Jesús”.
En su opinión todos pueden entender los signos de los tiempos, no solo los intelectuales. Jesús no dice “miren cómo hacen los universitarios, miren cómo hacen los doctores, miren cómo hacen los intelectuales…”. Jesús habla a los campesinos que “en su simplicidad” saben “distinguir el grano de la cizaña”.
En la homilía de la Misa de la Casa Santa Marta, el Pontífice explicó que “para entender los signos de los tiempos, antes que nada es necesario el silencio: hacer silencio y observar. Y después reflexionar dentro de nosotros. Un ejemplo: ¿Por qué ha ocurrido algo? Y orar... silencio, reflexión y oración. Solamente así podremos entender los signos de los tiempos, qué quiere decir Jesús”.
En su opinión todos pueden entender los signos de los tiempos, no solo los intelectuales. Jesús no dice “miren cómo hacen los universitarios, miren cómo hacen los doctores, miren cómo hacen los intelectuales…”. Jesús habla a los campesinos que “en su simplicidad” saben “distinguir el grano de la cizaña”.
“Los tiempos cambian y nosotros los cristianos debemos cambiar continuamente. Debemos cambiar firmes en la fe en Jesucristo, firmes en la verdad del Evangelio, pero nuestra actitud debe moverse continuamente según los signos de los tiempos”.
El Papa comentó el Evangelio del día en el que Jesús habla precisamente de “los signos de los tiempos” y advierte de los hipócritas que disciernen las cosas del mundo pero no las de Dios.
Francisco recordó que Dios ha hecho libre al hombre y que para hacer uso de esa libertad “debemos abrirnos a la fuerza del Espíritu y entender bien qué sucede dentro y fuera de nosotros” a través del “discernimiento”.
Los evangelios han recogido de diversas formas la llamada insistente de Jesús a vivir despiertos y vigilantes, muy atentos a los signos de los tiempos. Al principio, los primeros cristianos dieron mucha importancia a esta "vigilancia" para estar preparados ante la venida inminente del Señor. Más tarde, se tomó conciencia de que vivir con lucidez, atentos a los signos de cada época, es imprescindible para mantenernos fieles a Jesús a lo largo de la historia.
Así recoge el Vaticano II esta preocupación: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de esta época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura...".
Entre los signos de estos tiempos, el Concilio señala un hecho doloroso: "Crece de día en día el fenómeno de masas que, prácticamente, se desentienden de la religión". ¿Cómo estamos leyendo este grave signo? ¿Somos conscientes de lo que está sucediendo? ¿Es suficiente atribuirlo al materialismo, la secularización o el rechazo social a Dios? ¿No hemos de escuchar en el interior de la Iglesia una llamada a la conversión?
La mayoría se ha ido marchando silenciosamente, sin sacar ruido alguno. Siempre han estado mudos en la Iglesia. Nadie les ha preguntado nada importante. Nunca han pensado que podían tener algo que decir. Ahora se marchan calladamente. ¿Qué hay en el fondo de su silencio? ¿Quién los escucha? ¿Se han sentido alguna vez acogidos, escuchados y acompañados en nuestras comunidades?
Muchos de los que se van eran cristianos sencillos, acostumbrados a cumplir por costumbre sus deberes religiosos. La religión que habían recibido se ha desmoronado. No han encontrado en ella la fuerza que necesitaban para enfrentarse a los nuevos tiempos. ¿Qué alimento han recibido de nosotros? ¿Dónde podrán ahora escuchar el Evangelio? ¿Dónde podrán encontrarse con Cristo?
Otros se van decepcionados. Cansados de escuchar palabras que no tocan su corazón ni responden a sus interrogantes. Apenados al descubrir el "escándalo permanente" de la Iglesia. Algunos siguen buscando a tientas. ¿Quién les hará creíble la Buena Noticia de Jesús? Mt 24, 37-44 José Antonio Pagola
Benedicto XVI viene insistiendo en que el mayor peligro para la Iglesia no viene de fuera, sino que está dentro de ella misma, en su pecado e infidelidad. Es el momento de reaccionar. La conversión de la Iglesia es posible, pero empieza por nuestra conversión, la de cada uno.
VER+:
MENTALIDAD Y PASTORAL VIEJA EN UNA IGLESIA NUEVA Y RENOVÁNDOSE: "VINO VIEJO EN ODRES NUEVOS"
CONVERSIÓN PERSONAL, PASTORAL, PARROQUIAL, COMUNITARIA Y ECLESIAL
(Todo carisma es comunitario y no propio) y de las tensiones que pueden surgir cuando se busca la fidelidad total al Espíritu de Dios, me atrevo a insinuar algunos puntos que es necesario tener en cuenta en todo discernimiento correcto. Son puntos que habría que desarrollar más plenamente, pero al menos podemos apuntar algunos indicadores del camino.
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