EL Rincón de Yanka: HAN HUS, EL MÁRTIR DE LA VERDAD

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lunes, 13 de julio de 2015

HAN HUS, EL MÁRTIR DE LA VERDAD



En el sexcentésimo aniversario de su muerte

Jan Hus, reformador cristiano checo, sacerdote y filósofo de los siglos XIV y XV, y una de las personalidades más destacadas de la historia europea, fue objeto de un sentido homenaje ofrecido por el arzobispo emérito Anders Wejryd, Presidente del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) de Europa.

"La búsqueda de la verdad", con esta frase simple podríamos resumir la vida y el legado de Juan Hus que, a pesar de no ser el pionero en el campo de las reformas religiosas, dejó una huella imborrable en la historia religiosa y laica de Bohemia.

Han transcurrido casi seis siglos de la muerte de Juan Hus en la hoguera y los avances de las tecnologías modernas cambiaron el rostro de este mundo. No obstante, sus ideas reformistas y su ansia por la verdad siguen actuales.

En 1999, el entonces Papa Juan Pablo II destacó que "Hus es una figura memorable por muchas razones, pero sobre todo su valentía moral ante las adversidades y la muerte lo han convertido en una figura de especial importancia para el pueblo checo. Este pueblo también tuvo que encarar duras pruebas a lo largo de los siglos".

El Sumo Pontífice pronunció estas palabras al inaugurar un simposio internacional sobre Juan Hus, que se efectuó en diciembre de 1999 en Roma, y que formalmente solucionó el problema que dividía a la nación checa desde el siglo XV. Muchos checos, especialmente los de orientación evangélico-protestante, consideraron la muerte de Hus como una injusticia histórica pendiente de rectificación o rehabilitación.

En la segunda mitad del siglo XIV, las tierras checas vivían uno de sus períodos de florecimiento bajo el reinado del emperador romano germánico Carlos IV, un monarca culto y sabio que, junto con fundar la Universidad Carolina y mandar a construir el Puente de Carlos, transformó Bohemia en un importante centro político y cultural europeo. Así señaló el historiador Frantisek Smahel.

"Praga era en su época una importante metrópoli del mundo cristiano, de manera que todo lo que ocurría en Bohemia influía sobremanera en todo el Viejo Continente. Por otra parte, a diferencia del resto de Europa, en las tierras checas había escasas experiencias con la herejía y la crítica de la iglesia. En este aspecto, Bohemia estaba atrasada".

En las postrimerías del siglo XIV, las regiones del oeste y del sur de Europa se vieron afectadas por una seria crisis demográfica a causa de las repetidas epidemias de peste. A consecuencia de ello aparecieron los primeros problemas económicos. La situación influyó, lógicamente, también el Reino de Bohemia.

La crisis se profundizó aún más con el cisma papal. Desde 1379 toda la iglesia occidental debatía sobre excomuniones provocadas por la existencia de dos papas. Entretanto, el emperador romano germánico Segismundo, hijo de Carlos IV y hermano del rey checo, Venceslao IV, dispuso en 1403 que los cristianos europeos no obedecieran bula papal alguna. En 1409, los cardenales de la fracción se rebelaron y declararon "herejes" a los dos papas existentes.

En esas circunstancias y bajo la influencia de diferentes doctrinas reformistas eclesiásticas del exterior, en las tierras checas surgió un ambiente favorable para la aparición de un movimiento reformista, declaró el historiador Frantisek Smahel.

"Debido a la poca experiencia con la herejía, los diferentes líderes reformistas no tenían una idea lo suficientemente clara de cómo recurrir a cambios en la Iglesia Católica. Querían que se transformara, que dejara de acumular bienes y que se dedicara a la evangelización y al servicio a los creyentes. Pero no sabían cómo lograrlo".

Mientras tanto, los estudiantes checos trajeron de Oxford los libros del reformador religioso inglés John Wycliff, que planteaba el programa de la Iglesia pobre y proponía privar al clero de sus bienes que serían utilizados para fines caritativos. Se trató de un programa que entusiasmó a un determinado grupo de reformadores checos encabezados por Juan Hus.

El reformador religioso checo Juan Hus, nacido alrededor de 1372 en la aldea de Husinec, Bohemia del Sur, llegó a Praga entre 1386 y 1390 para estudiar en la recién fundada Universidad Carolina, de Praga, recordó el historiador, Frantisek Smahel.

"Jan Hus fue un talentoso joven campesino, porque sólo las personas realmente talentosas tenían la oportunidad de estudiar en la universidad. Hus consiguió el título de maestre de artes libres y de bachiller de teología. También fue ordenado sacerdote y prosiguió su carrera universitaria. A principios del siglo XV fue elegido decano de la facultad y entre 1409 y 1410 fue rector de la Universidad Carolina".

Al estudiar en 1408 la obra "De la Verdad de las Sagradas Escrituras", de John Wycliff, Juan Hus quedó positivamente sorprendido, debido a que se sentía frustrado por los profanos abusos de la administración eclesiástica, especialmente, por el negocio con las indulgencias. Hasta la actualidad se conservaron notas y apuntes con las que Hus acompañaba la lectura de los textos de ese letrado británico, licenciando en teología en la Universidad de Oxford.

John Wycliff fue un ejemplo para Juan Hus, quien comenzó a predicar en la iglesia de San Miguel y posteriormente en la Capilla de Belén, en Praga. Durante sus predicaciones, Hus demostraba excelentes dotes de orador. Condenaba toda una serie de vicios, principalmente, la brujería. Apelaba a favor de la reforma religiosa y la depuración profunda de la Iglesia Católica. Criticaba severamente la acumulación de bienes materiales por parte del clero y sometía a duros ataques la influencia eclesiástica en la política profana.

Juan Hus se convirtió pronto en uno de los predicadores más famosos de Praga. A la Capilla de Belén llegaba gente sencilla, así como miembros de la aristocracia y de la burguesía praguenses. Entre los auditores aparecía la reina Sofía, esposa del soberano checo Venceslao IV.

Lo sugerente de las predicaciones de Hus testimoniaba su capacidad de responder a los problemas pendientes de la sociedad checa de entonces. Fue un orador genial y emotivo, que tenía la capacidad de manipular a las masas e influir sobre su manera de pensar, opinó el profesor Frantisek Smahel.

"Hus en ningún caso deseaba cambiar el sistema social. Su meta fue mejorarlo. Hus no era revolucionario, sino reformador. Soñaba con una sociedad armónica, donde todos vivieran en consonancia con los diez mandamientos. Por otro lado no era ingenuo y sabía que la vida estaba acompañada de una lucha eterna entre el bien y el mal. No obstante, insistía en que la gente optara siempre por el bien".

En vista de la crisis por la que atravesaba la Iglesia Católica en aquella época, Hus comenzó a identificar a sus seguidores con los Apóstoles, abogando por la imitación de la vida de Jesucristo. A sus adversarios los denominaba "fariseos", y al Papa "encarnación de Anticristo". Las predicaciones de Hus ocasionaron levantamientos populares que inquietaron al rey Venceslao IV. Y no sólo a él.

El contenido de los sermones de Juan Hus, sus invectivas y exigencias de una renovación interna de la Iglesia provocaron una verdadera indignación entre los dignatarios eclesiásticos que no vacilaron en quejarse ante el Papa Juan XXIII.

El Primado de la Iglesia Católica reaccionó con la edición de una bula que condenaba a prohibición las ideas de John Wycliff, considerado por Hus como su maestro. No obstante, Hus rechazó aceptar el contenido de la bula, así como la exigencia de que se presente ante la curia romana.

La crisis en torno a Juan Hus culminó en otoño de 1412, cuando el Papa lanzó un interdicto sobre Praga que prohibía la celebración de oficios durante la presencia de Hus en la ciudad. A raíz de ello, Hus se trasladó al campo, concretamente a la localidad de Kozí Hrádek, en Bohemia del Sur, donde seguía predicando y donde escribió una de sus obras maestras "De ecclesia". Su influencia pronto superó las fronteras de esa región.

Mientras tanto, en 1413 la Facultad Teológica de Praga calificó a Hus como hereje. Los profesores le acusaron de oponerse a las autoridades eclesiásticas y al Papa y rechazaron categóricamente sus tesis.

El emperador romano-germánico Segismundo, hermano del rey checo Venceslao, insistió en que Juan Hus apareciera ante el Concilio de Constanza, ciudad situada en la Alemania actual.

Hus obedeció y en otoño de 1414 llegó a Constanza. Antes de partir se refugió al castillo de Krakovec, en Bohemia Occidental, donde permaneció varios días bajo la protección del señor Jindrich Lefl de Lazany. Fue allí donde Hus escribió varias cartas a sus partidarios.

Después de llegar a Constanza, Juan Hus fue detenido, acusado de herejía y encarcelado. Hay que destacar que Hus partió a Constanza estando convencido de que tendrá la posibilidad de disputar sobre sus tesis y cuestiones de la fe. Para este fin se había preparado con antelación una oración que tituló "Oración de paz" (Sermo de pace).

Sin embargo, el concilio eclesiástico ante el que compareció Juan Hus fue en realidad un tribunal que tenía derecho de decidir si las ideas de Hus están o no en contradicción con la fe cristiana. Sus miembros instaron en repetidas ocasiones a Hus a que desista de sus ideas, pero él rechazaba darles la respuesta deseada.

Seis meses más tarde, Juan Hus fue condenado a muerte en la hoguera por herejía. El tribunal ordenó quemar todos sus libros. La sentencia fue llevada a efecto el 6 de julio de 1415 en las afueras de Constanza.

Durante el camino hacia la hoguera, Juan Hus cantaba la canción mariana "Christi virgo dilectissima". Al llegar al lugar, fue atado a un palo y sobre su cabeza fue colocada una corona de papel que llevaba la inscripción: "Este es un archihereje". Por última vez le exhortaron a que renuncie a sus tesis, pero Hus se negó, estando convencido de que sacrifica su vida por la verdad. Después de ser cumplida la sentencia, sus cenizas fueron lanzadas al río Rin que atraviesa la ciudad.

Un año después, el proceso con Juan Hus tuvo un trágico epílogo en la muerte de otro reformador checo, Jerónimo de Praga. Después de criticar el concilio de Constanza fue detenido y, tras declarar que "Juan Hus fue un santo y un hombre bueno", fue condenado en 1416 a muerte en la hoguera.

Cuando John Huss fue llevado a las afueras de la ciudad se juntó una gran multitud que seguía al prisionero. Al llegar al lugar donde sería ejecutado se arrodilló y pronunció en voz alta el Salmo 31 y el Salmo 51. Luego, con alegría dijo: “En tus manos, Oh Señor, encomiendo mi espíritu; tú me has redimido, Dios bueno y misericordioso”.

Sacándolo abruptamente de sus oraciones, el verdugo lo ató a un poste con cuerdas mojadas, su cuello también fue sujetado al poste con una cadena de hierro y el verdugo le dijo: “¿No te da vergüenza estar atado como un perro?” John respondió: “Mi Señor Jesús fue atado con una cadena peor que esta por mis culpas, ¿Por qué me va a dar vergüenza esta cadena oxidada?”.

Sin perder tiempo, los verdugos apilaron leña hasta el alto de su barbilla. Poco antes de encender el fuego se acercó un obispo y le dijo: “Si renuncias públicamente a tus creencias y reniegas de todo lo que has enseñado al pueblo, te salvarás de la hoguera”. John respondió: “¿Díganme, cuál es el error al que debo renunciar? No soy culpable de ningún mal. Les enseñé a los hombres el camino del arrepentimiento y el perdón de pecados, de acuerdo a la verdad del Evangelio de Cristo Jesús. Por ese Evangelio estoy yo aquí, y estoy aquí con valor y alegría, listo para sufrir esta muerte”. “Lo que enseñé con mi boca, ahora lo sellaré con mi sangre”.

Tras la muerte de Juan Hus en la hoguera, la Iglesia Católica estaba convencida que la situación se normalizará. Sin embargo, la muerte de dos predicadores checos ocasionó una poderosa escala de tensiones en el Reino de Bohemia.

Dentro de la sociedad prevaleció la opinión de que, con la condena de Hus, fue denunciado también el orden público y las reglas vigentes en el territorio del país, según recalcó el historiador Frantisek Smahel.

"La primera señal de descontento fue la protesta pública presentada en 1415 por casi 500 señores y representantes de la alta nobleza checa. Poco después fue creada la Unión de la nobleza husita, encabezada por el burgrave Cenek de Wartenberk, quien se convirtió en un poderoso opositor de la Iglesia Católica".

También la situación en el campo no era nada tranquila. Los frecuentes levantamientos populares desembocaron en un amplio movimiento de los seguidores de Juan Hus que compartían sus ideas sobre la necesidad del proceso de la renovación de la Iglesia Católica.

En esa época, es decir en el siglo XV, el Reino de Bohemia se convirtió en el escenario de una intensa lucha entre los poderosos jerarcas eclesiásticos y los husitas, como se denominaban los seguidores de la doctrina de Juan Hus.

En principio, los husitas compartían las ideas de Hus sobre la necesidad de renovar espiritualmente a la Iglesia de aquel entonces, renovación que se basaba, sobre todo, en la restitución de la pobreza evangélica. Posteriormente, no obstante, el movimiento adquirió el carácter de una revolución social contra los privilegios feudales.

La ciudad de Tábor fue uno de los centros de los husitas checos, un movimiento religioso, social y espiritual que en los primeros decenios del siglo XV anticipó la reforma de Lutero.

Con el correr del tiempo, las disputas internas y los enemigos externos, pusieron fin al movimiento husita. No obstante, los ideales de ese movimiento marcaron por mucho tiempo el curso de la historia en el país y, de cierto modo, también en Europa.

En uno de sus libros dedicados a las grandes personalidades de la nación checa, el historiador y escritor checo, Zdenek Mahler, destacó que el legado moral e intelectual más importante de Juan Hus consiste en su incesante búsqueda de la verdad. En este aspecto, Juan Hus sobrepasó su época, afirmó Mahler.

"Creo que a Juan Hus hay que considerarlo un moderno pensador europeo. Su integridad moral, su disposición de buscar la verdad cueste lo que cueste, e incluso sacrificar por ella su vida, es una cosa fantástica y digna de admiración. Diría que en el mundo actual, sus ideas cobran urgencia".

Según apuntó Zdenek Mahler, uno de los lemas de Hus, ese gran pensador checo, fue vivir en armonía con su propia conciencia.

"A mi juicio, Juan Hus nos enseña a defender siempre la verdad y luchar por el derecho a la verdad. En este sentido, el legado de Juan Hus debe ser concebido como patrimonio de la humanidad. La nación checa debería considerarse heredera de su sabiduría, de su valentía y de sus altas cualidades morales e intelectuales".