Desde EL CALLAO (PERÚ) A LA POLINESIA
Después de 101 días de travesía, los exploradores estuvieron a punto de ahogarse cuando encallaron en un arrecife de coral en un atolón polinesio deshabitado.
El primer operador de radio que recibió su auxilio no les creyó y los exploradores insistieron con un Todos bien. Todos bien. Todos bien para confirmar que estaban con vida. Y el radio-operador les contestó: Si todos están bien, de qué se preocupan?.
Heyerdahl -que no sabía nadar- dijo que fue un final de ribetes cómicos para una odisea de 8.000 kilómetros en busca de desentrañar un misterio: de qué modo los seres humanos pasaron de un continente a otro?.
La expedición me abrió los ojos sobre lo que es el océano. Es un comunicador y no un aislante. Ha sido la principal carretera de la humanidad desde los días en que se construyeron las primeras embarcaciones, antes de que domesticara el caballo, inventara la rueda y se abriese paso por las selvas vírgenes , escribió el explorador en el prólogo de la 35 edición de Kon-Tiki, a través del Pacífico en balsa, éxito editorial que lo llevó a la fama.
En 1947, la Kon-Tiki partió del puerto peruano del Callao para tratar de confirmar la idea del explorador, de que los antiguos peruanos hicieron el mismo viaje 1.400 años antes para colonizar la Polinesia.
También sostiene que 600 años más tarde, los pueblos provenientes del sudeste de Asia que llegaron a Hawai desde el oeste de Canadá se expandieron por la Polinesia.
La teoría prevaleciente entre otros científicos es que Polinesia fue poblada directamente desde el sudeste del Asia.
La idea de la Kon-Tiki fue ridiculizada por muchos científicos, que opinaron que los troncos de la balsa se hundirían. Pero para el público que se reponía de los estragos de la Segunda Guerra Mundial y que estaba ávido de héroes en tiempos de paz, el viaje equivalió a lo que 20 años después fue la llegada a la Luna.
Los navegantes enfrentaron furiosas tormentas y calmas totales, y una radio de onda corta fue su único vínculo con el mundo. Muchas veces se alimentaron con peces que caían en la cubierta. La balsa, que solía despertar la curiosidad de las ballenas, fue acompañada constantemente por tiburones que circulaban a su alrededor.
El viaje concluyó cuando los vientos y las corrientes encallaron la balsa en un atolón deshabitado de Raroia, en el archipiélago de Tuamotú.
Dios sol preincaico
El libro de Heyerdahl, publicado en 67 idiomas, se convirtió en un clásico. Un documental en blanco y negro sobre el viaje ganó un Oscar en 1951.
El término Kon-Tiki, un dios sol preincaico, se popularizó en todo el mundo. Heyerdahl fue un héroe nacional en Noruega, y su balsa se exhibe en el Museo Kon-Tiki de Oslo.
Hasta su muerte el 18 de abril de 2002, a los 87 años, Heyerdahl siguió defendiendo con ardor sus teorías. El ambiente académico tardó más de medio siglo en apreciar sus primeros trabajos y comprender el significado del concepto que impulsó a la aventura de Kon-Tiki. Actualmente es objeto de admiración aun entre quienes consideran que sus teorías no están comprobadas.
Muy pocos tienen la valentía para trasponer las fronteras entre distintas disciplinas. Heyerdahl fue uno de ellos y debe ser admirado , comentó Erika Hagelberg, experta en genética de la Universidad de Oslo, que ha estudiado el ADN de indígenas de America del Norte y de la Polinesia.
Así fue cómo creció la civilización. Por el mar se lograron contactos, nuevas materias primas e inspiración , afirmó. Creo que esos primeros pueblos navegantes eran adoradores del sol y que su forma de templo era una pirámide escalonada, a veces construida sobre las tumbas de figuras importantes de la realeza y orientadas astronómicamente .
Agregó que dichos navegantes también posibilitaron los contactos con México y Perú, y desde Perú hasta Samoa Occidental .
Otra lectura perversa que puede pasar inadvertida debido el furor de la supervivencia y el término de la travesía realizada es el abandono de un padre y esposo. Esto es tocado explícitamente por la película; sin embargo, se le da un tono romántico que encaleta la culpa y hasta puede propiciar la expiación por parte de los espectadores. Es decir, si bien se muestra y menciona, tanto antes del viaje (escena de la conversación telefónica con la esposa) como al finalizar este (escena de la carta), cómo es que el protagonista decide anteponer eso al hogar, el romanticismo de emprender una aventura, de luchar por sueños y convicciones, y toda una lista de temas virtuosos y sentimentales, hace que se pierda de vista aquella lectura (el mismo perdón de la esposa nos hace olvidar la falta). Sin embargo, la última escena de la película (sin contar las innecesarias escenas que muestran el futuro de los protagonistas) pone en relieve las consecuencias del abandono familiar: nos encontramos con un Thor Heyerdahl que contempla derrotado y nostálgicamente el horizonte solitario y desolado (irónicamente, la teoría que acaba de ser probada es al mismo tiempo refutada: el océano no es un canal de comunicación, sino que es una barrera que separa a la familia).
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