EL Rincón de Yanka: LA VERSIÓN BROWNING (LA CULTURA NO ES MÁS QUE UNA EXPRESIÓN DE LO MEJOR QUE HAY EN LA SOCIEDAD)

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lunes, 30 de septiembre de 2013

LA VERSIÓN BROWNING (LA CULTURA NO ES MÁS QUE UNA EXPRESIÓN DE LO MEJOR QUE HAY EN LA SOCIEDAD)

“La gran tragedia del mundo 
es que no cultiva la memoria, 
y por tanto olvida a los maestros”.   

Martin Heidegger



El título, algo críptico, hace referencia a la versión que el poeta inglés Robert Browning hizo del Agamenón de Esquilo, tragedia perteneciente al ciclo de Troya. La cinta se basa, a su vez, en una obra de teatro de Terence Rattigan que el propio dramaturgo convirtió en guion cinematográfico. La alusión al teatro griego clásico no es, desde luego, gratuita, ya que se establece un claro paralelismo entre la tragedia de Esquilo y la historia del profesor Crocker‑Harris, a quien los alumnos apodan “The Crock (la olla)” o “el Himmler de quinto curso”.



Ahora bien, incluso alguien como Croker‑Harris es capaz de despertar la simpatía de un alumno, Taplow (Brian Smith), que, con su exigua asignación, le regala un ejemplar del Agamenón en versión rítmica de Browning; y no solo eso, sino que le dedica este hermoso epigrama: “Dios en la distancia mira con benevolencia a un gentil maestro”. Este pequeño gesto desmantela la coraza que Crocker‑Harris se ha ido construyendo durante años.


Hay, al cabo, una valiosa lección en esta película sobre la enseñanza: si un profesor ha llegado al extremo al que ha llegado Crocker‑Harris y es consciente de su distancia y su frialdad con respecto a los alumnos, eso quiere decir que es el mejor momento para abandonar la docencia y comenzar de nuevo, “antes que el tiempo muera en nuestros brazos”, como rezaba el verso final de la Epístola moral a Fabio.

Quizá lo que más sorprende del film es su defensa apasionada del latín y el griego en la enseñanza. La hace de un modo inteligente, mostrando la satisfacción que supone comunicar, en uno de cada cien casos, una sabiduría y un gozo por la belleza que hasta entonces se disfrutaban en solitario. La satisfacción es mayor si se consigue con un muchacho que tiene pensado estudiar ciencias el próximo curso. El paralelismo entre la infidelidad que sufren el protagonista del "Agamenón" de Eurípides y el profesor no es sólo un recurso más o menos hábil. Es una demostración del alcance universal de la obra del dramaturgo griego. 

No se critica el valor de las ciencias experimentales, o la popularidad del deporte –hay un profesor jugador de criquet que es el ídolo de los alumnos–. Se trata de recordar algo que hasta hace poco nadie ponía en tela de juicio: que sin humanidades no hay civilización que merezca ese nombre.




"El estudio de los clásicos, en mi opinión, es la base de nuestra cultura. Y la cultura no es más que una expresión de lo mejor que hay en la sociedad: La filosofía, un gobierno honrado, la justicia, el arte, el idioma, compasión, alma, humanidad. Nuestra herencia clásica ya no se valora lo suficiente. 

Cómo ayudaremos a moldear a seres humanos civilizados si ya no creemos en la civilización".



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