EL Rincón de Yanka: PERFECCIONISMO

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sábado, 8 de diciembre de 2018

LOS TÓXICOS REPELENTES EN LA COMUNIDAD ECLESIAL 👺💀

Gente tóxica... en la Iglesia
“Se han infiltrado ciertos individuos que incurren en la condenación anunciada antiguamente por la Escritura, impíos que han convertido en libertinaje la gracia de nuestro Dios y rechazan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo. Sus desvaríos los llevan a contaminar la carne, a rechazar todo señorío, a maldecir a seres gloriosos. Son éstos los que en vuestras comidas fraternas -qué vergüenza- banquetean sin recato, echándose pienso. Nubes sin lluvia que se llevan los vientos; árboles que en otoño no dan fruto y que, arrancados de cuajo, mueren por segunda vez; olas encrespadas del mar, coronadas por la espuma de sus propias desvergüenzas; estrellas fugaces a quienes está reservada la lobreguez de las eternas tinieblas. Vosotros, queridos hermanos, acordaos de lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Ellos os decían que en el tiempo final habrá quienes se rían de todo y procedan como les dictan sus deseos impíos. Son éstos los que se constituyen en casta, siendo hombres de instintos y sin espíritu. Vosotros, en cambio, queridos hermanos, idos asentando sobre el cimiento de vuestra santa fe, orad movidos por el Espíritu Santo y manteneos así en el amor de Dios, aguardando, a que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo os dé la vida eterna. ¿Titubean algunos? Tened compasión de ellos; a unos, salvadlos, arrancándolos del fuego; a otros, mostradles compasión, pero con cautela, aborreciendo hasta el vestido que esté manchado por la carne. Al único Dios, nuestro salvador, que puede preservaros de tropiezos y presentaros ante su gloria exultantes y sin mancha, gloria y majestad, dominio y poderío, por Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre y ahora y por todos los siglos. Amén”. De la carta del apóstol san Judas 1-8.12-13.17-25
El meteculpas, que castiga y condena al otro; el envidioso, el descalificador, el imprescindible, el agresivo verbal, el psicópata sin remordimiento, el manipulador, el mediocre, el chismoso, el perfeccionista hacia los demás, el negativo, el superficial, el jefe autoritario, el orgulloso y el quejoso.

El motivo por el que el papa Francisco subraya estas cosas es, en primer lugar, el hecho de que le importan nuestras almas. No quiere que la Iglesia esté llena de “sepulcros blanqueados” que caminan como si estuvieran haciendo lo correcto, pero en realidad por dentro están llenos de “huesos de muertos” (Mt 23, 27). En segundo lugar, sabe que uno de los antídotos más poderosos a que las personas abandonen la Iglesia es la conversión y la santidad de los que creen.

¿La fe para ti es un deber y un “hacer” más que una transformación interior? Cuando hablas de la fe, ¿hablas de cosas “exteriores” más que de conversión y de oración? Esto no es necesariamente tóxico, pero puede serlo rápidamente. Cuando la oración y la relación no son el centro de nuestra vida de fe, el diablo intentará que nos concentremos en las cosas exteriores. La concentración en estas preocupaciones externas puede volvernos rápidamente orgullosos y críticos, lo que impide una relación significativa con Dios e interacciones caritativas con los demás.

¿Pasas más tiempo pensando en cuestiones sobre la fe que en tu relación con Jesús? Dios te pide que trabajes por la justicia en muchos sectores distintos, pero no te pide que hagas de las cuestiones de caridad, verdad o justicia, independientemente de lo importantes que sean, el eje de tu vida. No hay nada en lo que deberías centrarte por encima de tu relación con Dios. Si esto es verdad en nuestra vida se ve en como vivimos nuestra pasión por las cuestiones que Dios pone en nuestro corazón y en cómo tratamos a los demás, independientemente de quienes sean.




El problema de la Iglesia cristiana tóxica y repelente


Yo quiero una Iglesia - Rene González



VER+:



PARA RENOVAR LAS PARROQUIAS: 
EXPULSAR OKUPAS 
Y HACER DISCÍPULOS Y COMUNIDAD




"Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido.

Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando". (Plegaria eucarística)


miércoles, 30 de junio de 2010

¿PEREGRINO O TURISTA?


Compadezco a los responsables que organizan retiros o  peregrinaciones. Para complacer tantas exigencias a los cómodos viajeros: las comidas y quejas personalizadas. Vamos de marqueses, de perfeccionistas en el trabajo de los demás y de repugnantes sofisticados.
¡Cuánto antitestimonio cristiano, social y humano! 
Y cuando viajas, representas a tu familia, a tu pueblo, a tu país. Compórtate bien... Y así  no maldecirán tu casa.

¿Peregrino o turista quisquilloso?
Todo augura a que en los próximos meses, miles de personas de la más diversa índole, condición, edad y nacionalidad van a tomar dirección a Santiago. 
Se anuncia, pues, una saturación en las sendas, mayor incomodidad en los alojamientos y esperas en restaurantes y fondas. Unido a la satisfacción de la consolidación de la ruta, la preocupación se centra ahora en que el espíritu de cordialidad, generosidad y encuentro prime sobre cualquier otra cosa. Y son muchas las voces críticas que llaman la atención sobre una cuestión sin resolver: ¿cuánto de turista tiene, o mejor dicho, debe tener un peregrino?

"El turista exige, el peregrino agradece"
La peregrinación es un acto tradicionalmente religioso, aunque tanto en su historia como en la actualidad, el componente cultural está extraordinariamente presente. Sin embargo, si se atiende a lo dicho por sus protagonistas, los propios peregrinos, la búsqueda de la espiritualidad y el encuentro con uno mismo son determinantes. El peregrino no es un paseante, un viajero, un ciclista ni, por supuesto, un turista que opta por una posibilidad barata -aunque incómoda- de pasar unos días de vacaciones. Por lo tanto, se espera que su comportamiento sea lo más alejado a un cliente que demanda una atención. La solidaridad, la autosuperación y la generosidad son valores esenciales, en armonía con el arte, la naturaleza y las gentes que se llegan a conocer. "El camino parecía una carrera, incluso había coches que apoyo, que alimentaban y reservaban camas en los albergues".

Honradez, generosidad, austeridad y curiosidad cultural definen al auténtico peregrino
"Me parece un poco triste que la esencia del Camino se pierda". Son testimonios que pueden leerse en el foro aludido, aunque la mayoría de las experiencias son positivas -"Quiero agradecer desde aquí a todos los hospitaleros, que con su apoyo y su dar sin pedir, con su bondad y su amor, nos confortan en el camino"- o quieren servir de consejo -"A todos los peregrinos que salen de Roncesvalles o que quieren hacer mas de 300 kilómetros les aconsejaría que intercalaran noches en pensiones o en habitaciones para descansar mejor"-.

El peregrino debe entender que el uso que hace de todo lo que encuentra en el Camino, desde los albergues, hasta la naturaleza, las ermitas románicas y las fuentes, es un préstamo, con lo que debe dejarlo igual, si no mejor, que como lo encontró.

Ser peregrino en los albergues
Una de las cuestiones que más preocupa a quien comienza el peregrinaje es el lugar donde podrá dormir. En invierno y a principios de primavera y otoño, la capacidad de los albergues absorbe sin problemas la llegada de caminantes, pero de mayo a septiembre el número de camas es muy inferior a la demanda. No en vano, si en 1987 eran 2.500 las personas que completaron la Compostelana, los últimos datos, de 2003, hablan de cerca de 300.000.

Los albergues de peregrinos son alojamientos que ayuntamientos, parroquias, asociaciones y otras instituciones ponen a disposición de los peregrinos. Por lo general no tienen establecida una tarifa para ofrecer cama, pero esto no significa que sean gratuitos. Su mantenimiento, la atención prestada y los gastos que generan deben ser sufragados con las aportaciones voluntarias de quienes disfrutan de ellos. En muchos albergues se han visto obligados a solicitar, en verano sobre todo, un pago en euros, a modo de voluntad, pues precisamente esa voluntad estaba muy vacía. Otras normas que rige en ellos es que está prohibido pasar en estos albergues más de una noche, salvo causa de fuerza mayor, y que los peregrinos que recorren el Camino a pie tienen preferencia, hasta las 8 de la tarde, para obtener alojamiento. Son reglas que velan por un buen y equilibrado funcionamiento.

Hacer la peregrinación a Santiago implica cierta sobriedad en los gastos, por lo que no es de recibo pedir refugio barato y gastar el dinero sin control en bienes prescindibles. Ser un auténtico peregrino denota honradez y austeridad. En cuanto a los hospitaleros, hay que decir son voluntarios que, con mejor o peor acierto, desean atender al caminante con esmero, por lo que se debe valorar y apreciar su esfuerzo, muchas veces abnegado. Si no se encuentra sitio en un albergue, se puede optar por hostales rurales que han proliferado en los últimos años. También se puede preguntar a los lugareños, que en muchas ocasiones ofrecen generosamente cena y cama en sus propias casas.

domingo, 28 de octubre de 2007

"El fariseo y el Publicano"



El Evangelio de este domingo es la parábola del fariseo y del publicano. Quien acuda a la iglesia el domingo oirá un comentario más o menos de este tipo. El fariseo representa el conservador que se siente en orden con Dios y con los hombres y mira con desprecio al prójimo. El publicano es la persona que ha errado, pero lo reconoce y pide por ello humildemente perdón a Dios; no piensa en salvarse por méritos propios, sino por la misericordia de Dios. La elección de Jesús entre estas dos personas no deja dudas, como indica el final de la parábola: este último vuelve a casa justificado, esto es, perdonado, reconciliado con Dios; el fariseo regresa a casa como había salido de ella: manteniendo su justicia, pero perdiendo la de Dios. A fuerza de oírla y de repetirla yo mismo, esta explicación en cambio ha empezado a dejarme insatisfecho. No es que esté equivocada, pero ya no responde a los tiempos. Jesús decía sus parábolas para la gente que le escuchaba en aquel momento. En una cultura cargada de fe y religiosidad como aquella de Galilea y Judea del tiempo, la hipocresía consistía en ostentar la observancia de la ley y santidad, porque éstas eran las cosas que atraían el aplauso.

En nuestra cultura secularizada y permisiva, los valores han cambiado. Lo que se admira y abre camino al éxito es más bien lo contrario de otro tiempo: es el rechazo de las normas morales tradicionales, la independencia, la libertad del individuo. Para los fariseos la contraseña era «observancia» de las normas; para muchos, hoy, la contraseña es «trasgresión». Decir de un autor, de un libro o de un espectáculo que es «transgresor» es hacerle uno de los cumplidos más anhelados. En otras palabras, hoy debemos dar la vuelta a los términos de la parábola, para salvaguardar la intención original.

¡Los publicanos de ayer son los nuevos fariseos de hoy!

Actualmente es el publicano, el transgresor, quien dice a Dios:
«Te doy gracias, Señor, porque no soy como aquellos fariseos creyentes, hipócritas e intolerantes, que se preocupan del ayuno, pero en la vida son peores que nosotros». Parece que hay quien paradójicamente ora así: «¡Te doy gracias, oh Dios, porque soy un ateo!».

Rochefoucauld decía que la hipocresía es el tributo que el vicio paga a la virtud. Hoy es frecuentemente el tributo que la virtud paga al vicio.

Se tiende, de hecho, especialmente por parte de los jóvenes, a mostrarse peor y más desvergonzado de lo que se es, para no parecermenos que los demás. Una conclusión práctica, válida tanto en la interpretación tradicional aludida al inicio como en la desarrollada aquí, es ésta. Poquísimos (tal vez nadie) están siempre del lado del fariseo o siempre del lado del publicano, esto es, justos en todo o pecadores en todo. La mayoría tenemos un poco de uno y un poco del otro. Lo peor sería comportarnos como el publicano en la vida y como el fariseo en el templo. Los publicanos eran pecadores, hombres sin escrúpulos que ponían dinero y negocios por encima de todo; los fariseos, al contrario, eran, en la vida práctica, muy austeros y observantes de la Ley. Nos parecemos, por lo tanto, al publicano en la vida y al fariseo en el templo si, como el publicano, somos pecadores y, como el fariseo, nos creemos justos. Si tenemos que resignarnos a ser un poco el uno y el otro, entonces que al menos sea al revés: ¡fariseos en la vida y publicanos en el templo!

Como el fariseo, intentemos no ser en la vida ladrones e injustos, procuremos observar los mandamientos y pagar las tasas; como el publicano, reconozcamos, cuando estamos en presencia de Dios, que lo poco que hemos hecho es todo don suyo, e imploremos, para nosotros y para todos, su misericordia.

Comentario del padre Cantalamessa a la liturgia del domingo: Lucas 18, 9-14

http://www.zenit.org/article-25239?l=spanish

domingo, 16 de septiembre de 2007

LAS PERSONAS PERFECCIONISTAS


"No entiendo muy bien a los perfeccionistas cuando lo son sólo repecto a los demás". Martín Descalzo

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"El exceso es un defecto, excepto en la caridad".

Las personas que adoran las cosas y las situaciones perfectas normalmente sufren ellas mismas y hacen sufrir a los demás. Son además personas difíciles de soportar ya que muchas veces exigen a los demás que les imiten en lo que ellos hacen. Ser perfecto en todo es una actitud que pretende que todo alcance el grado de perfección más elevado, sin dar lugar al más mínimo error. No es que intente hacer las cosas sino que todo tiene que salir perfecto.

Las personas perfeccionistas normalmente lo son en todos los ámbitos de su vida: familia, trabajo, relaciones, etc. Los que están alrededor de esas personas sufren sus efectos más inmediatos: enfados, estrés, agobios, etc.

Ser perfeccionista sin vivirlo con tensión puede ser beneficioso en algunos momentos de la vida, pero mantener esa actitud constante no ayuda en nada a las personas que lo padecen y mucho menos a las personas que le tienen que soportar.

¿Cómo podemos saber si eres perfeccionista?

1.- Esto lo descubrimos cuando SIEMPRE pedimos que todo y todos sean perfectos. Esta exigencia no nos ayuda en nada sino que nos destroza interiormente pues vemos que los demás no ven las cosas como nosotros y se producen constantes enfrentamientos.
2.- Las otras personas se ponen en tensión cuando ellos valoran lo que han hecho. El perfeccionista reprocha a los demás que no lo hacen de manera perfecta como lo haría él.
3.- Son perfeccionistas en asuntos de escasa trascendencia cuando en realidad no saben establecer prioridades en los temas. Para ellos todo es trascendental olvidándose que hay muchas cosas en la vida que no tienen mayor importancia.

¿Cómo relacionarnos con las personas perfeccionistas?

1.- No pierdas el tiempo en discutir con perfeccionistas equivocados.
2.- Ten en cuenta que los perfeccionistas se sienten permanentemente frustrados por los errores, sean reales o supuestos de los demás. Su permanente nivel de exigencia (todo tiene que ser perfecto al 100%), acaba por enfrentarles a los demás.
3.- Los perfeccionistas van quedando aislados porque los que le rodean no están dispuestos a aguantarles.
4.- No hay que discutir con los perfeccionistas. Lo mejor es callarse, eso les hará pensar.El silencio es una buena arma para hacer reflexionar a este tipo de personas.

¿Qué hacer para ir superando el perfeccionismo?

1.- Ir aceptándonos y aceptar a los demás como son. Estamos en un mundo imperfecto donde cada uno hace lo que puede para ser feliz. Intenta ser flexible contigo y con los otros.
2.- Intenta que tus relaciones con los demás sean fluidas y respetuosas.
3.- Aunque seas perfecto (nunca llegaremos) , si no eres flexible con los demás serás inaguantable.
4.- Vete dándote cuenta que todas las cosas de la vida no tienen la misma importancia. Pon cada cosa en su lugar.
5.- Evita conflictos poco útiles.