EUROPA ISLAMIZADA
EL DESAFÍO MIGRATORIO MUSULMAN:
UNA GUERRA HÍBRIDA NO DECLARADA
Con los crecientes procesos migratorios aparentemente individuales y espontáneos, nuestros estados enemigos nos envían a los desahuciados de sus sociedades para desestabilizarnos, creando aquí un paulatino declive económico, y el socavamiento de nuestro orden y paz sociales. Detrás se encuentra, desde hace decenios, la influyente financiación de potencias arabo-musulmanas, y organizaciones como los Hermanos Musulmanes, infiltradas en nuestras instituciones públicas y privadas, con el fin de ocupar Occidente para su islam. Con la explotación artificialmente exagerada de valores aceptados por todos los occidentales, como son la igualdad, la libertad religiosa, la no discriminación o el racismo, van apoderándose de mayores esferas en nuestra sociedad, e introduciendo valores incompatibles -cuando no subversivos- con nuestras sociedades libres y democráticas. Todo ello con la complicidad, la intimidación, y el amordazamiento por parte de un sector de nuestros políticos en su propio beneficio electoral; y el encubrimiento, engaño y ocultación de sus medios afines. Ninguna obligación legal internacional aprobada en otros tiempos y circunstancias, puede hoy abocarnos o servir como excusa para implantar el caos y el deterioro en nuestras sociedades occidentales. Vivimos los últimos estertores de una Europa ocupada, extorsionada, hostigada y abusada, pero inerme.
¿Una solución pacífica es aún posible para recuperar nuestras calles de su degradación y peligrosidad, y revertir el caos económico y social al que nos dirigimos?
En las últimas décadas, Europa ha experimenta do una transformaci ón demográfica y cultural sin precedentes, impulsada en gran parte por los flujos migratorios provenientes de países de mayoría musulmana. Este fenómeno ha suscitado debates intensos y polarizados sobre la integración, la seguridad y la identidad cultural del viejo continente. Ahora, un nuevo libro recién publicado por SN Editores, Hacia una Europa islamizada de Alejandro Espinosa Solana, aborda este complejo tema con una perspectiva crítica y magníficamente documentada, ofreciendo un análisis exhaustivo de los desafíos que enfrenta Europa en la actualidad relacionados con este tema. Alejandro Espinosa Solana no se limita a exponer los hechos; su obra es un auténtico llamamiento a la reflexión profunda sobre las consecuencias a largo plazo de la inmigración masiva y descontrolada. A través de un riguroso examen de datos, testimonios y casos concretos, el autor nos lleva a cuestionar sobre las actuales políticas migratorias, especialmente, sobre la falta de previsión, voluntaria o inconsciente, de las autoridades europeas.
Espinosa Solana explora también, con una lacerante destreza, cómo la inmigración no regulada ha contribuido en la UE al surgimiento de no pocas sociedades paralelas, donde la integración efectiva se ve obstaculizada por diferencias culturales y religiosas insalvables. Con valentía inusitada y especialmente plausible en el acomodado, acobardado y cómplice panorama político e intelectual presente, el autor se adentra en los aspectos más oscuros y menos discutidos de este fenómeno, como el aumento de la delincuencia, la radicalización terrorista y la creciente y dramática influencia de determinados estados extranjeros en el tejido social y económico europeo.
Su análisis revela una estrategia de desestabilización que va más allá de la mera llegada de inmigrantes, sugiriendo una forma de "guerra híbrida" en la que se combinan elementos de presión demográfica, económica y cultural para socavar las bases éticas, políticas, culturales y religiosas de las sociedades europeas. Este gran libro no es, de ningún modo, un demagógico ataque contra los inmigrantes per se, sino una crítica a las políticas y a la gestión de un problema que afecta a todos los ciudadanos.
Espinosa Solana defiende que la inmigración debe ser gestionada de manera responsable, asegurando que las personas que lleguen al continente estén dispuestas a respetar y contribuir positivamente a la sociedad que las acoge. En este sentido, el autor nos insta a enfrentar la realidad con arrojo y a tomar medidas que garanticen la cohesión social y la seguridad en Europa. Al abrir las páginas de
Hacia una Europa islamizada, los lectores se encontrarán con una obra provocadora, revolucionaria y esencial para comprender uno de los mayores retos de nuestro tiempo.
Con este magnífico libro, Alejandro Espinosa Solana nos ofrece de forma pionera en las últimas décadas una perspectiva clara y contundente sobre una problemática que no podemos ignorar, y nos invita a participar en un debate necesario para el futuro de Europa.
PAN-EUROPA
Richard N. Coudenhove-Kalergi
Prólogo de Otto de Habsburgo
Tras un primer llamamiento a la unidad de Europa en Octubre de 1922, Coudenhove-Kalergi propuso en 1923 el primer proyecto moderno de una Europa unida, expuesto en su libro Pan-Europa.
Esta obra profética sigue fascinando por su actualidad. Según Coudenhove-Kalergi Europa es heredera de un rico pasado y debe estar unida para sobrevivir, aunque preservando las particularidades de todos sus pueblos. El rechazo a todo prejuicio nacionalista, la defensa de la libertad y la consolidación de la paz son, junto con la reconciliación de Francia y Alemania, los pilares de la unidad europea.
Traducido a numerosos idiomas, este llamamiento tuvo un gran eco en medios intelectuales y políticos: en él se pasa revista a las causas de las crisis europeas, se esbozan soluciones concretas y, sobre todo, la unión de Europa aparece como algo plausible y deseable y no como una lejana utopía. Además interroga sobre la cuestión fundamental de la dimensión espiritual e intelectual de la unión del viejo continente.
PRÓLOGO
Pocos son los libros que, después de siete decenios, pueden aparecer de nuevo —con pequeñas modificaciones, es verdad— manteniendo intactos y vigentes sus principios fundamentales. Ésta es una característica de Pan-Europa, de Coudenhove-Kalergi, publicación que posee todavía una utilidad incontestable para todos aquellos que se preguntan por el futuro de nuestro continente. Este libro pertenece, por tanto, a la categoría de esas pocas publicaciones que, como las de Montesquieu o las de Jacques Bainville, tienen validez en todas las épocas porque contienen verdades inmutables, frecuentemente olvidadas. Las Sagradas Escrituras nos hablan de los profetas.
Los que hemos tenido la suerte de encontrarnos o de hablar con Coudenhove-Kalergi sabemos que, si hubiera vivido en aquella época, hubiera sido considerado como un profeta. Ya desde su juventud nos vino mostrando las leyes fundamentales que rigen nuestro continente e indicando los remedios que pueden ayudarnos a resolver unos problemas seculares. Ha sido una tragedia para Europa que sus contemporáneos muchas veces no hayan realizado, y ni siquiera comprendido, lo que él decía. Actualmente, más que nunca, se llega a la conclusión de que los remedios propuestos por CoudenhoveKalergi, en lo que concierne a la política europea y al porvenir de Pan-Europa, constituyen la buena solución. Por tanto, está más que justificado publicar de nuevo un libro que, en los años críticos en que vivimos, nos muestra el verdadero camino del futuro. En este sentido, deseamos a esta publicación el mayor éxito, especialmente en aquellos países que tienen aún problemas en sus relaciones con la Unión Europa. Dentro de la Unión Europea, este libro muestra, especialmente a los gobernantes, que ha pasado la hora del pequeño nacionalismo provinciano y que su mirada debe dirigirse actualmente hacia unos horizontes más altos y más lejanos.
Otto de Habsburgo,
Presidente de la Unión Paneuropea Pöcking,
otoño de 1996
Prefacio
Todos los grandes acontecimientos históricos comienzan en forma de utopía y terminan siendo realidad.
Este libro tiene por objeto despertar un gran movimiento político que dormita aún en todos los pueblos de Europa. Muchos son los hombres que soñaron con una Europa unida, pero pocos los decididos a crearla. Estéril en cuanto meta del deseo, esta idea puede dar frutos si se convierte en objetivo de la voluntad. La voluntad de los europeos, he aquí la única fuerza que puede hacer realidad a Pan-Europa.
La voluntad de los europeos es también la única fuerza que puede sostener a Pan-Europa. Cada uno de los europeos tiene, por tanto, en su mano una parte del destino de su mundo. Mientras estoy escribiendo estas líneas, se reúne en Chile la V Conferencia Panamericana, Rusia está trabajando en su propia reconstrucción con toda la energía de que es capaz, el Imperio británico está superando la crisis que ha seguido a la guerra y el Extremo Oriente está libre de la espada de Damocles, el peligro de una guerra americana.
Entretanto, Europa va dando tumbos, sin guía y sin plan, de una crisis a otra. Los soldados franceses y belgas continúan ocupando el centro industrial de Alemania. Sobre Tracia pende la amenaza diaria de una nueva guerra. Por todas partes reina la miseria, la inquietud, el descontento, el odio y el miedo. Mientras que el resto del mundo da cada día un paso hacia delante, Europa retrocede cada día más. Esta constatación constituye en sí ya un programa.
La causa de la decadencia de Europa es política, no biológica. Europa muere no de vieja, sino porque sus habitantes se matan y se destruyen unos a otros con todos los medios de la técnica moderna. Europa es todavía la reserva humana cualitativamente más fértil del mundo. Los dinámicos americanos no son otra cosa que europeos transplantados a un nuevo medio ambiente político. No son los pueblos de Europa los que padecen senilidad, sino únicamente su sistema po lítico. La transformación radical de este sistema puede y debe dar lugar a la cura total de este continente enfermo. La Guerra Mundial ha transformado el mapa político de Europa, pero no su sistema político.
En Europa sigue reinando la anarquía internacional, la opresión de los débiles por los fuertes, un latente estado de guerra, la desmembración económica, la intriga política. La política europea de hoy se parece más a la política del ayer que a la política del mañana. Europa tiene vuelta su cabeza hacia el pasado, en vez de mirar hacia delante. El mercado del libro está inundado de memorias. En el debate público se discute más sobre el origen de la última guerra que sobre cómo evitar la futura.
Esa eterna mirada hacia el ayer es la causa principal del movimiento reaccionario y de la división de Europa. Es a la juventud europea a quien corresponde modificar este estado de cosas. La juventud europea está llamada a levantar una nueva Europa sobre las ruinas de la antigua: a sustituir la Europa anárquica por una Europa organizada. Si los hombres de Estado europeos se niegan a reconocer y a realizar este objetivo, serán barridos por los pueblos con cuyos destinos están jugando. Hay dos problemas candentes que pesan sobre nuestro continente: la cuestión social y la cuestión europea; la lucha entre las clases y la lucha entre los Estados de Europa.
La cuestión social es el tema número uno de la discusión pública: da origen y divide a partidos políticos y aparece miles de veces ante la opinión pública de todos los países. Por el contrario, la cuestión europea, que no tiene menor importancia, ni siquiera se menciona. Muchos ni siquiera han oído hablar de ella. Es un problema relegado al ámbito de la literatura y de la utopía, nadie se lo toma en serio. Y sin embargo, de su solución depende el futuro de nuestra cultura y el de nuestros hijos. La cuestión europea se plantea en estos términos:
¿Puede Europa, con su división política y económica, garantizar su paz y su independencia frente a las potencias mundiales extraeuropeas emergentes o está forzada a organizarse en una federación de Estados para salvar su existencia?
Plantearse esta pregunta es ya responder a ella. Por esto, nadie se la formula y todo el mundo la escamotea. Es verdad que en el debate público se habla mucho de las cuestiones europeas, pero jamás de la Cuestión Europea, en la que tienen sus raíces todas las demás, lo mismo que las cuestiones sociales tienen su raíz en la Cuestión Social en general. Así como actualmente todo europeo está obligado, en política interior, a adoptar una posición frente a la Cuestión Social, así también, en política exterior se verá obligado a adoptar una posición frente a la Cuestión Europea.
La unión de Europa o su división, su organización o su anarquía, su resurrección o su muerte dependerá de la voluntad de los europeos. Pero hay una cosa que no debe volver a ocurrir: que los responsables políticos escamoteen una cuestión que es vital para 300 millones de hombres súbditos suyos.
En una palabra, la Cuestión Europea debe ser discutida en toda su profundidad ante la opinión pública del continente, en la prensa, en la literatura política, en las reuniones políticas, en los parlamentos y en los gobiernos. El tiempo apremia. Mañana podría ser quizá demasiado tarde para resolver la Cuestión Europea: por esto, es preferible comenzar ya hoy mismo. Europa, que ha perdido casi totalmente la confianza en sí misma, espera ayuda del exterior:
unos de Rusia, otros de América. Ambas esperanzas constituyen un peligro de muerte para Europa.
Ni el Este ni el Oeste quieren salvar a Europa: Rusia quiere conquistarla, América quiere comprarla. Entre la Escila de la dictadura militar rusa y la Caribdis de la dictadura financiera americana sólo hay un camino estrecho que conduce a un futuro mejor. Este camino se llama Pan-Europa y significa: que Europa debe ayudarse a sí misma constituyéndose en una unión político-económica. Se le reprochará a Pan-Europa ser una utopía. Pero este reproche no se sostiene. No hay ley natural alguna que se oponga a su realización. Responde a los intereses de una aplastante mayoría de europeos y solamente va contra los intereses de una minoría cada vez más reducida.
Esta pequeña minoría, que es poderosa y que actualmente dirige los destinos de Europa, querrá marcarle a la idea de Pan-Europa con el sello de la utopía. A éstos habrá que responderles que los grandes acontecimientos históricos comienzan en forma de utopía y terminan siendo realidad. En 1913, las Repúblicas polaca y checoslovaca eran utopías. En 1919 eran realidades. En 1916, la victoria de los comunistas en Rusia era una utopía. En 1917 era una realidad. Cuanto menor sea la fantasía de un político, tanto mayor parecerá el reino de la utopía y tanto menor el reino de lo posible. La historia del mundo tiene más fantasía que sus marionetas y está constituida por una cadena de sorpresas, de utopías hechas realidad. El que una idea no pase de ser una utopía o, por el contrario, se convierta en realidad depende normalmente del número y de la convicción de sus defensores.
Mientras sean miles los que crean en Pan-Europa, será una utopía. Cuando sean millones los que crean en ella, será un programa político. Tan pronto como sean cien millones los que crean en ella, será realidad.
El futuro de Pan-Europa dependerá, por tanto, de que los mil primeros defensores tengan la fe y el poder de persuasión necesarios para convencer a millones y para hacer de la utopía de ayer la realidad de mañana. Llamo a la juventud de Europa a realizar esta obra.
Richard N. Coudenhove-Kalergi
Viena, primavera de 1923
IDEALISMO PRÁCTICO:
El plan Kalergi para destruir
a los pueblos europeos
La forma de constitución que sustituyó al feudalismo y al absolutismo fue la democracia; la forma de gobierno, la plutocracia. Hoy, la democracia es una fachada de la plutocracia: como las naciones no tolerarían una forma pura de plutocracia, se les concedieron poderes nominales, mientras que el poder real descansa en manos de los plutócratas. Tanto en las democracias republicanas como en las monárquicas, los estadistas son marionetas, los capitalistas son los titiriteros; dictan las directrices de la política, gobiernan mediante la compra de la opinión pública de los votantes y, a través de las relaciones profesionales y sociales, de los ministros.
En lugar de la estructura feudal de la sociedad, intervino la plutocracia; el nacimiento ya no es el factor decisivo para el rango social, sino los ingresos. La plutocracia de hoy es más poderosa que la aristocracia de ayer: porque nadie está por encima de ella salvo el Estado, que es su herramienta y el ayudante de su ayudante.
Cuando aún existía la verdadera nobleza de sangre, el sistema de aristocracia por nacimiento era más justo que el de la aristocracia adinerada de hoy: porque entonces la casta gobernante tenía sentido de la responsabilidad, cultura y tradición, mientras que la clase que gobierna hoy carece de sentimientos de responsabilidad, cultura o tradición.
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