CONVIVIMOS EN UNA SOCIEDAD
PSICOCÉNTRICA Y PSICOLOGIZADA:
TODO ES TRASTORNO O SÍNDROME.
La psicologización y los prejuicios van de la mano, y juntos forman un círculo vicioso que se ve avivado por el desconocimiento, el miedo y la desinformación. La principal semejanza entre estos dos procesos psicológicos es que actúan de forma latente, interna y es difícil detectarlos, además ambos tienen en el poder de convertir una conducta o una opinión totalmente válida en algo mal visto. Por ejemplo, la psicologización asociada al feminismo es tan fuerte que muchas mujeres ideológicamente feministas rechazan ser incluidas en esa categoría por miedo a ser catalogadas como frustradas o hembristas. Algo parecido sucede con el término gordibuena. Aquellos que desconocen –o ignoran– su significado prefieren gritar a los cuatro vientos definiciones que se sacan de la manga y que poco o nada tienen que ver con la realidad, construyendo barreras donde no las hay y ensuciando una lucha que va más allá de las etiquetas y los estereotipos.
Aunque cambiar nuestro sistema de creencias deshaciéndonos de los prejuicios no es imposible, es importante recordar que el mundo sigue girando. Por desgracia, muchas personas actúan movidas por los estereotipos y se ven afectadas por la psicologización consciente e inconscientemente. Buscar la perfección –en nosotros y en los demás– conlleva una falsa idealización del mundo y puede dar pie a nuevos prejuicios. Citando a Manuel Vicent, «el perfecciionismo es muerte, la imperfección que reconocemos es el arte».
La psicologización favorece las conductas normativas evitando que cualquier persona salga del molde de lo socialmente correcto, da una connotación negativa a las minorías definiéndolas como peligrosas, defectuosas, enfermizas e inseguras y, por último, desvía el foco de atención de la propuesta ideológica defendida a las características personales de los miembros.
Una sociedad en la que todo comportamiento del ser humano cae dentro del marco de la psiquiatría y de la psicología, de tal manera, que cualquier comportamiento ya tiene un juicio de valor por parte de la psiquiatría y de la psicología y, curiosamente la mayoría de los comportamientos, la psicología y la psiquiatría los tipifica como patológicos, o sea, vivimos en una sociedad enferma según la lectura que hace la psiquiatría y la psicología.
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