LA CORUÑA, ESPAÑA Y LOS TOROS
La historia de La Coruña y España a través de las tres plazas de toros de La Coruña de 1850 a 1967.
El lector encontrará en sus páginas reseñas del arte, emoción y zozobra de quienes se jugaron la vida en el ruedo coruñés, saliendo triunfadores o abroncados.
Y la tragedia con las muertes del novillero Andrés Gallego; los subalternos Cerrajillas y Dientes y sobre todo un episodio acaecido en agosto de 1934 y que cambiaría la historia del toreo para siempre. La muerte de un espectador, aquella tarde aciaga del verano coruñés, gran aficionado, Cándido Roig Roura, en el instante en que Juan Belmonte manejaba el estoque de matar. Tras un derrote del toro, este salió despedido hacia los tendidos yéndose a clavar en el pecho del aficionado, que fallecería momentos después en la enfermería de la plaza coruñesa.
En el ruedo de aquella tercera plaza coruñesa, inaugurada en 1885, tuvieron lugar las alternativas de Alfonso Cela Celita el único torero gallego hasta la fecha, sucedida en 1912; la alternativa en 1929 del sevillano Maera con la presencia entre el público del escritor Ernest Hemingway y el gran acontecimiento taurino celebrado en 1944 que constituyó la alternativa de aquel grandísimo torero que se llamó Luis Miguel Dominguín. O la gran amistad que aquel irrepetible Manolete tuvo con sus amigos coruñeses.
El ambiente de fiesta de La Coruña, que rodeó a sus recordadas ferias taurinas, honradas desde 1940 a 1967 con la presencia del Jefe del Estado Francisco Franco que presidió varios festejos, así como muchos apuntes de los sucesos más destacados de la inigualable historia patria, acaecidos en ese largo periodo de 1850 a 1967.
Arte, valor, cultura, emoción, tragedia, tradición y fiesta. En suma ESPAÑA.
He sido siempre un gran aficionado a la fiesta nacional, algo que me inculcaron mis padres desde niño, llevándome, junto a mi hermano Eugenio, con ellos a la plaza de toros a ver varios festejos taurinos y espectáculos diversos como representaciones de zarzuela, veladas de boxeo o lucha libre.
Al finalizar la feria taurina de La Coruña, en el mes de octubre de 2014, mi buen amigo el gran pintor coruñés Marcial Ortiz, me animó a escribir la historia taurina de la ciudad. Sin embargo me asaltaron dudas. Hacer un libro exclusivamente de toros y que se dirigiese tan solo a la enorme cantidad de aficionados dispersos por el mundo, interesados en estos temas, ya era mucho. Pero había que dejar constancia de como La Coruña había sido taurina por derecho propio y que debido a un lamentable e incomprensible parón, estuvo sin fiesta durante 24 años, desde octubre de 1967 a agosto de 1991. Entonces decidí vestir mi trabajo, para animar a otros lectores, que desconocen por completo lo que ha significado y significa la gran fiesta taurina, a que encuentren en esas páginas, además de información sobre una gran cantidad de festejos celebrados desde 1850, sucesos acaecidos en nuestra querida España, reflejando también el ambiente de fiesta que se vivía en La Coruña cuando llegaban sus temporadas taurinas.
Las dudas quedaron despajadas cuando en agosto de 2015, con la llegada de la infecta, sectaria y malvada Marea, marca gallega de la canalla de Podemos, al gobierno municipal de La Coruña, prohibió la celebración de corridas de toros en La Coruña, algo que mantiene a día de hoy la alcaldesita de pitiminí del PSOE, apoyada por mareantes y separatistas. Ahí me puse manos a la obra y tras casi cinco años de investigación sale ahora este libro, magníficamente editado por SND, a la que agradezco profundamente su confianza. Ahora me falta rematar la faena con la historia de la cuarta plaza de toros coruñesa: El Coliseum, una instalación multiusos lograda gracias a la voluntad y afición de un alcalde irrepetible de la ciudad, Francisco Vázquez. Eso lo contaremos en un próximo volumen.
¿Por qué fue tan importante la trágica muerte en la grada del gran aficionado Cándido Roig Roura en agosto de 1934?
Con la muerte de aquel infortunado y gran aficionado, Cándido Roig, la fiesta cambiaría para siempre, apareciendo el estoque de cruceta que en la actualidad, utilizan los toreros para finiquitar su labor. Pero es que de aquella infausta tarde coruñesa del 6 de agosto de 1934, tras una cadena de malditos sucesos, que se reflejan perfectamente en el libro, todo va a desembocar en la trágica muerte en Manzanares del gran Ignacio Sánchez Mejías, justo a la semana siguiente de aquel festejo coruñés. Y de ahí saldrá el inmortal “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” del gran Federico García Lorca.
¿En qué medida la alternativa en 1929 del sevillano Maera con la presencia entre el público del escritor Ernest Hemingway fue algo legendario para La Coruña?
En aquella inolvidable plaza de toros de La Coruña, en 1912, se produjo la alternativa de Alfonso Cela “Celita, el único torero gallego que ha logrado hasta la fecha, doctorarse como matador de toros.
En 1929 tomaría en La Coruña la alternativa como matador de toros José García Maera, hermano de Manuel García Maera, un torero que había deslumbrado al escritor norteamericano Ernest Hemingway en su primera visita a España en 1921. El creador de “El viejo y el Mar”, que nunca había presenciado una corrida de toros se enganchó de tal forma a la fiesta que se convirtió en un seguidor empedernido de toros y toreros. Dejó constancia de ello en varias de sus obras literarias.
Con motivo de su segunda visita a España en 1929, Hemingway fue informado de que un hermano de Maera, actuaba como novillero. Le siguió en varias novilladas. Por ello se desplazó a La Coruña en los primeros días de agosto para verle tomar la alternativa. Hemingway a quien le apasionaba España, era un enamorado de Galicia, desde que en 1921 a bordo del Leopoldine había llegado a Vigo. De Santiago de Compostela llegó a decir que era la ciudad más hermosa que había visto jamás. Le impresionaron el azul del mar, las estrechas calles de la ciudad vieja de La Coruña; la inigualable ría de Vigo y sus pescadores en plena faena; la plaza de toros de Noya y las jornadas de pesca en el río Tambre.
Aquel domingo día 4 de agosto Hemingway, salió del hotel Ferrocarrilana de la Rúa Nueva, donde se hospedó. Después de pasear, beber tazas de vino del ribeiro en las abarrotadas calles de Olmos y Estrella y almorzar, ocupó una localidad de tendido en la plaza de toros coruñesa para ver al hermano de Maera, quien tuvo una buena actuación el día de su alternativa, e hizo posible que el empresario del coso coruñés, Domingo Dominguín, le incluyese en la corrida goyesca a celebrar dos días después.
¿Por qué también fue un evento importante la alternativa de Luis Miguel Dominguín?
Histórico aquel día dos de agosto de 1944, cuando la plaza de Toros de La Coruña, vistió sus mejores galas para ser testigo de la toma de alternativa como matador de toros de Luis Miguel Dominguín con un cartel conformado por Domingo Ortega, Domingo Dominguín y Luis Miguel Dominguín, con toros de Samuel Flores que se anunciaba como Samuel Hermanos.
La familia Dominguín estaba muy vinculada con la capital coruñesa. El padre de Luis Miguel, Domingo González Mateo, el “león de Quismondo”, fundador de la saga de los Dominguín, fue durante veintidós años empresario del coso de la avenida de Finisterre. En su vivienda de la calle de Rúa Nueva, pasaron Luis y sus hermanos gran parte de su infancia. En la plaza coruñesa, en el año de 1938, Luis Miguel con once años de edad, había toreado su primer becerro.
El día dos de agosto en la plaza se colgó el cartel de no hay billetes, para presenciar tamaño acontecimiento. Luis venía precedido de una fama arrolladora debido a sus grandísimas actuaciones como novillero.
Con un toro de nombre “Cuenco”, Domingo Ortega le cede los trastos dándole la alternativa. Luis Miguel cortaría esa tarde tres orejas saliendo a hombros, Ahí se iniciaría su gran carrera como indiscutible figura del toreo, amigo personal de personajes encontrados con el Generalísimo Franco o Pablo Picasso y un auténtico galán que conquistó a innumerables y bellísimas mujeres.
Igualmente el mítico Manolete tuvo un gran amor a La Coruña y sus gentes...
Sin lugar a dudas. Manolete debutó en la plaza de toros de La Coruña en agosto de 1942. Volvió a torear en la feria del 43. En mayo de 1945 con motivo de los festejos organizados para la inauguración del estadio municipal de Riazor toreo tres tardes con un éxito total. En sus cinco actuaciones en la plaza coruñesa obtuvo diez orejas y un rabo. Tanto encandiló la presencia de Manolete en la Coruña que la empresa adjudicataria de la plaza de la Avenida de Finisterre, que dirigía Marcial Lalanda junto a González Vera, preparó la feria de agosto de ese año 1945 sustentada en la gran rivalidad que existía entre Manolete y Arruza y que iban a torear de nuevo tres corridas los días 7, 8 y 9. Desgraciadamente todo se vino abajo por la forzosa sustitución de Manolete, que se había fracturado la clavícula izquierda, en un festejo celebrado en Alicante el día 29 de junio. De vuelta a los toros en Vitoria, el día seis de ese mismo mes de agosto, Manuel se resentiría de grave su lesión y cancelaría sus tres citas coruñesas, no volviendo a torear en la Coruña.
A mayor abundamiento en La Coruña, Manolete contó con una gran peña de amigos entre los que se encontraban, José González Chas, Ángel Duro, Alfonso Molina, Alfredo Malde, Arturo Mantiñán Alvedro y mi recordado padre, Marcelino. Pepe Chas, era propietario, entre otros innumerables negocios, del hotel Velázquez de Madrid. Allí conoció al diestro cordobés y allí le presentó a los que luego serían sus grandes amigos coruñeses. En incontables ocasiones, la pandilla coruñesa se desplazó, por España adelante, para ver torear a su amigo, el gran califa Cordobés. Algunas de las veces que Manolete toreó en La Coruña, se alojó en el chalet que Pepe González Chas poseía en la Gaiteira. Incluso era tal la amistad que Manolete forjó con Pepe González Chas, que en 1946, con motivo del día de San José, el gran torero cordobés le envió a su amigo coruñés un estoque de plata con el nombre de Pepe, en letras de oro, grabado en la empuñadura.
Por último la habitual presencia del Caudillo, el general Franco, en la plaza coruñesa ha marcado la historia coruñesa...
No solo la historia de la plaza de toros sino de La Coruña. Desde 1939 a 1975, el Caudillo de España veraneó en las torres de Meirás, enclavadas muy cerca de La Coruña. La ciudad, engalanada, se convertía durante unos días en la capital de España, debido a la presencia del Jefe del Estado, que celebraba consejo de ministros y aprovechaba para realizar inauguraciones de diversas obras, resaltando también su presencia en espectáculos deportivos y taurinos. En la plaza de toros de La Coruña el Generalísimo Franco presidió 16 festejos. La Coruña nunca podrá pagar lo que significó para la proyección y la historia de la ciudad la presencia en ella, durante 36 años, de Francisco Franco. Algún día, cuando España retome su serenidad y pulso de gran nación, La Coruña podrá intentar saldar, con el recuerdo generoso, aquella impagable deuda con aquel personaje irrepetible.
A modo de presentación
Despeje de plaza En 2014, una vez finalizada la última, por ahora, feria taurina que se ha dado en La Coruña, debido al sectarismo, maldad, odio, prevaricación y anti españolismo de un grupo lamentable que en mala hora llegó en 2015 al gobierno municipal de La Coruña y prohibió la fiesta de los toros, ciscándose incluso en la ley aprobada en el Senado de la nación en 2013, que declaró a la tauromaquia como Patrimonio Cultural de España. ES DECIR DE TODOS LOS ESPAÑOLES.
Esta ley tenı́a su origen en una Iniciativa Legislativa Popular respaldada con 600.000 firmas de ciudadanos. Pues bien, una vez finalizada aquella exitosa feria celebrada en octubre de 2014, mi buen amigo y grandı́simo aficionado, Marcial Ortiz, me propuso escribir la historia taurina de La Coruña. Tengo que reconocer que me picó el gusanillo, pues no en vano nacı́a escasos cien metros de donde se encontraba la plaza de toros de La Coruña, el gran coso del camino de Santa Margarita, Avenida de Finisterre o calle del Médico Rodrı́guez, que ası́se le conoció y que cerró sus puertas en 1967. En aquella plaza vi, de la mano de mi recordado padre Marcelino, las primeras corridas de toros en directo.
Por ello decidı́asumir el reto de una historia taurina, la coruñesa, que se remontaba a 1850, cuando el alcalde Juan Flórez, para atraer turistas a la ciudad, decidió levantar la primera plaza de toros de la ciudad de cristal y contrató para aquellos festejos nada menos que a la figura taurina de aquellos momentos, el gran Francisco Montes “El Paquiro”. Desde ese momento y por espacio de más de cinco años, revisando y constatando datos en innumerables diarios y revistas, me fui encontrando con una apasionante documentación sobre las tres primeras plazas de toros de la Coruña, que abarcaron los periodos de 1850-52, 1876-1879 y 1886 a 1967.
De aquella investigación salen ahora estas lı́neas que presento a los lectores y que vienen a certificar la gran tradición taurina que tuvo siempre la ciudad de La Coruña y que por motivos exclusivamente de inacción e ingenuidad polı́tica, sufrió en su historia un incompresible parón de 1967 a 1991, fecha en que un irrepetible alcalde, español a machamartillo y gran aficionado, llamado Francisco Vázquez Vázquez, decidió inaugurar el Coliseo Municipal, que a la postre, se convertirı́a en la cuarta plaza de toros de la historia taurina de La Coruña y que en un próximo volumen abordaremos su historia.
He querido reflejar en mis cometarios, sobre todo en lo referente a las actuaciones de los diferentes toreros en el ruedo coruñés el sentir de los cronistas coruñeses que fueron testigos de aquellos festejos; de los triunfos y reveses de las principales figuras del toreo que pasaron por las plazas coruñesas, convirtiéndolas en aquellos años, junto a Bilbao, San Sebastián y Santander, en unas de las más importantes del Norte de España. También, como no, quedan reflejados en estas páginas los triunfos de novilleros e incluso de aficionados que, en alguna ocasión se sintieron llamados por el arte de Cúchares, sin llegar finalmente a cumplir su sueño de ser toreros. Trasmitir a los lectores, sobre todo a los aficionados a este maravilloso arte, la emoción y la zozobra de quienes se jugaron la vida en el ruedo coruñés, saliendo triunfadores o abroncados. He decidido acompañar y reflejar en cada año en que se dieron corridas de toros en La Coruña, acontecimientos que marcaron para siempre la historia de nuestra querida España, ası́ como el ambiente que se vivı́a en la ciudad durante la temporada taurina, haciendo especial mención a las fiestas de agosto, dedicadas a la heroı́na Marı́a Pita, que siguen siendo en la actualidad las fiestas generales de la ciudad, una cita referente del verano coruñés.
Precisamente desde 1940 hasta el cierre de la plaza de toros del camino de Santa Margarita, coincidiendo con las jornadas de veraneo en las Torres de Meirás del Jefe del Estado Generalı́simo Francisco Franco, La Coruña se convertı́a, por espacio de unas semanas, en la capital fáctica de España. Además de los mejores toreros, que se lucieron en la gran plaza coruñesa, esta recibió en varias ocasiones la visita del Jefe del Estado que presenció diversos festejos. En el ruedo de aquel gran coloso inaugurado en 1885, tuvieron lugar las alternativas de Alfonso Cela “Celita” el único torero gallego hasta la fecha, sucedida en 1912; la alternativa en 1929 del sevillano Maera, con la presencia entre el público del escritor norteamericano Ernest Hemingway y el gran acontecimiento taurino celebrado en 1944, que constituyó la alternativa de aquel grandı́simo torero que se llamó Luis Miguel Dominguı́n. Faenas de ensueño, puertas grandes, silencios sepulcrales y escándalos sonados, como aquel de agosto de 1948, que protagonizaron Gitanillo de Triana, Cagancho y Albaicı́n. También hubo lugar para la tragedia, con las muertes de los subalternos Cerrajillas y Dientes, del novillero Andrés Gallego, y sobre todo en un episodio sucedido en agosto de 1934 y que cambiarı́a la historia del toreo para siempre.
En este trabajo se incluye por primera vez una fotografı́a del malogrado espectador y gran aficionado, Cándido Roig Roura, que encontró la muerte en aquella tarde aciaga del verano coruñés, cuando el estoque que manejaba Juan Belmonte, y después de un derrote del toro a su muñeca derecha, cuando intentaba acabar con su vida, salió despedido como una flecha, yéndose a clavar en el pecho del aficionado, que fallecerı́a momentos después en la enfermerı́a de la plaza coruñesa. Tengo que agradecer a dos gentiles damas, madre e hija, Marı́a Luz Roura Roig y Marı́a Luz Infante Roura, familiares directos de Cándido, el cederme su fotografı́a para insertarla como primicia en esta historia de las plazas de toros de La Coruña.
La mayorı́a de las otras fotografı́as, postales y carteles que ilustran esta obra, han sido generosamente cedidas por mis buenos amigos Marcial Ortiz y Manuel Santiago Arenas Roca, provenientes de sus colecciones privadas, ası́ como otras de la colección del Sporting Club Casino, a cuyo presidente, el querido Juan Medı́n Guyatt, le agradezco profundamente su colaboración; a la Peña taurina de La Coruña y a su presidente Aalvaro Fernández, que aportó los archivos de tan emblemática asociación.
A José Garcı́a Cabreros, el amigo Pepı́n, que me facilitófotografias y algún que otro cartel taurino. A la familia Aristeguı́ Romay, que me relataron recuerdos de su buen padre, gran aficionado. Y como no a mi recordado amigo, lamentablemente desaparecido, el coronel de Farmacia de nuestro Ejército, Alberto Villar, que al conocer el trabajo taurino que estaba preparando, me aporto unas instantáneas taurinas de enorme valor, -como la vuelta al ruedo en la plaza coruñesa de Joselito-, de la colección Villar Martelo. El resto son de mi colección personal de libros taurinos, carteles, entradas y fotografı́as, estas últimas que fui recibiendo, -al tener conocimiento de esta historia de las plazas de toros de la Coruña-, de mi inolvidable amigo, el gran fotógrafo coruñés Alberto Martı́ Villardefrancos, ya fallecido. Las demás imágenes fueron encontradas en internet.
Mi agradecimiento personal a mi entrañable amigo Marcial Ortiz, que desde el principio me animó a acometer esta historia taurina coruñesa, aportando numerosos carteles, fotografı́as y mucha información, pues no en vano su recordado padre, Zitro, además de novillero prometedor, fue durante años el asesor taurino de la plaza coruñesa. Sin su imprescindible y valiosa ayuda, esta obra no habrı́a podido realizarse.
A mi hermano Eugenio por su apoyo.
A mi buen amigo y camarada Jose Maria Permuy Rey, que pacientemente fue rescatando del archivo del NODO, las imagenes del Caudillo de España, en diversos festejos que presidió en el coso de la Avenida de Finisterre.
Mi reconocimiento y gratitud a Alvaro Romero Ferreiro, su esposa Isabel y la Editorial SND, que desde el momento que conocieron mi intención de publicar la historia taurina de La Coruña, se implicaron de forma decidida en el proyecto. Sin su generosa colaboración no hubiese sido posible el que estas páginas viesen la luz.
Y un recuerdo imperecedero a mis padres Marcelino y Marı́a, grandes aficionados, que me inculcaron el amor y pasión por tan española y universal fiesta. El autor La Coruña 2021 1850. La primera plaza de Toros de La Coruña En el archivo municipal coruñés existe una nı́tida información sobre el devenir de la historia taurina de nuestra ciudad, encontrándonos con una documentación de Saavedra, en la que se señala de que quizás la primera corrida que se dio en la Coruña, fuese la celebrada el 24 de junio de 1554, con motivo de las fiesta de San Juan, en la que se lidiaron seis toros. Dos años más tarde, el 4 de mayo de 1556, y por medio de las investigaciones de Estrada Catoyra, conocimos que la autoridad municipal ordenaba que al domingo siguiente, 11 de mayo, se corriesen tres toros “en la plaza de esta ciudad, donde estaba levantado el cadalso para honra y alzamiento del pendón por el rey don Felipe, y que dichos toros los diese Bartolomé Xago y los demás carniceros de la ciudad”.
También existe documentación de que se corrieron toros en los festejos del Voto a la Virgen del Rosario, con motivo del levantamiento del asedio por parte del pirata Drake, allá por el año de 1589 y que aquellos primeros festivales, al igual que los se ofrecieron en honor a la festividad del Santo Bautista, tenı́an como marco la Plaza de la Harina. Incluso en 1660, debido a una corrida de toros, hubo un conflicto entre la Real Audiencia y el Ayuntamiento, al negar este a presenciar a los miembros de la audiencia, desde balcones y ventanas de la casa consistorial, el mencionado festejo. Ante tal negativa, la audiencia reaccionó furibundamente y expulsó violentamente al Ayuntamiento de su domicilio, cambiando las cerraduras y recogiendo las llaves, para que no volviese a ocuparlo Coincidiendo con la presencia en la ciudad de Doña Marı́a de Neoburgo, esposa del Rey Carlos II “El Hechizado” en 1690, se dieron en su honor dos corridas de toros. Habrı́a que esperar, sin embargo, hasta el siglo XIX, para que un buen regidor de la ciudad, el alcalde Juan Flórez, diese, en 1850, el primer paso, para establecer una feria taurina anual y permanente en nuestra ciudad.
El buen alcalde diseñó un atractivo programa de festejos con el fin de atraer el turismo a La Coruña. Por ello impulsó vivamente la construcción de una plaza de toros. Después de barajar diversos lugares para su ubicación, como el campo de la Leña o el de Marte, se decidió a situarla donde posteriormente estuvo la fábrica del Gas, es decir, en el corazón de la hoy tan traı́da y llevada calle de Juan Canalejo, (rebautizada por la marea infecta como del Socorro), en los altos del barrio de la Pescaderı́a, que comprendı́an las calles de Zalaeta, Rastro y Hospital. La feria taurina se enmarcaba dentro de un amplio programa de fiestas en honor a la Virgen del Rosario, Patrona de la Ciudad, con la consiguiente renovación del voto a la Santı́sima Virgen en recuerdo de la gran jornada de 1589 donde los coruñeses con fe, valor y decisión sin lı́mites, doblegaron al pirata Drake y a su magnı́fica escuadra inglesa que durante dı́as tuvo completamente cercada la ciudad. Desde el dı́a dos de julio, coincidiendo con la octava de San Juan y por espacio de casi un mes, los coruñeses tuvieron la oportunidad de presenciar festejos taurinos, actuaciones cómicas, teatro, danza y otros espectáculos.
La plaza que se construyó en madera, fue diseñada por Julián Salces, siguiendo los bocetos del segundo arquitecto municipal Manuel Rosende, con capacidad para unas 8.000 personas. El terreno era propiedad de un conocido industrial llamado José Agapito Ugarte, quien arrendó la explotación de la plaza a Manuel Pascual, adjudicándose las obras de su construcción en 58.000 reales a José Domı́nguez. El pliego de condiciones detallaba que el ruedo tendrı́a que medir 50 varas de diámetro. Deberı́a confirmarse que llevarı́a barrera, contrabarrera, veinte gradas de tendidos y cuatro más cubiertas a modo de andanadas, con una barandilla de madera. También obligaba al empresario constructor a disponer de tres palcos, uno de ellos para la presidencia. Enfrente de la misma se colocarı́a un entarimado como lugar reservado para la banda de música, clarines y timbales. La Corporación Municipal se harı́a cargo del botiquı́n, que tendrı́a que ser atendido por dos facultativos uno en medicina y otro en cirugı́a, un practicante, dos enfermeros y un local para enfermerı́a con dos camas y una camilla.
El Ayuntamiento, también acometerı́a el enarenado del suelo y facilitarı́a las mulas necesarias para el arrastre ası́ como personal de arreo y fuerza armada, alguaciles y lo que más conveniente creyera para mantener el orden público. Por parte de la empresa se entregarı́a al ayuntamiento un monte o una dehesa donde pudiesen pastar los toros a lidiar. El constructor se comprometió a dar una fianza de 40.000 reales, mientras que el Ayuntamiento aportarı́a, para usufructuarla, 50.000 reales pagaderos en tres plazos…(sic)
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