EL Rincón de Yanka: LA TIRANÍA DEL PROGRESISMO Y MANUAL PARA DEMOLER PROGRESISTAS 🔕

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viernes, 7 de junio de 2019

LA TIRANÍA DEL PROGRESISMO Y MANUAL PARA DEMOLER PROGRESISTAS 🔕



La tiranía del progresismo

La tiranía progre es un movimiento de analfabetos en lo intelectual que destruye todo a su alrededor. En una suerte de cruzada libre-progre, busca infectar con el virus ideológico todas las esferas del orden social: educación, justicia, derechos e instituciones. Ningún argumento lógico los convence, es por ello, que la horda progresista funciona en colectividad, pero nunca en individualidad, aunque, estos en definitiva representan una minúscula parte de la población. Pero al ser un lobby agitador, poseer los medios de comunicación y al haberse infiltrado en los gobiernos, tienen poderosas herramientas para someter al resto.
El progresismo no libera, sino que encadena. No deconstruye, sino que construye verdaderos esclavos ideológicos. Enarbolan falsas banderas y al mismo tiempo buscan imponer sus más bajos y caprichosos instintos al resto. Para ello se introdujeron hábilmente en el sistema educativo, arremetiendo contra el sano juicio, toda lógica y sentido común, engendrando una milicia progresista destructora. Quien se oponga a esta verdadera religión de masas es sentenciado a la muerte mediática. Aunque si pudieran quitar vidas como sus predecesores del siglo XX, me atrevo a decir que lo harían.

El desprecio a la cultura tradicional, es la esencia del movimiento progresista. Creen que la civilización nació a partir de su propio natalicio y que por lo tanto, el pasado es un estorbo anticuado. Sin esta raíz de pasado, la horda entroniza un salvajismo despiadado, arremetiendo contra los grandes valores que forjaron la civilización occidental. A pesar de ser pocos ilustrados respecto de la historia, vive la horda masificada reinventando el pasado a su antojo y enmarca de oscurantismo las grandes tradiciones que llevaron a la civilización a su plenitud.
Por otro lado crearon una especie de mesianismo cultural, con un fuerte carácter religioso alrededor de los pseudo valores culturales que sostienen, que en definitiva es una maraña del catecismo ideológico de la nueva izquierda. Con esto intentan reinventarse del fracaso categórico y rotundo del marxismo clásico, que no hizo más que traer desgracias humanitarias. Hoy este flagelo se implantó en el germen de la cultura, y a cada paso que avanza, el régimen culturalista se vuelve más despiadado. Así en definitiva el vicio se profundiza y la excitación de la horda radica precisamente en ir más y más lejos con sus caprichos.

Por consiguiente la psicopatía progresista utiliza dogmas como el relativismo moral, constructivismo, ateísmo, inmanentismo, materialismo y los preceptos de la ideología más asesina de todos los tiempos que es el Marxismo, con una mezcla de liberalismo progresista. Nutrido de todo esto, no hacen más que apelar al ruido, descontrol, desorden, abuso, mentira y desprestigio. Por esencia no existe rango ontológico alguno que sostenga toda esta falsedad ideológica, que no tiene sustento en la realidad. El progresismo carece de entidad, es decir, se choca con la existencia misma. Solamente puede ser sostenida por aquellos que tienen una visión distorsionada del mundo. Además de ser enceguecidos por aquellos que se benefician al estupidizar a la población, que son precisamente los que tienen el poder y el control de las masas, detentando los medios políticos y de comunicación. Mientras más alimenten de progresismo a la población, más abusaran del poder, porque lo que verdaderamente debe ser atendido en una sociedad, pasa a segundo plano.
En nuestros días el Estado es el arma funcional del progresismo cultural, para implantar los abusos y artimañas sobre el resto. En esta avanzada progre, utiliza el sistema político demagógico y partidocratico para desarticular los cuerpos intermedios que no pertenecen a la esfera estatal, con el fin de crear átomos sociales, para que estos no tengan ningún tipo de injerencia en el poder. Para ello corrompen la familia, atacan la religión y demonizan a sus opositores, es decir, que desgastaron y se infiltraron en aquellas instituciones guardianas de las tradiciones occidentales. Es así que hoy concentran y detentan un poder cuasi ilimitado, siendo un grave peligro para los derechos naturales de los ciudadanos como la vida, la propiedad y la libertad.

En este sentido la tiranía institucionalizada se esconde sobre falsos slogans y una politiquería de lo correcto. Quien decida enfrentarlos es un antiderechos, fascista, homofóbico, sexista, fanático religioso o extremista de derecha. Nada más alejado de esto. Basta utilizar unos cuantos argumentos de lógica, de sentido común y precisos datos históricos para desbaratar el amorfo pensamiento progresista, que es semejante a un irracionalismo mentado, que muy bien utilizan las masas para estar a la moda y la vanguardia.
Estos revolucionarios progres de pacotilla implantaron una falsa moralidad de luchar por las causas más benévolas de la humanidad. Nada más alejado de la realidad, que esta falsa supremacía ética, ya que, luchan por las causas más perversas del género humano, entre ellas, el aniquilamiento de las próximas generaciones, con su principal bastión de lucha, que es el aborto. Por otro lado apelan a la sensiblería para impactar en la opinión pública. El dramatismo teatral es propio de estos movimientos, como el uso de falsos silogismos y el invento estadístico, para dotar a las perversas causas progresistas de urgencia y necesidad.

Pero la hipocresía de los falsos portadores de verdad y por lo tanto radicales de la mentira, no hacen más que perturbar el medio social, llevando a la esfera de lo público, los más desagradables caprichos. Así la horda progresista tiene el tupé de imponer y obligarnos a aceptar, lo que por naturaleza y lógica es inaceptable. Aun no bastando este argumento de carácter lógico, también debemos financiar sus fetiches más bajos. El estado corrompido por este progresismo se inclina ante la horda progresista, cumpliéndole así, sus fantasías a merced del resto, que no comulga con el catecismo ideológico, que es bajo por naturaleza.
Esta tiranía se refugia en el legalismo, siendo el progre un positivista de las perversiones más viles, para implantar el abuso legal. En consecuencia han ganado tanto terreno en el plano político, que socavaron los principios y valores fundamentales de cualquier Nación bien civilizada, mediante una hábil reingeniería social, que se puso en marcha hace décadas, con el pensamiento de Gramsci y de la Escuela de Frankfurt, matando de esta forma, todo principio de verdad natural, que por esencia se opone a todas estas doctrinas que alimentan a un progresismo de bagatela. El gran J.K Chesterton sostenía “Las falacias no dejan de ser falacias por el mero hecho de que se pongan de moda”. Nada más cercano a la realidad que esta elocuente frase, de uno de los pensadores Católicos más brillantes del S. XX. En este orden de ideas, el pensador Colombiano Nicolás Gómez Dávila parafraseaba que “El progresista cree que todo se torna pronto obsoleto, salvo sus ideas”.

Gracias a los recursos coercitivos de los Estados y organismos supranacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o La Organización de los Estados Americanos (OEA) y el empleo de medios legales, económicos e ideológicos, que sirve para implantar toda una agenda progresista a nivel mundial. Por ello el progre de tinte izquierdista, no hace más que apoyar causas que provienen de las más altas esferas del poder mundial. La International Planned Parenthood Federation (IPPF) que es la internacional del aborto con presencia en más de 170 países, la Fundación Rockefeller y el multimillonario George Soros, están detrás de toda la campaña progresista a nivel mundial, que busca entre otras cosas, promover el aborto en el mundo para controlar la natalidad. Por eso el progresista es funcional a estos perversos manipuladores de masas, que bajan directrices a países como Argentina, para implantar una agenda, que nada tiene que ver con la soberanía de un país y los valores fundamentales que dieron nacimiento al mismo. La progresista Hillary Clinton, perteneciente a al partido demócrata (representa a la izquierda norteamericana) sentencio: “Los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales”. Esta frase es a fin a la reingeniería social que se menciona anteriormente, buscando alterar las tradiciones sanas de occidente, que no hacen más que oponerse a la macabra agenda de este lobby de millonarios, que quieren detentar el poder global. Matar las sanas creencias religiosas que forjaron occidente, es destruir la identidad de los pueblos y su soberanía en materia cultural. Todo espíritu humano se ve doblegado y destruido, cuando le aniquilan el sentido transcendental que este tiene, y que muy bien, entre otras cosas el Cristianismo ha forjado durante siglos, fundando de esta forma occidente junto al espíritu Greco-Latino. Es sin duda, que personajes como Hillary Clinton (que casi llega a la presidencia de la Nación más poderosa del mundo, perteneciendo a una élite mundial, al que pocos tienen el privilegio de llegar) están tan en contra de las tradiciones occidentales, entre ellas las religiosas.

Para concluir esta breve descripción fenomenológica de la dictadura progre, analizando su mecanismo de actuación y la promoción de las mismas causas, como la mencionada en el párrafo anterior. Es hora de que aquellos en virtud de conocer esta verdad, se opongan al progresismo, dando verdadera batalla cultural, volviendo a la senda tradicional que forjo nuestra civilización con Grecia, Roma y el esplendor Cristiano. Mucho tiempo se calló y gracias a ello, toda esta cultura apocalíptica avanzó, en todos los ámbitos humanos. Por eso es hora de frenar la horda progresista, que está financiado por el poder global y apoyado por las ideologías que corrompen al ser humano, que no hace más que aniquilar el espíritu de justicia y verdad, que hay en cada uno de nosotros.



Ahora, cuando un progre dice que la Venezuela de Nicolás Maduro no es una dictadura y que en realidad el tema “es más complejo”, nos reímos sin culpa. Pero no siempre fue así. Con su buenismo vacío, su alegada superioridad intelectual y moral, su jerga pretenciosa, estos ideologizadísimos sujetos nos hacían callar la boca y bajar la cabeza.
Un día, por suerte, algo empezó a cambiar.
Y, para que ese cambio ocurriera, ayudaron mucho las gotitas diarias de mordacidad incorrecta de Gustavo Bearverhausen, el @MisOdios de Twitter. Ayudaron mucho desenmascarando la hipocresía y la impostura de estas personas solemnes y sentenciosas. Ayudaron mucho a que hoy las podamos ver convertidas en clichés y en arquetipos burlables (el K de Palermo Soho, por nombrar uno).
Gustavo Bearverhausen abandona la restricción de los 140 caracteres de Twitter y se extiende a través de razonamientos brillantes que recorren la historia argentina, en especial la década kirchnerista, ofreciendo una herramienta imprescindible para el ciudadano de a pie.
El Manual para demoler progresistas reivindica el sentido común de las personas que piensan que no todo es más complejo, y que muchas veces las cosas son lo que parecen.

"Progresista: Fracasado que gusta culpar de sus miserias al "sistema" y procura que los demás reconozcan sus meritos como "luchador social" predicando a favor de lo que llama "justicia social", que en el fondo consiste en que unos vivan a expensas de los demás, utilizando al estado como cómplice.
Se les puede ver predicando su ideología en ONGs y organismos públicos nacionales e internacionales, donde solucionan todos los problemas desde sus escritorios mediante magníficos articulos llenos de palabras como: "articular", "visibilizar", "empoderar"y "desigualdad".
Destrozan el lenguaje con modismos sexistas ridículos como "ciudadanos y ciudadanas".
Son argolleros y gustan de hacerse pasar como intelectuales.
Se les conoce también como parásitos sociales". Martha Hildebrandt