o la omnipresencia de la vigilancia
Escribir un libro puede ser como un exorcismo, en especial cuando se pretende dejar atrás los fantasmas del pasado. Este es el caso del nuevo libro de la editorial Hypermedia, "El compañero que me atiende", una compilación de relatos de varios autores, hecha por Enrique del Risco sobre la omnipresencia de la vigilancia en la vida cubana. Algo que marcó la producción literaria nacional.
“Este libro no es un memorial de agravios, ni es un libro sobre la represión. En el caso cubano, en la lista de los agraviados por un régimen que está cerca de completar su sexta década, los escritores puntúan más bien a la baja, comparado con otros sectores de la sociedad”, aclaró el compilador Del Risco.
Del Risco, la reconocida poeta y narradora cubana Legna Rodríguez Iglesias, Abel Fernández Larrea, José M. Fernández y Luis Felipe Rojas, periodista de Radio Martí, presentaron el libro frente a casi un centenar de personas entre las que se encontraban algunos de los mejores escritores del exilio cubano.
“Este libro comenzó siendo una idea y se hizo gracias a la respuesta entusiasta de los autores que están en Cuba y en la diáspora. Tenemos relatos de 57 escritores que están no solo en Estados Unidos sino en diversas partes de Latinoamérica, Canadá y Europa”, explicó del Risco.
El compañero que me atiende recoge por primera vez textos de autores que hablan sobre las labores de vigilancia del Estado cubano y cómo esta influye en la literatura de la isla. Del Risco dijo que la respuesta sobrepasó sus expectativas. “Tenemos escritores de todas las edades. La censura y la vigilancia es un fenómeno nacional que ha pasado por todos los niveles sociales y es un denominador común en todo el proceso revolucionario”, dijo.
“El libro también ayuda a que los escritores y artistas que han sido censurados y vigilados se sientan parte de una sociedad que sufre eso en su conjunto. No es solo algo privativo de los intelectuales, sino que obreros, mujeres, estudiantes, todo el mundo, ha sido parte y víctima en este fenómeno”, explica Del Risco.
Entre las plumas que residen en la Isla está el escritor -recientemente excarcelado- Ángel Santiesteban, quien presenta su relato Los hombres de Richelieu, fragmento de un libro inédito titulado Zona de Silencio.
Desde Cuba también unieron sus relatos a esta compilación la actriz y escritora Mariela Brito, Raúl Aguiar, Atilio Caballero, Ernesto Santana, Jorge Ángel Pérez, Jorge Espinosa, entre otros artistas.
La idea central de la antología es dar voz a los escritores para que describan el ambiente de vigilancia creado por el Estado totalitario como consecuencia del sistema político instaurado en Cuba tras la Revolución de 1959.
El escritor José M. Fernández, quien emigró a República Dominicana en 1998, recordó que en sus textos había planteado la tesis de que el sistema político cubano, a pesar de haberse declarado ateo, “se organizó como una estructura profundamente religiosa alrededor de un dogma”.
“Tenía su Cristo y sus mártires y el compañero que nos atendía era nuestro fantasma”, explica Fernández.
Escribir su relato, alejado de la política pero que aborda el acechante peligro de ser escuchado en un país en que cada persona parece ser un oreja del Estado, lo “liberó”.
“Me di cuenta de que fue como una salvación porque el trauma me había acompañado de por vida. No por el hecho de la censura en sí, sino porque quienes eran mis amigos, mis compañeros y con quienes tuve que terminar cinco largos años de universidad se prestaron y motivaron que esta ocurriera”, dice Fernández, quien ha tenido una prolífica carrera en República Dominicana.
Según cuenta el autor, aunque buena parte de su relato es ficción, hay algunos hechos que sí ocurrieron en su ciudad natal, Santiago de Cuba. Al compartir su relato con una amiga, la respuesta de esta lo sorprendió: “Como pasa siempre en Cuba, las partes reales siempre superan la ficción”, le dijo.
Fernández tiene planeado enviar un ejemplar del libro “al compañero que lo atendía” con esta dedicatoria: “Tú me jodiste, pero yo te inmortalicé”.
Legna Rodríguez, por su parte, dijo que buena parte de los cubanos no se percatan de lo poderosa que es la vigilancia a la que están sometidos. “No se siente ni se ve, pero se convierte en una enfermedad, en una amoralidad, en un cáncer”, dijo la escritora.
Luis Felipe Rojas recordó los largos interrogatorios a los que era sometido por las autoridades a raíz de los textos que publicaba en su blog "Tras las alambradas".
“Siempre pensé que debía escribir sobre esto, que podría ficcionarlo, pero no fue hasta que salí de Cuba que todo eso no fluyó. Dentro hubiese sido imposible”, dijo el comunicador.
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