El arte de bendecir
Al despertar bendice tu jornada, porque está ya desbordando de una abundancia de bienes que tus bendiciones harán aparecer.
Porque bendecir significa reconocer el bien infinito que forma parte integrante de la trama misma del universo.
Ese bien lo único que espera es una señal tuya para poder manifestarse.
Al cruzarte con la gente por la calle, en el carro público, en tu lugar de trabajo, bendícelos a todos.
La paz de tu bendición será la compañera de su camino y el aura de su discreto perfume será una luz en su universo.
Bendice a los que te encuentres, derrama la bendición… sobre su salud, su trabajo, su alegría, su relación con Dios, con ellos mismos y con los demás. Bendícelos en sus bienes y en sus recursos.
Bendícelos de todas las formas imaginables, porque estas bendiciones no solo esparcen las semillas de la curación sino que algún día brotarán como otras tantas flores de gozo en los espacios áridos de tu propia vida.
Mientras paseas, bendice tu ciudad, bendice a los que la gobiernan y a sus educadores, a sus enfermeras y a sus barrenderos, a sus sacerdotes y a sus prostitutas.
En cuanto alguien te muestre la menor agresividad, cólera o falta de bondad, responde con una bendición silenciosa.
Bendícelos totalmente, sinceramente, gozosamente, porque esas bendiciones son un escudo que los protege de la ignorancia de sus maldades y cambia de rumbo la flecha que te han disparado.
Bendecir significa… desear y querer incondicionalmente, totalmente y sin reserva alguna, el bien ilimitado – para los demás y para los acontecimientos de la vida – , haciéndolo aflorar de las fuentes más profundas y más íntimas de tu ser.
Esto significa venerar y considerar con total admiración lo que es siempre un don del Creador, sean cuales fueran las apariencias.
Quien sea afectado por tu bendición es un ser privilegiado, consagrado, entero.
Bendecir significa invocar la protección divina sobre alguien o sobre algo, pensar en él, con profundo reconocimiento, evocarle con gratitud.
Bendecir significa, llamar a la felicidad para que venga sobre él, dado que nosotros no somos nunca la fuente de la bendición, sino simplemente los testigos gozosos de la abundancia de la vida (Jn.10,10)
Bendecirlo todo, bendecir a todos sin discriminación alguna, es la forma suprema del don, porque aquellos a los que bendices nunca sabrán de donde vino aquel rayo de sol que rasgó de pronto las nubes de su cielo.
Y tú raras veces serás testigo de esa luz que ha iluminado sus vidas.
Cuando en tu jornada surja algún suceso inesperado que te desconcierte y eche por tierra tus planes, explota en bendiciones, porque entonces la vida está a punto de enseñarte una lección, aunque su copa pueda parecerte amarga.
Porque ese acontecimiento que crees tan indeseable, de hecho, lo has suscitado tú mismo para aprender la lección que se te escaparía si vacilases a la hora de bendecirlo. Las pruebas son otras tantas bendiciones ocultas y legiones de ángeles siguen sus huellas.
Bendecir significa… Reconocer la belleza omnipresente, oculta a los ojos materiales. Es activar la ley universal de la atracción, que desde el fondo del universo, traerá a tu vida exactamente lo que necesitas en el momento presente para crecer, avanzar y llenar tu copa de gozo.
Cuando pases por delante de una cárcel, derrama la bendición sobre sus habitantes, sobre su inocencia y su libertad, sobre su bondad, sobre la pureza de su esencia íntima, sobre su perdón incondicional.
Porque solo se puede ser prisionero de la imagen que uno tiene de sí mismo y un hombre libre puede andar sin cadenas por el patio de una prisión, lo mismo que los ciudadanos de un país libre pueden ser reclusos cuando el miedo se acurruca en su pensamiento.
Cuando pases por delante de un hospital, bendice a sus pacientes, derrama la bendición sobre la plenitud de su salud, porque incluso en su sufrimiento y en su enfermedad, esa plenitud está aguardando simplemente a ser descubierta.
Y cuando veas a alguien que sufre o llora o que da muestra de sentirse destrozado por la vida, bendícelo en su vitalidad y en su gozo; porque los sentidos solo presentan el revés del esplendor y de la perfección últimas que solo el ojo interior puede percibir.
Es imposible bendecir y juzgar al mismo tiempo. Mantén en ti, por tanto, ese deseo de bendecir como una incesante resonancia interior y como una perpetua plegaria silenciosa, porque de ese modo, serás como esas personas que son ARTESANOS DE LA PAZ y un día descubrirás, por todas partes, el mismo rostro de DIOS.
Y POR ENCIMA DE TODO, NO TE OLVIDES DE BENDECIR A ESA PERSONA MARAVILLOSA, ABSOLUTAMENTE BELLA EN SU VERDADERA NATURALEZA Y TAN DIGNA DE AMOR…
QUE ERES TU MISMA..
***GRAN BENDICIÓN***
Bendigo tu bien, que solo lo bueno te acompañe.
Bendigo tu inteligencia,
que siempre sepas lo que debes hacer.
Bendigo tu belleza, armonía, y pureza,
para que todo el mundo se sienta bien a tu lado.
Bendigo tu salud, que nunca te enfermes...
Bendigo tu prosperidad, que jamás te falte nada...
Bendigo tu libertad,
que nunca estés atado a nada indeseable...
Bendigo tu amor,
que siempre tengas a tu lado a quien amar,
pero sobre todo bendigo
el amor que vive en tu interior,
que siempre esté latente
y jamás sientas que te hace falta...
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