"Lucha contra la cosmovisión marxista castrochavista liberticida en Venezuela. Es necesaria tener una actitud de lucha que nos conduzca a la victoria y a la trascendencia".
Por @SomosPolvo
Generalmente, cuando se habla de democracia, se hace alusión a un sistema cuya finalidad es llegar a acuerdos mediante la identificación de la voluntad de la mayoría. Cabe destacar que a ojos de la sociedad moderna la democracia es aquel sistema que goza de mayor legitimidad actualmente, y que a pesar de sus muchos defectos graves, su crítica casi nunca es bienvenida.
El abuso que en los últimos tiempos se ha hecho de la democracia no ha hecho sino mostrar algunos de estos defectos. La mayoría de ellos relacionados con la falacia de que “el pueblo siempre tiene la razón (o es justo)” y con la propensión que tienen los populistas de usarla para erosionar cada vez más los derechos de los individuos que conforman las naciones que desean conquistar.
Aunque el modelo democrático puede resultar eficaz cuando es aplicado con el fin de decidir sobre asuntos comunes entre personas que la consienten como vía, la tiranía de las mayorías puede ser muy nociva cuando sirve a intereses totalitarios, y al gozar estas en la actualidad de un poder prácticamente ilimitado, a menudo no se diferencian de las dictaduras en cuanto a la capacidad que tienen para recortar libertades, aplastar minorías, conceder privilegios e imponer ideologías y religiones, etc.
Uno de los casos en los que tan grande poder ha servido para fines injustos es nuestra Venezuela. Un país donde por vías democráticas llegó al poder una banda de ladrones afines al comunismo castrista. Una banda que no solo han violado los derechos fundamentales para una vida digna como lo son la libertad y la propiedad, sino que han demostrado ser una amenaza para la vida misma de quienes se oponen a la tiranía.
Los venezolanos, por su parte, durante años han elegido entre someterse a la voluntad de esta élite política o delegar su poder como oposición a un cogollo de partidos que se hace llamar “Mesa de la Unidad Democrática” (MUD). Una cúpula de socialdemócratas (entre otros socialistas blandos y no tan blandos) que no solo no han podido hacer frente al “chavismo” sino que se han mostrado afines ideológicamente a ellos y han cooperado con la estabilidad de su sistema abiertamente autoritario y totalitario.
Bajo la excusa de ser “auténticos demócratas” la MUD no solo ha entregado a Venezuela a un socialismo cada vez más profundo, sino que ha desacreditado toda perspectiva opositora que venga de fuera de sus filas, comportándose de la misma forma que el PSUV y los malandros del “Gran Polo Patriótico”.
Han intentado silenciar a quienes hemos señalado el socialismo en todas sus vertientes como el gran mal que ha llevado a Venezuela a su estado actual, y a quienes hemos advertido que si los venezolanos realmente queremos recuperar nuestra libertad no podemos seguir pensando en elecciones obviando nuestra realidad dictatorial.
Para nosotros los libertarios, es evidente que la terrible “estrategia” de pedir cacao a nuestros tiranos sólo ha postergado su salida del poder. Y que además de eso, ha desvirtuado nuestros derechos cercenados en nombre del show político que año tras año tenemos que sufrir en este sistema donde tanto la izquierda como la “derecha” son de izquierda; los unos, revolucionarios guiados por Chávez y Marx hacia la miseria extrema, y los otros, populistas que valoran más los votos que la libertad.
Para quienes queremos una Venezuela libre, es prioridad entender que una aparente democracia sin libertad no es más que una herramienta útil a la dictadura que quiere vestirse de seda. Y que aún si los abusos fuesen ejecutados por medio de un sistema democrático carecerían de toda legitimidad.
Debemos comprender que con elecciones controladas por este régimen dictatorial y llevando documentos a instituciones que han perdido toda legitimidad republicana no resolveremos la situación venezolana. La salida de la dictadura es la desobediencia civil, en acción, en discurso, en nuestra vida cotidiana y en el terreno intelectual.
Esta desobediencia de la que hablamos, evidentemente se debe canalizar por el camino más consecuente y efectivo, y para ello nada sirve mejor que el método de “resistencia noviolenta”. Lejos de ser sinónimo de una pasividad desinteresada, éste es una vía de lucha más efectiva que la confrontación abierta (puesto que se basa en la no cooperación), que ha sido útil para quebrar el poder y la estabilidad de la que gozaban regímenes dictatoriales en todo el mundo.
A lo que debemos apostar es a la deslegitimación de toda institución que coopere con el régimen y su estabilidad, y a la desobediencia abierta a la autoridad. Es de esta forma que podremos recuperar nuestra libertad y sacaremos del poder a la minoría vulnerable que hasta hoy ha intentado infundirnos miedo.
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