La sabiduría huichol llega a París
Eco de la montaña es una mirada a la vida y obra de Santos de la Torre, un gran artista Wixárika (huichol) que, como su pueblo, vive en el olvido. Aun siendo el autor de un enorme mural en la estación de metro Palais Royal - Musée du Louvre, Santos vive aislado e ignorado en su país. El documental sigue al artista en su peregrinaje a Wirikuta, donde pedirá permiso a los dioses para hacer un nuevo mural; es un viaje de 620 kilómetros por la llamada Ruta del Peyote y por el proceso creativo de Santos durante la realización del nuevo trabajo que ilustrará la historia, la mitología y las prácticas religiosas del pueblo huichol.
En 1997, el gobierno mexicano encabezado por el presidente Ernesto Zedillo regaló un mural de arte huichol a Francia.
El acontecimiento fue cubierto y reportado en los medios mexicanos, se enviaron incluso reporteros especialmente para ello.
Pero, el artista y creador de la obra titulada “Pensamiento y alma huichol”, Santos de la Torre, no fue invitado ni siquiera a montar su obra, ni se mencionó su nombre y menos, se le remuneró por su trabajo.
Y como él mismo notó: Colocaron el mural desmontable hecho con bolitas de chaquira y de 2.40 metros por 3 metros de manera equivocada. Y así continúa hasta la fecha colocado en la estación del metro Palais Royal-Musée du Louvre en París.
Esa anécdota real es con la que inicia el documental “Eco de la montaña”, del director Nicolás Echevarría – de filmes como ”Cabeza de vaca”, (1991)- que se presentó como parte del segmento “Cine de las Américas” en la 50a edición del Festival Internacional de Cine de Chicago.
“Esa fue la principal motivación, la semilla. Michael Fitzgerald, un amigo y productor del filme, en alguna ocasión durante una conversación me contó sobre este mural y de que le había indignado enormemente que Santos no hubiese sido invitado a la inauguración”, recalcó Echeverría en entrevista a HOY durante su estadía en Chicago.
Lo que a Echevarría le llamó más la atención de esta historia para llevarla al cine, fue esa conexión entre un lugar perdido en la sierra con una de las ciudades más importantes del mundo.
Para representar a las deidades en sus murales, Santos tuvo que pedir permiso a los huicholes para entrar en sus lugares sagrados y “Eco de la montaña”, nos ofrece un recorrido por la llamada “ruta del peyote” y por Wirikuta, ubicada en San Luis Potosí.
De aproximadamente 140 mil hectáreas, este territorio es considerado sagrado por el pueblo huichol por que ahí nació el sol y la vida, de acuerdo a sus creencias.
También es el sitio donde el gobierno mexicano otorgó concesiones a la minera canadiense First Majestic de explotar 6 mil 326 hectáreas y forma parte de la Red Mundial de Sitios Sagrados Naturales de la UNESCO.
Echavarría resalta que, independientemente de que Wirikuta ya no es territorio huichol -porque los huicholes tienen dos tipos de territorios, donde ellos habitan y su territorio de ritual que abarca cuatro estados de la República: Jalisco, Nayarit, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí- y de que se considere o no territorio sagrado, proteger esta área es vital.
“Wirikuta es un bosque de cactáceas de las más importantes en el mundo. Realmente sería un crimen terrible establecer una mina a cielo abierto. Al momento este proyecto lo han parado, pero es una concesión que ya hizo el gobierno mexicano a los canadienses, ojalá se suspenda definitivamente”, enfatizó.
La magia de un artista huichol
Santos de la Torre, de 72 años, es originario de una comunidad perdida entre las montañas del estado de Jalisco, en la que escasean los servicios básicos y que está ubicada a cuatro horas de distancia de la ciudad más próxima, Santa Clara. Es el único mexicano en tener un mural huichol en París, Francia… Una pieza que todos los años es admirada por millones de personas y que fue titulada como “Pensamiento y alma huichol”; la pieza está formada por más de dos millones de chaquiras.
Aquí un poema de Luis Rayo (wixárika) quien eleva al cielo pensamientos de tristeza y dolor pues su lucha por proteger su tierra y su gente se ve cada vez más difícil de ganar...
Años ha que me dicen el indio,
pero me llamo huichol,
huichol de petate en suelo,
indio de desprotegido desierto.
Vivo en una región de crisol,
donde las tempestades no llegan
y el viento sopla arrastrando el dolor,
vuela el polvo y hasta vuela el girasol.
Quizá por eso sea mágica esta tierra,
donde quedó enterrado el desierto del sol.
Misticismo fundido en piedras
que guardan secretos, hoy socavado,
les invaden tierras, autorizan mineras,
dejando girones del huichol agraviado.
De tanto y tanto reclamo al dios de la justicia
ya se han agotado las fuerzas de la voz sonora,
y el dirigente sigue opaco al clamor que ignora
ante el lamento del cansado huichol,
y ante la tristeza del venado azul.
La yerba ya muerta rueda sin cesar,
se ignora a la etnia, pues indio le han de decir,
es como un fantasma del desierto desecado
pues ser un indio todavía es pecado
que el mestizo aun no ha perdonado.
Púdranse los descendientes de la víbora masacuata
por haber permanecido en el limbo y no haber hecho nada
a favor de la tierra sagrada de Wirikuta indignada.
Así que llegamos a la ruindad y al desprecio,
pues prefirieron unas cuantas monedas de cambio,
que proteger las tierras con aprecio.
No pido a los dirigentes que despierten,
mejor imploro al nopal que reverdezca,
pues es más factible que él me escuche,
que despierten los dormilones zopilotes carroñeros.
Ya no les pido que hagan algo por los mexicanos
pues es más fácil perseguir dineros
que enterarse de la ayuda a los necesitados.
VER+:
Todo comenzó en 1997, cuando el indígena huichol Santos Motoapohua de la Torre terminó su obra titulada Pensamiento y alma Huichol. Esencialmente la obra consta en un mural de 2.40 por 3 metros y está hecha a base de chaquira.
En ese mismo año, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo regaló la obra a Francia. Sin embargo, pese a que la obra está expuesta en el Palais Royal Musée du Louvre de París, a su autor nunca se le pagó el dinero prometido.
Santos de la Torre se define a sí mismo como un hombre común y no se considera artista. Sobrepasa los 70 años de edad y vive en una zona remota del norte de Jalisco, en una población que no cuenta con los servicios básicos.
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