EL Rincón de Yanka: EL "BUENISMO" ES LA PIEL DE CORDERO CON QUE SE CUBRE EL LOBO ULTRAIZQUIERDISTA FRENTE AL TERRORISMO

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domingo, 27 de marzo de 2016

EL "BUENISMO" ES LA PIEL DE CORDERO CON QUE SE CUBRE EL LOBO ULTRAIZQUIERDISTA FRENTE AL TERRORISMO


"El buenismo es la piel de cordero 

con que se cubre el lobo extrema izquierdista". 
Ante el crimen islamista de Bruselas contra ciudadanos en el aeropuerto y metro de la capital belga, se repetirá por pretendidos especiliastas y analistas sobre el Yihadismo.
A raíz del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York del 11-S de 2001 se debatió profusamente en los medios periodísticos y entre los políticos occidentales sobre la naturaleza del Islam, del salafismo (Hermanos Musulmanes y otros grupos afines) y del yihadismo (Estado Islámico, Al Qaeda, Hamás, Hizbulah, Boko Haram, Movimiento Islámico del Turkestán Oriental, Al Shabab, Emirato del Cáucaso, Lashkar-e-Taiba, Ejército Islámico de la República Chechenia de Ichkeria y Daguestán, Frente Moro de Liberación Islámica, Yihad Islámica Egipcia, Talibán, Ansar Al Sharía, etc.) en general todas ellas con una enorme ignorancia sobre el tema y tomando postura sobre ello en función de la ideología del medio de comunicación y del periodista y del político correspondiente.

Los líderes de opinión occidentales, de medios periodísticos, políticos gobernantes y de la oposición, en general ignoran los textos sagrados del Islam, la lengua del Corán –el árabe- así como la historia del Islam y la del islamismo. Aquellos emiten comunicados que no se basan en ningún análisis riguroso sobre el tema, sino en función de la ideología que ellos mismos profesan, ocultando, banalizando, o justificando los crímenes yihadistas la mayor parte de las veces, o culpabilizando a chivos expiatorios – antaño al pueblo judío, y hoy al Estado de Israel-. También otros líderes de opinión culpabilizan a toda la colectividad musulmana de todo ello.

Pero a enorme distancia intelectual y de conocimiento de los líderes de opinión -periodísticos y políticos-, se dan tres escuelas de pensamiento en el campo de los especialistas sobre el tema del yihadismo, salafismo, e Islam.

En este artículo denominaremos a los musulmanes nominales a todos aquellos musulmanes que han nacido en familias musulmanas y que creen en mayor o menor medida en Alá, el Corán y siguen sus preceptos de una manera no muy rigurosa o apenas, aunque puedan desear que todo el mundo sea musulmán, pero por vía pacífica y por la prédica. Los salafistas son aquellos que quieren vivir bajo los preceptos de la Sharía, la ley islámica, y pretenden que la humanidad acabe siendo musulmana por la prédica y por la Yihad, y los yihadistas son aquellos que combaten por Alá en la Yihad.

Una escuela –que cada vez cuenta con mayor número de miembros- considera que el salafismo y el yihadismo son el auténtico y verdadero Islam. Otra escuela cree que el Islam es una religión que combina paz y guerra y que dependiendo de si las circunstancias le son favorables entra en guerra, como las erupciones de un volcán.

Una opinión, que no cuenta con muchos especialistas- considera que el Islam es una religión de paz y que el yihadismo y el salafismo han secuestrado, malinterpretado el auténtico Islam. Esta escuela es incapaz de explicar cómo es que tantos líderes mundiales del Islam no repudian la Yihad, ni emiten fatwas –en nombre de Alá- condenando a los yihadistas y salafistas, ni declararan “infieles” a los yihadistas, ni explican cómo es que tantos musulmanes malinterpretan el Islam, así como tampoco piden a los fieles musulmanes que expulsen de sus mezquitas a los salafistas y yihadistas.

Los buenistas, hoy en día, en general circunscritos a la izquierda o extrema izquierda del espectro político occidental, reproducen alegremente la opinión de estos últimos (que el Islam es una religión de paz y que el yihadismo y el salafismo han secuestrado, malinterpretado el auténtico Islam ) y creen que el colectivo musulmán aislará más a los salafistas y yihadistas cuanto más se profundice en la democracia en Occidente y cuando mejoren las condiciones de vida de los inmigrantes musulmanes y de los habitantes del mundo musulmán. Aquellos (los buenistas) culpabilizan a los occidentales en general, y a los europeos en particular, por las cruzadas, por el colonialismo y por la explotación económica a que pueden sometidos muchos de los inmigrantes musulmanes en el Viejo Continente como factores causantes de las simpatías y filias de muchísimos musulmanes hacia el salafismo y el yihadismo.

Estos buenistas extrema izquierdistas o izquierdistas apelan a la superioridad europea etnocentrista que cree que cualquier inmigrante musulmán admirará las bondades “supremas” de una Europa más justa, solidaria, igualitaria, fraterna y libre. Así mismo estos buenistas, como nuevos misioneros del medioevo pero en versión moderna siglo XXI, creen que si Europa ahonda en la libertad, igualdad y fraternidad los musulmanes en general, y los salafistas y yihadistas en particular, se convertirán en firmes partidarios de la democracia y abandonarán las veleidades terroristas del yihadismo.

Estos izquierdistas buenistas, muchos de ellos nostálgicos del Gulag y herederos de Stalín, que como nuevos conversos han abrazado tardíamente la democracia formal de los países capitalistas, parecen haber olvidado que a nivel histórico la democracia en Europa es muy reciente, y que el Islam, el salafismo y el yihadismo llevan una andadura íntimamente entrelazada de 13 siglos de historia. También estos buenistas “olvidan” que para los salafistas y yihadistas la Sharía, (la ley islámica), es muy, muy, superior en rango a la democracia, al considerar y aceptar firmemente que aquella (la Sharía) es de naturaleza divina al haber sido dada por Alá. Por lo que para un salafista y un yihadista es anatema y condenación espiritual obedecer las leyes humanas si entran en contradicción con la Sharía. La Sharía predica la superioridad del Islam sobre cualquier otra creencia religiosa o ideología, y pide la exclusión paulatina de las otras religiones que no sea el Islam. La Sharía prohíbe abandonar y apostatar del Islam, bajo pena de muerte; predica la inferioridad de la mujer respecto al hombre y su sumisión a éste; obliga a la mujer ir velada; exige la pena de muerte al homosexual; castiga con la flagelación al que ha bebido alcohol y con la lapidación al que comete adulterio asi como la amputación de manos y pies cruzados al ladronzuelo, (no al ladrón de guante blanco ni al corrupto); impone la decapitación del infiel; la obligación de la Yihad para expandir el Islam, y una larga serie de castigos y prohibiciones siendo muchísimo más fácil encontrar la cuadratura del círculo que encuadrar la Sharía en la democracia.

Los izquierdistas buenistas niegan la Historia al considerar que el salafismo y yihadismo no son parte del Islam, creyéndose ellos (los buenistas) poseedores de la gracia y potestad de calificar quienes son parte del Islam, así como de conocer el “verdadero” Islam. Estos izquierdistas buenistas no tienen reparo alguno en calificar la Inquisición como Católica pero si repudian aceptar que el salafismo y el yihadismo son parte de la historia del Islam. Considerar que el salafismo y el yihadismo y sus horrendos crímenes, asesinatos y carnicerías, no son parte del Islam, es como rechazar que la Inquisición no es parte de la historia de la Iglesia Católica, cuando los mismos últimos Papas han pedido perdón repetidas veces a judíos, así como también a protestantes y valdenses por los crímenes perpetrados por la Inquisición e Iglesia durante siglos. Argumentar que el salafismo y el islamismo y sus horrendos crímenes no son parte del Islam es como rechazar que el nacional-socialismo y sus horrendos crímenes en campos de concentración y de exterminio no son parte de la historia de Alemania.

No toda la historia de la Iglesia Católica se circunscribe a la Inquisición, en absoluto; ni toda la historia de Alemania a la del nazismo, en absoluto; ni toda la historia del Islam se contienen en el salafismo y yihadismo. Pero no menos cierto es que desde el mismo nacimiento del Islam, el salafismo y el yihadismo han acompañado al Islam como una parte constituyente y esencial de este.

Estos buenistas obvian y evitan recordar que al nazismo no se le ganó con el buenismo, ni con la autoflagelación de las víctimas. Al nazismo se le venció con las armas, no se le convenció, así mismo al terrorismo yihadista no se le convence, se le vence.

Aparentemente en las antípodas de los extrema izquierdistas buenistas se hallan los seguidores de Donald Trump, el aspirante a la nominación republicana para las elecciones de Presidente de los EEUU, que estigmatizan a todo musulmán por el hecho de haber nacido musulmán, lo que empujará a los musulmanes nominales a los brazos de los salafistas al verse rechazados por el resto de conciudadanos por el mero hecho de profesar la religión del Islam. Tanto unos como los otros (los buenistas como los Donald Trump) son cara y cruz de la misma moneda. Unos retroalimentan a los otros, y tanto unos como los otros mienten y faltan seriamente a la verdad.

La realidad se impone a pesar de las teorías buenistas y de las estigmatizadoras de los Donald Trump de turno que pretenden esconderla. Cuanto más pronto se desenmascaren ambas teorías, mucho mejor para llevar a cabo la defensa de las víctimas del yihadismo, calificadas de “infieles” por los muyahidines (yihadistas): judíos, cristianos, yazidíes, musulmanes nominales, aunque precisamente en su mayor cuantía las víctimas son estos (los musulmanes nominales), conceptuados por los verdugos salafistas y yihadistas de “hipócritas” y falsos musulmanes a los que es “lícito” (por la Sharía) asesinar.




Buenismo frente a terrorismo

Existe en prácticamente toda la Europa Occidental, y por supuesto en España, una ola de lo que ha venido en llamarse “buenismo” en relación a la guerra que mantenemos contra el Daesh. Personalmente no sé cuál es la mejor táctica para enfrentarse a ellos. Es posible que la guerra indiscriminada no porque en ella siempre caerán inocentes que nada tienen que ver con el conflicto. Pero tampoco la habitual vía civilizada del diálogo. Sabido es que cualquier tipo de fanatismo, ya sea religioso o político deja convertidas a las personas en los animales que más tiempo resisten sin pensar racionalmente.

En el diálogo se supone que se produce un intercambio de opiniones en ambos sentidos. Pero a los extremistas no les importa tu opinión. Es más: resulta dudoso que sus dañados cerebros puedan escuchar, y menos aún asimilar tus argumentos. Y si no me crees, trata de discutir con alguno de esos sectarios que se autodenominan parte del Cristianismo y que periódicamente llaman a la puerta de tu casa para inculcarte sus estúpidos principios. Paciente, incluso cortésmente es posible que te dejen hablar (un puntito a su favor) pero en cuanto acaben de hacerlo soltarán su espiche sin responder ni a una sola de las cuestiones por ti planteadas. No obstante, si les cierras la puerta en las narices, como suele ser lo habitual, se van pacíficamente sin tocarte ni un solo pelo.

No es el caso del enemigo al que nos enfrentamos ahora. Todos hemos visto fotografías de esos asesinatos inmisericordes que llevan a cabo los yihadistas, no ya sobre los enemigos que les combaten, sino contra cualquiera que se oponga a sus principios. Y yo últimamente he tenido la santa paciencia, o masoquismo, o llámese como se quiera, de ver completos algunos de esos espantosos vídeos.

Y si tú después de leer esto me acusas por no haberte avisado de que mi escrito podía herir tu sensibilidad, pues amigo, ajo y agua, porque poca cosa es tu sensibilidad herida frente a las heridas de verdad que estas personas(?) causan a algunos de sus semejantes.

Yo, como tú, he leído que degüellan a sus víctimas. Pero entérate de que no es un degüello limpio, sino más parecido a la matanza de un cerdo, pues eso somos para ellos. Con tremendos cuchillos tipo Rambo, literalmente sierran la garganta de sus víctimas lentamente, con lo cual te puedes imaginar el horrible sufrimiento de ese pobre ser humano hasta que muere.

Tampoco está mal otras ejecuciones que llevan a cabo introduciendo a los prisioneros en una jaula que van sumergiendo, también con sádica lentitud, gozándose en las contorsiones y desesperados esfuerzos de los enjaulados por forzar los barrotes y escapar, cosa que obviamente nunca consiguen. No tengo ni idea de cuan terrible pueda ser la muerte por ahogamiento, pero tápate la nariz y la boca un rato y me lo cuentas…

Hay otras ejecuciones bastante más espectaculares. Una fila de condenados, eso sí, como todos arrodillados frente a sus verdugos para mayor humillación, son unidos por unos cables que portan explosivos, uno para cada víctima. Con un detonador, o incluso con un móvil usado como mando a distancia, hacen explotar el invento, e inmediatamente, se pueden ver entre las nubes de humo, fragmentos de los condenados volar en todas direcciones… una cabeza por aquí, una pierna por allá… Y para rematar el espectáculo, se te ofrece una vista final de los restos. Es así como podemos observar un rostro inundado de sangre, al que le falta medio cráneo, con los ojos muy abiertos, mirando quién sabe hacia dónde…

Por no hablar de esos despeñamientos que reservan, por ejemplo, para los homosexuales, que son arrojados desde lo alto de una torre o cualquier otra elevación hasta que literalmente se estrellan contra el suelo. Sólo cabe esperar que las pobres criaturas al menos mueran rápidamente a consecuencia del impacto.

Y lamento confesarlo, pero mi escaso buenismo también vuela hasta perderse de vista al contemplar tan horripilantes espectáculos. Se me pone un velo rojo ante los ojos, me convierto igualmente en un animal salvaje que desearía ver destruidos a semejante calaña, no ya con bombas tradicionales, sino con algún arsenal atómico que los borre total y completamente para siempre del planeta y de la memoria.

¿Qué sentimiento está actuando sobre mí para convertir a un ciudadano tipo medio, razonablemente pacífico, dialogante y racional, en una bestia de destrucción masiva?

El miedo. Obviamente siento mucho miedo. ¡Qué digo miedo! Terror, pánico. Y sólo os pido que en lugar de esos pobres desdichados, imaginéis a vuestros hijos, padres, hermanos o amigos y entenderéis muy bien lo que os digo.

Así que no. Quizá belicismo total no, pero buenismo tampoco. Ya me diréis qué alternativas tenemos. Sí, sí… Pero esa, NO.