EL Rincón de Yanka: LETANÍA: ENSÉÑAME. TE NECESITO. EN BUSCA DE DIOS

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domingo, 20 de marzo de 2016

LETANÍA: ENSÉÑAME. TE NECESITO. EN BUSCA DE DIOS


DIOS DE VIDA
"Lo más maravilloso de este mundo es que 
no es propiedad de nadie. 
¡ni siquiera de Dios!.
Nosotros, arruinados por nuestra indigencia 
hasta el punto de pensar que poseemos algo, 
adoramos a un falso dios, el dios de la posesión, 
es decir, el dios de la destrucción.
Dios es el Dios de los vivos."


"Enséñame cómo se va a ese país
que está más allá de toda palabra
y de todo nombre.
Enséñame a orar a este lado de la frontera,
aquí donde se encuentran estos bosques.

Necesito que tú me guíes.
Necesito que tú muevas mi corazón.
Necesito que mi alma se purifique
por medio de tu oración.
Necesito que robustezcas mi voluntad.
Necesito que salves y transformes el mundo.
Te necesito a ti para todos cuantos sufren,
para todos cuantos padecen prisión,
peligro o tribulación.

Te necesito para todos cuantos han enloquecido.
Necesito que tus manos sanadoras
no dejen de actuar en mi vida.
Necesito que hagas de mí,
como hiciste de tu Hijo,
un sanador, un consolador, un salvador.
Necesito que des nombre a los muertos.
Necesito que ayudes a los moribundos a cruzar el río.

Te necesito para mí, tanto si vivo como si muero.
Es preciso. 
Amén."

THOMAS MERTON

En Busca de Dios 

“¡Te necesito, Señor!, 
 porque sin Ti mi vida se seca. 
 Quiero encontrarte en la oración, 
 en tu presencia inconfundible, 
 durante esos momentos en los que el silencio 
 se sitúa de frente a mí, ante Ti. 

 ¡Quiero buscarte! 
 Quiero encontrarte dando vida 
a la naturaleza que Tú has creado; 
 en la transparencia del horizonte lejano 
desde un cerro, y en la profundidad de un bosque 
 que protege con sus hojas los latidos escondidos 
 de todos sus inquilinos. 

 ¡Necesito sentirte alrededor! 
 Quiero encontrarte en tus sacramentos, 
 En el reencuentro con tu perdón, 
en la escucha de tu palabra, 
 en el misterio de tu cotidiana entrega radical. 

 ¡Necesito sentirte dentro! 
 Quiero encontrarte en el rostro 
de los hombres y mujeres, 
en la convivencia con mis hermanos; 
en la necesidad del pobre 
 y en el amor de mis amigos; 
 en la sonrisa de un niño 
y en el ruido de la muchedumbre. 

 ¡Tengo que verte! 
Quiero encontrarte en la pobreza 
de mi ser, en las capacidades que me has dado, 
 en los deseos y sentimientos que fluyen en mí, 
 en mi trabajo y mi descanso y, 
un día, en la debilidad de mi vida, 
 cuando me acerque a las puertas 
del encuentro cara a cara contigo”. 

 Teilhard de Chardin