EL Rincón de Yanka: LIBRO Y PELÍCULA "4 CRÍMENES, 4 PODERES" por FERMÍN MÁRMOL LEÓN 👿👥💀 (CASO NIÑO VEGAS PÉREZ) VENEZUELA

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sábado, 25 de mayo de 2024

LIBRO Y PELÍCULA "4 CRÍMENES, 4 PODERES" por FERMÍN MÁRMOL LEÓN 👿👥💀 (CASO NIÑO VEGAS PÉREZ) VENEZUELA


4 CRÍMENES
4  PODERES

Considerado un bestseller de la literatura negra en Venezuela, Cuatro crímenes, cuatro poderes escrito por el comisario de la Policía Técnica Judicial Fermín Mármol León (Caracas, 1936-2011), fue publicado por Editorial Fuentes en Caracas en 1978 y en seis meses se agotaron tres ediciones con un total de 50.000 ejemplares vendidos.
Catalogado por su autor como una novela que se basa en hechos reales, Cuatro crímenes, cuatro poderes realiza un recuento de cuatro casos criminales y la imposibilidad de condenar a los culpables dadas sus relaciones con el poder. La obra pone en evidencia los manejos y la corrupción de los tribunales presentando no solo las descripciones de la investigación, sino además la psicología de los culpables y las dimensiones sociales y humanas de los crímenes.
¿Quién no ha sufrido los desmanes y atropellos que a diario se cometen en los Tribunales, Concejos Municipales, Ministerios e Institutos Autónomos? Trabajas para castigar a los culpables, pero ellos se sostienen en las bases de los partidos políticos, lo cual les permite entonces otorgarse patente de corso.
En una oportunidad un gran político me insinuó que me inscribiera en el partido; rechacé la proposición, alegando que yo era un técnico y un profesional de la policía; jamás olvidé su respuesta: “éste es un país político y de los políticos, cuando sea un país técnico, tú tendrás la razón”. Lógicamente que él estaba en lo cierto, pero de todas formas preferí continuar como detective”Pag. 15

Los delitos recogidos en el libro marcaron especialmente a la sociedad venezolana, mostrando los juegos de poder que llevaron a su ejecución. 
El Poder Eclesiástico toma como ejemplo el caso de la violación y asesinato de Lídice Cuzati (Lesbia María Biaggi) por su hermano el sacerdote Pedro Luis Cuzati (Luis Ramón Biaggi) que fue puesto en libertad meses después gracias a la presión de la Iglesia Católica que alegó que los elementos presentados no probaban que el crimen había sido cometido por el sacerdote.
El Poder Político presenta el asesinato de Hilda de Rosales (Hilda Margarita Hernández de Rangel) cometido presuntamente por el diputado Pedro Rosales (Manuel Antonio Rangel). El asesinato cometido con una bomba colocada dentro de la imagen de una virgen que estaba dirigida al esposo de la víctima, en principio se creyó que se relacionaba con un ataque terrorista al Congreso pero las pesquisas llevan a considerar que el verdadero culpable es el esposo quien unos meses después del asesinato contrae matrimonio con una menor de edad. Las investigaciones en este caso fueron congeladas por órdenes del Congreso y una vez que terminó su inmunidad parlamentaria, fue juzgado pero el juez desechó la causa por falta de pruebas.

El Poder Militar titulado “El crimen del ascensor” nos habla del asesinato de Dalia Padilla de Rondón Plaz (Decía Morelia Paradisi de Rivero) que tuvo como imputado al Capitán de la aviación Daniel Rondón Plaz (Capitán Roberto Rivero Pérez), el asesinato fue presentado como un robo, pero las pruebas de planimetría llevaron a la conclusión de que fue asesinada por su esposo que en un primer momento confiesa el asesinato para luego retractarse. Las investigaciones fueron obstruidas por el Comandante General de la Aviación quien logró que se revocara la orden de detención, más tarde se declaró inocente al Capitán Rivero.
Finalmente el Poder Económico y el secuestro del niño Vegas. El hecho se produce cuando Tomy Valderrama (Carlos Vicente Vegas Pérez), hijo del arquitecto Fernando Valderrama (Martín Vegas) es secuestrado y encerrado en la maleta de un carro, donde muere por inhalación de monóxido de carbono. Los implicados en el crimen eran hijos de familias pudientes de Caracas, que solían realizar pequeños secuestros para comprar drogas: 
El caramelo (José Luis -Caramelito- Branger), Javier Paredes, Julio Morales, Diego Rísquez Cupello, Gonzalo Rafael Capecci, Alfredo Parilli Pietri y el Chino Mauro (Omar -el chino- Cano Lugo). Además se cree que se encuentran involucrados también (Nicomedes Zuloaga), Orieta (Orietta Cabrices) y el hermano de la víctima (Federico Vegas) debido a los manejos económicos que envolvían el caso y a un tecnicismo, los sospechosos no fueron ni siquiera juzgados.

La novela fue adaptada al cine por Román Chalbaud en las películas “Cangrejo I” sobre el caso Vegas y “Cangrejo II” sobre el caso Biaggi.

«EL OBJETO DEL PODER ES EL BIEN,
SU MEDIO EL ORDEN, 
SU INSTRUMENTO LA LEY,
SU ESENCIA LA JUSTICIA» (Colmeiro)
Indiscutiblemente que en nuestro país, esta disciplina tiene una proyección totalmente diferente: el objeto del poder es demostrar su poderío; personalmente constaté, que el instrumento es la Ley y el orden, y la esencia aparente, es la justicia; pero no es menos cierto, que existen intereses más importantes, en donde entran en juego un sinnúmero de influencias y poderes, que hacen de esa justicia, un elemento más de corrupción.
¿Quién no ha sufrido los desmanes y atropellos que a diario se cometen en los Tribunales, Concejos Municipales, Ministerios e Institutos Autónomos?
Trabajas para castigar a los culpables, pero ellos se sostienen en las bases de los partidos políticos, lo cual les permite entonces, otorgarse patente de corso.
En una oportunidad, un gran político me insinuó que me inscribiese en el partido; rechacé la proposición, alegando que yo era un técnico y un profesional de la policía; jamás olvidé su respuesta: «éste es un país político y de los políticos, cuando sea un país técnico, tú tendrás razón». Lógicamente que él estaba en lo cierto, pero de todas formas, preferí continuar como detective.

Es imposible plasmar en estas páginas, las vicisitudes vividas en el desarrollo de tan compleja profesión; horas, días, semanas o quizás meses de intensa investigación, buscando el camino de la verdad, acumulando suficientes elementos probatorios para concluir con la difícil tarea asignada por el Estado; hermosa labor la de hacer cumplir la Ley; pero al final, el esfuerzo ha sido en vano, infructuoso; con excepción de aquellos casos, en donde el presunto responsable es «el hijo de María», pero no «el hijo de papá»; tal vez sea hijo de Juana, pero nunca «hombre del partido»; quizás hijo de Petra, de Ramona o posiblemente de Lucía, pero jamás, representante «del señor o del cuartel». 
F. M. L.

PRÓLOGO

Puede hablarse sin exageraciones acerca de que en nuestro país existe la literatura testimonial, sobre todo aquélla que narra episodios delictuales —reales o imaginarios— en cuentos y novelas que han gozado de la aceptación por parte de la crítica y el público lector. Sin embargo, no podemos afirmar lo mismo de una literatura policial, es decir, específicamente trabajada por representantes directos de la Fuerza por excelencia que apoyada en las leyes normativas, previene y combate el delito aquí en todas sus formas. Esto constituye una verdad concluyente. Porque no es lo mismo escribir acerca de la criminalidad desde el ángulo científico, como lo hacen aquí excelentes criminólogos, como Gómez Grillo, Escala Zerpa y otros que ahora olvidamos sin querer, o poner en letra de molde cuerpos ideológicos sobre las causas reales del fenómeno delictivo, visto a través de prismas psicosociológicos o psiquiátricos, como también se ha dado el caso en nuestra República Literaria, o bien insistiendo en lo mismo, producir creaciones literarias enmarcadas dentro del vasto e interesante círculo del llamado género policíaco, que si bien no ha tenido cultivadores en Venezuela de constancia y éxito, si ha servido para adelantar especies de «ensayos», como lo hiciera el famoso y excelente escritor, ya fallecido, Don Ramón Díaz Sánchez con una novela policial —tipo de las de Aghata Christie o Simenon— que nunca vió la luz, por cierto.

En el presente caso de esta obra: «CUATRO CRIMENES, CUATRO PODERES», original de Fermín Mármol León, uno de nuestros policías mejor preparados, inteligente y estudioso, además de dotado de un sentido práctico poco común y un dominio del oficio escasas veces registrado aquí, se establece un precedente fácilmente calificable de insuperable en el devenir del ejercicio de las letras en el país. Porque, precisamente, «CUATRO CRIMENES, CUATRO PODERES» pone ante la opinión pública nacional e internacional y ante la crítica más exigente, un relato ágil, veraz e indudablemente dramático, por sus proyecciones meramente narrativas o auténticas —pues es un trabajo basado en la realidad de hechos ocurridos y que han provocado tremendo impacto en nuestra sociedad por sus características específicamente delictivas y sus resultados colaterales, tanto desde un punto de vista legal como social— y que en su momento, es decir, en su dimensión temporal (cuando ocurrieron) produjeron un estremecimiento emocional —por decir lo menos— en todos los estamentos de la sociedad venezolana, que los habrá de recordar siempre como delitos tipificadores de estados mentales especiales en sus autores y de una trama, cuyo desplazamiento objetivo y verdadero, borra, a lo simplemente imaginario, con su fuerza fáctica, confirmando una vez más el aserto célebre de que «la realidad supera a la fantasía».

«CUATRO CRIMENES, CUATRO PODERES», contiene, en todos sus detalles trágicos y en su urdimbre de correcta investigación y resolución policial, los elementos básicos que concurrieron para producir el fenómeno delictivo. De allí que este libro sea un testimonio de primer orden dado por un hombre que como el Comisario de la Policía Técnica Judicial, Fermín Mármol León, intervino directamente en el esclarecimiento de los delitos sobre cuyas incidencias escribe, con la autoridad que le asiste como Detective y hombre de ideas éticas irreprochables, así como también en su condición de ciudadano alerta y capaz para informar al grupo social acerca de la delincuencia y sus múltiples manifestaciones.

Por primera vez en Venezuela se da a la publicidad una obra como la presente. En ella —con estilo claro, conciso y rico en descripciones de la circunstancialidad criminal y de la urdimbre psicológica de los autores, Fermín Mármol León, quien fuera Jefe de Investigaciones Nacionales de la Policía Técnica Judicial, (el tercer hombre en importancia en la Institución) y Sub-Director, encargado varias veces de la Dirección, de la Disip -Dirección de los Servicios de Inteligencia Policial— logra sin duda alguna, no solamente un subyugante relato policíaco, con características propias que le diferencian en profundidad y dimensión humana de cualquier otro que pudiera parecer semejante, sino que —y esto es lo más importante a nuestra manera de ver las cosas— revela datos exactos, aunque por razones obvias, disfraza los nombres de los criminales con pseudónimos que no alcanzan a distraer al lector de la identidad del autor del «caso», cita del mismo modo a las autoridades ejecutivas y judiciales que intervinieron en aquéllos y señala con el dedo acusador de quien testifica con honor y desprejuiciadamente a los auténticos culpables, intelectuales y materiales, de los asesinatos cometidos.

Creemos que Mármol León ha acertado de lleno con la intencionalidad de su libro. Creo, en mi condición de Reportero Policial con intervención directa en las informaciones sobre los hechos que el libro trata —pues vivimos en todas sus incidencias, legales y criminalísticas, los asesinatos cometidos y que el libro, repetimos «retrata», por así decirlo, con perfección fotográfica— en la vigencia de una obra como ésta que por primera vez en Venezuela presenta a un escritor-policial, en su rol de investigador o detective y en su carácter de autoridad, relatando «casos» resueltos por él mismo y que constituyen un cuerpo especialísimo de revelaciones jamás sacadas a relucir ni por nuestras autoridades ni por los periodistas mismos, y que hoy —en las presentes páginas, bien redactadas y bien coordinadas— arroja luz definitiva sobre cuatro «casos», cuatro acciones criminosas que en el momento de producirse conmovieron profundamente la conciencia de la colectividad nacional.

Yo, repito, Reportero Policial encargado por la Dirección del Diario para el cual entonces trabajaba, para que informase sobre los acontecimientos, fuí trasladado posteriormente al sector Judicial —Tribunales— para estudiar de cerca los respectivos expedientes contentivos de los pormenores de los hechos y por tal razón estoy en capacidad de afirmar, como lo hago, que «CUATRO CRIMENES, CUATRO PODERES» contiene, además de los sucesos en sí, la incidencia e influencia de los sectores que, para ese momento preciso, afectaron al esclarecimiento de los hechos ante la opinión pública.

Esos sectores o poderes —para decirlo más claramente y estar en un todo de acuerdo con el contexto del libro de Mármol León—, fueron: EL PODER LEGISLATIVO, EL PODER ECLESIASTICO, EL PODER MILITAR y, finalmente, tal vez el más decisivo de todos, el PODER ECONOMICO. El lector, al vivir en las páginas siguientes los acontecimientos narrados de mano maestra por el escritor-investigador Mármol León, estará de acuerdo conmigo en una cuestión fundamental: la Justicia en Venezuela, hasta nuestros días, y quien sabe hasta cuándo, seguirá siendo mera letra muerta y no instrumento de corrección, pedagogía y formadora de conciencia cívica y moral en la ciudadanía y en el resto de los poderes públicos.

Dejo en manos del lector este magnífico trabajo en la seguridad de que sabrá, a la par que disfrutar de una excelente obra literaria, emparentada por su suspenso y emotividad con las mejores producciones de Alfred Hitchcock o de un Frederick Forsyth, celebrado autor de «El Chacal» y «El Guía», extraer magníficas enseñanzas que habrán de constituirse en cánones — prácticos y teóricos— además de altamente moralizadores, para llevarle a conocer más y mejor ese espantable, pero el mismo tiempo sobrecogedor y emocionante campo del delito, en su más alta y depravada manifestación criminal.
Carlos Castillo

4 crimenes 4 poderes.pdf by Yaya Leon Marmol


Cangrejo 1

Cangrejo II (1984) "Cine Venezolano" Película Completa