EL Rincón de Yanka: LIBRO "LOS FRAUDES ESPIRITISTAS Y LOS FENÓMENOS METAPSÍQUICOS" por CARLOS MARÍA HEREDIA, S.J. MEXICANO 🃏

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miércoles, 13 de octubre de 2021

LIBRO "LOS FRAUDES ESPIRITISTAS Y LOS FENÓMENOS METAPSÍQUICOS" por CARLOS MARÍA HEREDIA, S.J. MEXICANO 🃏


LOS FRAUDES ESPIRITISTAS 
Y LOS FENÓMENOS METAPSÍQUICOS
POR CARLOS MARÍA HEREDIA, S.J MEXICANO
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Lo contaba el mismo protagonista, el padre Carlos María de Heredia, S.I. (18721951), sacerdote jesuita mexicano que luchó incansablemente toda su vida contra el espiritismo y otras pretendidas técnicas parapsicológicas. No lo hacía sólo mediante obras rigurosas, como El espiritismo ante la ciencia (1922) o "Los fraudes espiritistas y los fenómenos metapsíquicos" (1931), en las que sí dejaba la puerta abierta a la autenticidad de algunos hechos aún sin explicación racional. No: su punto fuerte eran las demostraciones públicas de la estafa espiritista.


Durante años recorrió México, Estados Unidos y América del Sur llenando teatros en los que, como experto mago, reproducía toda clase de sucesos supuestamente sobrenaturales o preternaturales, precisamente para demostrar que podía simularlos sin problema el ingenio humano. Espíritus, levitaciones y locuciones sorprendían a su público, calculado en más de trescientas mil personas que asistieron a 624 espectáculos. Se hicieron célebres sus fotografías espiritistas, en las que aparecía rodeado de fantasmas de ilustres personajes.
El 9 de abril de 1923, el periódico neoyorquino The Evening World le dedicaba un amplio reportaje, pues el religioso había puesto en evidencia al mismísimo Arthur Conan Doyle (18591930), creador de Sherlock Holmes: “Es probable que no exista persona alguna en los Estados Unidos que más se haya interesado en el desenmascaramiento y exposición de las fotografías espiritistas de Sir Arthur Conan Doyle que el R. P. Carlos M. De Heredia, S. J., quien se ha dedicado al estudio de las manifestaciones espiritistas desde su juventud en la Ciudad de México", afirmaba el diario.

El padre Heredia se desplazó incluso hasta la redacción para lograr su objetivo, y ante tres periodistas fabricó en el laboratorio fotográfico imágenes similares a las que el escritor, conocido por su devoción al ocultismo, presentaba en exposiciones públicas como prueba de la existencia de contactables espíritus que vagaban por el mundo.
“A propuesta del padre", cuenta The Evening World, "el fotógrafo trajo una de sus propias placas ya puesta en su chasis. Los cuatro entraron al cuarto oscuro y, a petición del padre Heredia, marcaron la placa con sus iniciales el artista y el reportero. El fotógrafo puso de nuevo la placa en el chasis, sin que el padre se acercara a ella, y saliendo fuera, tomó una fotografía del artista y del reportero sentados, estando de pie, detrás de ellos, el padre. El fotógrafo llevó la placa al cuarto oscuro y al revelarla él mismo, vio que en medio del grupo aparecía una cara: la del almirante inglés Beatty. El artista, el reportero y el fotógrafo repitieron tres veces el mismo experimento observando constantemente todos los movimientos del padre Heredia sin poder descubrir trampa alguna, obteniendo las tres veces otras tantas siluetas de espíritus, representando una a un soldado presentando armas, otra a un borracho y la tercera el retrato mismo de Sir Arthur Conan Doyle…".
Cuando los tres miembros de la redacción del periódico se dieron por vencidos, el sacerdote les reveló el truco a cambio de que no lo revelaran ellos, consiguiendo la risa nerviosa del trío, que ya empezaba a dudar de los poderes que podía tener aquel hombre de negro.

El obispo para el espectáculo... por si acaso

Algo parecido le pasó por aquellos tiempos al que fuera entre 1912 y 1922 Delegado Apostólico de la Santa Sede en Estados Unidos (equivalente al nuncio antes de que establecieran relaciones diplomáticas), el futuro cardenal Giovanni Bonzano. Daba una conferencia en Washington el padre Heredia y monseñor Bonzano no quiso perdérsela. Tan complacido quedó, que le propuso una sesión privada en la Delegación Apostólica para un centenar de invitados.
Allí el ilusionista mexicano hizo de las suyas: desabrochó sotanas, un solideo pasó misteriosamente de una testa episcopal a la de otro espectador, a plena luz una mesa se elevó veinte centímetros con el delegado apostólico y dos obispos teniendo las manos encima y estando el mago alejado... "La impresión que entonces recibieron los concurrentes fue tan intensa que varios hicieron instintivamente la señal de la cruz", escribe el padre Heredia.
Pero lo que rompió los esquemas de monseñor Bonzano fue que le leyera el pensamiento. El mago le pidió que fuese a su despacho y, sin que nadie la viese, escribiese una pregunta en un papel, la metiese en un sobre, lo sellara y la guardase en la cartera. Cuando el obispo volvió, descubrió una pizarra que el prestidigitador había preparado y cubierto a la vista de todos. Allí estaba la respuesta: "Cuando sea nombrado cardenal". Entonces, el asombrado prelado abrió el sobre y leyó su pregunta: "¿Cuándo volveré a Roma?". Lo que sucedió, en efecto, años después, cuando fue nombrado cardenal. (En esto el padre Heredia no había jugado a adivino, pues todos los delegados apostólicos en Estados Unidos recibían ese honor.)

Monseñor Bonzano interrumpió entonces el acto y se llevó al sacerdote a un aparte: "O me dice ahora mismo cómo lo ha hecho o suspendo la función", le espetó, desconcertado y sin otra explicación que la diabólica para lo que había ocurrido. Cuando el buen jesuita obedeció, "soltó una sonora carcajada", recuerda el padre Heredia: "Padre, me dijo, le confieso ingenuamente que no me hubiera ido yo a la cama esta noche con buena conciencia, y ya estaba meditando cómo interrumpir en adelante sus conferencias, pues llegúe a persuadirme de que, al menos en parte, era producto de la intervención demoniaca".
"Abramos cada vez más los ojos al público -especialmente a los católicos- sobre los peligros del espiritismo, haciéndoles ver al mismo tiempo que muchos fenómenos atribuidos a causas misteriosas y ocultas se reducen a un truco inteligente".


Mantener que los molinos de viento son gigantes, 
mientras se están observando y tocando, 
constituye sin duda alguna la mayor de las locuras. 
Ahora bien, vistos a lo lejos, a enorme distancia, 
el imaginar, el pensar, e incluso el llegar a creer 
que pudieran ser gigantes... 
es, contrariamente, el mayor de los pensamientos, 
es la última base sobre la que se apoya toda la Ciencia. 
Harvey, “El detective y la doctora 
(They might be giants)” 1.971, film. 

El problema de la Ciencia es establecer 
la distancia a la que se puede garantizar 
que los molinos de viento no son gigantes, 
y eso sólo lo logrará un escéptico, 
que no es aquel que duda de todo, 
sino aquel que pide pruebas inequívocas 
de cada afirmación. 
Josep P. All, Autobiografía.

Declaraciones extraordinarias 
requieren pruebas extraordinarias. 
Carl Sagan

Si me ha pasado a mí, 
tiene que ser verdad, ¿o no? 
Un crédulo total.

No me opongo a que existan cazacrédulos, 
sino a que existan los crédulos. 
Manuel Toharia, Congreso de ENCIGA.

Lo fenómenos inexplicables siguen vigentes hoy, tras 150 años de existencia. Hay pocas cosas que me cueste trabajo asimilar, pero una de ellas es el hecho de que estas ideas sigan siendo lo que son hoy en día. Y no me refiero a que sean extraordinarias o increíbles (la televisión y los móviles lo eran hasta hace bien pocos años), sino a que influyan en gente educada, en personas que con su capacidad de raciocinio y lógica no debieran de dar crédito a demo straciones que carecen de toda clase de garantías. En definitiva, no entiendo cómo la utilísima idea de sano escepticismo no ha calado más en la sociedad, cómo es posible que los timadores profesionales vivan todavía de un negocio que se inventó en el siglo XIX. Parece increíble que hoy en día alguien tenga fe, nada menos, en el Tarot o en los astrólogos, o considere probada una visita extraterrestre, o vea en las coincidencias o en los gurús una vía de salida a sus problemas. Y sin embargo ninguna de estas pseudociencias garantiza -prueba- nada de nada. A lo largo de este artículo intentaré exponer las razones por las que creo necesaria una intervención educativa y social en toda regla, explicaré luego los posibles límites de la Ciencia y finalmente me centraré en las pseudociencias más comunes y extendidas antes de llegar a las conclusiones.

Creo que debemos educar para ser, y ser nosotros mismos, escépticos ante todo. El escepticismo no consiste en negar por principio, sino en calibrar todas las afirmaciones, en contrastar, en relativizar, en calcular probabilidad de ocurrencia de un suceso, en establecer controles férreos para todo. Nadie en su sano juicio se pondría a excavar bajo su casa si yo les indico que hay petr óleo debajo. Mirarían, comprobarían, harían una investigación y, si esto les convence, excavarían. Las pruebas deben de ser inequívocas, o lo que es lo mismo, deben pasar por la criba del escepticismo. Y el escepticismo está en contra de dos reglas a menudo utilizadas en pseudociencias: 
“todo es posible, y por tanto me lo creo” y “se hacen trampas, pero no todos tienen que hacerlas”. Ambas reglas carecen de base, porque si bien yo admito que todo es posible, no me lo creo sin pruebas inequívocas por parte de quien hace la afirmación. 
También sería interesante una educación para el escepticismo en nuestro alumnado y profesorado. Muchas veces me encuentro con que también los profesores utilizan alguna de las reglas mencionadas, y eso proviene de que la formación recibida les impulsa a creerse competentes para cazar las trampas que sólo son detectadas por profesionales, o por un mal entendido orgullo de ser científico. Sólo con esto, con inculcar el germen del escepticismo, me daría por contento.




LUCES ROJAS. PELÍCULA COMPLETA

Una psicóloga y su ayudante intentan desacreditar a un vidente que ha recuperado el prestigio después de haber pasado treinta años sumido en el olvido; el problema consiste en que el cerebro casi siempre nos transmite una imagen distorsionada de la realidad.

El cerebro realiza una fascinante cantidad de procesos mentales cada segundo. 100.000 millones de neuronas en constante comunicación sináptica destinadas a generar y regular nuestras sensaciones y percepciones, cómo razonamos, cómo pensamos, las emociones, las representaciones mentales, la atención, el aprendizaje, la memoria. ¿No son méritos suficientes para el cerebro sin necesidad de atribuirle poderes especiales?

Si damos un repaso a las televisiones en horario de madrugada vemos que hay en muchas de ellas espacios de astrología con curiosos personajes que atienden llamadas telefónicas y “predicen” el futuro de las personas que llaman. Me parece realmente curioso, pero el caso es que miles de personas a diario acuden a esta clase de charlatanes, que también se anuncian en periódicos y revistas, sin duda debe ser un negocio muy lucrativo engañar a tanta gente ingenua.
Por que esta seudociencia se basa en la idea de que los planetas rigen nuestro destino, pero como vemos en los horóscopos y cartas astrales que elaboran solo dicen generalidades o mentiras. Veamos: un famoso mago, James Randi, hizo unas supuestas cartas astrales personalizadas para un grupo de estudiantes universitarios en USA, les dio a cada uno la suya y luego les pidió que puntuaran de 1 a 10 el grado de acierto. Las puntuaciones de todos estaban por encima de 7. Asombroso, pero resulta que las cartas astrales eran exactamente iguales, ¿tenían todos los alumnos el mismo signo zodiacal? Pues no, sin embargo igual podía haberlas repartido al azar ya que el contenido de las supuestas cartas personalizadas eran el mismo.
Este mago, James Randi, se ha dedicado a desenmascarar a muchos personajes con supuestos poderes psíquicos, demostrando el truco con el que los realizan. El grupo al que pertenece Randi, el Comité para la Investigación Escéptica, ofrece desde hace mucho tiempo un suculento premio de un millón de dolares a quien sea capaz de demostrar en condiciones controladas experimentalmente que posee alguna de esas facultades. Nadie hasta ahora a sido capaz de ganar este premio.
Lo cierto es que en otros estudios se ha demostrado que una persona no es capaz de distinguir su carta astral de cualquier otra, y en otro entregaron a un grupo de astrólogos y otro de no astrólogos una serie de cartas astrales de diferentes personas y les pidieron que dijesen cuales de ellas pertenecían a personas extrovertidas, resulta que ganaron los no astrólogos.