EL Rincón de Yanka: JESUCRISTO SEÑOR DE LA IGLESIA PROFÉTICA

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martes, 25 de octubre de 2011

JESUCRISTO SEÑOR DE LA IGLESIA PROFÉTICA


JesuCristo Señor de la Iglesia profética



"La iglesia (gracias al Espíritu Santo) transmite lo que el clerocentrismo jerarca reprime" Anónimo.




«Cada día Cristo me llama, cada día me impide detenerme: su palabra y su ejemplo me arrancan de costumbres, a mi egoísmo. Yo le pido que tenga conmigo la misericordia de no dejarme en mí mismo, sentado en mi tranquilidad. Y experimento la verdad de lo que dice Ibn Arabí: "aquel, cuya enfermedad se llama Jesús, no puede curar"».
P. Ives Marie-Joseph Congar (Sedan, 1940-Paris, 1996) Teólogo dominico francés.

Yves Congar, luz del Vaticano II, sufrió algunos años censura minuciosa del Santo Oficio, que puso bajo sospecha parte de sus libros y su doctrina de apertura. En otoño de 1955, el superior general le confinó en el convento de Cambridge sin explicarle por qué. Padeció depresión, pero acató por obediencia. ¿Quién iba a pensar que, años después, sería uno de los mentores del Vaticano II y que el supuesto hereje brillaría como uno de los pocos teólogos y cardenales que llevaron adelante la aventura? Aquel viento del Espíritu Santo, hoy día, a pesar de involuciones y cortapisas, sigue siendo faro de muchos católicos y la palabra conciliar se ha convertido en inequívoca. Poco se sabía de las cuitas de Congar después de la sanción de 1955, pero hace dos años que Étienne Fouilloux publicó una carta de Congar a su madre, que cumplía 80 años. Reproducido por "Documents d'Església" (1/XII/a2001) del monasterio de Montserrat, es pieza clave para conocer los sufrimientos, fe y entereza de Congar.

Escribe: "Nos quieren imponer el comportamiento de toda la cristiandad y que es: no pensar en nada, no decir nada... Hay un Papa que no lo piensa todo y al cual todo católico ha de obedecer". Y añade que se ha entrado en un régimen "paternalista" y que se quiere "reducir a los teólogos a comentar sus discursos y sobre todo a no tener la veleidad de pensar alguna cosa".

El Papa era Pío XII, y habían reprochado, sobre todo a los dominicos, la vuelta a fuentes bíblicas o patrísticas. "Prácticamente me han destruido. Todo aquello en lo que he creído y a lo que me he entregado ha sido retirado: ecumenismo, enseñanza, conferencias, acción entre sacerdotes, colaboración en ‘Témoignage Chrétien’, participación en congresos", dice.

Congar cuenta a su madre que sentía "inmenso desconsuelo", aunque halló aliento en que Dios nos ha hecho para la trascendencia pero también "para la comunión, el don y la amistad". No obstante, señala: "He de soportar mi mal, he de tomarme mejor mi parte de la cruz de los demás y de la pena del mundo". El conjunto es un documento admirable, que demuestra la profundidad de su fe y esperanza en Dios y en una Iglesia que pasa por épocas en que la política eclesiástica unidireccional se impone.


Albert Manen, historiador. (Fe y Paciencia de Congar)

La Vanguardia, 5 de mayo de 2002

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Más reseñas sobre la figura del P. Congar:

En la Guerra Mundial vive la experiencia amarga de los campos de concentración. Su reflexión teológica le crea grandes dificultades ante el Vaticano y se le prohíbe la enseñanza. Sin embargo, con Juan XXIII es rehabilitado y se convierte en experto oficial en el Vaticano II. Como su compañero de camino teológico, el jesuita H. de Lubac, recibe el honor cardenalicio, aunque no puede acudir a Roma a recibir el capelo ya que los últimos diez años de su vida los pasó inmóvil en el Hospital de Inválidos de París, en donde acaba de fallecer.

Fue dura la propia vida del P. Congar, obligado a renunciar a hablar de una teología que era el centro de su vida. Pero asumió ese silencio, con verdadero espíritu eclesial y su pasión acabó en resurrección... Y lo más secundario -quizá lo que él más deseaba- fue no recibir el honor del capelo cardenalicio.

Pablo VI dijo un día al P. Congar: «Le doy las gracias por lo que ha hecho por la Iglesia. Y no lo hago en nombre del Papa, sino en nombre de Jesucristo»

Acaban de publicar en Francia dos volúmenes con el diario íntimo del concilio Vaticano II de Yves Congar, un importante teólogo, pionero del ecumenismo y que influyó mucho en la redacción definitiva de los textos conciliares.

Hay que resaltar de Yves Congar: "su amor crítico a la Iglesia". Congar optó, mucho antes del Concilio, por las categorías del "pueblo de Dios", de "Cuerpo de Cristo", en detrimento de la idea de "sociedad perfecta", tan en boga en los últimos siglos. Pero en Congar la investigación eclesiológica y ecuménica estuvo acompañada siempre por un amor que le llevó a los máximos sacrificios.

El mismo pidió que este diario no se publicará hasta pasado el año 2000, ya que cita nombres y hace valoraciones que necesitan de una perspectiva razonable para ser juzgadas hoy.